Como bien saben, me siento profundamente orgulloso
de ser hijo de Venezuela, pero hay días en los que también me siento extremadamente
avergonzado. Eso me ocurre cuando constato en directo los niveles de miseria en
la cual vive un amplísimo número de mis paisanos.
¿Cómo entender que en mi país, y en cualquier otro
lado, existan estas desigualdades? No puedo dejar de indignarme cada vez que
las encuentro.
Sé bien que es agua que lleva milenios rodando por
distintos molinos. Desde antes de La Biblia la pobreza
extrema ha estado presente en las reflexiones de una larguísima lista de
autores. Terminando el siglo XII, algunos especulan que rondando el año 1195,
el entonces cardenal Lotario dei Conti di Segni, quien luego sería Sumo
Pontífice con el nombre de Inocencio III, escribió De miseria humanae conditionis.
Más adelante, a fines del siglo XVI, fue el turno de Bernardo Pérez de
Chinchón, autor de: Espejo de la vida
humana.
Podría decir que en el siglo XIX sobrevino el boom "culto" del tema,
me vienen a la memoria una sucesión de autores que desde distintas disciplinas
lo abordaron. En octubre de 1846 Pierre Proudhon publicó Filosofía de la miseria; obra en la que suelta cosas tales como: “en
la sociedad actual, el progreso de la miseria es paralelo y adecuado al
progreso de la riqueza, lo cual anula completamente los méritos de la economía
política.”
Otra perla de
monsieur Proudhon fue: “La teoría de una igualdad pacífica fundada en la
fraternidad y la abnegación, no es más que una falsificación de la doctrina
católica, que nos manda renunciar a los bienes y placeres de este mundo; no es
más que el principio de la indigencia, el panegírico de la miseria.”
Ante la repercusión que tuvo la pieza del francés
Proudhon, el alemán Karl Marx respondió al año siguiente con Miseria de la filosofía, donde asentó: “a
fin de acabar para siempre con las injusticias y las miserias existentes, es
preciso subvertir totalmente el estado actual de la sociedad. . .”
En el mundo de la creación literaria también
comienzan a aparecer piezas que abordan el tema desde distintas vertientes. Fue
Charles Dickens en 1839, con Oliver Twist,
quien comenzó a sacudir el ambiente creativo; luego su pluma entregará Nicholas Nickleby, su melodramática Almacén de antigüedades y Tiempos difíciles, entre muchas otras
que se me escapan ahora. En Estados Unidos la pauta fue marcada por La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher
Stowe, publicada en 1852. En Francia se
necesitarán diez años más para que -en 1862- aparezca Los Miserables de Víctor
Hugo.
Reconozco que me estoy yendo por lo seguro y disparando al piso y que
necesitaría un tiempo que bien merecen ustedes como lectores, pero del cual no
dispongo, para investigar y encontrar muchísimos más ejemplos al respecto.
Han habido otras disciplinas más recientes que han
abordado el tema, como es el caso de la antropología, donde un practicante de
dicha ciencia social, el estadounidense Oscar Lewis, acuñó el concepto de
cultura de la pobreza, el cual mencionó por primera vez en 1959 en su libro Cinco familias: estudios de casos mexicanos
en la cultura de la pobreza.
Lewis asentó en una de sus obras, que debe ser, si
mal no fiché en su momento, La cultura de
la pobreza: “Cuando los pobres adquieren conciencia de clase o se vuelven
miembros activos de organizaciones sindicales o cuando adoptan un punto de
vista internacionalista sobre el mundo, dejan de pertenecer a la cultura de la
pobreza aunque pueden seguir siendo desesperadamente pobres”.
Es tan fácil pontificar o establecer asertos cuando
de mirar el mundo desde nuestro propio Olimpo se trata… Lo cierto es que no es literatura, ni
investigaciones sociales, o argumentos económicos-filosóficos los que se viven
en los arrabales del mundo entero. Es dureza de vida y guiños a la ternura los
que se van colocando alrededor de las vidas de quienes la padecen.
Hoy entrego mi
trabajo dominical con profunda vergüenza, como asenté al comienzo, por las duras
condiciones de millones de venezolanos a quienes no llega la tranquilidad que
debería aportarles nuestra renta petrolera, pero también con un conmovido
respeto ante su incansable búsqueda de la alegría y la dignidad. Son las mismas
emociones que he tenido al presenciarla en cualquier otro lugar donde me ha
tocado presenciarla.
© Alfredo Cedeño
Buen aporte dominical Alfredo al igual que las fotos. Me quedó con ese último párrafo, en especial esta frase que me llegó : " a quienes no llega la tranquilidad que debería aportarles nuestra renta petrolera, pero también con un conmovido respeto ante su incansable búsqueda de la alegría y la dignidad."
ResponderBorrarAbrazote
Hay que quedarse con lo bueno de tu país, aunque una tierra bella no siempre pueda darnos de comer. Ultimamente tengo ese sentimiento con España.
ResponderBorrarUn saludo,Alfredo.
miseria, un termino que se asemeja a misericordia :de la miseria que existen el el corazón.desgraciadamente muy lamentable las condiciones de vida de muchos venezolanos ,me pregunto porque les toco vivir esa parte y que podemos hacer para mejorar esa situación.Resulta que hay mucha gente que tienE medios económicos y es miserable, otros no tienen nada y son amplios, creo que mucho de eso va en el SER. sI es muy triste ver tanto niño y ancianos en las ultimas condiciones de vida .
ResponderBorrarHola Alfredo....por lo visto, metiste el dedo en el ventllador,..Je..je, menudo temita elegiste...Desde el vamos, el tema es universal, se refiere a los excluidos de siempre, que existen desde los albores de la historia, y se proyectan en el futuro como uno de los insolubles problemas de de nuestra sociedad.
ResponderBorrarY digo insoluble, porque a los pobres se los considera como una clase de existencia necesaria,..por diversas razones, alguna de ellas inconfesables en nombre del pudor, si es que hay pudor todavía.Son material útil en temas electorales,....son la fuerza que mantiene al gobierno en el lugar de mando,...y como resarcimiento, les asignan algunos planes de asistencia, alguna ayuda inconsistente,...promesas de casa habitación, etc. Si las promesas fueran fungibles,...los pobres estarían rechonchos, gorditos, sanos...Pero lamentablemente están flacos y enfermos. La corrupción hace que los pobres sigan siéndolo. La corrupción es el cáncer que devora a la sociedad por dentro. Quise ilustrar el mensaje con una foto de algún barrio de emergencia, pero no pude, siento verguenza ajena y propia a la vez. Y mucho dolor.Y mucha indignación.No me extenderé en el tema. Muy bueno el artículo, ni que decir de las fotografías,..Eres bueno para estas cosas.Un fuerte abrazo.
JUAN