Más de veinte años
atrás existió un micro institucional llamado Petróleo en gotas, que era patrocinado por la ya desaparecida empresa petrolera
venezolana MARAVEN. Como todo lo que gustan de hacer la nunca suficientemente
denostada plaga rojichavista, ellos han producido una versión libre y, por
supuesto, desmejorada de dicha serie divulgativa. El nombre del bodrio rojo
bien podría ser Libertad en gotas.
No voy a llover
sobre mojado con la ya muy mentada bajada de pantalones ante el gobierno
venezolano del sindicato dizque opositor, que bajo las siglas de MUD se arroga
la representación de la colectividad venezolana. Es pertinente dejar en claro
que en realidad esa cofradía de funámbulos pretenciosos son voceros de un cada
vez menor segmento de quienes nos oponemos a esta pesadilla aparentemente
inacabable en que se ha convertido el chavismo-madurismo. Esa porción que dice ser opositora, pero que
cada día se asemeja más a los llamados oficialistas, es atrabiliaria, enérgica
y desmelenada cuando se trata de atacar a quienes nos oponemos a la sucesión de
desbarres de sus “líderes”.
Para esa
corporación opositora no hay herejía mayor que exigir transparencia a un grupo
que por lo visto no sabe usar, y creo que ni idea tienen de su existencia, ese
pequeño aparato inventado por los chinos en el siglo IX y que conocemos como brújula,
porque su estado de extravío es permanente. Las respuestas de ese feroz grupo
de acólitos va desde aquellos que se desgañitan en las redes sociales acusándonos
de guerreros del teclado, o resistencia apátrida mayamera, o cualquier otra
lindeza de similar tenor; y también los hay aquellos con mayores pretensiones
intelectualosas que se lanzan con aires de mastines napolitanos a nuestras yugulares. En realidad son perritos falderos del ya
citado grupete de “dirigentes”.
Y es cuando
comienzas a formularte una y mil preguntas: ¿Dónde se nos perdió el camino de
manera tan evidente? ¿Cuándo fue que gente gritona, mal vestida y recién enzapatada
se convirtió en un “formador de opinión”? ¿En qué momento gente que presumes
formada, con visión académica, aparece al lado de semejante fauna dando gritos
destemplados y exigiendo con voz de eruditos inmarcesibles que aquellos que
tengan propuestas que salgan y las hagan? ¿Por qué abundan como la verdolaga
los resignados que claman a los cuatro vientos que con estos bueyes cansados
que tenemos es con los que hay que arar? Es cuando te dices a ti mismo: ¡Qué vaina
Alfredo, el país se nos jodió!
Pese a ese ataque
de pesimismo, debidamente justificado, por demás, mi fe dogmática en mi país se
impone. Porque cuando un chihuahua malhumorado con aires de doberman enfila
contra María Corina, terminas por sonreírte ante la beligerancia de ese
cachorro que ladra desde atrás de las faldas de su dueña que lo saca a pasear
de tarde a perturbar la tranquilidad del vecindario. Lo mismo ocurre al leer al
Juan Charrasqueado ilustrado que se abre la camisa y exige propuestas; por lo
visto él no sabe que hombres como Ramón Piñango, Werner Corrales o José Toro
Hardy –por solo citar los primeros que me vienen a la mente– llevan toda una
vida estructurando propuestas para que el país no sea más un campamento
dirigido por una comandita de robagallinas que ni vergüenzas tienen.
No puedo dejar de
pensar en quienes abogan por la también citada manada de bueyes desjarretados. ¿Por
qué aguantar esos castrados con el lamentable consuelo de que es lo que hay y
no aspirar a que tengamos dirigentes que sean capaces de negociar pero obtener
algo a cambio? ¿Por qué hay que aguantarse un lamentable Ocariz hablando de detenidos
que sin las agallas necesarias en la oportunidad no habló de presos políticos
mientras aparecía desternillándose de risa al lado de ese Mefistófeles criollo
llamado Jorge Rodríguez? ¿Quién y cuándo eligió a ese bojote mal amarrado llamado
Timoteo Zambrano a sentarse en la bendita mesa de negociaciones? ¿A santo de
qué hay que tolerar una supuesta infalibilidad vaticana que pretende
pastorearnos a su real saber y antojo?
Mientras tanto
los perros de presa tratan de producir eso que los españoles definen tan
castizamente como acojonamiento en quienes reclamamos claridad y transparencia.
Insisten en tratar de asustarnos para que no nos tachen de lo que se les de su realísima
gana, para buscar que cada vez nos autocensuremos más. Afortunadamente cada vez somos más, y más
fuertes, las voces de quienes emplazamos a esa mojiganga meliflua. Cómo será
que hasta un hombre tan parco como monseñor Ovidio Pérez Morales se pronunció
por twitter en la noche del lunes 14: “¿Dialogar en Caracas sin liberar al
Alcalde Metropolitano de Caracas, preso político? ¿Y sin liberar a todos los
presos políticos?” Y no sólo él, días después el muy ponderado Eddie Ramírez,
hombre que siempre ha defendido con fundadas reservas a la MUD, esta vez no
pudo aguantarse e indignado escribió: “Hay que decir con respeto que lo concedido al régimen fue un crimen,
una estupidez y un incumplimiento de lo que nos prometieron”.
Me imagino que el
gastado trapiche opositor en los próximos días arremeterá abiertamente contra
Leopoldo, tal como hicieron contra María Corina. Y es necesario destacar que
ante los ladridos de estafadora contra ella, la MUD no dijo ni pío, mucho menos
se excusaron ante semejante imbecilidad. Trapiche que el día menos pensado veremos
inmovilizarse cuando entre sus engranajes se incruste una colectividad que está
con la paciencia hecha trizas y harta de sus jugadas de titiriteros de medio
pelo.
© Alfredo Cedeño
Buenos días Alfredo. No te han faltado improperios. Estoy de acuerdo no sólo con Ovidio y otros más. Eddie Ramírez lo ha dicho muy bien. No sé si es por maldad o incapacidad pero el primer resultado del malhadado diálogo es verdaderamente criminal. La encrespada manifestación de rabia contra todo opositor por parte de la UD es verdaderamente una muestra de total intolerancia. Estamos entre la intolerancia de los unos a la crítica y la violencia de los otros. Un abrazo.
ResponderBorrarAlejandro Moreno