sábado, noviembre 28, 2015

ERRORES

                 En 1968 yo tenía 12 años y estudiaba segundo año de bachillerato en el liceo José María España, de Macuto, ahora estado Vargas. Un buen día apareció por allá un “señor” de bigote poblado por el que todas las muchachas de quinto año, de las que todos estábamos absolutamente enamorados, suspiraban con embeleso; y cuando él estaba cerca ¡se subían la falda más arriba de las rodillas! Por supuesto que todos los varones queríamos ser como él.
                Un día estando sentados frente al mar, en pleno Paseo de Macuto, él se acercó a nuestro grupo y nos habló de la FEEM, nosotros no teníamos la más peregrina idea de lo que era la Federación de Estudiantes de Educación Media, y las ventajas que significaban pertenecer a ella. También nos insistió mucho en que nosotros debíamos lograr que en el España se constituyera un Centro de Estudiantes, como el que existía en el Liceo Vargas, que estaba en Maiquetía.  Ese centro educativo estaba rodeado de una especie de halo de protesta y rebeldía en el cual todos queríamos sumergirnos.  
                Unos días más tarde volvió ahora con otro “señor” al que nos presentó como su hermano Elías. Se me olvidaba decirles, el “señor” de bigotes se nos había presentado como Hugo Negretti. Sí, los hermanos Baltazar y Oswaldo Ojeda Negretti, de quien por más señas se decía eran sobrinos del legendario Pompeyo Márquez. Las visitas se hicieron cada vez más asiduas y entre las matas de uva de playa de Las Quince Letras, muy cerca de donde estaba el no menos admirado Castillete de Reverón, Elías y Hugo nos enseñaron a fabricar bombas molotov, las cuales días más tarde comprobé había aprendido dándole fuego a un bus de la línea que viajaba de Montesano a Macuto. Igualmente nos daban rudimentarias lecciones de política. Un día me invitaron a un acto que había en el liceo Vargas y allí conocí a un lampiño y frágil muchacho, que cuando hablaba hacía que todos se alebrestaran de inmediato y comenzara uno de los célebres disturbios estudiantiles que eran entonces temidos en la zona. Les hablo de quien luego fuera el artista plástico, lamentablemente ya ido, Juan Loyola.
                Fueron días de adrenalina a todo dar. Recuerdo la vieja casa colonial donde funcionaba el Partido Comunista en la esquina de Navarrete en Maiquetía, donde Pavel Rondón nos daba clases de fotografía; las invitaciones a la esquina El Brillante, donde funcionaba la sede de la Juventud Comunista de Venezuela, y donde Hugo nos reveló un día que en realidad su hermano Elías venía de ser un comandante guerrillero que había ganado su rango en el frente de Falcón. Pero, como todo buen pueblo pequeño, La Guaira era un infierno bastante grande donde todos nos conocíamos y no pasaron muchos días hasta que a mi padre le empezaran a hablar de lo que andaba haciendo Alfredito…
Al poco tiempo él se presentó al liceo y cuando vio el nivel de inasistencias, y la temida profesora Sanz, jefe de seccional, le confirmó mis andanzas, se limitó a retirarme del plantel. A mí no me dijo nada, eso fue un día martes. Mi mamá no hacía más que llorar y decirme en todas las maneras habidas y por haber, como sólo una mamá puede decirlo, lo mal que me había portado, sin que faltara el consabido: “¿Cómo nos pudiste hacer esto Alfredo Rafael?”  Papá no decía nada, y así pasaron los días, hasta que el domingo en la noche me dijo: “Mire joven, ya que usted no quiso estudiar sino andar jodiendo la pava para hacer la revolución, mañana empieza a trabajar con el compadre Martín”.  Él era un albañil de origen canario, que se dedicaba a construir casas por las zonas de El Palmar Este y El Palmar Oeste, así como por Caribe y Tanaguarena; y así, me dije a mi mismo con infinito orgullo, estoy entrando a formar parte de la explotada clase obrera del país.
Es necesario confesarles que yo estaba casi seguro de que ese isleño buena gente, que hacía junto con su mujer Valentina el conejo al salmorejo más divino del mundo, que nos llevaba de paseo a El Junquito, que me había tratado siempre con el mismo cariño que a su hijo Pablito, me iba a poner a hacer cosas más o menos suaves. ¡Nuevo error! Al llegar a la obra donde él estaba en esos días trabajando me puso a subir unos sacos de cemento, ¡de 42 kilos y medio cada uno!, por una escalera infinita que llegaba a una azotea donde estaba haciendo unas remodelaciones. Por supuesto que no pude, y uno de los obreros que me quiso ayudar se ganó un sermón de padre y señor mío: "¡Me cacho en Dios! ¿Yo te puse a ti de cirineo del revolucionario este?  Así como sabe quemar autobuses que aprenda cómo hay que joderse cuando no se estudia". Al rato me relevó del acarreo de cemento y me puso con una pala a llenar de arena unas latas que también debía subir por la bendita escalera que les dije antes. No llevaba una hora en esa faena cuando mis manos estaban llenas de ampollas.
Esa tarde llegué a la casa con la moral proletaria pulverizada, el orgullo subsumergido, y el absoluto convencimiento de que mi padre se daría por contento con mi arrepentimiento. Él me escucho, mi mamá por supuesto lloraba a moco suelto cuando vio como estaban las manos de su hijo adorado, y después de yo haber soltado aquella perorata sobre el perdón, y que eso no volvería a suceder, que ahora si era verdad que iba a estudiar y a eximir todas las materias, y patatín patatán, me dijo: Hijo, en la vida los errores se pagan, y si uno los comete y no tiene consecuencias, entonces se convierte en un viva la pepa, que es lo menos que yo quiero para ti en la vida; tuviste la oportunidad de estudiar y no quisiste hacerlo, ahora te queda trabajar, y si quieres estudiar lo harás de noche, te repito los errores tienen un pago, lamento que el tuyo sea tan duro.  El mundo se me vino encima. Y así me tuvo durante cuatro larguísimos meses hasta que un día me dijo que no trabajaría más y fue cuando llegué a estudiar en Jesús Obrero.
Hablo de errores porque no he podido dejar de pensar en lo que escribió la semana pasada en su columna de la Gaceta Oficial Roja, entiéndase Ultimas Noticias, el “profesor” Eleazar Díaz Rangel: “Parece que hubo un error en el cálculo de costos de la producción de huevos. Los productores no soportan el nuevo precio y es bastante probable que ocurra una escasez nacional de un producto que por unos días se vendió masivamente a precios regulados”. Le pregunto al también llamado Lulo: ¿Error en el cálculo de costos? ¿O error en el tiempo de aplicarla?  Hace pocos días me decía la ejecutiva de una cadena de supermercados: “Si todo esto de obligarnos a vender el cartón de huevos a ese precio en vez de hacerlo hace dos semanas, lo hacen esta nos echaban la gran vaina, pero como son brutos…”
El país se nos ha convertido en una sentina gracias a la inacabable cadena de errores que nunca tienen consecuencias para nadie, sólo las tiene para la propia Venezuela. Errores de cálculo de toda laya así lo refrendan. Llevamos largos años oyendo y leyendo predicciones, análisis, proyecciones, augurios y pronósticos del fin inminente de la pesadilla que elegimos vivir con candor de quien confía sus ahorros al primer charlatán maromero que toca la puerta. En septiembre del 2011 un analista de temas de seguridad, como es el “chingo” Rivero Muñoz escribió en su blog: “…ya se menciona a Venezuela como el tercer país en la lista de los que muy pronto y después de Grecia, entrará en cesación de pagos”, y han pasado cuatro años. Como él hay una infinidad de ejemplos de cualquier cariz que se desee, sobran muestras del triunfalismo con que nos hemos revestido en todo este tiempo, y no hay manifestaciones de que se han aprendido las lecciones del caso. La improvisación sigue campante por nuestros feudos, y es casi nula la capacidad de decisión e imaginación para responder a los cada vez más cínicos y grotescos ataques rojitos.
Ante el asesinato de Luis Manuel Díaz en Altagracia de Orituco el pasado miércoles, la capacidad de respuesta del almirantazgo opositor quedó nuevamente en evidencia. Salvo las consabidas declaraciones de condena al hecho y achacarle a los jenízaros rojos la autoría de la salvajada, no pasó nada más. ¿Era necesario ser Maquiavelo para hacer algo tan simple como girar instrucciones  a todos los comandos de campaña del país para que se convocara una misa por el eterno descanso de Díaz el jueves en la tarde? ¿Es candidez pensar que ello se hubiera traducido en una manifestación nacional concreta y palpable del repudio a esta peste que padecemos? ¿Van a caer en el juego de los malandrines oficialistas de enfatizar el pasado del pobre hombre? Hay que hacer ver que hubo una muerte a manos de sus sicarios, y eso es donde hay que mantenerse enfocados, lo demás es caer en posturas de vestales fatuas que no tienen la más peregrina idea de cómo hay que batir el cobre. Errores que no parecen tener un final cercano es lo que nos rodea, y ante tanta torpeza, por lo visto, ¿sólo nos queda someternos a la voluntad divina? Ese es un error al cual  le tengo pánico, porque sólo demostraría que este infierno no ha sido suficiente para purgar nuestros pecados. A eso me huele actitud desplegada para el próximo domingo, cuando se nos pide que acudamos con fe ciega de hermanita de La Consolación a ejercer el sufragio, sin decirnos qué hay después.  A menos que nos tengan reservada una respuesta a lo Eudomar Santos: Como vaya viniendo, vamos viendo…

© Alfredo Cedeño

martes, noviembre 24, 2015

PROVERBIO 03



Habré de disfrutar la derrota de ustedes
cuando el pánico sea tormenta que los asole
cuando su poder se convierta en recuerdo
cuando el miedo ya no sea su mejor aliado
cuando la calle sea la ruina que los envuelva,
y nos llamarán y permaneceremos mudos
porque ustedes no escucharon nuestras súplicas
porque la piedad no fue su mejor acción
porque fueron sordos a limpios ruegos
porque se ensañaron sobre nuestros niños,
y nos recuperaremos de este largo extravío
pero sin olvidar de pedir que se cumplan las tablas
pero alertas a cualquier triquiñuela para golpearnos
pero seguros de haber reencontrado el sendero
pero agradeciendo a los cielos haber salido de esta plaga.

© Alfredo Cedeño


sábado, noviembre 21, 2015

CRUCIGRAMA


“Don Alfredo, la cuestión es que los jefes se iban a los restaurantes en Las Mercedes y se reunían con los chivos rojitos y comían y bebían toda una tarde, y ellos oían lo que querían oír. Los del gobierno, ni pendejos, siempre les decían que eso era de la boca pá fuera y que eso se iba a arreglar en cualquier momento, y que dejaran el culillo. A uno no lo oían. Y cuando mandaban los informes al “imperio” esto era una maravilla. La verdad que no sé cómo es que no les han quitado la cabeza, porque ellos son los verdaderos responsables de ese mono que tienen en dólares con nosotros, porque estoy seguro que si hubieran informado a la matriz de cómo estaban las cosas otro gallo hubiera cantado. ¿Quién les cobra ahora?” Con esas palabras me contó el gerente medio de una firma trasnacional, establecida en Venezuela desde hace varias décadas, el drama que vive la compañía para la cual trabaja.
“Ay negrito, estamos al borde, todos los días hay que cambiar precios, y siempre hacia abajo porque si se nos ocurre poner los que son, nos cierran y nos llevan presos desde el vigilante hasta la vicepresidente del negocio. Yo supe, porque se lo oí decir al mensajero de uno de los chivos que los productores de huevos van a empezar la semana que viene a enterrar las gallinas porque les es absolutamente imposible poder entregarnos las ñemas a esos precios que el bolsa de Arreaza dijo que hay que venderlos. ¡Será que los vamos a vender de anime!” Así me describió el panorama que vive a diario la subgerente de una franquicia de una conocida tienda de comestibles con presencia en todo el país.
                “Amigo, usted no se imagina lo que es esto. Una ve a los fiscales cómo andan y no lo puede creer, parecen muchachos de mandado y no unos profesionales, muchos de ellos hasta con varios postgrados, a los que arrean como si fueran chivos sin amo. Los he visto ponerse a dar vueltas a la hora de preparar una decisión como un papagayo sin rabo, y una, con los años que tiene aquí, sabe cómo se bate el cobre, cuando lo que tienen que hacer es apegarse a lo que dice la ley, pero todo el mundo sabe que si lo que fallan no es lo que quiere la señora, o lo que mandó a pedir cualquiera de los jefes, están metidos en el vainero de su vida y, la verdad hay que decirla, no todo el mundo tiene los pantalones bien puestos para plantársele a quien sea y hacer su trabajo como lo tiene que hacer. ¡Aquí la ley y la justicia son tuertas, rencas y boquinetas!” Es el testimonio de una amiga que trabaja en nuestro flamante Ministerio Público, que se supone es el garante de la observancia y cumplimiento de las leyes venezolanas.
                “Mi pana, aquí no hay quien haga las vainas como son porque tú sabes que te tiras un procedimiento y como esté metido un sobrino, o un ahijado, o un primo, o un comemuslos, o lo que sea de quien sea, te metes en el peo de tu vida, porque no ha terminado el día cuando ya te han puesto a jugar banco, o te han trasladado, o quien quita que hasta te ponen a lavar baños, y como aquí no hay jerarquía que valga a la hora de la chiquita cuando te quieren volver la vida una zaranda, hay que bailar pegado y al son que ellos dicen, no nos queda otra. ¿Tú no te enteraste lo de “El Picure”? Eso no es paja, hermano, eso fue así, por fin se le pudieron poner los ganchos  en plena avenida Urdaneta y el tipo lo que hacía era reírse, y decirle a los cursos que lo dejaran irse y que agarraran esa paca de billetes que cargaba. Ellos lo que pensaron era que lo menos que les salía era ascenso, ¡estaban coronados! Nanai nanai, ni siquiera llegaron con él porque los llamaron y les dieron la orden que lo soltaran. No lo podían creer, y hasta un peo le formaron al que recibió la llamada. Dos renunciaron y a los demás los cambiaron de División. ¿Así a quién le quedan ganas de trabajar en serio? Por eso es que aquí muchos se han dejado de pendejadas y agarran lo que les tiran los propios bichitos cuando le echan manos. Además, chico, con este sueldo ¿cómo hace uno cuando llega a la casa y la cuaima te pide lo del mercado? ” Es la versión que me da un funcionario del CICPC sobre el ambiente interno en su centro de trabajo.
“El ministro me llamó y me ofreció el viceministerio, pero yo no pude aceptarle. Tú me conoces, y sabes que estuve bien comprometida con el propio comandante, yo creí en esto, pero ya lo que está pasando no tiene nombre y le dije que no podía hacerme cómplice de todo este desastre. Gritó, dijo lo que le dio la gana y me tiró el teléfono. No me preguntes por qué no acepté, bien sabes todas las críticas que tengo desde hace un rato bastante largo. Como tú mismo me has dicho si yo hablara la gente van a decir que soy mitómana y que me estoy inventando cosas para hacerme la importante, tú sabes que no es el caso”.  La voz es firme, como siempre ha sido ella en sus posiciones de vida, pero la mezcla de amargura, decepción y tristeza en la voz de esta ex altísima funcionaria roja rojita es inocultable. El desdén hacia sus otrora compañeros de camino ahora en la casta gubernamental, se siente infinito.
“El general nos reunió a todos los directores en su despacho y ahí empezó con una perorata que aquello daba pena ajena, después cuando salimos un compañero me dijo: Habrase visto un general de la república en semejante vaina. Nos dijo una y otra vez que si no votábamos el 6 de diciembre por los candidatos de nuestro comandante, el lunes 7 íbamos a estar todos desempleados, porque los escuálidos iban a amanecer botándonos sin excepción.  Eso es lo que pasa con todos esos animales, creen que los demás son tan brutos e ignorantes como ellos, yo no soy director de gratis, yo sé que me tienen ganas desde hace mucho tiempo porque aunque a veces voy a las marchas, porque no me queda más remedio, más de una vez he soltado una de las mías; pero tampoco se atreven a echarme porque sin mi trabajo se les embochincharía todo”. Es otro viejo amigo que ocupa una dirección general de uno de los tantos organismos públicos nacionales.
 “Ay amigo si yo le contara los memos que a veces me pone el doctorcito ese a pasarle a la gente, no sé cómo no les da ni vergüenza que ni escribir saben. Un día de estos me voy a dejar de pendejeras y le voy a poner sus burralidades tal como me las pasa porque estoy segura que ni cuenta se va a dar y va a firmar. Imagínate que el otro día me mando a anunciar sus desiciones, así mismo como te lo digo, y cuando lo corregí y se lo pasé para la firma, tuvo la cachaza de armarme aquel soberano peo porque había escrito decisiones… ¡Y cómo guisan! Aquello es una pedidera de real para todo, ahí el que no se baja de la mula se puede sentar a esperar la muerte, porque eso no le va a salir. Y así mismo ha sido con todos los que he visto pasar en todos estos años rojos”. Ella es secretaria de la dirección general de un vistoso ministerio.
“Hermano perdona que no pueda llegar, pero llevan días que no me quitan el ojo y ni de vaina me arriesgo a tomarme ese café contigo, no tienes idea de la cantidad de sapos que hay allá. No te confíes para nada, y no dejes de estar alerta. Tu pana de siempre”. Es la nota que me hizo llegar un querido amigo, y oficial activo de las Fuerzas Armadas, con quien debía desayunar en el aeropuerto.
Llamadas, reuniones fugaces por medidas de seguridad, correos, notas de voz, mensajes de texto, chats, WhatsApp, notas garrapateadas en servilletas, son múltiples las vías por las que me llegan informaciones. Cada una de ellas me ha encrespado el ánimo en su oportunidad. ¿Cómo no basquear, unas veces más que otras, ante ellas? ¿Hay manera de mantenerse impasible y jugar al lord inglés ante esta desazón e indignación que se te planta en la vida? Situaciones que arman un espeso entrecruzar de palabras que describen a retazos lo que vive Venezuela. E insisto en mi cantaleta: ¿Cómo se prepara la dirigencia opositora para resolver de la mejor manera esta sucesión de acertijos en que se nos ha convertido el país? ¿Acaso la estrategia es jugar a la reposición de aquella ahora lejana pieza de Antonio Miranda Tu país está feliz? Y por supuesto nuestros dirigentes no esperan otra cosa que ante los versos que rezan:
El hambre es cosa de la India
desempleo no existe
no hay ranchos ni miseria
no hay analfabetismo
y tu duermes sobre un pozo de petróleo.
nosotros todos entusiastas coreemos, cual miembros de aquel elenco inaugural dirigido por Carlitos Giménez, aquello de: ¡Tu país está feliz! Por eso es que no soportan que un grupo nos empeñemos en martillar: Prohibido olvidar…

© Alfredo Cedeño


martes, noviembre 17, 2015

PROVERBIO 02


Si no dejo de escribir pese al desencanto
y al nubarrón que parece eterno sobre nosotros;
es porque nos pertenece el camino de los buenos
y es nuestra la sagrada senda de los justos,
porque volveremos a habitar nuestra tierra
y las bendiciones lloverán encima de ella,
también arrancaremos la mala hierba roja
y los infelices renegados extirpados de aquí.
La esperanza en nuestra libertad es cántico
imposible de silenciar con alharacas de necios.
                              
© Alfredo Cedeño


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