Mamá era una
mujer preciosa, la propia margariteña: Blanca, pelo suave –en realidad suavísimo–
y ondulado, de porte y plante que
encandiló a mi padre, quien la llamaba “mi portuguesa”. Ella estaba muy
orgullosa de su tierra natal, pero se cuidaba de pronunciar correctamente cada
palabra, y al oírla normalmente no se sentía el típico acento de sus paisanos.
Pero, toda regla tiene su excepción y ella era demostración palpable de ello.
Bastaba que, dicho con sus palabras, se le “calentara la sangre”, o se juntara
con su amada prima Felicia, mi madrina, para que el más rancio cantío margariteño
naciera en su boca.
Como bien han de
entender, no hay nada de esa tierra que me sea indiferente. En mi época de El
Diario de Caracas, fue de las primeras zonas del país donde me dediqué a
documentarla de manera extensa e intensa. Fue así como llegó a mis manos La Casilla de Leocadio, un libro escrito
por Monchito Borra, profesor Ramón Borra Gómez, quien fue gobernador de la isla
durante el gobierno democrático de Rómulo Betancourt. Ese texto, con una serie
de observaciones que se le podrían hacer a sus formas, es una de las obras más auténticamente
margariteñas –y que me perdonen los fans del profesor Subero, el maestro Prieto
y demás plumas de similar tenor– que he leído. Escrito con la pureza y libertad
del habla insular, narra una serie de peripecias que ocurrían alrededor de un
modesto local que había a la orilla de la playa de Juan Griego donde recalaban
los pescadores en la madrugada después de una noche de faena pesquera, o se
aprestaban a emprenderla.
Entre los tantos personajes que describe el autor está
el que fuera sacristán de la iglesia de esa población, el bachiller Arcay, a
quien todos llamaban Bieco. Este hombre
de la iglesia era famoso por su constante maridaje con el licor, así como por
su “conocimiento” de la entonces sacra lengua latina. Narra Monchito que en los
años cincuenta el clérigo del pueblo, el cura Montaner, obedeciendo a una
solicitud hecha por el presidente del Concejo Municipal, redactó una cita que
luego sería pintada en grandes letras góticas sobre el arco que estaba a las
puertas del cementerio: SIC TRANSIT GLORIA MUNDI. Por supuesto que todos los
pescadores empezaron a preguntarse sobre el significado de dicha frase, y de inmediato
acordaron que eso se solucionaría de manera expedita consultando con el flamante
sacristán, quien era habitual visitante del local ya dicho.
Tal como lo habían
previsto, la próxima madrugada el respetado Bieco estaba entre la clientela de
Leocadio y al ser interrogado se limitó a pedir un ron para aclarar su conocimiento.
Tal parece que se necesitaron varios pocillitos de peltre, que era donde
servían el aguardiente, para que el asistente
eclesial pudiera hacer la traducción del caso, y así fue como ya bien entrada la
mañana, se montó sobre una de las endebles mesas que allí había y proclamó: ¡Chacho,
eso está fácil, lo que quiere decir es, porque el que entra allá no sale, AQUÍ EN
ESTE SITIO SE JODIÓ TÓ ER MUNDO!
No puedo dejar de
pensar en la libérrima, pero atinada, traducción hecha por Bieco de la ya transcrita cita al ver las imágenes que
llegan de la “concentración” convocada este sábado en Caracas, así como otras
ciudades del país, por la dirigencia opositora para anunciar que mañana
anunciarán los anuncios que harán pasado mañana para la implementación de los
anuncios que pronto serán anunciados…
¿Algunos de quienes me leen, por casualidad,
recuerdan la densidad de asistencia del 18 de febrero del 2014 cuando Leopoldo decidió
entregarse a la “justicia”? ¿Y qué decir de la que convocó Leopoldo desde la
cárcel para el sábado 19 de septiembre del año pasado y de la cual Lilian fue
la cara visible?
Me es imposible ocultar mi pesimismo en estos momentos.
Quisiera poder sumarme al coro enfebrecido y casi delirante de quienes aseguran
con fe carbonaria que ahora sí cae la recua de asnos que el difunto dejó a
cargo, de quienes gritan a todo pulmón que ahora sí es verdad que se jodieron y
que tienen las horas contadas. ¿Con ese
poder de convocatoria? Sugiero que la próxima vez dejen el culillo y le pidan a
Leopoldo que haga el llamado. De resto, tal como declaró embuchado de ron en
Juan Griego el sacristán Bieco: ¡Aquí se jodió tó el mundo!
© Alfredo Cedeño
Creo que tu profecía se cumplió. Lo que pasa es que ese impersonal se jodió hay que sustituirlo por uno mucho más colectivo personal nos jodimos. Por el camino que vamos... Buenos días y un fuerte abrazo.
ResponderBorrarAlejandro Moreno
Cuando convoquen , avisen con tiempo y que haya claridad en el objeto de la protesta , cada rato sale alguien llamando a protestar por distintas razones, validas , pero no hay persuacion, convencimiento y los pieandantes tenemos que hacer colas para poder sobrevivir. Preparen una megamarcha, avisenla y motivenla para que la gente asista y se sienta util e importante , aportando con su presencia y tiempo algo para la solucion de los males y no para satisfacer el impulso voluntarioso y caprichoso de algunos que se les ocurrio hacer una concentracion para desaburrirse o animarse a si mismos.
ResponderBorrarEtanislao Vergara