domingo, diciembre 30, 2012

LA SARAGOZA DE SANARE

           Centenares de hombres, disfrazados de mil maneras, celebraron el Día de los Inocentes en Sanare, estado Lara, a unos 315 kilómetros al occidente de Caracas. Salieron a pagar su promesa, son sólo los hombres quienes pueden hacerlo, las mujeres de ninguna manera. Ropajes repletos de cascabeles que despertaron al pueblo desde las dos de la madrugada que empezaron a  congregarse en la calle Concepción, donde vive la capitana María Valeria, quien desde hace 50 años ocupa ese rol de organizadora. 
            Bernabé Alvarado, capitán mayor de La Zaragoza de Sanare, asegura que el nombre proviene de la esposa de Herodes, quien al ver la masacre de los santos inocentes, exclamaba feliz, y los centuriones la coreaban “Ay Sara goza!”  Hay otros quienes afirman que el nombre le viene de la hispana Zaragoza, y es así como se debe escribir, sin embargo en la ciudad española no tienen conocimiento de ninguna fiesta por el estilo ni ahora ni nunca.
           Varios años atrás me explicó José Nemesio Godoy, estudioso del folklore larense –y además sanareño- que dicha tradición es de origen indígena. El siglo pasado en el caserío “El Volcán”, cerca de Sanare, sus habitantes acostumbraban, en determinadas fechas del año, elaborar unos disfraces tejidos con hojas de maíz, bejucos, musgos y otras fibras vegetales, y salían a bailar por las calles del pueblo.  La danza era acompañada con tambores, flautas y charrascas de macanilla –una variedad de palma (Bactris sp.)–. Solían bajar hasta Sanare, pero sin entrar al pueblo, y duraban en su jolgorio hasta tres días, donde hoy es el estadio del pueblo.
           En 1916, Pedro María Pizá es nombrado párroco de Sanare y comienza a extender su labor evangelizadora por los caseríos vecinos a la población.  Un día llegó a “El Volcán” y los lugareños ejecutaron esas danzas en su honor. Pizá, gratamente impresionado, decide llevarla al pueblo y encarga a un grupo de acólitos a tal fin. Lo cierto es que el cura consagró a tales efectos el día de los Santos Inocentes. Y es allí, aseveraba Godoy, donde nace esta tradición tal y como la conocemos hoy.          
           Debo decir en este punto, que el mentado clérigo no hizo más que repetir lo que ha sido una constante en la historia de mi querida iglesia católica.  Sé que varios de ustedes están pensando que ya llevaba muchas líneas sin estarme poniendo a jorungarle las pulgas o los trapos sucios a cualquiera. Pero no es el caso, me remito a los hechos.
 
           Cada 21 de diciembre  es el solsticio de invierno, digamos que es el momento en el cual el sol empieza a vencer a la oscuridad. Hasta ese día, los días son más cortos y las noches más largas; es decir, predomina la noche, asociada con la muerte.  Es por ello que encontramos que en todas las culturas de la antigüedad celebraban en estas fechas grandes fiestas en honor del sol: celebraban la vida. Festejaban que el sol nuevamente venciera a la noche… por ello es que eran honrados los emperadores, a quienes consideraban hijos del sol.
 
           Entremos en autos de por qué comenté de nuestra institución religiosa lo que dije. Los cristianos, a partir del siglo IV y V, cambiaron el sentido de las fiestas paganas en honor del sol, y empezaron a celebrar la Navidad el 25 de diciembre, que era el momento culminante de dichas celebraciones, porque –según ellos– “el verdadero Sol que vence la oscuridad del pecado y de la muerte es Jesucristo.”

 
          Si revisamos La Biblia veremos que ella no dice nada del día ni del mes del nacimiento de Jesús; sólo hace referencia a los gobernantes civiles y religiosos de aquel momento, y ello permitió que años después se hiciera un cálculo del año en el cual  nació, con un error de cuatro o cinco años. 
          Por todo esto es que les dije varios párrafos atrás que el cura Pizá lo que hizo fue replicar un modelo ya aplicado con éxito a lo largo de los siglos.
          Volviendo al motivo del presente trabajo, les cuento que anteayer, el pasado viernes 28 los saragozas –o zaragozas– esperaron en la casa de María Valeria hasta las seis de la mañana, cuando llegaron los músicos y comenzaron a ejecutar sus instrumentos: cuatros, cincos, maracas y tambora. 
 
          Años atrás acudí allá y Juan Ibáñez a las siete de la mañana comenzó a celebrar la misa en la capilla de Los Santos Inocentes en “La Loma”. Su voz lapidaria e imponente dijo: “Son modernos Herodes los que acaparan la leche y dejan morir de hambre a nuestros niños, Herodes modernos que han creado a Recadi y políticos corruptos que impiden que nuestros niños vayan a la escuela, que tengas zapatos, vestidos y comida”.
           Este año la primera misa fue en la iglesia San Isidro en la parte baja del pueblo. Al terminar el oficio religioso, los saragozas levantaron un “chaparro” de membrillo sobre sus cabezas en señal de que estaban disponibles para bailar con todos aquellos que querían pagar “promesas”. 
 
          Luego marcharon en procesión hasta la Concha Acústica, donde continuaron danzando hasta que las campanadas de la iglesia Santa Ana, convocaron a la misa central que este año estuvo a cargo de Luis del Monte, quien en su homilía se preguntó qué tanto hemos crecido desde que el Rey Herodes ordenó la matanza de miles de niños. “La soberbia de Herodes acabó con la vida de muchos inocentes, esto se entiende como el antes, ahora, en 2012, cuántos niños mueren a causa del aborto y el maltrato infantil”.
 
          Ya es tradicional en estas misas que los representantes eclesiásticos fustiguen sin contemplaciones a las autoridades. Recuerdo años atrás haber asistido a otra de esas misas en aquel entonces a cargo de Enrique Suárez, quien dijo en su homilía: “hay que romper con la cultura que nos han impuesto para dominarnos. Alejémonos del oro y de la codicia, y raptemos al niño y escapemos de esta sociedad, que lo que quiere es matar al niño que todos llevamos por dentro”. 
 
           Este  viernes 28 de diciembre de 2012 la tradición se manifestó una vez más con el vigor que sólo otorgan los corazones limpios de quienes labran las tradiciones sin esperar nada a cambio. Al término del oficio religioso, al pie del altar mayor, rompió el canto y el baile. Los niños fueron cargados en los brazos de los promesantes y bailados sin parar. 
            Al ir saliendo de Sanare, escuché un grupo de saragozas que con entusiasmo coreaban una hermosa conjura que, ¡ojalá!, pueda detener a  los modernos Herodes:
“Dicen que los sanareños
¡Ay Saragoza!
pasan la vida fiesteando
¡Ay Saragoza!
Yo digo que es mentira,
¡Ay Saragoza!
Yo la paso es trabajando”

© Alfredo Cedeño


sábado, diciembre 29, 2012

PARADOJA


La palabra es una vestal con aires de furcia
otras es una hetaira con gestos virginales
y siempre se abre bermeja con pureza insolente
en medio de verdes picoteados de indolencia.

© Alfredo Cedeño

jueves, diciembre 27, 2012

SONSACADORA


Sus brazos desnudos bailaron puros sobre el agua
con un zigzagueo de reflejos provocadores,
fue canto de sirena llamando la embarcación
y los navegantes no pudieron más que ir a ella.

© Alfredo Cedeño

martes, diciembre 25, 2012

BALANCE


Celebro lo que me has dado
celebro lo que me das
celebro lo que me darás:
y abrevo hasta el fondo
las certezas y las dudas
de los milagros vitales.
Gracias vida por cumplirme
espero saber cumplirte…

© Alfredo Cedeño

domingo, diciembre 23, 2012

PETRÓLEO

          Aseguran algunos expertos que Venezuela está posada sobre un mar de petróleo, hay quienes, henchidos de esa plaga llamada chauvinismo, se pavonean y afirman que este país, tildado de bananero en algunas oportunidades, tiene las reservas más grandes del mundo del codiciado compuesto de hidrocarburos. La palabra proviene del griego y quiere decir aceite de piedra.  
           En nuestro país la presencia de este viscoso líquido es milenaria.  Los pueblos precolombinos lo empleaban, al igual que el asfalto, que rezumaban de manera natural en diferentes lugares.  Los indígenas le llamaban mene y lo empleaban medicinalmente, así como para alumbrarse y para calafatear sus curiaras o canoas.
           A comienzos del siglo XVI, los conquistadores europeos aplicaron de manera inmediata dicho método de impermeabilización a sus navíos, así como para el mantenimiento de sus armas. Debo señalar que en 1535, el primer cronista del Nuevo Mundo, capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, en su Historia natural y general de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, fue el primero en mencionar en la literatura universal el petróleo venezolano, en 1535: “…corre aquel betún o licor por encima del agua del mar, haciendo señal más de dos y tres leguas de la isla [Cubagua], y aun da olor de sí este aceite. Algunos de los lo han visto dicen ser llamado por los naturales stercus demonis, y otros lo llaman petrolio, y otros asfalto; (…). A que este licor de Cubagua hallan que es utilísimo en muchas cosas y para diversas enfermedades y de España lo envían a pedir con mucha instancia por la experiencia que de esto se tiene por los médicos y personas que lo han experimentado”.
 
           El primer envío de un barril de petróleo, del cual existe documentación, que se llevó a cabo en la historia de Venezuela tuvo lugar el 30 de abril 1539; cuando uno de ellos fue enviado a España para aliviar la gota del emperador Carlos V. Esto ocurrió por que el año anterior a ese, la entonces Reina de España ordenó en carta del 3 de septiembre que en todos los navíos que partieren desde Cubagua le enviaran “de lo mas que pudieres”, aceite de petróleo. Ese primer embarque fue una barrica que salió en la nao "Santa Cruz", confiada por el tesorero de Nueva Cádiz, don Francisco de Castellanos, al mestre Francisco Rodríguez de Covarrubia y al capitán Bernardino de Fuentes. El 18 de octubre la Reina reclamó su petróleo, en carta a la Casa de Contratación. El 31, la barrica salió de Sevilla para Madrid, bajo custodia de Alonso García.  
          También hay documentación en los Archivos de Indias de Sevilla donde se menciona que el 14 de diciembre de 1540, otro barril de petróleo venezolano llegó a la Casa de Contratación, para ser enviado de inmediato a Juana la Loca, “al cuidado de persona de responsabilidad”. 
          Casi 40 años más tarde, el 15 de junio de 1579, los alcaldes Gaspar de Párraga y Rodrigo de Argüelles informaron sobre un rezumadero de petróleo cerca de Nueva Zamora, como se conocía en aquellos tiempos a Maracaibo, y de otros cuatro en las  afueras de dicha localidad; estos señores, igualmente realizaron una extensa descripción de sus usos locales. 
           A comienzos del siglo XVII Alonso de Ojeda menciona el uso que hacían del mene los indígenas que habitaban el Lago de Maracaibo. Dos siglos más tarde Alejandro de Humboldt fue quien hizo la primera descripción seria de los depósitos de asfalto de Venezuela. El ilustrado trotamundos alemán describió las maneras utilizadas por los nativos que vivían cerca de los rezumaderos para aprovechar la brea y el asfalto, y preparó la primera lista de sus depósitos naturales en la zona costera que va de Trinidad a Maracaibo.
            Menos de cien años más tarde comienza la explotación comercial de dicho producto, la cual estuvo a cargo de La Compañía Minera Petrolia del Táchira, la cual comenzó labores de refinación en 1878 en la hacienda La Alquitrana, en las cercanías de Rubio, estado Táchira, en el occidente de Venezuela. 
            Esta compañía pionera tuvo sus altibajos y será en 1914, el 31 de julio para mayor precisión, cuando en Cabimas, estado Zulia, se produjo el “reventón” del pozo Zumaque I, lo cual le convirtió en el primer pozo productor de petróleo en Venezuela. Se necesitaron otros 8 años de exploraciones para que un día como ayer, el 22 de diciembre, pero de 1922, “reventara” el pozo El Barroso II, para dar a conocer al mundo el potencial petrolero de Venezuela. 
           Se podrán imaginar 90 años atrás lo que significó que brotara un chorro de petróleo con más de 40 metros de altura que podía ser visto desde Maracaibo, que está a 45 kilómetros… Ese pozo tenía un caudal de 100.000 barriles diarios, y a los expertos les tomó 9 días controlar la lluvia de petróleo sobre Cabimas, que anegaba los techos y las calles de la aldea que era entonces dicha población. 
           No es un secreto para nadie que Venezuela ha dilapidado sistemáticamente los ingresos que esta riqueza ha producido a lo largo de casi un siglo de producción petrolera. Los alertas lanzados por diversas personas han sido de diferentes tipos. En 1976, Juan Pablo Pérez Alfonzo, llamado padre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo –OPEP–, modificó levemente las palabras  de Fernández de Oviedo quien asentó en su citada obra que los naturales originarios de estas tierras llamaban al crudo stercus demonis, y dijo: “Despilfarramos el petróleo para acrecentar los ingresos fiscales... y ahora... estamos hundiéndonos en el excremento del diablo.”
 
          Otro “notable” como lo fue el escritor Arturo Uslar Pietri habló de la necesidad de “sembrar el petróleo”. Como ellos hay una larga lista de personas e instituciones que han venido alertando de manera reiterada sobre la necesidad de evitar la embriaguez continua en la que mi país ha vivido y sigue viviendo.
           Los ingresos de Venezuela por concepto petrolero, según cálculos del departamento de Energía de Estados Unidos y los datos de la OPEP deben cerrar el año 2012 con ingresos alrededor a los 63 mil millones de dólares. Según César Prieto Oberto los ingresos fiscales petroleros obtenidos por el Estado venezolano entre 2005 y 2009 estuvieron  por el orden de 192.215 millones de dólares.  
          Los economistas Luis Oliveros y José Manuel Puente coinciden en calcular que nuestro país en los últimos catorce años ha exportado  700 mil millones de dólares en petróleo. Oliveros estima que “el 60% se ha dirigido a importaciones, 26% se ha ido en salida de capitales, 12% se depositó en distintos fondos como el Fonden y 2% fue a las reservas internacionales del país”.
           Pese al manto de misterio y silencio con que se mueven actualmente las cifras del negocio petrolero estatal, siempre los estudiosos del área logran encontrar datos como los revelados por Diego González, presidente del Centro de Orientación de Energía, quien explicó en entrevista al diario El Carabobeño que en 2007, las compras de petróleo y derivados eran de 28,1 millardos de dólares y pasaron a 38,8 millardos en 2012.
 
           Es necesario señalar que las cifras de diversos investigadores estipulan que en Venezuela la pobreza a nivel de hogares es del 49%. ¿Qué significa esto? Esta cifra revela que en casi la mitad de nuestra población el ingreso total quienes la componen, es inferior al valor los bienes y servicios que conforman la canasta normativa de consumo. Eso dice que el 49% de los habitantes de Venezuela no logra cubrir: casa, vestido, alimentación, educación, etc. Pero, aún hay más: de ese 49% un 20% se encuentra en pobreza crítica. Es lamentable que vivamos una situación como esta, por decir lo menos. 
 
          Por supuesto que el petróleo también ha tenido repercusión entre nuestros creadores. Puedo citar obras como Mene, de Ramóin Díaz Sánchez; Oficina Nro.1, de Miguel Otero Silva;  Guachimanes, de Gabriel Bracho Montiel; Sobre la misma tierra, de Rómulo Gallegos; Mancha de aceite del colombiano César Uribe Piedrahita; Antropología del petróleo, de Rodolfo Quintero; El Señor Rasvel, de Miguel Toro Ramírez;  De un pueblo y sus visiones, de José Miguel Villarroel París; son sólo algunas de las piezas en las que el llamado oro negro juega un rol principal.
           De la citada obra de Villarroel recuerdo sus versos:
Los apamates están llenos de petróleo
Muertos con una tristeza de país en ruina
Esta meseta está llena de taladros
Sembrada de hombres muertos
Un largo cementerio viene desde Caripito
Y no tiene fronteras
Es la gesta la nueva conquista entre pueblos

           También me viene el recuerdo del siempre evocado Benedetti:
el hollín va siendo lentamente rocío
y el olor a petróleo se convierte en jazmín
y todo eso por qué
sencillamente porque
en la primera línea
pensé en vos
amiga.

           Ese olor a jazmín que en Venezuela sólo llega convertido en riqueza fácil para unos pocos, mientras los más siguen pisando una tierra cuyo subsuelo es un mar desbordado del que ellos poco alcanzan a disfrutar. 

© Alfredo Cedeño
 

Follow bandolero69 on Twitter