En
1968 yo tenía 12 años y estudiaba segundo año de bachillerato en el liceo José
María España, de Macuto, ahora estado Vargas. Un buen día apareció por allá un “señor”
de bigote poblado por el que todas las muchachas de quinto año, de las que
todos estábamos absolutamente enamorados, suspiraban con embeleso; y cuando él
estaba cerca ¡se subían la falda más arriba de las rodillas! Por supuesto que
todos los varones queríamos ser como él.
Un
día estando sentados frente al mar, en pleno Paseo de Macuto, él se acercó a
nuestro grupo y nos habló de la FEEM, nosotros no teníamos la más peregrina
idea de lo que era la Federación de Estudiantes de Educación Media, y las
ventajas que significaban pertenecer a ella. También nos insistió mucho en que
nosotros debíamos lograr que en el España se constituyera un Centro de Estudiantes,
como el que existía en el Liceo Vargas, que estaba en Maiquetía. Ese centro educativo estaba rodeado de una
especie de halo de protesta y rebeldía en el cual todos queríamos sumergirnos.
Unos
días más tarde volvió ahora con otro “señor” al que nos presentó como su
hermano Elías. Se me olvidaba decirles, el “señor” de bigotes se nos había
presentado como Hugo Negretti. Sí, los hermanos Baltazar y Oswaldo Ojeda
Negretti, de quien por más señas se decía eran sobrinos del legendario Pompeyo
Márquez. Las visitas se hicieron cada vez más asiduas y entre las matas de uva
de playa de Las Quince Letras, muy cerca de donde estaba el no menos admirado
Castillete de Reverón, Elías y Hugo nos enseñaron a fabricar bombas molotov, las
cuales días más tarde comprobé había aprendido dándole fuego a un bus de la línea que viajaba de Montesano a Macuto. Igualmente nos daban rudimentarias lecciones de política.
Un día me invitaron a un acto que había en el liceo Vargas y allí conocí a un
lampiño y frágil muchacho, que cuando hablaba hacía que todos se alebrestaran
de inmediato y comenzara uno de los célebres disturbios estudiantiles que eran
entonces temidos en la zona. Les hablo de quien luego fuera el artista
plástico, lamentablemente ya ido, Juan Loyola.
Fueron
días de adrenalina a todo dar. Recuerdo la vieja casa colonial donde funcionaba
el Partido Comunista en la esquina de Navarrete en Maiquetía, donde Pavel Rondón
nos daba clases de fotografía; las invitaciones a la esquina El Brillante,
donde funcionaba la sede de la Juventud Comunista de Venezuela, y donde Hugo
nos reveló un día que en realidad su hermano Elías venía de ser un comandante
guerrillero que había ganado su rango en el frente de Falcón. Pero, como todo
buen pueblo pequeño, La Guaira era un infierno bastante grande donde todos nos conocíamos
y no pasaron muchos días hasta que a mi padre le empezaran a hablar de lo que
andaba haciendo Alfredito…
Al poco tiempo
él se presentó al liceo y cuando vio el nivel de inasistencias, y la temida
profesora Sanz, jefe de seccional, le confirmó mis andanzas, se limitó a
retirarme del plantel. A mí no me dijo nada, eso fue un día martes. Mi mamá no
hacía más que llorar y decirme en todas las maneras habidas y por haber, como
sólo una mamá puede decirlo, lo mal que me había portado, sin que faltara el
consabido: “¿Cómo nos pudiste hacer esto Alfredo Rafael?” Papá no decía nada, y así pasaron los días, hasta
que el domingo en la noche me dijo: “Mire joven, ya que usted no quiso estudiar
sino andar jodiendo la pava para hacer la revolución, mañana empieza a
trabajar con el compadre Martín”. Él era
un albañil de origen canario, que se dedicaba a construir casas por las zonas
de El Palmar Este y El Palmar Oeste, así como por Caribe y Tanaguarena; y así,
me dije a mi mismo con infinito orgullo, estoy entrando a formar parte de la
explotada clase obrera del país.
Es necesario
confesarles que yo estaba casi seguro de que ese isleño buena gente, que hacía
junto con su mujer Valentina el conejo al salmorejo más divino del mundo, que
nos llevaba de paseo a El Junquito, que me había tratado siempre con el mismo
cariño que a su hijo Pablito, me iba a poner a hacer cosas más o menos suaves.
¡Nuevo error! Al llegar a la obra donde él estaba en esos días trabajando me
puso a subir unos sacos de cemento, ¡de 42 kilos y medio cada uno!, por una
escalera infinita que llegaba a una azotea donde estaba haciendo unas
remodelaciones. Por supuesto que no pude, y uno de los obreros que me quiso
ayudar se ganó un sermón de padre y señor mío: "¡Me cacho en Dios! ¿Yo te puse a
ti de cirineo del revolucionario este? Así
como sabe quemar autobuses que aprenda cómo hay que joderse cuando no se
estudia". Al rato me relevó del acarreo de cemento y me puso con una pala a
llenar de arena unas latas que también debía subir por la bendita escalera que
les dije antes. No llevaba una hora en esa faena cuando mis manos estaban llenas de
ampollas.
Esa tarde llegué
a la casa con la moral proletaria pulverizada, el orgullo subsumergido, y el
absoluto convencimiento de que mi padre se daría por contento con mi
arrepentimiento. Él me escucho, mi mamá por supuesto lloraba a moco suelto
cuando vio como estaban las manos de su hijo adorado, y después de yo haber
soltado aquella perorata sobre el perdón, y que eso no volvería a suceder, que
ahora si era verdad que iba a estudiar y a eximir todas las materias, y patatín
patatán, me dijo: Hijo, en la vida los errores se pagan, y si uno los comete y
no tiene consecuencias, entonces se convierte en un viva la pepa, que es lo menos
que yo quiero para ti en la vida; tuviste la oportunidad de estudiar y no
quisiste hacerlo, ahora te queda trabajar, y si quieres estudiar lo harás de
noche, te repito los errores tienen un pago, lamento que el tuyo sea tan
duro. El mundo se me vino encima. Y así
me tuvo durante cuatro larguísimos meses hasta que un día me dijo que no
trabajaría más y fue cuando llegué a estudiar en Jesús Obrero.
Hablo de
errores porque no he podido dejar de pensar en lo que escribió la semana pasada
en su columna de la Gaceta Oficial Roja, entiéndase Ultimas Noticias, el
“profesor” Eleazar Díaz Rangel: “Parece que hubo un error en el cálculo de
costos de la producción de huevos. Los productores no soportan el nuevo precio
y es bastante probable que ocurra una escasez nacional de un producto que por
unos días se vendió masivamente a precios regulados”. Le pregunto al también llamado
Lulo: ¿Error en el cálculo de costos? ¿O error en el tiempo de aplicarla? Hace pocos días me decía la ejecutiva de una
cadena de supermercados: “Si todo esto de obligarnos a vender el cartón de
huevos a ese precio en vez de hacerlo hace dos semanas, lo hacen esta nos echaban la gran
vaina, pero como son brutos…”
El país se nos
ha convertido en una sentina gracias a la inacabable cadena de errores que
nunca tienen consecuencias para nadie, sólo las tiene para la propia Venezuela.
Errores de cálculo de toda laya así lo refrendan. Llevamos largos años oyendo y
leyendo predicciones, análisis, proyecciones, augurios y pronósticos del fin inminente
de la pesadilla que elegimos vivir con candor de quien confía sus ahorros al
primer charlatán maromero que toca la puerta. En septiembre del 2011 un analista
de temas de seguridad, como es el “chingo” Rivero Muñoz escribió en su blog: “…ya
se menciona a Venezuela como el tercer país en la lista de los que muy pronto y
después de Grecia, entrará en cesación de pagos”, y han pasado cuatro años. Como
él hay una infinidad de ejemplos de cualquier cariz que se desee, sobran
muestras del triunfalismo con que nos hemos revestido en todo este tiempo, y no
hay manifestaciones de que se han aprendido las lecciones del caso. La
improvisación sigue campante por nuestros feudos, y es casi nula la capacidad
de decisión e imaginación para responder a los cada vez más cínicos y grotescos
ataques rojitos.
Ante el
asesinato de Luis Manuel Díaz en Altagracia de Orituco el pasado miércoles, la
capacidad de respuesta del almirantazgo opositor quedó nuevamente en evidencia.
Salvo las consabidas declaraciones de condena al hecho y achacarle a los
jenízaros rojos la autoría de la salvajada, no pasó nada más. ¿Era necesario
ser Maquiavelo para hacer algo tan simple como girar instrucciones a todos los comandos de campaña del país para
que se convocara una misa por el eterno descanso de Díaz el jueves en la tarde?
¿Es candidez pensar que ello se hubiera traducido en una manifestación nacional
concreta y palpable del repudio a esta peste que padecemos? ¿Van a caer en el
juego de los malandrines oficialistas de enfatizar el pasado del pobre hombre?
Hay que hacer ver que hubo una muerte a manos de sus sicarios, y eso es donde
hay que mantenerse enfocados, lo demás es caer en posturas de vestales fatuas
que no tienen la más peregrina idea de cómo hay que batir el cobre. Errores que
no parecen tener un final cercano es lo que nos rodea, y ante tanta torpeza,
por lo visto, ¿sólo nos queda someternos a la voluntad divina? Ese es un error
al cual le tengo pánico, porque sólo demostraría
que este infierno no ha sido suficiente para purgar nuestros pecados. A eso me
huele actitud desplegada para el próximo domingo, cuando se nos pide que
acudamos con fe ciega de hermanita de La Consolación a ejercer el sufragio, sin
decirnos qué hay después. A menos que
nos tengan reservada una respuesta a lo Eudomar Santos: Como vaya viniendo,
vamos viendo…
© Alfredo Cedeño
Buenos días. Gracias por tu artículo. Me has hecho recordar que algo parecido me pasó a mí cuando le dije a mi padre que no quería estudiar en vacaciones, cosa que entonces se podía hacer y ganar un curso, que era lo que él quería dada la precariedad económica. Mi experiencia de trabajo, trillar el trigo con las mulas de sol a sol en pleno agosto, duró menos. Lo de los huevos es otra cosa. No es un error, es un proyecto. Estuve en Cuba hace ya casi tres años la última vez. En La Habana se podían obtener diez huevos por persona al mes y en el interior seis según la cartilla de racionamiento. Eso después de más de cincuenta años de revolución. El proyecto es la estatización total de toda producción como reza la doctrina comunista. Por supuesto que hay primero que pasar por el caos hasta que todo se estabiliza con la aceptación de la escasez y el hambre no mortal como normal. Un abrazo.
ResponderBorrarAlejandro Moreno
Este de hoy me gustó particularmente...
ResponderBorrarJosé Vicente Carrasquero
Aquí no va a pasar nada ! Como tu lo dices Alfredo, las respuestas son complices y denotan la conchupancia grupal y amoral que lamentablemente existe en nuestro país.
ResponderBorrarAquí no va a pasar nada ! Como tu lo dices Alfredo, las respuestas son complices y denotan la conchupancia grupal y amoral que lamentablemente existe en nuestro país.
ResponderBorrarde manera que de errores estamos todos hechos hombres y mujeres de bien, la gran mayoria ,gracias a Dios. y en relación a los huevos, espero que este pueblo de venezolanos que no se si son cómodos o cobardes se terminen se calentar y salgan todos a votar, por que la cosa esta fuerte . El que siga repitiendo que vamos rumbo a Cuba , seria mejor que agarre sus bártulos y se vaya para la isla, espero que antes de llegar a esa parte ya haya pasado la etapa de idiotización en que estamos sumergidos
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