jueves, octubre 31, 2013

FRANQUEO

No habrá manera de encerrar al ramillete
él atraviesa vivaz las tablas
y en el ringlero del parque escribe sus canciones…


© Alfredo Cedeño

martes, octubre 29, 2013

DESERCIÓN

No quiero que la amargura de tu ausencia me marque
pero cada vuelta que doy esta preñada de estas ganas
que me sembraste con artera maña de perra en celo.


© Alfredo Cedeño

domingo, octubre 27, 2013

SOMOS VENEZOLANOS

            De nosotros los venezolanos se han dicho, dicen, dirán, infinidad de cosas. Les aseguro que muchas de sobra, y otras tantas de menos. Algunas acertadas, muchas desencaminadas; a veces preñadas de buenas intenciones, en ocasiones pletóricas de cizaña.  Es decir, como en la viña del Señor, hay de todo.
 
            El viejo Alfredo Cedeño, mi padre, me acusaba de optimista insumergible, y no dejaba de tener razón; él decía: “A este carajito le das un cogotazo y te dice que no le hagas cariño tan fuerte…”.  ¿Cómo podía percibir cualquier gesto de quien me había demostrado siempre el infinito amor que me tenía?  Igual me ocurre con mi país y su gente, pese a todo.
 
            Psicólogos, sociólogos, antropólogos, politólogos, y cuantos “ólogos” tengan a bien ustedes evocar, mencionar o concebir, han disertado de manera prolija y copiosa sobre nosotros y nuestro devenir. Hay quienes aseguran que somos lo que merecemos ser, otros se emparrandan y afirman al son de la canción de Willie Colón “árbol, que nace doblao jamás su tronco endereza”, algunos pontifican que las raíces de todos nuestros males parte desde el mismo momento en que Francisco de Miranda en una suerte de maldición gitana pronunció su célebre frase: “¡Bochinche, bochinche! ¡Esta gente no sabe hacer sino bochinche!”. 
 
       En este punto quiero aclarar que no hay sino una rancia tradición oral con respecto a la citada frase de don Francisco, la cual supuestamente pronunció la madrugada del 31 de junio de 1812, cuando un grupo de oficiales fue a joderle la paciencia en el lugar donde dormía en el puerto de la Guaira, para luego traicionarlo y entregarlo a los representantes del gobierno español. 
 
            Haya soltado o no Miranda dicha jaculatoria, lo cierto es que pareciera haberse bordado a lo largo de nuestra vida republicana. Escribo esto último con pinzas.  Es tan fácil y cómodo dictar cátedra con las nalgas bien apoltronadas… Por ello siempre celebraré haber tenido la formación jesuítica que tuve de manos de gente como Severiano Bidegain, Iñaki Huarte, Javier Duplá, el hermano Korta, y paremos de contar, quienes me inocularon desde adolescente con el amar y hacer a este país.  Debo mencionar también a gente que más adelante la vida me puso en el camino: Daniel de Barandiarán, Antonio Estévez, Pedro Duno, Rodolfo Rico, Leonardo Carvajal, Esteban Emilio Mosonyi, Chú Rosas Marcano, Mikel de Viana, y volvamos a parar. Gente hermosa toda que con generosidad me fueron formando y cultivando la conciencia de ser hijo de este ahora aporreado pedazo del planeta.
 
            Sería bien hijo de la gran noche si no mencionara al lado de los ya citados a gente como Alfredo “el tuerto” quien en los años 70 me enseñó en las playas de Chuspa los secretos de la pesca artesanal, Chucho Márquez que en las montañas de Trujillo me abrió las puertas de la invalorable riqueza de su literatura oral, Hernán Camico quien me ilustró de la suave e inextinguible cultura indígena Baniva del Amazonas… ¡Tanta gente que me ha forjado!
 
 
Se nos enrostra a menudo, y pretenden al hacerlo convertirlo en baldón, que somos un pueblo parejero. Explico a los lectores allende nuestros predios que se tilda acá de parejero a los vanidosos, presumidos.  ¿Parejero un país que ha soportado la casta de gobernantes que le ha tocado sufrir por siglos? No me remontaré a nuestros meros inicios, voy a citar dos casos del siglo XVIII. Uno es el de Juan Josef de Cañas y Merino, quien era caballero de la Orden de Santiago y capitán del Ejército español y a quien por haberle regalado al rey 10.000 pesos, este lo nombró capitán general de Venezuela por Real Cédula del 8 de Octubre de 1706.
 
El 6 de Julio de 1711 se encargó Cañas de la Capitanía general de Venezuela. ¡En mala hora! Son centenares de folios los que hay llenos con las tropelías de este funcionario; pero menciono algunas: los curas franciscanos en su convento de Caracas tenía veinte (20) matas de plátanos y un (1) árbol de aguacate, cuyos frutos   eventualmente vendían a la población y cuyo comercio el ilustre gobernador consideró impropio y a la cabeza de una turba de unos cuantos indios armados de machetes y personal de tropa marchó sobre el convento.  Las crónicas también reseñan la debilidad de Cañas por las doncellas de corta edad y de preferencia huérfanas para evitarse dificultades. Cañas estableció en Caracas el juego de carreras de patos y gatos en la plaza de la Misericordia donde se enterraban hasta el cuello a dichos animales para luego alancearlos desde su cabalgadura a todo galope. Cañas y Merino, nos describe el general Lino Duarte Level en su libro Cuadros de la historia militar y civil de Venezuela: desde el descubrimiento y conquista de Guayana hasta la batalla de Carabobo: “Apareció el gobernador a caballo, precedido de un clarín que anunciaba su venida: vestía traje flamenco, con adarga de reluciente cuero con guarniciones de plata y una lanza con banderola. Gustaba Cañas de este fausto de la Edad Media, y así paseaba las calles de la ciudad, llevando las insignias de su empleo.”
 
En ese mismo siglo el obispo de Caracas Diego Antonio Diez Madroñero juzgó a Juan Vicente Bolívar, padre de nuestro Simón Bolívar. Los pormenores de dicho juicio los recogió el querido cura Alejandro Moreno en su libro Pastor celestial, rebaño terrenal, lobo infernal: Expediente a don Juan Vicente de Bolívar. Allí se revelan varios casos de abusos sexuales cometidos por el mencionado patriarca en los valles de Aragua. Los detalles son verdaderamente escabrosos, y revelan de él “su poder, violento genio, y libertad en el hablar”, las páginas del libro de Moreno.
 
Al siglo siguiente Venezuela presenció y padeció, entre otros, los gobiernos de  José Antonio Páez, José Tadeo Monagas y Antonio Guzmán Blanco. Monagas fue el artífice del asalto al Congreso Nacional de Venezuela el 24 de enero de 1848 donde murieron cuatro diputados, además de otras cuatro personas.  Guzmán Blanco fue otro pájaro de cuentas quien hizo célebre su frase: “Venezuela es como un cuero seco: la piso por un lado, se me levanta por el otro”; fue autor de tropelías de todo orden mientras ejerció la primera magistratura.
 
En el siglo XX las manifestaciones de este tipo se hicieron múltiples: Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Pérez Jiménez, un rosario de personajes arrogantes que pretendieron hacer de este país su hacienda propia. Siempre salieron con las tablas en la cabeza. Luego tuvimos un lapso de casi medio siglo de imperfecta democracia donde se respetaron ciertos pactos, lo cual permitió que tirios y troyanos convivieran y llevaran a cabo su vida política sin mayores cortapisas.  No en balde el mundo cultural y académico se convirtió en una suerte de “guarimba” para los militantes de extrema izquierda, y de cuanto resentido trasnochado pululaba en el país.
 
Ahora llevamos casi tres lustros viviendo un doloroso –y por lo visto inútil- “proceso” en el que se ha hecho lo imposible por desarticular un modelo societario que se había ido convirtiendo, pese a las imperfecciones mencionadas en el párrafo anterior, en clara referencia para el mundo. La vocería destemplada, de la mano con la propaganda, han vendido a propios y extraños la idea de una gesta en evolución de la que solo van quedando restos de una otrora productiva economía, vallas publicitarias anunciando obras que nunca se construyeron (ni construirán), y miles de palabras arrastradas por el viento de su propio vacío.
 
Retomo lo de líneas –unas  cuantas– atrás: ¿parejero un pueblo que ha sobrellevado todo lo que muy sucintamente les he enumerado? Parejeros nos llaman por ser dueños de un gran orgullo que bien podríamos definir como de “por interpósita persona”. ¿Cómo no reconciliarnos y consolarnos diciendo que hemos tenido a los mejores deportistas del planeta empezando por Carlos “Morocho” Hernández, Antonio Armas, El Gato Galárraga, Greivys Vásquez y nuestra Vino Tinto entre otros? ¿Cómo hacemos para no presumir de ser la tierra de Irene Saez, Pilín Leon, Susana Duijm y Maritza Sayalero? ¿Por qué no pavonearse de Humberto Fernández-Morán, Jacinto Convit, Jesús Soto, Carlos Cruz Diez, Miguel Ramón Utrera y Juan Félix Sánchez?
 
            Somos lo que somos gracias a nosotros y nuestra tenaz determinación de ser libres, sublimes y felices; porque asumimos con alegría la responsabilidad de ser venezolanos.

© Alfredo Cedeño
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

sábado, octubre 26, 2013

SOL NARANJA

Encontré el sol hecho naranja en un cielo verde
mientras el cielo trepaba mis muros
y dejaba los barrotes jugar entre sombras.

Tracé caminos de adoquines embriagantes
con aroma de jerez en la punta de ayeres frescos
y entrega de sensaciones agridulces sin culpas.

Bebí cristales en los bordes erizados de púas
cuando su boca abrió la noche entre mi pelvis
y conduje ebrio de sus artes a través de la ciudad.


© Alfredo Cedeño

jueves, octubre 24, 2013

A VOLAR

Las cadenas repican en feliz anuncio de vuelo
las piernas tiemblan audaces en ágil parábola
los pies se afincan menudos y feroces en el suelo
las caritas anuncian delirio, sudor y carambola
la tristeza se retira al saber que perdió el duelo.


© Alfredo Cedeño

martes, octubre 22, 2013

MADRUGADA

Cada mañana es como los coitos:
siempre parecidos nunca iguales,
cada cual tiene su propio color
es un ritmo que nunca se repite
es una fragancia siempre propia
es una sombra sobre nubes encendidas
es un cielo profundo y embriagador.


© Alfredo Cedeño


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