sábado, agosto 29, 2015

MAROMAS EMBIGOTADAS


                Me hubiera encantado no tener que escribir sobre esto, pero ¿cómo obviar el desastre humano que se está viviendo en nuestra frontera occidental desde fines de la semana pasada? ¿Quién puede voltear la cara para otro lado y no ver con estupor e indignación el desastre provocado por nuestra versión tropical y subdesarrollada del austríaco aquel que usaba la cuota inicial de un bigote por adorno facial? ¿De qué manera podemos manifestar ante Colombia nuestra solidaridad con sus hijos, y nuestra vergüenza ante el ultraje al que hemos sido sometidos todos?
                Cuando Maduro Moros arremete contra una población inerme, con los arrestos propios del matón de barrio que opera desde la impunidad que le otorga el respaldo de algún representante de la autoridad, o del espíritu de gavilla de sus pares mediante el cual imponen a sus vecinos su fuerza bruta, lo hace con alevosía, exhibe sus mejores miserias humanas y hace gala de ellas ante todo aquel que quiera darse por enterado. Su mensaje es para todos por igual, es el mismo que siempre emitió el difunto comandante: no me detendré ante nada para mantenerme ejerciendo el poder. Ello no es de estreno, pero bien parece que los capitostes de las hilachas que quedan de la oposición no quieren ver; tal vez ello explica su reiterado estribillo de convocatoria a unas elecciones que cada día lucen más lejanas.
                Este circo sanguinario montado por el incoherente embigotado contra diez municipios tachirenses es una demostración de fuerza en medio de unos estertores, que no terminan de ser finales. Corren mil versiones de lo que hay atrás de todo este tinglado, desde pases de facturas entre diferentes componentes militares, hasta retaliaciones por la deportación a Estados Unidos de ciertos narcos que podían aportar interesantes datos sobre vínculos entre la narcoguerrilla y la nomemklatura roja rojita. Como bien sabemos en nuestra acendrada cultura política del bisbiseo y el cuchicheo, donde todos dicen ser poseedores de la verdad, pero que ninguno suele mostrar, lo que sobra son sabios de micrófono.
                Tan deleznable como la conducta roja ha sido la de la mentada dirigencia opositora criolla. Clara la diferencia con el muy denostado Álvaro Uribe quien no dudó en trasladarse a Cúcuta a las primeras de cambio para manifestar su apoyo incondicional a sus paisanos. Y también a sus vecinos que han sufrido los embates del glorioso ejército bolivariano, libertador de naciones ahora devenido en huestes de matones que acaban con humildes viviendas. ¡Cómo nos gustaría verlos con similares arrestos demoliendo laboratorios de procesamiento de coca! ¡Cómo celebraría el país entero y buena parte del mundo verlos deteniendo los avances sin control de los mineros brasileros ilegales en la selva amazónica!  ¡Cómo serían aclamados si los viéramos enfrentarse con similar vigor a los comisarios cubanos ante los cuales solo asienten con gestos de gatos mansos!
                Es fácil decir ahora, luego que los desmanes han sido llevados a cabo, que se veía venir, aunque ahora muchos pongan caras de asombro y se dan golpes de pecho mientras vociferan una particular solidaridad con los despojados de Táchira. Pensaba que este fin de semana siquiera habría un saludo a la bandera convocando a algún acto, por mínimo que fuera, de apoyo con ellos. ¿Será que Lilian, Patricia y Mitzy tiene que hacerlo para que los tullidos reaccionen?   Espero que si así ocurre no salten después a lamentarse de que “no se están respetando los acuerdos unitarios”, sambenito con el cual nos quieren someter a los caprichos de una gavilla de señores que cada vez lucen más y más desconectados de ese pueblo con el que se llenan la boca cada dos por tres. Pero sigamos en lo que importa. Los ataques contra la comunidad colombiana han sido una muletilla roja utilizada en diferentes oportunidades por los genios rojos. La semana pasada recordé el episodio del padre de todas estas gracias –léase: Hugo Rafael– cuando ordenó una rimbombante y poco eficaz movilización militar hacia la frontera colombiana en marzo del 2008, porque el ejército colombiano había osado darle su ración de tatequieto al capo guerrillero Raúl Reyes.
                Por supuesto que el ahora ubicuo comandante –al punto que nadie sabe a ciencia cierta donde es que lo enterraron, si es en la antigua sede del Ministerio de la Defensa, o en la pata de una mata de mamón en su pueblo natal,  o quién sabe si en un bohío en su amada Cuba–, no dejó de echarle vainas a los amigos, y recuerdo el episodio aquel de noviembre de 2009 cuando en medio de sus habituales alharacas informó, en cadena nacional de radio y televisión, por supuesto, la intrépida y audaz acción del invencible ejército nacional que había demolido dos puentes usados por los contrabandistas colombianos para llevarse nuestros productos y atentar contra la soberanía nacional. Luego se supo que en realidad habían sido dos peorras pasarelas, con más de cuarenta años de construidas por los propios vecinos de la zona para cruzar el río Táchira sin tener que mojarse los zapaticos y las canillas. En aquella oportunidad una de las pocas voces lúcidas que señaló con precisión el quid del momento fue el  internacionalista Edmundo González Urrutia, quien dijo a El Nacional: "Se sigue la senda de los gobiernos militaristas, como el de Leopoldo Galtieri en Argentina. No hay nada mejor para tapar los problemas y la impopularidad de un gobierno que un enemigo externo".
                Los ejemplos son muchísimos, pero para que no quede como acaparador el ya desaparecido y no quede que uno hace leña del árbol caído, vale la pena recordar a Laura Helena Castillo que también en El Nacional, publicó el 29 de marzo de este año que para esa fecha habían sido deportados más de 1.389 colombianos en lo que iba del 2015. Es cifra arrojaba un promedio de casi 17 paisanos de Nariño que cada día habían sido expulsados del país. Revelaba la autora que la mayoría de los desterrados habían sido detenidos por la Guardia Nacional en Caracas “en la parada, en las colas para comprar comida regulada, en las camionetas, en la salida del Metro”. Ese heroico componente militar, una vez más ha dado muestras de su mejor disposición a infamar su lema y dejar bien en entredicho aquello de que el honor es su divisa.
                Es necesario hacer énfasis en que todos estos atropellos han contado con alborotos momentáneos de los sempiternos sabihondos que suelen opinar hasta del sexo de los ángeles, pero en realidad dan escasas manifestaciones específicas de solidaridad para con estos desheredados, que incluso algunos han señalado como el fiel de la balanza que se ha solido inclinar hacia el campo rojo.  Los juegos aritméticos son interesantes si se sacan las cuentas de que hay casi cuatro millones de neogranadinos en situación legal en nuestro país, y que Nicolás “ganó” por menos de 300 mil votos…
                Y ya que menciono votos vale la pena compartir algunas cifras de las elecciones presidenciales del 14 de abril del 2013, y sus resultados en algunos de los municipios ahora sometidos a esa aberración del Estado de Excepción que el Bigote Bailarín ha impuesto en, por los momentos, 10 municipios tachirenses. En uno de ellos, Ayacucho, por poner un ejemplo, en la mesa 1 de la escuela  del núcleo escolar rural La Popa, en las afueras de San Pedro del Río –de cuyas calles es la foto que uso hoy–,   Maduro obtuvo el 57,06% frente al 42,93% de Capriles; en la mesa de La Jabonosa obtuvo el 66,85% y Capriles 33,14%. Si vemos los números del municipio García de Hevia, también clausurado por su majestad Nico I, vemos que consiguió el 50,18% de los sufragios. En Lobatera logró el 53,31%, y en el municipio Rafael Urdaneta 51,15% contra 48,76%. Donde sí salió con las tablas en la cabeza fue en San Antonio del Táchira, y seguramente por ello su particular encono contra esa comunidad, su adversario triunfó con el 67,14% versus un 32,73%.
                Es obvio que el heredero aprendió muy bien de su mentor a endilgarles a los demás la responsabilidad de sus irresponsabilidades, y ayer luego de convocar a una marcha de apoyo a su locura aparatosa en la frontera, desde el Palacio de Miraflores enhebró una larga retahíla de incoherencias, entre las que aseguró que la oligarquía venezolana se había dedicado a estimular la xenofobia, también aseguró, sin parpadear siquiera, que los ciudadanos colombianos no habían sido deportados de Venezuela, sino repatriados. Cerró sus palabras dirigiéndose a su par: "Yo le digo a Santos, con el mayor respeto: no se preste a una guerra contra el pueblo venezolano, no se sume a una campaña de odio contra el pueblo de Bolívar. La campaña de los medios de Colombia mintiendo y manipulando".
                Lo peor de todo es que cada uno de estos delirios ha tenido unas dolorosas cuotas humanas que se han pagado, y por lo visto se seguirán pagando. Este último dejó dos personas fallecidas, los ingenieros de PDVSA, Argenis Carrasco y Kirl Reyes, quienes fueron conminados a trasladarse desde San Tomé, estado Anzoátegui, hasta la sede de PDVSA en Caracas para participar en la citada mojiganga; a la altura de Puerto Píritu el chofer del bus en que se trasladaban perdió el control y ellos fueron el trágico saldo. Todo es un torbellino que no parece tener fin, mientras la inercia parece predominar. Maduro dice gobernar mientras baila “La Pollera Colorá” junto con su consorte o salta de avión en avión; ahora anda por China y Vietnam de donde regresará con sabrá Dios qué cuento de camino. El país va al garete y cada cual se ha dedicado, es obvio, a poner su culo a buen resguardo; por lo visto el fondo al que se supone que cada vez nos acercamos más no terminará de llegar nunca.

© Alfredo Cedeño  

martes, agosto 25, 2015

PROFECÍA 18

Quebraremos el silencio
con gestos de partisanos
en marcha sigilosa,
pese a los amagos de mordaza
que tremolan de aquel lado
y enarbolan de este lado
nuestros comandantes bufos.

© Alfredo Cedeño
 

sábado, agosto 22, 2015

LOS PAGAPEOS




                Es triste escribir lo que viene: somos una sociedad enferma, con una larga convalecencia, y un, aún más largo, proceso de recuperación por delante. ¿Lo podremos soportar y asumir con la entereza y disciplina del caso? No me atrevería a decir una cosa u otra, pero a veces el pesimismo tiende a predominar.  La negativa parece imponérseme. Al dar una ojeada a nuestra historia veo una larga hilera de hechos que nos muestran como somos los mismos de siempre: pocas veces asumimos nuestras responsabilidades, y siempre buscamos cómo trasladar a otro la carga de nuestras actuaciones.
                Un episodio de Boves El Urogallo de Francisco Herrera Luque, a quien pedí prestado el nombre de esta nota de hoy, describe de manera nítida lo que digo: “…la señora importante que es víctima de una flatulencia sonora y  continúa que no puede disimular. En misa y de rodillas, como usted se imaginará, el cual se acrecienta, dando lugar a una serie de situaciones a la cual más risible. ¿Qué cree Ud. que inventaron para resolver esta situación? Pues nada menos que ponerle al lado a una negrita, para que cada vez que salga el cuesco echarle la culpa a ella, y meterle un coscorrón a la infeliz, lo que le ha merecido el nombre de "la pagapeos".”
                Antes que Herrera Luque el maestro Rómulo Gallegos, quien fuera por demás certero a la hora de plasmar nuestros arquetipos conductuales, describe muy bien la misma situación, aunque con otros personajes y diferente escenario, en su novela Canaima. Allí representa a los hermanos Vellorini, Francisco y José, quienes eran dueños de la “casa de comercio”, como la define él, más importante de Upata y de Tumeremo. Francisco, quien vivía en la primera población, y de aparente afabilidad, era llamado Vellorini el bueno, y a José, quien estaba a cargo del negocio en la otra ciudad, lo tildaban como Vellorini el malo.  Bien explica el autor que todo era una superchería del "bueno", quien andaba de tramoya en tramoya y todo cuanto podía endilgarle a su hermano mayor, pues así lo hacía sin el menor empacho.
                Es larga la lista de ejemplos de similar tenor que podría seguir citando, ni que hablar de nuestra historia política. Recuerden que, al decir de cierta izquierda ortodoxa, a la caída de Pérez Jiménez no fue la gloriosa clase obrera la que tomó el poder porque la pérfida oligarquía criolla, en connivencia con malévolos planes del imperialismo, les jugó quiquirigüiqui y se quedó con todo. Ni de vaina dicen que fueron unos incapaces de tomo y lomo que no fueron competentes para articular una propuesta seria de conducción del país en medio de aquella crisis, y era lo que el país necesitaba. Había que dedicarse a saquear las sedes de la Seguridad Nacional y otras dependencias oficiales, con lo cual no hicieron más que reconfirmar su miopía inacabable ya que no fueron capaces de preservar esos archivos para poder estudiar a profundidad lo que en esos organismos ocurría. Algunas voces, supuestamente, malintencionadas aseguran que ello había sido necesario para  borrar las huellas de muchos honorables que habían abrazado entusiastamente el oficio de soplón.
                De estas veleidades conductuales –¡por supuesto¡– tampoco se escaparon los “luchadores demócratas”, quienes usaron la excusa del combate contra la lucha armada para cometer toda clase de atropellos contra sus adversarios, y en una inmensa mayoría contra población civil inocente. Baste recordar los desmanes hacia los campesinos en Lara, Falcón, Yaracuy, Monagas, Miranda; así como  contra habitantes de Caracas, las principales ciudades del país y numerosas poblaciones.
                Siempre hemos sido unos ases en desviar el foco de atención, ya que a eso se reduce todo, en diluir nuestras responsabilidades, cuando no endosarlas a otro, sea quien sea. ¿No recuerdan aquel Aló, presidente del 2 de marzo del 2008, cuando grandilocuentemete, como acostumbraba ser su estilo, el fallecido comandante vociferó en cadena nacional: "Señor ministro de Defensa, muévame 10 batallones hacia la frontera con Colombia, de inmediato, batallones de tanques. La aviación militar que se despliegue"? Recuerdo en esos días estar por las carreteras de Lara, y en el parador de Brisas de Arenales encontré una caravana de autobuses particulares que llevaban a parte de esas fuerzas hacia la frontera. Daba lástima aquella masa imberbe, a la que ni bastimento se le había provisto, comprando con su propio dinero comida, cuando no pidiéndose prestado dinero unos a otros para completar y poder comprar una arepa de queso blanco y medio litro de jugo de naranja. Recuerdo haberle comentado a quienes me acompañaban: ¿Así pretende este infeliz defender la soberanía?, en tres días los cachacos estarán en Caracas haciendo ajiaco en la plaza Bolívar si les da la gana. A los pocos días el sempiterno fabulador adujo que todo había sido un éxito, y guardó un hermético silencio sobre el fracaso de su mojiganga bélica; pero más calló sobre los supuestos orígenes de sus arrebatos napoleónicos, que no era más que un profundo terror a las computadoras encontradas en el campamento de Raúl Reyes, en las cuales se asegura hay evidencias de todo tipo que demuestran sus vínculos con la narcoguerrilla colombiana.
                ¡Ah!, pero es que tampoco los ditirambos y la prosopopeya son patrimonio exclusivo rojo. ¿Acaso se les ha olvidado las floridas maromas retóricas con las cuales se ha buscado tratar de justificar cada una de las derrotas que, en buena o mala lid, nos fueron asestando a lo largo de estos 16 inacabables años? No hubo un solo fracaso que no fuera huérfano, todos fueron obra y gracia de la maquiavélica tramposería roja que siempre venció a la caballerosa oposición que nunca fue capaz de cometer ninguna acción que no fuera leal y valiente… Para decirlo en palabras de mi viejo tío-abuelo Jorge Cedeño: ¡No me jodan¡
                Regreso la pelota al otro lado de la cancha, donde encontramos que la debacle económica generalizada es producto de la guerra mediática, como solían decir todas las cacatúas pelicoloradas que se sajaban las venas por el socialismo del siglo XXI, pero nunca jamás por la infinidad inaudita de cagadas con las que han ido jalonando su gestión. Por supuesto todo ello ha sido hechura de la burguesía apátrida títere del imperialismo cochino que no tolera la soberanía. Pero cómo les encanta ir a comprar a cartera suelta en sus tiendas, ¿verdad Calixto Ortega?, ¿no es así Luisa Ortega?
                Por supuesto que este partido no termina todavía y al raquetazo rojo se suele responder creándonos nuevas expectativas de toda laya.  ¿Olvidaron aquellas palabras de Ramos Allup el martes 29 de noviembre del 2005 cuando formalizó el retiro de Acción Democrática de las elecciones parlamentarias que se realizaron el 4 de diciembre de ese año, y que le dio la mayoría total a los rojos en el poder legislativo? En aquellos días afirmó: “Lo hicimos por encima de intereses individuales, personales o partidistas. Estamos interpretando el sentir de la mayoría de los venezolanos, a quienes al fin y al cabo, nos debemos”. Sin embargo este mismo personaje, con su cara muy lavada y sin un ápice de vergüenza le dijo años más tarde, exactamente el 9 de marzo de 2011, a Clodovaldo Hernández en una entrevista para Ciudad CCS que “fueron también los medios los que montaron la abstención de 2005”.
                Es una sucesión de pagapeos que se sacan unos y otros de sus mangas de prestidigitadores tropicales tercermundistas. No dudan en tragarse un burro, con enjalma y todos sus aperos, para no soltar ni un mínimo eructo. Hemos visto como en los últimos meses los llamados “dirigentes” de la oposición –quienes a todas estas no sé si siquiera dirigen el tráfico– han venido anunciando con fanfarrias de todo orden la llegada del fin del mundo, chavista por supuesto, el próximo 7 de diciembre, anuncian destituciones cuales Robespiere revividos, y así ad libitum, de vaina ofrecen el regreso del "Tá barato dame dos". Se dedican a jugar con la esperanza e ingenuidad de quienes desesperados no ven cómo salir de este infierno en que nos han sumido el país. Es lo que hacen cuando en vez de explicarle a la gente que es necesario trabajo, dedicación, sacrificio, mística, educación y responsabilidad para resurgir de este enlutado escenario; le llenan la cabeza de pájaros preñados volando en retroceso con el supuesto triunfo en la Asamblea. ¿Qué van a hacer si no hay elecciones? ¿Qué van a hacer si en efecto hay un fraude gigantesco? ¿Cuáles son las opciones a llevar adelante en caso de que alguno de estos escenarios se suceda? No duden en pensar que entonces veremos a nuestros flamantes mariscales de poltrona saltar a señalar a quienes les hemos venido pidiendo reiteradamente la necesidad de reformular las acciones, como los pagapeos de turno.
No son gratuitos  los eventos ocurridos en La Guajira recientemente, ni en la frontera tachirense. Lo sorprendente es la ligereza con que ambos sucesos han sido abordados de lado y lado, no era de sorprender que así lo hicieran en el bando oficial, pero que de este lado de la cancha sea así es irritante.  Cuando se recorre La Guajira se aprende que allí nada es al azar, allí funciona una rigurosa e inamovible sociedad de castas y todo cuanto ocurre es porque los “señores” guajiros así lo permiten. ¿Alzamiento popular sin el visto bueno de esos capitostes que siempre han impuesto a sangre y fuego sus baronías? Allá quienes quieran comprar ese cuento. Lo otro que sorprende es que han surgido especialistas y conocedores del ámbito guajiro y todos hablan de sus informantes en aquellos lares, donde precisamente por todos lados te dicen en susurros que los camiones 750 que van cargados de mercancías y alimentos de todo tipo son de Nohely Pocaterra, y que van escoltados por indígenas equipados con armas de guerra. ¡Oh sorpresa!, a ninguno de los tantos entendidos se le ha leído nada al respecto. La sensación que tengo es que una vez más la complicidad terminó por imponer sus normas.
Ante lo ocurrido en Táchira y el decreto estentóreo del señor presidente limitando las garantías constitucionales en el estado Táchira, al decretar allí estado de excepción, no se necesita ser mago para avizorar un globo de ensayo que luego se extenderá a todo el país para suspender las elecciones. Esa posibilidad la hemos señalado muchas veces unas cuantas voces y la respuesta ha sido cuando no la descalificación, el silencio, o el encasquetarnos el mote de atipolíticos, especie de santo grial que de un tiempo a  esta parte usan para tratar de callar todas las voces críticas a la manera torpe y desmañada como se han venido dizque conduciendo. ¿Qué vamos a hacer ante ese escenario? ¿Vamos a repetir la  misma situación de la madrugada del 16 de agosto del 2004 cuando Carrasquero anunció el triunfo de Chávez y en la quinta Monteverde “la dirigencia” corría como una manada de gallinas atacadas por un zorro, y no fueron capaces de convocar a la gente a la calle a defender el triunfo que se había obtenido? Es pertinente recalcar que el rol de pagapeos de los medios de comunicación, tanto propietarios como trabajadores, ha gozado de una vitalidad extrema en estos últimos tiempos. No creo equivocarme al vaticinar un futuro bastante cercano donde, todos quienes hemos alertado del infierno que se avecina, seremos los pagapeos de este serallo de arrogantes que no se cansan de hacer gala de ineptitud en el manejo del momento que vivimos. 

© Alfredo Cedeño

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