miércoles, enero 30, 2019

LOS LIMONTA DE LA NOTICIA

 
                Pocos días atrás Farhad Manjoo, articulista de The New York Times, publicó Periodista, es momento de dejar Twitter. Sus líneas iniciales fueron: "Amigos, reporteros, familiares: es hora de que todos los periodistas consideremos desligarnos de lo que sucede a diario en Twitter, la red social más nociva del mundo".  El autor hace una densa reflexión sobre el impacto negativo que esa red social ha tenido en el universo comunicacional.  Sus palabras no son exorcizantes del pajarraco azul sino que reconoce: "No tienes que renunciar a ella por completo, pues eso es imposible en el negocio actual de las noticias. Mejor publica menos e investiga más".
                En estos días donde la opaca capa roja que cubre nuestro país se empeña en evitar la divulgación de lo que ocurre, la inmediatez del citado recurso le ha concedido lugar muy especial para informar. Y es así como el síndrome Raúl Amundaray se ha regado como la verdolaga entre algunos de sus usuarios. Más de uno, con tal de sentirse el Albertico Limonta o el Alejandro Magno Corona de las noticias, ha preferido mutar en delator antes que ser serio a la hora de transmitir información.
                Fue patético el reciente desbarre de un economista y locutor que presumiendo de lo "bien relacionado e informado" que está anunció el inminente asilo en la nunciatura apostólica de Caracas de Maduro y cinco personas de su séquito. Por supuesto que la polvareda fue instantánea, y no faltaron quienes exigieron al difusor de la "buena nueva" que revelara los orígenes de su indagación. El "bien dateado" no aguantó diez improperios y publicó como prueba irrefutable la captura de pantalla de un supuesto diálogo que había sostenido con el Cardenal Urosa Savino. En esa conversación su interlocutor le informaba de la supuesta petición de asilo y a la vez le rogaba que no divulgara su nombre. ¿Hay que abundar sobre la lamentable actitud de chivato?
                Pocas horas más tarde la propia Arquidiócesis de Caracas desmontó todo el tinglado informativo del señor en cuestión.  El melodrama tribal, como lo define Manjoo, se ha convertido en una vorágine de la que pocos logran escapar. Las redes son unas aliadas formidables pero pueden ser un brioso caballo de Troya, al cual los rojos han sabido guiar a cabalidad todos estos años. Las reservas respecto a nuestra casta política no son óbice para reconocer en Guaidó la cabeza visible de la transición en curso.
                Es bueno decir que no hay grupo más ansioso por el cambio de gobierno que el de los comunicadores; nuestra condición natural es estar en la oposición, al punto de ser oposición de ella misma ante los desaguisados cometidos. Poco importa que los chupacirios de costumbre traten de lincharlo a uno cada vez que hace las alertas del caso. 

© Alfredo Cedeño

miércoles, enero 23, 2019

FARÁNDULA MATA INFORMACIÓN


                Sin duda no hay conocimiento, ella ha sido la eterna comadrona que ha conducido a descubrir distintas vías o formas de llegar a nuevas situaciones. Su exceso, como todo, puede llegar a ser paralizante. Su dosis correcta es difícil de conocer, no siempre se logra, pero es posible llegar a ella y una vez dilucidada, al convertirse en certeza, afrontarla puede ser hasta mortal. Ejemplo de ello fue lo ocurrido a Hipaso de Metaponto, quien cinco siglos antes de Cristo fue ejecutado por divulgar su demostración de que la raíz cuadrada de dos es un número irracional. 
                Frente a la duda se suele enarbolar la fe, que ha terminado por convertirse en un instrumento de dominación. Se nos exige fe en un dios o en un dogma, no siempre religioso aun cuando termine por acatarse en similar actitud de adoración, sin vacilaciones, sin cuestiones que por lo general son incómodas.  No es extraño que dioses y creencias sean manejados con temeridad o ignorancia, es cuando surgen los monigotes transmutados en profetas y los caudillos cargados de promesas imposibles.
                Sin embargo, la fe es también la madre del saber, es la fortaleza que nos hace sentir a Dios en su mejor manifestación y la que otorga la energía necesaria para insistir en la duda madre del conocimiento. A fin de cuentas, fe y duda son inseparables del alma humana, lograr el equilibrio de ambas es la durísima condición que permite los imposibles, es lo que hace que se manifiesten los milagros, entendiendo por tales aquellas situaciones que no tienen explicación "lógica".
                Estas breves líneas no son milagrosas, no se puede en ellas explicar teológica, sociológica y ontológicamente lo que por los siglos de los siglos ha sido abordado hasta la saciedad. Son breves pinceladas de mi eterno debatir entre la fe en mi país y la duda de quienes lo han conducido y juegan a seguir en tales menesteres.  ¿Cómo creer en quien opta por anunciar con bombos y platillos su reunión con cierto cantante, hasta no hace mucho comparsa de las campañas electorales del régimen, pero no se reúne con los medios de comunicación todavía independientes que sobreviven en el país?
                Se nos exige una fe que ellos mismos minan de dudas sobre su idoneidad, se nos pide obediencia a ciegas en un nuevo actor que no es capaz de siquiera disimular los viejos vicios de quienes lo antecedieron en el papel que ahora representa. Lamento no poder ser optimista y que la duda, al menos en este momento, haga vacilar mi fe. No obstante sigo creyendo, y confío en nuestra gente para poder vencer este marasmo de oprobios y maromeros que solo juegan su propia partida sin demostrar que verdaderamente somos los venezolanos su prioridad.

© Alfredo Cedeño

miércoles, enero 16, 2019

¿SERÁ QUE LE CREO?

 
                No ha habido mayor enemiga de Venezuela que su memoria, frágil y veleidosa, selectiva dirán algunos.  Ejercitarla no es precisamente fuente de alegrías o buenos deseos, especialmente en lo que toca a la madre de uno. Pero… desde hace dos días recuerdo de aquel "poeta" que fue fiscal general, el nunca bien apostrofado Isaías Rodríguez, cuando apareció aquel no menos impresentable de Geovanny Vázquez, cuyo testimonio justificó el encarcelamiento de los ahora olvidados hermanos Guevara, Otoniel y Rolando, por el asesinato de Danilo Anderson.
                El fiscal aseguró con voz temblorosa, cual Lupita Ferrer con pantalones, pero sin sus habilidades histriónicas, que él había visto a los ojos a su testigo estrella y había sabido que le decía la verdad. Adiós Derecho, al carajo la ley. La vorágine de despropósitos en que llevamos sumergidos veinte años nos hace tropezar a cada momento, y nos empeñamos en ungir mesías tras mesías. En estos días el turno es para el encargado, quien fue atrapado por una comisión del SEBIN mientras transitaba por la autopista Caracas-La Guaira.
                En mi artículo anterior hice referencia a dicho ciudadano y no fueron pocas las críticas que recibí en público y privado. Quienes hemos transitado por el llamado periodismo de sucesos, sabemos lo sencillo que es para un policía colocar unas esposas, y cuatro de ellos no pudieron esposar al mentado legislador. ¡Clark Kent es un soberano zoquete al lado de Superjuan! Pero lo mejor vino después con un audio que circuló hasta el delirio donde un tío del apresado habla de cómo con su mirada zahorí nunca dejó de ver a los ojos –¿y que pasó con las capuchas?– hasta que logró vencer la mala intención manifiesta de los jenízaros que pretendían encarcelarlo.  Mucha Delia Fiallo con Corín Tellado para mi gusto.
                El mensaje fue claro y demostró que al gobierno cuando se le antoje lo manda a agarrar y no pasa nada. El video que circuló lo demuestra: dos camionetas trancan su vehículo y sin mayores contratiempos se lo llevan. Han podido hacer exactamente con él lo que les diera la gana y, como bien dice el refrán: después de ojo sacado no vale santa Lucía. Así que lo menos que merece el país es respeto y en vez de estar queriendo emular al fantasma de Sabaneta, que hasta la misma fecha de cumpleaños tienen, hable con claridad.
                En Vargas todos se conocen, y las quejas que se oyen contra el proceder del encargado no son muy gratas que se digan. Imposición fallida de dirigentes, falta de solidaridad con los agredidos, como pasó con cierta odontóloga maltratada por los cuerpos policiales, y sobran ejemplos. Señor encargado, olvídese de cheques en blanco, no desconozca que Venezuela, de verdad, ahora es otra y que Vargas es tierra de gente que nunca deja de llamar a cada quien por su nombre y condición. La Guaira a los parejeros los pone en su sitio tarde o temprano.


© Alfredo Cedeño

miércoles, enero 09, 2019

AÑO NUEVO, MISMA MIASMA



                Mis recuerdos de niño están poblados de momentos muy gratos. La época navideña, por supuesto, ocupa un lugar muy especial, y en ella destaca el sonsonete muy pegajoso de la orquesta Billo´s Caracas Boys con los versos: Año Nuevo, vida nueva.  Era una melodía que cubría todo el país literalmente.  La Metástasis Roja parece haber cambiado también lo que era esa especie de lema que los venezolanos entonábamos y bailábamos con entusiasmo frenético. Ahora da la sensación de que ha mutado el estribillo a Año Nuevo, misma miasma.
                Arranca el año con la deserción del "magistrado" Christian Zerpa. Entrecomillo el título ya que el mencionado individuo bien se sabe que no reunía las credenciales necesarias para ocupar dicho cargo. Lo cierto es que ahora es celebrado a tambor batiente y se anuncia como el acabóse del régimen rojo. Por lo visto no se termina de entender que esa gota no hace nada en la humanidad de ese mastodonte hipertrofiado que encarna Gofiote. Podría enumerar una larga lista que viene desde Luis Velásquez Alvaray, o su tocayo Luis Aponte Aponte, además de un tropel de arrepentidos que incluye a toda una variopinta fauna de sicarios que bajo el ropaje de jueces, fiscales, alguaciles y malandros entogados ahora son ensalzados como la puntilla final de nuestra pesadilla. No quieren comprender que el daño es de tal magnitud que podría terminar hasta en la deserción de los propios Maduro y Cabello para que no pase nada.
                También nos han acostumbrado los jenízaros rojitos a que el nombramiento de las autoridades legislativas se convierta en la resurrección de Moisés y el sepelio del galáctico. Es así como vemos que el nombramiento del nuevo presidente de la Asamblea ha provocado una verdadera ola de neo catecúmenos adoradores de san Guaidó virgen y mártir... vamos a ver hasta cuando le dura el carburo. No puedo dejar de evocar al injustamente marginado poeta Andrés Eloy Blanco por aquello de: "Nada hace más ruido que un carro viejo y un diputado nuevo".
                A los ciudadanos de a pie, los venezolanos normales y corrientes, más no sumisos, se nos critica el escepticismo, y se nos exige el mantenimiento del feudalismo político. Unos cuantos señoritingos exigen acatamiento a la vista y sin protesto de sus antojos y trapisondas. Cualquier asomo de cuestionamiento es satanizado de manera inmediata por una cada vez más corta corte de aduladores y beneficiarios. Pregonan que la desconfianza no es el camino, que la ruta está en la unidad que ellos han diseñado a su conveniencia. Una extensa perorata de lugares comunes es entonada para terminar acusándonos  de un desengaño del que no saben de dónde ha salido. ¿Quién lo sembró, abonó e inculcó en todos nosotros? No pidan ahora duraznos a una mata de topocho.

© Alfredo Cedeño

miércoles, enero 02, 2019

ORÁCULO DEL CARIBE




                Concluyó un año en el que coincidimos de manera casi unánime fue el más terrible que le ha tocado vivir a nuestro país. Escribo casi unánime porque, aunque resulte arduamente difícil de digerir hay todavía quienes defienden lo que es insostenible: la farsa roja del siglo XXI. Hay a quienes solo les falta vociferar que con su pernil no se metan, también aquellos que patrocinan con descaro su "enchufe" propio, del mismo modo podemos encontrar los que defienden sus intereses de casta política, así como unos cuantos "comeflores" que se empeñan en apostar los rezagos de su ingenuo candor, ¡que todavía les queda!, en la ruleta construida por el comandante galáctico y hoy operada por Gofiote.
                 Y la variopinta muestra es aún mucho más amplia. Llegamos a un año dónde los valores, expresión de esa abandonada dama llamada moral, retumban en su silencio. Llegamos a un año donde sobran los que parecen tener precio. Figurones que hasta hace poco aparecían despotricando contra el desastre y que ahora aparecen ensalzando el diálogo con los impresentables y justificando su coqueteo con el régimen, mientras exigen silencio a quienes osan encararlo. Y por ahí sigue el catálogo de bicharracos de similar voz y pelaje.
                ¿Qué nos traerá este nuevo ciclo que apenas comienza? Videntes, malabaristas, culebreros, tarotistas, miradores de bolas de cristal, analistas, funámbulos, encuestadores, estadísticos, maromeros, Edmundo y Segismundo, llevan días proclamando sus augurios. Aires de cambio profetizan varios de ellos; otro hay que afirma, con aire de alquimista consumado, la inminencia del inicio del comienzo de la consumación del proceso de transformación; tampoco falta quien revele, según sus fuentes más confiables, el inminente desarrollo de un sólido movimiento dentro de las filas gobierneras para el advenimiento de un chavismo sin Maduro; así como hay los que explican que este año chino, que es el del ornitorrinco maneto, trae entre cantos de gallos y balidos de cabra los movimientos de una culebra que sacudirán al país como si de un mono se tratara.
                Palabras más, ritos menos, derroche de gestos ambiguos de oropéndolas desorientadas, todo apunta a una profunda desconexión de lo que el país y su gente quiere, necesita y anhela con lo que se empeña en darle la dirigencia de ambas orillas. Rojos y azules emulan a dos de los tres célebres monitos: no quieren mirar, no les da la gana de oír. Pero en lo que son manifiestamente eficaces es en hablar de lo que se les antoja al son que a ellos se les ocurre improvisar.
                Tanto va la rabia a la calle que llega el punto cuando nada la calma, han jugado con candela y siguen empeñados en juguetear con ella, no lloren como niños en pantaletas cuando se quemen hasta ser cenizas.
               
©Alfredo Cedeño
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