sábado, octubre 29, 2016

A PROPÓSITO DE UNAMUNO


                Hay figuras emblemáticas para quienes moramos en el mundo de las ideas y las palabras. Una de ellas es el bilbaíno Miguel de Unamuno. Narrativa, poesía, teatro y ensayo fueron abordados por él con limpia sencillez, sus personajes son descritos físicamente de manera escasa, lo que importaba era dar a conocer sus debates internos. Él se empeñaba en conseguir en sus piezas lo que definía como “una lengua seca, precisa, rápida, sin tejido conjuntivo.” Más no ligera de sentidos.
                Fue defensor a ultranza de España y acerbo critico de las divisiones con las que por largos años se han empeñado en disgregar a su país. En una intervención ante las Cortes el 2 de julio de 1932, al hacer alusión a Cataluña, dijo: “Hablar de nacionalidades oprimidas, perdonadme la fuerza, la dureza de la expresión, es sencillamente una mentecatada; no ha habido nunca semejante opresión, y lo demás es envenenar la Historia y falsearla”.
                De sus gestos el más memorable fue el del 12 de octubre de 1936. Ese día se celebraba  en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, de la cual era rector el propio Unamuno, la entonces llamada Fiesta de la Raza, en honor al descubrimiento de América; en dicho acto estaba previsto intervinieran los profesores José María Ramos Loscertales y Francisco Maldonado de Guevara, así como el escritor José María Pemán. En el estrado del recinto estaba el rector, la señora Carmen Polo de Franco, el obispo Enrique Pla i Deniel, así como el general José Millán Astray.
                El acto se había ido desarrollando con la normalidad del caso, y en honor a  la verdad debo escribir que don Miguel no le hizo precisamente ascos a las fuerzas franquistas, incluso había sido destituido como rector de la universidad salmantina por el propio presidente de la República Manuel Azaña debido a sus simpatías con los rebeldes; y fueron ellos quienes lo reincorporaron a la rectoría de esa universidad al apenas controlar esa zona. Lo cierto del caso es que el evento se llevaba  a cabo sin mayores bemoles. Y así fue hasta que, según refiere Salvador López Arnal, Millán Astray, quien cojeaba de una pierna, le faltaba un brazo y un ojo, se dirigió a la audiencia: “Catalunya y el País Vasco son cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí”. Terminó sus palabras voceando junto a un auditorio exaltado: “¡Viva la muerte!”
Unamuno, relatan las crónicas, quien no estaba contemplado que hablase en el programa, se incorporó de su asiento y se dirigió al auditórium: “Todos estáis pendientes de mis palabras y todos me conocéis y me sabéis incapaz de callar. Callar significa a veces mentir, porque el silencio puede interpretarse como aquiescencia. Yo no podría sobrevivir a un divorcio entre mi consciencia y mi palabra. Seré breve y la verdad es más verdad cuando se expone desnuda. Quisiera, pues, comentar el discurso, por llamarlo de algún modo, del general Millán Astray… Dejemos aparte el insulto personal que supone la repentina explosión de ofensas contra vascos y catalanes. Yo nací en Bilbao, en medio de los bombarderos de la segunda guerra carlista. Luego me casé con esta ciudad de Salamanca, tan querida, pero jamás he olvidado mi ciudad natal. El obispo quiéralo o no, es catalán, nacido en Barcelona… Acabo de oír el grito necrófilo y carente de sentido de ¡Viva la muerte! Me suena lo mismo que ¡Muera la vida! Y yo, que he pasado la vida creando paradojas, he de deciros, como autoridad en la materia, que esa ridícula paradoja me repugna… El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Desgraciadamente hay hoy demasiados inválidos en España. Y pronto habrá muchos más. Me aterra pensar que el general Millán Astray pueda dictar normas de psicología de masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era simplemente un hombre, y no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como digo, que carezca de esa superioridad de espíritu, suele sentirse aliviado viendo cómo se multiplica el número de mutilados alrededor de él”.
                Por supuesto que el chafarote Millán Astray, quien estaba sentado en el extremo de la mesa presidencial, la golpeó repetidamente con su única mano, se alzó, e interrumpió a Unamuno con su muy célebre: “¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!”
Unamuno, sin amilanarse ante la canalla concluyó: “Estamos en el templo de la inteligencia y yo soy aquí su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando un sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Y ahora os digo: venceréis pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y el derecho en la lucha. Me parece inútil deciros que penséis en España. He dicho.”
                Al día siguiente el intelectual fue destituido y sometido a arresto domiciliario hasta su muerte que ocurrió pocos meses más tarde.  Escribo esto mientras, por supuesto, lo que vivimos en estos días los venezolanos es un ave carroñera que planea sobre cada palabra y pensamiento.  Las palabras de don Miguel, aquellas de: “Venceréis pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y el derecho en la lucha”, no cesan de resonarme en la memoria. Y al lado de ellas, cual ave luminosa me empiezan a repicar otras no menos acertadas para nuestros duros momentos: “Jamás desesperes, aún estando en las más sombrías aflicciones, pues de las nubes negras cae agua limpia y fecundante”.

© Alfredo Cedeño

sábado, octubre 22, 2016

¿CUÁNTO ES DOS Y DOS?

                En mi artículo anterior hice referencias al “ilustre” presidente de nuestra Asamblea Nacional y su vocabulario exuberante que rivaliza y, algunas veces, supera a los vocingleros rojos. Un querido amigo, cuyo nombre no viene al caso ya que fue en privado como se dirigió a mí, me dijo: “Siempre te las ingenias para aprovechar cualquier tema para disparar con capacho verde a Ramos”. Me limité a contestarle: “¿Acaso miento en lo que digo?”  Hoy quiero de nuevo tocar al vociferante presidente del poder legislativo a raíz de sus declaraciones el pasado viernes a propósito de la decisión del Consejo Nacional Electoral de postergar la recolección de firmas para activar el referéndum revocatorio.
                Fueron más de diez minutos de verbo picaresco revestido de ilustración, una verdadera representación de lo que es un bellaco talentoso.  Faltándole poco para concluir su intervención con no poco asombro le escuché decir: “Que todo el mundo participe activamente sin necesidad de convocatorias especiales y de explicaciones que ya no son menester hacer, todos sabemos lo que está pasando, y todos tenemos que salir en defensa de nuestros propios derechos. Y si bien la dirigencia, por razones específicas de la coyuntura, tiene que asumir las principales responsabilidades, esta es una responsabilidad colectiva de todos los venezolanos que quieran tener país”. Es decir que, una vez más, el desastre en que permanece sumergido el país por obra y gracia de la casta política venezolana se pretende endosar, por santa voluntad de sus altaneras majestades, a la colectividad.
                El desaforado legislador con sus palabras se echó al coleto a sus compañeros de dirigencia, y los hizo quedar como una especie de gerencia de asuntos sin importancia. Sin olvidar que sus palabras son una peligrosa arma de doble filo que, como ya es costumbre en nuestros políticos, será empleada en el momento menos indicado contra la propia ciudadanía. No pasará mucho tiempo para que aparezca diciendo que fue la no participación de la gente la que hizo imposible que la inmaculada estrategia ideada por ellos fuera exitosa. ¿Por qué será que la gente no les hace el más mínimo caso? ¿Acaso no está “el pueblo” harto de esa troupe deslucida y mañosa que gusta de hacer lo que le da la gana cada vez que se le antoja sin consulta alguna a nadie?
                Por si todo esto fuera poco, nuestro diputado Henry Lisandro remata sus palabras pidiendo, con voz de buhonero del mercado guajiro de su Valencia natal, que para la sesión ordinaria del día domingo 23 de octubre de 2016 a las 11:00 am, convocada por el secretario Roberto Eugenio Marrero Borjas, donde se lee: “1. Debate sobre la restitución de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el orden constitucional y la democracia.”, se compre refrescos y cotufas. En pocas palabras: Compren el pan que nosotros les daremos el circo.  
                Todo esto ocurrió mientras pasaba a un segundo plano noticioso la libertad condicional del excandidato presidencial Manuel Rosales, que fue otorgada el miércoles en horas de la noche. Por lo visto el gesto oficial fue debidamente agradecido por su esposa, la alcaldesa marabina Eveling Trejo de Rosales quien apareció el jueves firmando junto a los también alcaldes opositores de Lagunillas, Francisco Javier Pulgar, La Cañada, Valmore Rodríguez y Catatumbo, un documento en el cual deciden avalar el presupuesto nacional presentado por Gofiote Maduro ante el TSJ y: “Acatar la orden de la Presidencia de la República, en beneficio de las comunidades que representamos.”
                Mientras tanto el señor Rosales disfruta de su casa por cárcel en un “modestísimo” apartamento que está ubicado en la “humilde” barriada caraqueña Los Palos Grandes.  Los vecinos de la zona no salen de su asombro por la no vigilancia de tipo alguno que tiene este caballero en su lugar de reclusión, al mejor estilo de los pranes por lo visto. Abunda mi informante: “No hay SEBIN, no hay policías, no hay guardias, aquí no hay nadie, lo que hay es una entradera y salidera de amigotes empezando por el tal Timoteo Zambrano. Está a cuerpo de rey con tragos y catering incluidos.”
                De este apartamento donde este digno representante de la satrapía política purga su pena se ha dicho que pertenece a Heliodoro Quintero, dirigente del partido fundado por Rosales, UNT, y de quien se han señalado sus vínculos con el financista de los abogados de los narcosobrinos en New York, el inefable Wilmer Ruperti. No se olviden que Quintero fue el mismo que grabó en el año 2012 a Juan Carlos Caldera recibiendo 40 mil bolívares para su campaña a la Alcaldía de Sucre de manos de Luis Peña, el asistente de Ruperti.  
                ¿Cómo impedir las arcadas que provocan todos estos caballeretes? ¿Cómo no escribir de esta seguidilla de canalladas de un grupo de asaltacaminos que pretenden seguir saqueándonos a cara descubierta? Seguramente algún fanático de la “pulquérrima” MUD saltará a señalarme como asalariado del G2 cubano, nuevo apotegma con el cual pretenden hacernos callar a quienes no dejaremos de llamar cada cosa por su nombre.

© Alfredo Cedeño

sábado, octubre 15, 2016

ULTRAJE


El lenguaje suele ser un redomado ejercicio de la ironía, allí hay ocasiones en las que el sarcasmo se manifiesta con todo su esplendor. Uno de mis ejemplos favoritos es el de la palabra cultura. El pensador y analista del fenómeno comunicacional galés Raymond Williams explicó en su libro Keywords, de 1976, “que en todos sus usos originales fue un sustantivo de proceso: la tendencia (o crecimiento) de algo, básicamente cosechas o animales”. Es decir que al comienzo se utilizó para referirse a dichos procesos y a quienes los ejecutaban, es decir a labriegos y pastores. Origen más humilde imposible.
No viene al caso ahora establecer el linaje o tronco genealógico del término, lo cierto es que hubo un largo trecho desde el comienzo, cuando en latín cultura era cultivo, o pedazo de tierra cultivada, labranza, hasta siglos más tarde. Se asegura que con La Ilustración en su apogeo, entre los siglos XVII y XVIII, es cuando comienza a ser aplicada metafóricamente para indicar el amor por la sapiencia o el conocimiento y es cuando empieza a decirse que Fulano se cultiva o Perencejo es cultivado. Y ahí entró cultura al mundo refinado.   
El Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana afirma que fue recién en el pasado siglo XX cuando nuestro amado español comenzó a emplearla con el significado del que hoy me ocupo, y afirma este mataburros que fue tomada del vocablo alemán kulturrell. 
Y ya que salió bailando la palabra significado no está de más añadir que para la semiótica ello es la imagen mental, es decir el concepto que este representa, y que varía según la cultura. Y volvamos a nuestro vocablo de hoy.
Se habla de cultura tópica, histórica, mental, estructural y simbólica, entre otras; pero también de culturas primitiva, civilizada, analfabeta y alfabeta.  Se han acuñado definiciones como cultura machista, cultura de la violencia, por supuesto de la paz también, religiosa, culinaria, gastronómica, musical, y así ad libitum. El sociólogo estadounidense Talcott Parsons escribió: “En la teoría antropológica no existe lo que podría denominarse un acuerdo generalizado respecto a la definición de cultura”. Bien pudo haber escrito también que en ninguna disciplina hay unanimidad en cuanto a lo que es o no es cultura. Un paisano de Parsons el antropólogo neoyorquino Oscar Lefkowitz, que fuera ampliamente conocido como Oscar Lewis, armó un zipizape de quinto patio cuando habló de subcultura de la pobreza. El debate sobre ello todavía salta en los escenarios antropológicos donde Lewis es tildado de todo menos de guapo.
Todo esto me ha venido a la cabeza a raíz de la experiencia que me relató días atrás una amiga de sus peripecias para comprar una batería nueva para su carrito chino.  Ella, que vive afanada y cargada de angustias, como todos los caraqueños, no puede quedarse sin vehículo porque no puede ir a laborar, ni llevar a su heredera a clases, ni ir a las terapias para que le enderecen la espalda ni muchas otras cosas que tampoco vienen al caso ahora ventilar.
Acortando el cuento: ella se levantó muy temprano y se fue a la sede de baterías Duncan en La Trinidad, llegó y tenía siete personas por delante. La doña en cuestión estaba feliz con su número 8, se dedicó a esperar, entre ruegos a los santos que no aparecieran unos malandros a querer joder a todos los que esperaban, a que fueran las 8 de la mañana. Era la hora prevista para que abrieran. Nuestra amiga llevaba consigo el fajo de documentos que ahora exigen, por instrucciones de los vagos rojos,  para algo tan elemental como es comprar un repuesto automotriz. Y empezó a llover. Y a las 8 de la mañana, hora en la que estaba previsto que comenzarían a atender, debido a la lluvia no fue así y la hora fue rodando hasta que casi a las 9, ante la persistencia de la lluvia, comenzaron a atender de uno en uno a los bateriadependientes.
Algo tan sencillo como ir a reponer el acumulador de tu carro en la Venezuela de mis tormentos permite que se manifieste con absoluto vigor la cultura del maltrato.  El ultraje comienza con la cola que debe hacerse de madrugada para comprar lo que hasta hace poco tiempo se adquiría en cualquier estación de gasolina en todos los rincones del país, sigue con la amenaza latente de que cualquier malviviente empistolado decida pasar por allí a pasar raqueta entre los que esperan puesto que no hay un agente del orden público ni para evitar que le mienten la madre a Gofiote Maduro y mucho menos para evitar sus desmanes contra la ciudadanía inerme, continúa con el irrespeto del horario de atención a quienes aguardan y culmina con la discrecionalidad del que los atiende y que bien puede decidir que no necesitas el acumulador para tu vehículo.
Esa cultura del maltrato es la que nos ha ido permeando de manera total, mientras el sadismo para con los ciudadanos es cada día más patente y descarado. Nadie teme las consecuencias de la humillación que infiere, saben que la impunidad es una ley no escrita pero perfectamente observada en todos los escenarios y niveles. Nadie es responsable de ningún atropello que cometa, por grave y continuado que sea.  Las arbitrariedades oficiales son inacabables, se ejecutan con desparpajo y sevicia; pero ¿qué se puede esperar de semejante recua? Lo que no puede nadie entender en su sano juicio es que es el mismo esquema que se sigue como patrón en las filas de la mal llamada oposición.
¿Cómo llamar el trato que dispensan los “dirigentes” democráticos a la ciudadanía? ¿Acaso hay alguna diferencia entre el lambiscón que aparece recibiendo dinero del financista de la defensa de los narcosobrinos en New York y el asaltacaminos que le lanza un micrófono a su colega diputado en plena sesión del cuerpo legislativo? ¿Son muy diferentes los que tildan de escuálidos a los otros,  de aquellos que tildan de aliado del chavismo a quienes osan señalar los desbarres de una dirigencia errática? ¿Ustedes pueden distinguir entre un altisonante Ramos diciendo de Maduro: “Un tarúpido que nunca ha pisado una universidad no puede quererla ni comprenderla”; y un no menos vociferante Maduro ripostando: “Ramos Allup, deja el tiemble”.
A ese torneo de baja estofa es a lo que han llevado la política nacional, y sobran escuderos de ambos bandos que se desbaratan apasionados por la defensa de uno o el otro. Maduro, para decirlo en lengua franca, me importa un soberano carajo, de él puedo esperar cualquier imbecilidad. Pero el presidente de la Asamblea Nacional sí me importa y mucho. No puedo callar ante quien presume de su vasta cultura, y gustaba de ir a cada sesión del Congreso con un libro diferente, salvo que no sea más que otro sobaco ilustrado de los que tanto abundaban en la universidad, porque siempre cargaban un libro que nunca abrían bajo el brazo; así no señor Ramos, déjese de vainas y al menos compórtese como lo que parece ser, no como lo que por lo visto es.
Esa extendida y ya “posicionada” cultura del maltrato debe ser desterrada, y eso solo se podrá a través de exigirle a tirios y troyanos, a gringos y cubanos,  a chavistas y escuálidos, que nos respeten como ciudadanos. No hay ninguna diferencia entre los choros que roban a los que esperan en la cola frente a la Duncan, los que atienden en la fábrica de baterías y  los políticos que pretenden que les demos un cheque en blanco porque ellos son los que saben cómo es que se debe conducir el país. ¿Con qué autoridad moral pretenden una fe ciega que no se han sabido ganar? ¿O creen que ser dirigente es una lotería a lo Chávez que les entrega el poder para hacer exactamente lo que a su real gana se les antoje?

© Alfredo Cedeño


sábado, octubre 08, 2016

ZAMACUCOS *

 
                La ciudadanía huérfana deambula a la deriva mientras los timoneles se bambolean al compás de la borrachera de legitimación que en algún momento les fue otorgada por vía electoral. Esa embriaguez se ha desarrollado de manera pública y notoria, como gustan de decir los que por vías legales presumen andar, sin que rubor alguno les tiña las caras. Es una secta donde militan tirios y troyanos, demócratas y autócratas, rojos y azules, revolucionarios y reaccionarios, civiles y militares. El carácter ecuménico de la intoxicación es indiscutible. 
                La más reciente batalla campal que presenció Venezuela por la botella legitimante fue el pasado 6 de diciembre, esa misma noche aparecieron con fanfarronerías de pavo real los nuevos dueños del cotarro legislativo. Al filo de la medianoche su principal vocero anunció con voz estentórea que esa nueva mayoría se dedicaría a “devolver la libertad a todos los presos políticos, a los perseguidos y a los exiliados”. Por su parte Miguel Rodríguez Torres, ex ministro de Interior, anunció: “Mi reconocimiento a los vencedores. Espero que el triunfo no los obnubile y los aleje del bien común”. Otro rojo que habló fue Freddy Bernal: "No es una derrota sino un revés electoral. Perdimos una contienda, pero no significa que el chavismo se haya acabado. Tenemos 20 gobernaciones, 240 alcaldías y 5 millones de votos duros. El chavismo nos aleccionó. Es hora de que el PSUV actúe con humildad, no con arrogancia”.
                Los ejemplos que pueden ser mencionados son algo así como el grito de guerra de Buzz Ligthyear: Al infinito y más allá. Las emanaciones no solo son electorales, a veces pueden ser producidas por afluencia de la ciudadanía cuando de manera espontánea llena las calles. En esas ocasiones vemos a las respectivas dirigencias saltar veloces a apropiarse de lo que ellas no han sabido construir.  Así hizo Chávez con el descontento de las bases adecas y copeyanas en 1998, que luego supo encauzar hacia un caudal de sufragios que le dio el poder. Luego lo vimos el muy mentado 11 de abril de 2002 que condujo a la salida del comandante galáctico por 48 horas del poder, así como los siguientes meses hasta agosto del 2004 cuando la incompetencia que le adversaba le permitió imponer su opción en el Referéndum Revocatorio de ese año.
                Ya he escrito en otras oportunidades sobre la dirigencia que en diciembre del año 2005 convocó de manera suicida a la abstención para entregarle la Asamblea Nacional al gobierno porque se sabían derrotados, y que resurgió en noviembre del 2008 arrogándose una movilización que ellos habían sido incapaces de cultivar pero si habilidosamente apropiar. Les encanta aquel viejo refrán de que cachicamo trabaja fabricando la cueva que luego será aprovechada por la lapa. 
                Es otra vertiente de la cual hay infinidad de ejemplos. Uno de los más recientes ya lo abordé semanas atrás y fue la convocatoria del pasado 1 de septiembre, y referí como vimos luego a la cofradía dirigente rasgarse las vestiduras y anunciar “su” triunfo organizativo que había hecho hablar a las calles de manera clara e inequívoca. Y contaron los pollos antes de nacer. Fue así como los vimos convocar para una supuesta “toma” de las sedes del CNE que terminó en agua de borrajas, y ante lo cual se hicieron los pendejos, dieron unos cuantos gritos de onanistas mal satisfechos para anunciar un triunfo que solo ellos pueden apreciar mientras la arruga sigue corriéndose y Gofiote Maduro con su combo siguen haciendo exactamente lo que les da la gana.
Ahora convocan a marchar el 12 de octubre.  Como bien pueden ver esta egregia estructura opositora se empeña en batallas de sombras chinescas que se llevan a cabo una vez por la cuaresma mientras los almirantes rojos siguen jode que te jode sin obtener otras respuestas como no sean declaraciones altisonantes. Una de las jugarretas más recientes fue la del nunca suficientemente denostado José Gregorio Vielma Mora, a quien muchos ensalzaron por su gestión al frente del SENIAT, pero de quienes pocos han querido señalar como pivote fundamental para la extorsión legal e ilegal contra toda la población. La última de este ilustre hijo de su madre fue anunciar que habrá suministros de alimentos de todo orden y en cualquiera sea la cantidad que se desee pero a precios internacionales.  Y la pelota le pasó rodando entre las piernas a la gran mayoría y una que otra voz clamó en vano.
A la par de semejante desamparo la gente se dedica a sobrevivir, ya el comentario que cada día se extiende más es: Son caimanes del mismo caño, nos buscan cuando les interesa que les pongamos el lomo y ellos poder subir.
Es un cultivo de rabia sorda que ha sido abonado generosamente por la irresponsabilidad de quienes dicen interpretar a la colectividad y pretenden imponerle su visión. Para ellos el tiempo no ha pasado y quieren seguir aplicando aquel slogan natal de la agencia publicitaria ARS y que hizo historia en aquella Caracas pueblerina de 1938: "Permítanos pensar por usted".  Parece que no terminan de entender que esta era de internet y comunicación instantánea no admiten pastores del pensamiento, son tiempos de interactuar y crear, de solucionar y caminar, de crecer y hacer historia. Venezuela nunca se ha arredrado para emprender sola largos andares…

© Alfredo Cedeño

*DRAE
zamacuco, ca
1. m. y f. coloq. Persona tonta, torpe y abrutada.
2. m. y f. coloq. Persona que, callándose o simulando torpeza, hace su voluntad o lo que le conviene.
3. m. coloq. Embriaguez o borrachera.


Follow bandolero69 on Twitter