jueves, mayo 31, 2012

TALIÓN


La herida gratuita deambula silenciosa,
aguarda su momento de dar el zarpazo,
será alfanje derrumbando la aparente impunidad
y cobrará con calma y paz cada dolor recibido.

© Alfredo Cedeño

martes, mayo 29, 2012

RESCATE


Con mimo, astucia  y zalemas
dijo quererlo hasta el delirio
y por ello lo celaba de su hijo
y hasta de las fotos que se hacían…
él con paternidad torpe asintió.
Ahora que a ella se le pasó el capricho
es su hijo quien lo quiere
sin aspavientos ni espejismos
y recoge su abandono…
con ternura filial que lo avergüenza.

© Alfredo Cedeño

domingo, mayo 27, 2012

LO DESEADO...



Que tanto dolor y desconsuelo
no sean inútiles bálsamos
de un tiempo perdido en espejismos,
que la desesperanza ruede rota
por el borde de las veredas amarillas
donde las tristezas se agazapan,
que la ilusión se haga hoja de helecho
para abrirse sobre los eriales
de la tierra maltratada y abandonada,
que una suave brisa sin fronteras
se deje sentir sobre las mejillas secas
de quienes pese a todo seguimos creyendo,
que las rejas se encajen en la tierra
abriendo surcos sobre las costillas del suelo
con suave vaivén de pezuñas boyeras,
que las ganas sean infinitas
para seguir caminando sin rumbo
y soltando palabras por los caminos…

© Alfredo Cedeño

sábado, mayo 26, 2012

BABOSEADO

Le han dicho tantas cosas
que ya huye cuando lo miran,
se esconde de prisa
antes que comience el torneo de ridiculeces
con que suelen torpedearle
y deja un reguero de arreboles soberbios
como muestra airosa de su desplante.

© Alfredo Cedeño

jueves, mayo 24, 2012

PARALELOGRAMOS


Cada rectángulo es un paso al borde del arcoiris
se solapan bajo los mantos que les impusieron
mientras quiebran cristales en finas rendijas del cielo…

© Alfredo Cedeño

martes, mayo 22, 2012

CONGOJA


Retozo de rojos que se pliega a los muslos
donde la boca buscó fallida acortar faenas
de ahí sus caras que parecen arrastrar pesares
y el cuerpo de ella que necesita quereres…

© Alfredo Cedeño

domingo, mayo 20, 2012

EL TOCUYO



Hay quienes aseguran que Tocuyo es el vocablo que usaban los indígenas para llamar al jugo de la yuca, y ese nombre lo aplicaron al río que transcurre por entre estos espacios de tierra larense.  Fue aquí donde se estableció la llamada Ciudad Madre de Venezuela, puesto que fue de allí de donde salieron las diversas expediciones que permitieron las múltiples fundaciones de poblaciones que nos dieron origen. 





El historiador carupanero José Luis Salcedo-Bastardo aseveró en pleno siglo XX, de manera  categórica, que esta ciudad fue fundada el día 7 de diciembre del año 1545 y que su denominación original fue Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción de El Tocuyo. Sin embargo, quiero destacar que Pedro de Aguado –unos años antes que Salcedo, a fines del siglo XVI- dijo en su Recopilación Historial de Venezuela: “Sólo sobre él diré que según parece, el Tocuyo fue poblado el año de cuarenta y siete…”.






Aquellos que quieren ser muy precisos dicen que, por lo menos lo del nombre, es discutible puesto que Antonio Caulín en Historia de la Nueva Andalucía, al referirse a esta población lo hace como San Juan  Evangelista del Tocuyo.




Lo cierto es que entre santas y santos, esta ciudad, que fuera capital de Venezuela hasta el año de 1577, la que llamaran La Ciudad de los Siete Templos, una de las de mayor tronío en Venezuela e Hispanoamérica, la primera en el Nuevo Mundo en tener telares, la… miles de cosas más, no le quedan sino ruinas de sus majestuosas construcciones.






Esa misma urbe de la que Joseph Luis de Cisneros escribiera en 1764: “Es la ciudad de Tocuyo, una de las mejores que tiene su Provincia, rica, y abundante de víveres, de modo que no necesita sino de vino y aceite…”.  De ese sitio nada más queda concreto, hierro, acero y ruinas a punto de colapsar en cualquier momento.




Entre los despojos de donde funcionara el Templo de Belén u Hospital Real San Juan de Dios, vivió hasta hace poco Eloy Antonio Yépez, arrastrando sus 60 años. Vivía ahí porque no tenía donde vivir, y aprovechaba para cuidar las desvencijadas paredes. Eloy Antonio, Belén y El Tocuyo parecen una misma cosa: los tres subsisten abandonados por aquellos que debieran ocuparse de ellos, los tres se arrastran y permanecen a pesar de que el tiempo y la desidia parecieran confabularse en contra de ellos.

© Alfredo Cedeño




sábado, mayo 19, 2012

RAYAS


Quise trazar mi vida en una línea
y las coordenadas se me extraviaron
con la silueta en el medio del cielo,
más tarde quise alcanzar a los ángeles
y sus alas los hicieron dejarme varado
en medio de una lluvia de diagonales,
cuando pude tratar de despegar
la tarde se me echó destemplada a cuestas
y un trazo de acero me permitió aguantar.

© Alfredo Cedeño

jueves, mayo 17, 2012

SATÉLITE


La luna siempre me cobija
con su paso de baile truncado
entre sus dedos de artesana
debajo de sus ancestros guajiros
con ritmo de sangre tocuyana…
La luna es el sueño bonito.

© Alfredo Cedeño

martes, mayo 15, 2012

PLANTÓN



Casi al garete espero la mañana
frente a un retrato sepia del sol
con las alas partidas por una ola que no llega.

© Alfredo Cedeño

domingo, mayo 13, 2012

SANTA LUCÍA DE LOS TIMOTES



Mucurujún fue el nombre que dieron sus primigenios habitantes a este lugar. En sus alrededores vivían los grupos indígenas Mucuguá, Quindorá, Tafayés, Chijós, Muarcé, Mucumbás, Mucuyupú y Timotes, entre muchos otros. Ellos vivían en bohíos de piedra y techos de paja silvestre, su alimentación y economía giraban en torno al cultivo de la papa y el maíz.


Ellos tenían sus propias deidades, las cuales representaban en figurillas de piedra que aún es común encontrar en algunos parajes cercanos.  Aquellos grupos desarrollaron una cultura en cerámica que, también, es posible ver en las casas de algunos vecinos que las conservan con justificado celo.  



Corría el año 1600 cuando estos parajes fueron descubiertos por los exploradores españoles y, casi de inmediato, comenzaron los misioneros a incursionar. Fabián García de la Parra, cura de la orden de los Agustinos, fue el primero en arribar.

Al poco tiempo, Carlos I, mediante Real Cédula, ordena al visitador Real Alonso Vázquez de Cisneros que visite los dominios de los Timotes.  La tarea encomendada  se llevó a cabo en septiembre de 1619.

Él revisó los primeros libros de bautismo –que ya se llevaban- y ordenó el 23 de septiembre de 1619, reunir a todas las parcialidades indígenas en el sitio de Mucurujún para formar un pueblo que se habría de llamar Santa Lucía de los Timotes. Para ello dio un plazo de 90 días, orden que fue llevada a cabo por el capitán Francisco Camelo, tal y como lo asienta el Archivo General de Indias. 

Desde allí empieza la historia a ser narrada a la manera de los vencedores. En diciembre de 1619 el pueblo estaba constituido y los indios de los alrededores obligados a vivir en la decretada localidad. Sus tierras pasan a manos de los encomenderos Hernando y Lorenzo Cerrada, Pedro de Rivas, Martín de Surbarán y Martín Buenavides. Comenzaron a llegar familias españolas quienes, entre otras cosas, introdujeron el cultivo del trigo y la metamorfosis cultural siguió su paso.  Un proceso civilizatorio muchas veces cuestionado, por lo sangriento que llegó a ser, que hoy encontramos consumado en la merideña población de Timotes.

La otrora Mucurujún todavía se asoma en la población contemporánea. La podemos encontrar en los tejidos de algodón que, siguiendo técnicas milenarias, se hacen en Piñango y Tafayez. La vemos en las casas de piedra y techo de paja que hacen en Gavidia y Mucumbás, en su cultivo en terraza, en la gentileza y cordialidad con que el natural de Timotes sigue recibiendo al forastero. 

Timotes, después de cuatro siglos, sigue teniendo por hijo al hombre de la montaña que no ha variado su actitud, a pesar de que de fuera sólo le llegó la destrucción y alteración de un modelo social y cultural que ahora conocemos parcialmente gracias al trabajo de los científicos sociales.





Timotes continua siendo cuna de mujeres empeñosas que haciendo melcochas, o el pan de cada día, llenan de aromas sus calles con la suave sonrisa que marca en los rostros pequeñas huellas donde se pueden ver germinar  gentileza, firmeza y gallardía…

© Alfredo Cedeño


sábado, mayo 12, 2012

RAPIÑA



Aislado hasta de mí  cuelgo los bordes de la sombra
con el vocerío angosto de las lluvias de mayo.

Aquí no hay final feliz ni sueño permanente
largo territorio yermo de la desolación
vasto erial del desconsuelo.

Me olvidé de contar los pares de alas que gasté buscando ser feliz
para terminar como baquiano certificado en derrotas.

Queda una inmensa deuda de dolor que con dolor se zanja
no hay abonos de clemencia, tampoco descuentos por perdón,
es dolor que pide sangre para que sangre haya sobre la tarde.

Ego, caprichos y frivolidad armaron un rompecabezas
donde la piedad no tuvo cupo, ni podrá tenerla de regreso…

© Alfredo Cedeño
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