jueves, enero 28, 2021

CONCENTRADOS



         La iconografía soviética suele mostrar la imagen de un señor con aspecto casi clerical, sus lentes de montura al aire le dan aspecto de monaguillo tardío o sacristán caído en desgracia. Sin embargo, tan inofensivo aspecto maquilla a uno de los asesinos en serie; perdón, debo decir genocida, más artero que ha parido la tierra. Estoy escribiendo sobre Lavrenti Beria, el perro de presa de Stalin, no en balde fue su jefe de su policía política, el NKVD, durante 15 años; algo así como lo que fue Hugo “el Pollo” Carvajal para Chávez y parte de Maduro.

         Provoca escalofríos encontrar disertaciones que ensalzan a semejante personaje, amparándose en sus destrezas para conseguir que la Unión Soviética lograra tener la bomba atómica en 1949 y que la Unión Soviética desarrollara una vigorosa carrera en el ámbito científico.  Creo que su mejor autorretrato es este fragmento de su discurso pronunciado en junio de 1937: “Que nuestros enemigos sepan que cualquiera que levante la mano contra la voluntad del pueblo, y contra la voluntad del Partido de Lenin y Stalin será aplastado y destruido sin misericordia”.  Tales palabras son tomadas como manifestación de lealtad, cuando no de fidelidad revolucionaria.  Algunos alcahuetes disfrazados de solidarios ensalzan tal vesania con no poco fervor.

         Humanos somos, de errores estamos plagados y de aciertos escaseamos; pero, ¿qué necesitamos aprender para que personajes como este sean execrados de cualquier panteón que se pretenda erigir a semejante alimaña? ¿Dónde extraviamos el camino hasta llegar a este mar de disparates en que nos mantenemos sumergidos en aras de lo correcto y lo políticamente indicado? ¿Hasta dónde se debe llegar a consecuencia del resentimiento y frustración de las camarillas que nos “dirigen”?

         Los Beria de nuestro tiempo claman por la destrucción y aniquilación de todos aquellos que no comulguen con sus alucinaciones galácticas, porque ya el planeta les queda pequeño. Los vemos ofrecer el infierno de sus hampones con carnet, con las capas de tupamaros o de guardias nacionales o del FAES, para  mantener en vilo perpetuo a la ciudadanía inerme.  

         Los campos de concentración de ahora superan ampliamente a Dachau, Auschwitz-Birkenau, Belzec y Treblinka, para citar los peores entre los 39 centros de detención creados por los nazis para asesinar a la población judía. Hoy tales centros de internamiento se llaman Cuba, Corea del Norte y Venezuela. Cadenas herrumbrosas y candados en perfecto estado se mantienen a cara descubierta, saben que las redes de solidaridad les otorgan salvoconductos momentáneos.  ¿Será que para estos sátrapas también habrá su respectivo proceso de Núremberg?

© Alfredo Cedeño  

miércoles, enero 20, 2021

SANTONES TROPICALES

                  Porque dice Mateo 30, empezando el versículo 69, que cuando ellas iban de vuelta para el pueblo, por el camino unos guardias se les adelantaron para ir a decirle a los principales sacerdotes todo cuanto había acontecido. Ellos, reunidos con los ancianos, recibieron mucho dinero porque esa era la recompensa que habían anunciado en el propio templo.  Eso no lo digo yo, ¡eso lo dice La Biblia!

Y sigue contando Mateo que todo había empezado cuando los discípulos que habían venido de noche,  hurtaron el vino, estando los soldados dormidos. Y cuando esto lo oyó el gobernador, que era romano, y eso se los digo yo, no Mateo, porque él a veces no sabía echar bien el cuento y se le olvidaban esos detallitos que son importantes de saberlos,  para poder comprender los anales de la sagrada historia. Fin de fines que terminó pasando que un grupo de los discípulos agarró el camino a Galilea, al monte que Jesús les había ordenado. 

Pero, y bien lo dijo Él mismo, no sólo de pan vive el hombre, y en el camino observaron unas gallinas que se habían escapado de un corral y tomándolo como señal de los cielos, las agarraron por el pescuezo, rogándole a Dios les diera la suficiente fuerza para apretarlas y que no hicieran bulla y los fueran a acusar de ladrones, así fue como las pudieron echar en un saco y siguieron su camino hasta llegar donde pudieron prepararlas para recuperar sus fuerzas y poder continuar divulgando la palabra del Señor Nuestro Dios. Por eso es que yo cuando veo en los campos una gallinita que cruza mi camino, entiendo que es Él que me la pone  para poder seguir predicando sus enseñanzas entre todos ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

¿Cómo dices tú? ¿Que Mateo no llega sino hasta el 28? Esas son herejías tuyas y esa Biblia que me estás enseñando ¡seguro que le arrancaste esa parte para quererme hacer quedar como un robagallina! ¡Vade Retro Belcebú!

                Las líneas anteriores bien podrían ser una parábola contemporánea de nuestra casta política y su extensa corte de fanáticos empoderados, para los cuales no hay mejor senda para conseguir la paz de sus espíritus que jalear con fervor a sus “dirigentes”. No han sido escasas las voces que, con la más sana de las intenciones, han alertado por largo tiempo sobre los errores y peligros de ciertas acciones; la descalificación, en todas sus manifestaciones, ha sido la respuesta invariable. Descolocado, agente del G2, ignorante, guerrero del teclado, y por ahí siga sumando, y multiplicando, para tener un pálido panorama del escarnio al que hemos sido sometidos todos aquellos que tuvimos la osadía de rozar con una propuesta, una observación o un comentario, a cualquiera de los tantos desbarres cometidos por la casta en estas dos inacabables décadas de pesadilla roja-rojita.

                De no ser tan terrible el calvario que ha vivido, y vive, Venezuela podría ser risible la actuación de esta tropa de payasos bien hablados y dudoso gusto en el vestir. Engolan la voz, disertan con gesto de académicos apoteósicos, asumen pose de vestales ofendidas que defienden su virtud con heroicidad, van de tarima en tarima justificando bailantas que ni el finado Amador Bendayán en su buena época sabatina, llaman a la concordia con los hermanos chavistas honrados… ¡De vaina ofrecen la virtud de la morrocoya de Rosinés!

                Mientras tanto siguen, cual pájaros de mal agüero, posados en sus respectivas ramas, dale que te pego con sus plegarias citando a Mateo 33, y a Juan 28 y a Lucas 69. Después de todo, ellos siempre han dudado de la inteligencia de la audiencia y por eso nos irrespetan con sus aires doctorales de quincalla, para tratar de inundarnos con su basural retórico. Dios los perdone, porque el país sólo se ocupará, llegado el momento, de sentarlos ante la ley acompañando a sus amados hermanos rojitos.

 © Alfredo Cedeño  


miércoles, enero 13, 2021

LOS PUTOS AMOS


       

               Los milenios que lleva Londres encima, con exquisita gracia por demás, la hacen adorable. Es una ciudad pensada para el hombre, en ella cualquier ser humano se siente digno, no en balde ha sido una de las primeras metrópolis europeas donde han acudido masivamente asiáticos y africanos. Sus parques son una gloria que todos alguna vez en la vida debemos transitar. ¡Los rosales en primavera! Pareciera que no hay un rincón de la ciudad que no esté reventando de rosas de cualquier color que uno se pueda imaginar.

                Mi debilidad por esa ciudad es absoluta. Tuve el placer de habitarla por un tiempo, viví en Hendon, uno de sus barrios periféricos, y cada mañana iba a clases frente al Sunny Hill Park, lo cual era una tentación cotidiana para no entrar al aula y quedarme remoloneando por sus vericuetos. Muy cerca estaba la estación del metro Hendon Central Station, donde todas las tardes iba para trasladarme al centro de la ciudad. Un día, que había amanecido con una nostalgia infinita por mis comidas y soñaba con un sancocho de gallina, al lado de la entrada de la citada parada había una tienda de comestibles, una bodega para decirlo en buen venezolano, a la que entraba con frecuencia a curiosear. Ese jueves en particular al entrar vi un letrero inmenso anunciando Yam –¡ÑAME!–, y al lado ocumo. Como bien pueden suponer ese día no hubo paseo de museos o galerías o teatros en la City. Compré ñame y ocumo, me fui a Tesco, donde compré papa, auyama, yuca, y la bolsa más grande de gallina que había en la nevera. Pocas veces me he comido una sopa más sabrosa.

                Esa urbe, denostada por muchos como cuna del imperialismo, ha sido un imán para todos. No en balde fue allí donde el mismísimo Marx se asentó a escribir El Capital.  Son inacabables las sorpresas que encierran sus calles y suburbios, se necesitan años para encontrarlas todas, y siempre aparece una nueva. En una de mis andanzas por sus espacios llegué al borde noreste de Hyde Park, muy cerca de la estación del metro Marble Arch, y allí estaba el Speakers' Corner, que bien puede traducirse como Rincón del orador.  En 1855 sus predios presenciaron disturbios en protesta contra la Sunday Trading Bill, una ley que prohibía comprar y vender los domingos, el único día libre de la semana que había en aquel tiempo. Aquellas protestas fueron celebradas por un entusiasmado Karl Marx, quien las describió como el inicio de la revolución del proletariado inglés.​ En 1872 un decreto sobre los discursos públicos hizo que este punto se convirtiera en un lugar tradicional para discursos públicos y debates como también el principal sitio de protestas y reunión en Gran Bretaña. Este punto es una suerte de santuario al que acude todo aquel que considere tiene alguna idea o propuesta que formular a plantearla abiertamente. Hay algún  policía de mirada tolerante por allí rondando, que sólo interviene cuando recibe quejas o se utiliza lenguaje ofensivo.

                Todo esto me viene a la cabeza cuando leo la tormenta informativa alrededor del señor Trump y las muy diligentes acciones de los gigantes tecnológicos en su contra. Uno de los que ha explicado su decisión son los de la llamada plataforma del pajarraco azul, twitter, quien publicó: “Después de una revisión detallada de los tweets recientes de la cuenta @realDonaldTrump y el contexto que los rodea, hemos suspendido permanentemente la cuenta debido al riesgo de una mayor incitación a la violencia”. Muy bien, le agradezco a tan bondadosos caballeros, tan pendientes del bienestar de la humanidad, su preocupación por nosotros, comunes mortales, pero, me pregunto: ¿Eso mismo lo han hecho con los ayatolas iraníes y cuanto santón embatolado pulula por ahí llamando a la yihad contra el mundo occidental? ¿Acaso se han tomado medidas similares contra los jerarcas chinos que han arremetido contra Hong Kong y sus instituciones democráticas cada vez que les ha salido de la entrepierna? ¿Acaso un dictador manifiesto y confieso como el cubano Miguel Díaz-Canel, @DiazCanelB, no merece ser sancionado? ¿Los llamados a “jarabe democrático” convocados por don Pablo Iglesias, @PabloIglesias, tampoco merecen reconvención alguna?

Tampoco puedo dejar de pensar en numerosas cuentas criollas a las que veo rozagantes y plenas de vigor en sus amorosos mensajes, como es el caso de la comandante fosforito, @irisvarela, o la del teniente Diosdado Cabello, @dcabellor, ni hablar del venerable y multiuso Jorge Rodríguez, @jorgerpsuv, o el enjundioso Maikel Moreno, @MaikelMorenoVEN, y –¿Cómo dejarlo por fuera?– la del honorable Nicolás Maduro @NicolasMaduro. Por lo visto la preocupación de los amos del mundo no llega al tercer mundo, somos menudencias con las que no hay que perder el tiempo.

Hoy sobran los que celebran el acoso contra el aparentemente árbol caído. En 2016 fueron los mismos que celebraron con larga anticipación el triunfo de la señora Hilaria, la befa contra el todavía presidente estadounidense fueron de todo calibre, todas las cadenas de noticias, medios “serios”, y demás especímenes de similar pelaje lo daban por perdedor. Puedo estar en total desacuerdo con su estilo y algunas de sus decisiones, más no puedo celebrar la ejecución, por no decir linchamiento, de alguien sin los debidos procesos del caso. La pregunta que todos debemos hacernos es: ¿A mí cuando me va a tocar? ¿También será derogada Speakers' Corner?

 © Alfredo Cedeño 

miércoles, enero 06, 2021

SACO DE GATOS

                Este año, y comienzo de década, augura tiempos de colisiones permanentes. Todos aquellos escenarios que se analizan presagian tormentas, por decir un cataclismo menor. Son choques de trenes aparentemente inevitables, y ello, como reza la frase papal, Urbi et Orbi. Demócratas, republicanos, cristianos, musulmanes, correctos, anarquistas, Guaidofollowers, Madurolovers. Hay de todo y en todas partes, escoja usted donde y con quien quiere entrarse a pescozones que hay para todos los gustos. Vivimos inmersos en una tragedia con eventuales visos de comedia, un saco de gatos rabiosos del que es imposible salir lleno de hondos rasguños y no leves raspaduras, los zarpazos son arteros aun cuando usted pretenda mantenerse fuera de dicho talego.

                Las heridas, cuando no mordazas, a fin de cuentas variaciones de una misma intención, pueden llegar de cualquier lugar, y con cualquiera sea la razón. La maldición contemporánea de lo “correcto” es como el conejito de la batería que dura y dura y dura y dura y dura y dura y se hace cada día más dura. Por ejemplo, confieso que ya me asusta hablar de la querida negra Lucy Gómez o el también muy querido negro Wilmer Suárez, porque podría ser sancionado por cualquiera de los inquisidores de estos tiempos, tal como le pasó al futbolista uruguayo Edinson Cavani, quien juega como delantero del equipo de fútbol Manchester United. Este jugador fue multado la semana pasada con  100.000 libras esterlinas, y suspendido durante tres partidos por responder a las felicitaciones de un seguidor en su cuenta de Instagram: “gracias, negrito”.  ¡Se cayó el puente de Londres! La muy flemática Asociación del Fútbol  de Inglaterra  consideró dicho mensaje “insultante, abusivo e impropio”, y le impuso la sanción que mencioné.

Los muy correctos hijos de la Gran Bretaña provocaron reacciones de todo tenor, al punto que hasta la impasible Academia Nacional de Letras de Uruguay se pronunció en la tarde del propio primero de enero con el “más enérgico rechazo” a la sanción, y aprovechó para echarles en cara a la organización sajona la “pobreza de conocimientos culturales y lingüísticos que  esa federación pone de manifiesto al fundamentar tan cuestionable resolución”.  Los académicos declararon que Cavani usó la voz negrito para dirigirse a @pablofer2222, con cariz cariñoso, “dado el contexto en que se escribió, la persona a que fue dirigido y la variedad de español que se usó, el único valor que puede tener negrito ―en particular por su índole de diminutivo― es el afectivo”.

Ejemplos similares hay a paletadas, y todo en aras de una supuesta equidad que suele ser poco justa en la realidad. Por ejemplo, si usted exige que la casta política deje las musarañas y actúe con transparencia será despedazado fulminantemente por los adoradores de dicha cofradía. Si en Venezuela a alguien se le ocurre  cuestionar la gestión de los rojitos o de los malandrines unitarios, será tildado de enemigo del proceso o de agente del G2, depende de a quien se ose siquiera rozar con alguna aspiración ciudadana.    En el caso de solicitar a los caudillos de turno que se aparten y dejen de jorobar la paciencia, el linchamiento será instantáneo, más rápido que un Decaf, y las hordas cibernéticas elevarán sus manos al cielo clamando por la pureza de los magnos “dirigentes”; así como la solidez de sus organizaciones.

En todo caso, ante el ambiente que vive mi país, me viene a la memoria un fragmento de la carta que  John Hobart Caradoc, Lord Howden, quien era embajador británico ante el reino español, le dirigió el primero de enero de 1854 a George Villiers, duque de Clarendon y Ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña: “nada es tan difícil como fijar los límites de los partidos políticos, especialmente en la actualidad, cuando están rotos por todas partes y rotos en mil pedazos vagos, impalpables y, yo diría, ininteligibles”.

 

© Alfredo Cedeño  

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