Aseguran algunos expertos que Venezuela está posada
sobre un mar de petróleo, hay quienes, henchidos de esa plaga llamada
chauvinismo, se pavonean y afirman que este país, tildado de bananero en
algunas oportunidades, tiene las reservas más grandes del mundo del codiciado
compuesto de hidrocarburos. La palabra proviene del griego y quiere decir
aceite de piedra.
En nuestro país la presencia de este viscoso
líquido es milenaria. Los pueblos
precolombinos lo empleaban, al igual que el asfalto, que rezumaban de manera
natural en diferentes lugares. Los
indígenas le llamaban mene y lo
empleaban medicinalmente, así como para alumbrarse y para calafatear sus
curiaras o canoas.
A comienzos del siglo XVI, los conquistadores
europeos aplicaron de manera inmediata dicho método de impermeabilización a sus
navíos, así como para el mantenimiento de sus armas. Debo señalar que en 1535,
el primer cronista del Nuevo Mundo, capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y
Valdés, en su Historia natural y general
de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, fue el primero en
mencionar en la literatura universal el petróleo venezolano, en 1535: “…corre
aquel betún o licor por encima del agua del mar, haciendo señal más de dos y
tres leguas de la isla [Cubagua], y aun da olor de sí este aceite. Algunos de
los lo han visto dicen ser llamado por los naturales stercus demonis, y otros lo llaman petrolio, y otros asfalto; (…). A que este licor de Cubagua hallan
que es utilísimo en muchas cosas y para diversas enfermedades y de España lo
envían a pedir con mucha instancia por la experiencia que de esto se tiene por
los médicos y personas que lo han experimentado”.
El primer envío de un barril de petróleo, del cual
existe documentación, que se llevó a cabo en la historia de Venezuela tuvo
lugar el 30 de abril 1539; cuando uno de ellos fue enviado a España para
aliviar la gota del emperador Carlos V. Esto ocurrió por que el año anterior a
ese, la entonces Reina de España ordenó en carta del 3 de septiembre que en
todos los navíos que partieren desde Cubagua le enviaran “de lo mas que
pudieres”, aceite de petróleo. Ese primer embarque fue una barrica que salió en
la nao "Santa Cruz", confiada por el tesorero de Nueva Cádiz, don
Francisco de Castellanos, al mestre Francisco Rodríguez de Covarrubia y al
capitán Bernardino de Fuentes. El 18 de octubre la Reina reclamó su petróleo,
en carta a la Casa
de Contratación. El 31, la barrica salió de Sevilla para Madrid, bajo custodia
de Alonso García.
También hay documentación en los Archivos de Indias
de Sevilla donde se menciona que el 14 de diciembre de 1540, otro barril de
petróleo venezolano llegó a la
Casa de Contratación, para ser enviado de inmediato a Juana la Loca , “al cuidado de persona
de responsabilidad”.
Casi 40 años más tarde, el 15 de junio de 1579, los
alcaldes Gaspar de Párraga y Rodrigo de Argüelles informaron sobre un
rezumadero de petróleo cerca de Nueva Zamora, como se conocía en aquellos
tiempos a Maracaibo, y de otros cuatro en las
afueras de dicha localidad; estos señores, igualmente realizaron una
extensa descripción de sus usos locales.
A comienzos del siglo XVII Alonso de Ojeda menciona
el uso que hacían del mene los
indígenas que habitaban el Lago de Maracaibo. Dos siglos más tarde Alejandro de
Humboldt fue quien hizo la primera descripción seria de los depósitos de
asfalto de Venezuela. El ilustrado trotamundos alemán describió las maneras
utilizadas por los nativos que vivían cerca de los rezumaderos para aprovechar
la brea y el asfalto, y preparó la primera lista de sus depósitos naturales en
la zona costera que va de Trinidad a Maracaibo.
Menos de cien años más tarde comienza la
explotación comercial de dicho producto, la cual estuvo a cargo de La Compañía Minera
Petrolia del Táchira, la cual comenzó labores de refinación en 1878 en la hacienda La
Alquitrana, en las cercanías de Rubio, estado Táchira, en el occidente de Venezuela.
Esta compañía pionera tuvo sus altibajos y será en
1914, el 31 de julio para mayor precisión, cuando en Cabimas, estado Zulia, se
produjo el “reventón” del pozo Zumaque I, lo cual le convirtió en el primer
pozo productor de petróleo en Venezuela. Se necesitaron otros 8 años de
exploraciones para que un día como ayer, el 22 de diciembre, pero de 1922,
“reventara” el pozo El Barroso II, para dar a conocer al mundo el potencial
petrolero de Venezuela.
Se podrán imaginar 90 años atrás lo que significó
que brotara un chorro de petróleo con más de 40 metros de altura que
podía ser visto desde Maracaibo, que está a 45 kilómetros… Ese pozo tenía un
caudal de 100.000 barriles diarios, y a los expertos les tomó 9 días controlar la
lluvia de petróleo sobre Cabimas, que anegaba los techos y las calles de la
aldea que era entonces dicha población.
No es un secreto para nadie que Venezuela ha dilapidado
sistemáticamente los ingresos que esta riqueza ha producido a lo largo de casi
un siglo de producción petrolera. Los alertas lanzados por diversas personas
han sido de diferentes tipos. En 1976, Juan Pablo Pérez Alfonzo, llamado padre
de la Organización
de Países Exportadores de Petróleo –OPEP–, modificó levemente las palabras de Fernández de Oviedo quien asentó en su
citada obra que los naturales originarios de estas tierras llamaban al crudo stercus demonis, y dijo: “Despilfarramos
el petróleo para acrecentar los ingresos fiscales... y ahora... estamos
hundiéndonos en el excremento del diablo.”
Otro “notable” como lo fue el escritor Arturo Uslar
Pietri habló de la necesidad de “sembrar el petróleo”. Como ellos hay una larga
lista de personas e instituciones que han venido alertando de manera reiterada
sobre la necesidad de evitar la embriaguez continua en la que mi país ha vivido
y sigue viviendo.
Los ingresos de Venezuela por concepto petrolero,
según cálculos del departamento de Energía de Estados Unidos y los datos de la OPEP deben cerrar el año 2012
con ingresos alrededor a los 63 mil millones de dólares. Según César Prieto
Oberto los ingresos fiscales petroleros obtenidos por el Estado venezolano
entre 2005 y 2009 estuvieron por el orden de 192.215 millones de dólares.
Los economistas Luis Oliveros y José Manuel Puente
coinciden en calcular que nuestro país en los últimos catorce años ha
exportado 700 mil millones de dólares en
petróleo. Oliveros estima que “el 60% se ha dirigido a importaciones, 26% se ha
ido en salida de capitales, 12% se depositó en distintos fondos como el Fonden
y 2% fue a las reservas internacionales del país”.
Pese al manto de misterio y silencio con que se
mueven actualmente las cifras del negocio petrolero estatal, siempre los
estudiosos del área logran encontrar datos como los revelados por Diego
González, presidente del Centro de Orientación de Energía, quien explicó en
entrevista al diario El Carabobeño que en 2007, las compras de petróleo y
derivados eran de 28,1 millardos de dólares y pasaron a 38,8 millardos en 2012.
Es necesario señalar que las cifras de diversos
investigadores estipulan que en Venezuela la pobreza a nivel de hogares es del
49%. ¿Qué significa esto? Esta cifra revela que en casi la mitad de nuestra
población el ingreso total quienes la componen, es inferior al valor los bienes
y servicios que conforman la canasta normativa de consumo. Eso dice que el 49%
de los habitantes de Venezuela no logra cubrir: casa, vestido, alimentación, educación,
etc. Pero, aún hay más: de ese 49% un 20% se encuentra en pobreza crítica. Es
lamentable que vivamos una situación como esta, por decir lo menos.
Por supuesto que el petróleo también ha tenido
repercusión entre nuestros creadores. Puedo citar obras como Mene, de Ramóin Díaz Sánchez; Oficina Nro.1, de Miguel Otero Silva; Guachimanes,
de Gabriel Bracho Montiel; Sobre la misma
tierra, de Rómulo Gallegos; Mancha de
aceite del colombiano César Uribe Piedrahita; Antropología del petróleo, de Rodolfo Quintero; El Señor Rasvel, de Miguel Toro Ramírez; De un
pueblo y sus visiones, de José Miguel Villarroel París; son sólo algunas de
las piezas en las que el llamado oro negro juega un rol principal.
De la citada
obra de Villarroel recuerdo sus versos:
Los apamates
están llenos de petróleo
Muertos con una
tristeza de país en ruina
Esta meseta está
llena de taladros
Sembrada de
hombres muertos
Un largo
cementerio viene desde Caripito
Y no tiene
fronteras
Es la gesta la
nueva conquista entre pueblos
También me viene
el recuerdo del siempre evocado Benedetti:
el hollín va
siendo lentamente rocío
y el olor a
petróleo se convierte en jazmín
y todo eso por
qué
sencillamente
porque
en la primera
línea
pensé en vos
amiga.
Ese olor a
jazmín que en Venezuela sólo llega convertido en riqueza fácil para unos pocos,
mientras los más siguen pisando una tierra cuyo subsuelo es un mar desbordado
del que ellos poco alcanzan a disfrutar.
© Alfredo Cedeño
Buen día don Alfredo... como siempre, muy buen trabajo...
ResponderBorrarDanny Montilla
Muchas gracias Alfredo,muy bueno... como cada domingo. Salud y alegrías para estas fechas y el 2013.
ResponderBorrarÁngela Piñeiro
Como siempre: Excelente!!
ResponderBorrarGracias por compartirlo!
Amplías mis conocimientos Alfredo, muchas gracias!
ResponderBorrarUn tema muy bien redactado,interesante y ameno.
Te deseo un feliz y fructífero Año Nuevo 2013, lleno de agradables sorpresas!!
Un fuerte abrazo!
Begoña Zuber
Buena información! Pero tienes un error ya que el pozo zumaque 1 esta ubicado en mene grande no en cabimas!! Saludo desde mene grande
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