sábado, agosto 31, 2013

RASTRO

Cada cual deja su marca sobre nuestro barro
ellas se cuartearán a golpes del ábrego y el sol
hasta hacerse fino e infinito polvo
y regresar como crudo polizón del olvido…
 

© Alfredo Cedeño


jueves, agosto 29, 2013

LULOS

El mundo sabe replicarse hasta el infinito en el canasto
lo hace ayuno de geometría y pleno de redondeces
para que los colores hagan un bochinche en sus bordes
con brochazos desmayados que asaltan los paladares.


© Alfredo Cedeño

martes, agosto 27, 2013

AVERNO

Una llamarada flagela la boca desde sus mansas apariencias,
los colores engañan con picardía y tasajean al ligero con su tósigo,
un ardor de impétigos palatales azotan al incauto
y el infierno se repliega para dejar el mundo al borde de la lengua.


© Alfredo Cedeño

domingo, agosto 25, 2013

HACIENDA MONTE SACRO

De niño, mi madre, la difunta Mercedes, que no podía dejar de hacer cosas a toda hora y momento, hacía por ratos lo que ella llamaba colchas de retazos: trocitos de telas que iba guardando y que luego con mano diestra cosía uno con otro hasta hacer una gran manta. Años después visitando una comunidad amish en Filadelfia me asombré al ver que ella lo que producía era una de las llamadas patchwork quilts, pero más me pasmé al verles el precio en una vitrina de New York. Perdonen la altisonancia: me caí de culo.
¿A que viene todo esto? A que Venezuela es una de esas colchas donde cada trozo está donde le toca, es el caso de la hacienda Monte Sacro donde estuve el pasado martes y es sobre lo que les quiero contar hoy. Apenas a 145 kilómetros al oeste de Caracas, y a  menos de 20 kilómetros de Valencia, en la misma orientación, en las afueras de Chirgua, estado Carabobo, está dicha estancia.
Una carretera en pésimo estado recorre terrenos donde, según unas actas del  Cabildo de Caracas de 1682, había allí una capilla a cargo del presbítero Lorenzo Blanco y Herrera, hijo de doña Isabel y Mateo Blanco. Menos de un siglo después se habla de un censo realizado en la cercana población carabobeña de Montalbán, en el año 1745, donde Chirgua es mencionada con una hacienda de caña de azúcar y un trapiche propiedad de Isabel Clara de Herrera, quien era segunda abuela de Simón Bolívar.
      Y aquí ya nos vamos adentrando en la raigambre de Monte Sacro. Se sabe que en 1827 Feliciano Palacio y Blanco y su hijo Feliciano Palacios y Tovar le venden a Simón Bolívar la mitad de un trapiche en su hacienda de Chirgua. Luego Bolívar dona esas tierras a los hijos de su hermano ya difunto Juan Vicente Bolívar: Juan Evangelista, Fernando y Felicia. Al morir El Libertador la hacienda pasó a manos de ellos.
Comenzando el siglo XX, en 1901, se reparte la herencia de Fernando Bolívar, por lo que uno de sus hijos, Benjamín Bolívar Gauthier, hereda la hacienda Monte Sacro. Vale la pena mencionar que por primera vez aparece dicho nombre, seguramente está asociado al juramento que supuestamente hiciera Simón Bolívar en el monte homónimo en las afueras de Roma, el  15 de agosto de 1805, de liberar a Venezuela de España.  En 1916 Bolívar Gauthier le arrienda a José Gabaldón esos espacios y firman una opción de compraventa; al año siguiente Gabaldón le compra dichos terrenos a Bolívar, y veinte años más tarde, en 1936, María Isabel, Carmen Beatriz, Clemencia Gabaldón y Carmen Guzmán de Gabaldón heredan Monte Sacro.
La “gabaldonera” vendió al poco tiempo la propiedad a José Amílcar Fonseca. Este último venderá en 1940 a Carmen Guzmán de Gabaldón quien, en 1948, se la vende a Productora La Agropecuaria C.A. Será esta empresa la que en 1953 venderá esta finca al magnate petrolero Nelson Aldrich Rockefeller.
Aseguran los que conocieron al norteamericano en dicho entorno que deliraba por estas tierras y hay incluso una foto de Edmundo “Gordo” Pérez de él y su esposa de luna de miel en estos parajes. Cuando se indaga sobre su vida en Google se puede leer:  “La hacienda Monte Sacro (Venezuela), que frecuentaba con regularidad con su familia, se consideraba como su segunda residencia fuera de los Estados Unidos.”
Las inversiones que hizo este hombre en dichas tierras fueron incalculables, desde comprar tierras vecinas para alcanzar más de siete mil hectáreas, hasta construir una pista de aterrizaje donde aterrizaba con su jet particular.  Pero dinero habemus más no inmortalidad tenemos y en 1979, con 70 años a cuestas, la versión humana de Rico Mc Pato estiró la pata.
Al poco tiempo los herederos de Mr. Rockefeller ponen en venta la preciada pertenencia y comienza una puja en la que cinco distinguidas familias criollas comienzan a tratar de adquirirla. A esta altura del cuento surge un hombre que, de bajo perfil y con atinado ojo empresarial y emocional, se presenta en New York con su familia en pleno ante los delfines a pedir se la vendan a él. Hablo de Jorge Ruiz del Vizo. La balanza se inclinó a su favor, por supuesto, y a fines de 1981 entra en posesión de la hacienda Monte Sacro.
A partir de ese momento, Ruiz del Vizo se dedica a imprimirle su sello a  esas instalaciones; vende algunas secciones de ellas, como la que tiene la pista de aterrizaje, que todavía funciona y se mantiene en perfectas condiciones, hasta quedarse con 3.500 hectáreas. Allí realiza distintas faenas que fueron desde la explotación de cítricos, ganadería, siembra de papas, producción de maíz, desarrolla un haras que ganó innumerables premios hípicos, las instalaciones fueron  utilizadas como locación de numerosas telenovelas y películas. 
            Al cumplirse el natural ciclo vital, don Jorge murió y sus cuatro hijos, resolvieron los tramites de herencia y dividieron en cinco secciones, en las que se incluía la de la viuda, y todo siguió viento en popa. Pero… y bien sabemos que en  nuestra bendita tierra nunca faltan esas conjunciones adversativas, en abril del año 2009, en una de las tantas muestras del disparatario rojo, para dar inicio a la Misión Zamora, el Instituto Nacional de Tierras tomaron posesión de ella…Debo explicar que por una y mil razones que no viene  al caso ahora explicar, una de las hijas de Ruiz del Vizo, Vivian, se instaló allí junto a su madre y es quien sigue en esas tierras haciendo lo imposible para que el otrora modelo de producción agrícola, equino y pecuario no pierda su lustre. 
Ella, graduada en diseño de interiores en Fort Lauderdale, de figura menuda, y creo que 1,65 de estatura, voz serena y gestos firmes asegura: “Si uno se va de la tierra, pierde. Yo soy la guardiana de la tierra. Yo no tengo miedo. Estoy aprovechando el día a día.”
            Una de las primeras medidas rojas fue prohibir  todo tipo de actividad de explotación en estos terrenos, e incluso un grupo de modestos productores que les habían comprado un pequeño lote de hectáreas fueron afectados. El entonces presidente del INTI, quien gustaba aparecer en televisión de pistola al cinto, al mejor estilo de Juan Charrasqueado, Juan Carlos Loyo, en Chirgua dijo “estos paperos deben adecuarse al nuevo modelo de producción social que son `las comunas` y debido a que en Chirgua hay una comuna en plena formación estos agricultores deben manejarse siguiendo los lineamientos de ese tipo de trabajo comunitario”. Nada que comentar.
            Lo cierto es que ahí no se está produciendo nada y Vivian se ha dedicado a alquilar las históricas edificaciones, porque “no me iba a pasar todo el día viendo televisión, y es lo que me permite sobrevivir y mantener esto.” Habla de miles y miles de metros de jardines bien cuidados, de instalaciones impecables y un ambiente absolutamente bucólico. Si  quiere contactarla escriba a: vivianruizdelvizo@gmail.com.
Quisiera poder escribir muchísimas cosas. Creo que lo mejor que puedo hacer es darle las gracias a Vivian por, a pesar de todo, seguir metiendo el hombro y hacer un esfuerzo titánico por conservar este trocito de la historia de esta gran manta de retazos que somos Venezuela y su gente.


© Alfredo Cedeño

sábado, agosto 24, 2013

HÁLITO

Basta el aletear de una mariposa
para volar entre soplos vitales,
esfera desgarrada en pétalos
sin tonsuras donde mermar rapaz,
globo de mansos misterios vitales
y un planeta de gestos para alzarse.


© Alfredo Cedeño

jueves, agosto 22, 2013

DON JETA

Arremangó su descaro entre los nísperos
y lo refrendó con su bemba y sarcasmo,
el hocico de curva amistosa brilló
en medio de suaves y mullidas cáscaras,
al vecindario no le quedó mejor destino
y con paciencia de nazareno lo soportó.


© Alfredo Cedeño

martes, agosto 20, 2013

VERGÜENZA

Casi con verecundia el rocío se posó en ella
y salpimentó de cristales sus pétalos,
la mañana escapaba celestina entre centellas
para no aumentar el acceso de pudor…


© Alfredo Cedeño

domingo, agosto 18, 2013

VENEZUELA (2)

            Hace más de siete años escribí un poema con similar nombre al de la nota de hoy (http://textosyfotos.blogspot.com/2006/07/venezuela.html), por ello el dos que va con el título.
 
            Más de una vez varios amigos europeos han tratado de zaherirme cuando hablo de nuestras dimensiones geográficas. Hubo un asturiano que me tildó de andaluz “por lo exagerao”… Exagerada fue su apertura de boca cuando le expliqué que el Reino Unido o Gran Bretaña, como gustan algunos de llamarle, tiene una extensión de 244.023 km² y una población de 61.284.806 habitantes; ahora bien, el estado Bolívar, una de nuestras subdivisiones politico territoriales cuenta con 238.000 km² y 1.413.115 habitantes.  No contento con el desplante le añadí que Dinamarca tiene 43,098 km² y una población de 5.580.413 individuos; mientras que el estado Anzoátegui cuenta con 43.300 km² y 1.469.747 habitantes.
 
            ¡No es que somos andaluces, es que somos venezolanos! Y en esta tierra sin confines, de esperanzas vastas e inclemencias superadas, caben holgadamente los sueños de propios y extraños.  Esta es tierra de quimeras, territorio para delirar y alcanzar lo que se te antoje, aquí lo imposible se puede.
 
            Hemos pasado, y seguimos pasando, por tempestades donde las calles se nos enredan, pero siempre sale el sol y llegamos a buen puerto.  Mi padre, Alfredo, mi madre, Mercedes, y mi abuela, Elvira, me enseñaron a creer dejando las dudas en la orilla de los barrancos. Aquel decía: No hay camino que no sepamos andar. Su mujer me recalcaba: Aquí siembras piedra y retoñan las guarataras. Su madre, mi vieja Elvira, me recitaba de Andrés Eloy Blanco:
Venezuela es el espejo
en que tu madre se ve cuando se peina.
Si eres malo con Venezuela, es lo mismo
que si al espejo de tu madre lo quebraras con una piedra.
 
            Andar y desandar mi tierra, oirla y verla, olerla y saborearla, paladearla con fruición, tocarla con un roce o palparla con sensualidad desbordada, ha sido mi gran privilegio. ¿Cómo no voy a presumir de ello? 
 
            He visto abrirse con pasmosa gracilidad una flor que se mostraba impoluta para regocijo de la tarde mientras las montañas se iban dando saltos de risco en risco hasta esconderse al fondo del horizonte.
 
            Hombres que cual Dios juegan con el barro para crear, y hacen que de sus manos aparezcan los trazos de alfarería que serán paredes, y suelos y techos. Mujeres que preparan con gesto manso de abuela la masa que hará salivar a la calle entera con el perfume de sus panes.
 
            Santas y montañas que se enhebran en el seno de una cordillera. Flores que flotan abandonadas en redes sin final, torres que se truncan, cruces de espinas y labriegos que arañan la montaña con sus arados para que la tierra se preñe y nos alimente.
 
            Mi país sigue siendo un niño de mirada relampagueante que  a ratos se prende del bolsillo paterno con la confianza de saber que saldrá adelante. Mi país es una certeza que no me abandona y a la que día a día me entrego con la absoluta confianza de que nunca naufragaremos y siempre estaremos a salvo de cualquiera sea la tormenta que necesitemos encarar.

© Alfredo Cedeño
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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