martes, diciembre 27, 2016

BALANCE

                En estos tiempos de fiestas tristes es necesario hacer cuentas de lo que este año nos deja. Las cuentas no pueden ser peores. Es imposible, pese a la cantaleta de unos cuantos interesados que le hacen el juego a Maduro y su pandilla, ver de manera optimista el cierre de un año que comenzó preñado de ilusiones y excelentes augurios. Empezamos con una Asamblea Nacional en manos de una mayoría a la cual Venezuela de forma abrumadora dio un voto de confianza para que la institucionalidad comenzara a recuperar espacios. ¿Qué tenemos en este momento? Nada.
                Todos vimos el 6 de enero a un envalentonado Ramos Allup recién nombrado presidente del cuerpo legislativo ordenar con su voz más pendenciera la remoción de las imágenes de Bolívar y Chávez de la sede del Capitolio, mientras decía: “Si quieren prenderle velas que se lo lleven pá Sabaneta, (…) Sáquenme toda esa vaina de aquí”.  El jolgorio fue instantáneo, así como la iracundia de los dolientes del galáctico, quienes clamaron en contra de la profanación de su venerado difunto.
                La lista de actuaciones de similar tenor por parte de él y de sus compañeros de cofradía da para llenar varios tomos. No pienso perder mi tiempo de manera tan vil. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar el trato displicente para con los rehenes que mantienen encarcelados Maduro y su grupete de sabandijas. Tan criminal ha sido el trato a Leopoldo, Ledezma y todos los demás por parte del gobierno como la poca diligencia, por no decir nula, de la vocinglera dirigencia opositora para lograr su liberación. La sensación que tengo es que muchos han apostado por el sacrificio de ellos para poder obtener mayores cuotas de poder dentro del sindicato de partidos que mantiene secuestrado el rumbo de la rabia nacional.
                Las cuentas no cuadran en este cierre de año. Al menos no para quienes adversamos este desastre que dice gobernar nuestro país. Terminamos 2016 con un Maduro danzante, un Cabello arrogante, y toda una pléyade de malandrines que de lo más campantes continúan desollando a Venezuela. El año concluye con una opción opositora errática y desangelada que se ampara en una barra de adulantes, que por lo visto solo saben ulular cual hienas rabiosas contra todos quienes osamos alertar sobre los desbarres de una dirigencia pusilánime. Llegaremos al 2017 con las esperanzas marchitas y los extremos de nuestro panorama político abrazados en un claro entendimiento que han matizado con el mote de diálogo.
                El saldo no puede, ni debe, ser optimista. Las cifras son rojas y a la baja. La MUDa es una maquina electoral que no sabe manejar labores de gobierno, se han convertido en un hibrido donde se notan claramente dos grupos. Por un lado, un hatajo de expertos en escenarios ideales, y por el otro un equipo de agitadores profesionales; ambos claramente se ve que poco saben hacer a la hora de abordar las tareas que han de llevar al ejercicio real del poder en nuestro escenario actual. Se nos pide paciencia y apoyo incondicional, ¿a cambio de qué? Hay quienes en su buena fe acuden al ejemplo del pueblo judío el cual durante siglos proclamó “El año que viene en Jerusalén” hasta que finalmente lo lograron.  Dicho pueblo pasó vicisitudes de todo orden y la pregunta que me hago es: ¿en las condiciones actuales el pueblo venezolano puede soportar siglos de esta maldición bíblica que nos atenaza y envilece hoy?
                Al cierre de este año más que felicidad, mucho más, deseo luz para que encontremos los líderes que nos permitan salir de una buena vez de esta ordalía de horrores con que debemos haber purgado todo nuestras benditas culpas.

© Alfredo Cedeño
 

domingo, diciembre 18, 2016

ALIANZAS


                Nos mantenemos en permanente equilibrio entre la vida y la muerte. En 1915 Sigmund Freud habló de pulsión, lo cual definió como la energía psíquica profunda que dirige la acción hacia un fin. Algunos comenzaron a hablar de instintos, pero no, era de pulsión a lo que el bachiller Freud se refería. En 1920 él publicó Más allá del principio del placer donde habló de las pulsiones de la vida y la muerte, llamándolas  de Eros y Thanatos. Como bien suponen ambos nombres los tomó de la mitología griega, y más de un descolocado, de esos que nunca falta, dio por sentado que la referencia a Eros tenía que ver con ciertas actividades horizontales; por lo que casi se llegó a hablar de lenocinios y funerarias.
                Lo cierto es que el padre del psicoanálisis al hablar de Eros lo hizo con clara visión de lo que había significado dicho personaje en la mitología helena en la que era considerado una fuerza cósmica que estuvo presente en la propia constitución del cosmos y era quien unía a los dioses con los hombres para mantener todo unido como un continuo.  En cuanto a su contraparte, Thanatos, en efecto era de la muerte de quien hablaba y ahí no hubo yerro alguno. Por cierto, él era hermano gemelo de Hipnos, el dios del sueño.  Quién sabe si fue por ello que ya antes el vienés estuvo inmerso en tratar de establecer una interpretación de ellos en su Die Traumdeutung de 1899.
                Tres siglos antes, en 1600 se dice, Shakespeare escribió Hamlet y allí, luego de su muy manida frase en boca del atormentado príncipe danés “Ser o no ser”, también puso en su boca unas líneas después: “Morir, dormir: dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno”.  El orden natural, por tanto, es nacer –vivir–, soñar y morir. Y es así para todo.  Vale decir que a veces del soñar nacen realidades, una hermosas otras horrorosas, hay de las primeras que se tornan en lo segundo, así como de las segundas que se transforman en lo primero. También hay realidades que terminan convertidas en necesidades vitales hasta convertirse en sueños, como parece ser el caso del rescate de la democracia en Venezuela donde las propuestas se han convertido en un saco de galimatías que dicen todo para ser nada.
                 Algo tan sencillo como concertar un movimiento de real unidad donde los partidos no secuestren en función de sus cuotas la liberación nacional por lo visto es irrealizable; articular con el mundo militar, sede del verdadero poder en el país, respuestas institucionales para recobrar el hilo constitucional es una quimera; convertir el sentimiento de  rabia y frustración colectivo en masivas manifestaciones de protestas es un espejismo; permitir que del seno de la calle broten sus  propios dirigentes es una fantasía persistentemente denostada por la casta política.  Vivimos tiempos en los que el actual liderazgo lejos de orientar el profundo malestar existente hacia una real transformación del escenario político, juega más bien a eliminar dicha cólera.
                No es gratuita la absoluta desconfianza que reina, la ausencia de dirección conduce aceleradamente a una deflagración en la que tirios y troyanos serán abrasados por su propia torpeza. ¿Hasta cuándo cacarean una victoria que no son capaces de cobrar? ¿Por qué el empeño suicida de una cofradía opositora sorda y ciega, que solo parlotea como cacatúas ante el son que les marca el gobierno? El país se mantiene en ascuas permanentes, el gobierno se encarga de  sostener vivas las llamas y no pasa nada. La gente literalmente está implorando por alguien en quién creer puesto que aquellos en quienes depositaron su fe se mofaron de su credulidad.
                Solo el trabajo menudo, el de los dirigentes locales, podrá hacernos salir de este pantano donde chavistas y mudecos nos han sumergido. El poder no está en Miraflores ni en la MUD, está en cada esquina y en cada barrio, donde una mayoría sólida está decidida a salir de esta plaga bifronte que nos azota sin clemencia.  No pasará mucho tiempo para que se desborde la desesperanza y la ingenuidad se alce en sangrienta revancha contra quienes se rieron de ella.
                No dejaré de insistir en la necesidad de establecer alianzas con el mundo militar donde hay vastos sectores asqueados de lo que estamos viviendo, si las protestas se sostienen ello conducirá a rebeliones en los componentes castrenses que se articularán con los civiles y será cuando saldremos de esta pandilla de bandidos que ejercen el poder. El octubre del año pasado en mi nota La Incógnita militar (http://textosyfotos.blogspot.com/2015/10/la-incognita-militar.html) hice mis observaciones del caso las cuales mantengo.
Es necesario sumar para este lado a quienes controlan el poder de fuego. Nos guste  o no, la caída de Chávez el 11 de abril no fue obra exclusiva de la sociedad civil, hasta que el sector castrense no se le plantó él no salió del poder. Las viudas ofendidas de la MUD ya armarán la alharaca de rigor, pero sin la participación militar y el surgimiento de un nuevo liderazgo realmente comprometido con el país no podremos salir de Maduro, Cabello y su combo. Repito: Es hora de sumar fuerzas de todo tipo, más aquellas que han de ser decisivas para plantarse frente al grupo de hampones que nuestra casta política permitió atornillarse en el poder desde hace ya 17 años cumplidos.

© Alfredo Cedeño

sábado, diciembre 10, 2016

MEMORIA

 
                Eres a partir del momento en que alcanzas a recordar, antes eras algo así como un ectoplasma, una cosa amorfa que vaga entre lo gaseoso y lo sólido, que adopta diferentes condiciones de acuerdo con el entorno en el cual decide manifestarse. La memoria es un atributo gregario que nos  conduce a la ciudadanía, sin ella eres un ditirambo entonado al son que te marca el primer charlatán que sabe ganarse tus oídos. El olvido es el enemigo más enconado y obsesivo, implacable por demás, que tiene la memoria, es empecinado y rabioso, mutila según le dicta su real mandar e ignorar, amén de poseer una petulancia contra la cual no existe un antídoto del que se tenga noticia.
                La memoria se ha tratado, con impunidad además, de arrojar al fondo de nuestros derechos como amos y señores de nuestra historia. A fin de cuentas es el ejercicio de nuestros deberes lo que nos otorga la potestad de encauzar nuestro futuro, en algunas ocasiones nos permite encausar a los estafadores que juegan a desviar nuestras voluntades del puerto que merecemos.  Hay infinidad de ejemplos a lo largo del tiempo de gárrulos habilidosos que gustan hacer ludibrio del sentimiento colectivo en aras de una supuesta lectura adecuada y correcta de sus anhelos. A la postre no hacen otra cosa más que abrir una acequia para arrojar el agua a sus propios molinos.
                La obcecación con que reaparecen en escena esos payasos de poca monta, de no ser por sus patéticos roles, podría llegar a ser digna de admiración por su constancia e impenitencia, no pocas veces cargada de impertinencia. Son maestros en el uso de diferentes afeites para hacerse ver como apuestos galanes que luchan por el decoro de la perfecta pureza de los ángeles custodios, manejan la retórica con tal brillantez que el propio Demóstenes luce como un perfecto pendejo a su vera, hilvanan eructos y refranes con una eficacia que ya hubiera querido poder tener el propio Cervantes para ponerlos en boca de Sancho Panza; en fin, es una infinita sucesión de bellacos en ejercicio a la cual no parece haber manera de escaparse.
                Una de las diversiones favoritas de tal gavilla de malandros ilustrados es darse golpes de pecho como si de una pandereta de gitano se tratara, y a la par de ello proclamar a lágrima viva su disposición a inmolarse en el altar de los intereses de la patria… Es que ni miedo al ridículo tienen los muy hijos de su madre.  ¡Ay de aquellos que se atrevan a pedirles siquiera mesura en sus ataques de furor patrio!  Esa tropa de bufones es capaz de hacer levantar hogueras y guillotinas para obligar a salir del auditorio a quienes reclamen sus actos de vodevil en medio de una tragedia en escena.  También son duchos en convertir a la parte más ruidosa y desmelenada de la audiencia en sus más fervorosos admiradores, quienes no vacilarán a la hora de escarnecer al que no diga que le gusta el bodrio representado.
                De forma paulatina, en el caso de Venezuela, un manto de nulidades engreídas y reputaciones consagradas, Romero García dixit, se ha hecho semi permanente. Un grupo de pillos sin oficio decantados hacia el quehacer político se pavonean por las tablas, se exhiben  impúdicos y muestran como trofeos su pusilanimidad y derrotas, achacan al público su fracaso y le acusan de desleal e ignorantes que no saben apreciar sus talentos inmortales, y les reclaman airadamente por no brindarles apoyo en el momento que más lo necesitaban.
                Por lo visto pretenden que estemos en manos de Beckett y sigamos, cual Vladimir y Estragón, Esperando a Godot.  Tal parece que ellos no se enteraron de que existió un poeta y dramaturgo alemán, Bertolt Brecht, quien en una de sus primeras obras, Tambores en la noche, abofetea al público con el parlamento final de Khagler: “Todo esto no es más que puro teatro. Simples tablas y una luna de cartón. Pero los mataderos que se encuentran detrás, ésos sí que son reales”.  Mataderos que, quienes resguardamos la memoria de nuestro maltratado país, no cesamos de recordar así nos quieran expulsar de la sala bajo el mote de impertinentes.

© Alfredo Cedeño


sábado, diciembre 03, 2016

CREER

                A veces creer tiene un precio, lo haces y eres capaz de empeñar hasta tu vida para que ella misma pueda seguir siendo lo que siempre has creído. De eso tienen lleno un inmenso y doloroso costal los creadores; también tienen otro, no tan grande pero sí muy satisfactorio de obras logradas. Es célebre el cuento de Gabriel García Márquez que al terminar de escribir Cien Años de Soledad, en agosto de 1966, se la presentó a Carlos Barral, quien por aquellos días era el zar de la que era la editorial de vanguardia en español, Seix Barral.  El genio barbado le respondió: “Yo creo que esa novela no va a tener éxito. Yo creo que esa novela no sirve”.
                García Márquez, le supone uno con maltrecha pero inalterable fe,  se dirigió a la oficina de correos de Ciudad México, junto a su inseparable e inquebrantable Mercedes Barcha, para enviar a Paco Porrúa en Buenos Aires, de la editorial Sudamericana, las 590 cuartillas, a máquina y a doble espacio, de su obra. Al llegar a la taquilla y entregar al empleado de Correos el sobre, este pesó y cobró 82 pesos… y ellos sólo llevaban 53. Abrieron el paquete y decidieron enviar sólo una parte, lo que les alcanzaba para pagar, y con el azoro del momento terminaron enviando la segunda mitad de la novela. Porrúa contaba muchos años más tarde: “Simplemente comprendí lo que cualquier editor sensato hubiera comprendido en mi lugar: que se trataba de una obra excepcional”.  Lo demás ya es historia que todos conocemos. Él, Gabriel José de la Concordia, apostó todo y ganó todo.
                Años antes que él otro que apostó todo, para perder en lo mundano pero ganar en la inmortalidad, fue Edgard Allan Poe,  quien murió a los 40 años en las salas del Washington College Hospital de Baltimore el domingo 7 de octubre de 1849.  Las causas de su muerte nunca fueron claras y hay una gran cantidad de versiones. Su vida estuvo llena de episodios poco gratos, perdió a sus padres siendo niño, luego fue recogido, que no adoptado, por una pareja adinerada de Virginia, Frances y John Allan, manteniendo con su padre postizo una relación de extrema tirantez quien terminó desheredándolo; su esposa murió de tuberculosis, su carrera literaria estuvo llena de  baches de todo tenor.
                Sin embargo, el autor de El Cuervo, Los crímenes de la calle Morgue, El escarabajo de oro, Ulalume, y El gato negro, por nombrar solo algunas de sus piezas, fue influencia decisiva en autores como Baudelaire, Dostoyevski, Faulkner, Kafka, Lovecraft, Arthur Conan Doyle, M. R. James, Ambrose Bierce, Guy de Maupassant, Thomas Mann, Jorge Luis Borges, y Julio Cortázar, amén de muchos otros más. Poca fortuna material pero inagotablemente rico en su trascender.
                Como ellos dos hay reales multitudes de ejemplos, de logros y fracasos. Algunas veces teñidos de aires épicos, otras enchapadas de abyecta miseria. Es así no solo en el ámbito creativo, sino en todas las esferas del quehacer humano. Algunas veces, unas más que otras, se solapan estas con aquellas hasta conformar amalgamas culturales donde el bien común es la búsqueda por excelencia.   Creer en tus capacidades creadoras genera fortalezas y aleja debilidades, pero cuando lejos de creer en ellas por lo que en sí mismas son y las utilizas en función del mero escalar hacia el tope de una escala empiezas a confundir tus piernas y es muy fácil convertirte en una caricatura nauseabunda de lo que pudiste ser. 
                No puedo evitar severas arcadas cuando veo en las redes circulando la foto de un evento llevado a cabo por esa cofradía de talentos extraviados e inconexos que se llama Primero Justicia. Ellos, para despejar cualquier duda razonable que pudiera surgir entre aquellos que vean dicha imagen, colocaron una suerte de castillo inflable que los identifica de manera inequívoca como los autores de una canallada ciudadana en la cual están a la venta bolsas de comida debidamente identificadas con su logo y que organiza el concejal Emer Álvarez teléfono 041404703XX2 y correo alvarezemer@hotmail.com. ¿O es que la organización de Borges decidió quitarse la máscara y asumir su pleno apoyo al gobierno en esta suerte de Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP)? Este honorable “justiciero”, usuario de la cuenta en twitter @emeralvarez1, quien hasta el momento de redactar estas líneas no es capaz de siquiera generar un tweet en dicha red desde el pasado 29 de diciembre de 2013, seguramente está destinado a los más altos honores en su organización.
                Esto no es más que un débil reflejo de la catadura de aquellos que pretenden timonear en este momento nuestro zozobrante futuro. Es una pata de esa quejumbrosa y cada vez más ruinosa mesa de la unidad donde los intereses que privan son los de las tres principales organizaciones que lucen empeñadas con ardoroso afán en sostener un diálogo sobre el cual hemos alertado de manera sistemática numerosos ciudadanos. 
Hemos dicho hasta el cansancio que no se puede permitir a la cáfila roja marcar el paso y que es a través de una postura firme que se les puede forzar el regreso a las sendas democráticas. La impenitente respuesta ha sido lanzar sus hordas de cagatintas y talentosos bozaleados contra nuestras voces. Ya no es militante de la antipolítica el epíteto de moda, ahora es guerreros del teclado, y más tarde acuñarán una nueva frase infeliz para tratar de silenciar la voz de una colectividad que no soporta más ni a los rojos ni a los mudecos, cofrades incapaces de similar tenor y diferente pelaje.
                Cuanta diferencia entre estos mequetrefes y lo que Poe le escribiera desde New York a James Russel Lowel el 2 de julio de 1844: Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro.

© Alfredo Cedeño
 

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