Dejaría de ser
yo si me abstuviera de escribir sobre la infinita ola de nauseas que recorre todo
el país. La decisión de la “juez” Susana Barreiros era absolutamente
previsible, la verdad es que no debiera haberse producido el encendido coro de
indignadas protestas contra su decisión, ni el diluvio de declaraciones
altisonantes alrededor de sus destrezas como jurista, tampoco la avalancha de denuncias
sobre un supuesto cargo diplomático a manera de premio por su sentencia del
pasado 10 de septiembre crucificando a Leopoldo López.
No ha debido
haber nada de eso. Lo que sí ocurrió, como bien era de esperarse, fue una
llovizna de declaraciones altisonantes de los mariscales de campo de la
oposición, dando curso a su natural incompetencia para dar cauce legitimo a la indignación
que nos sacude a todos. Junto a dicha previsión hemos visto su habitual sarta
de improvisaciones, que solo reflejan y conforman la falta del trazado real y
factible de una vía para salir del infierno que llevamos desde hace 16 años
encima. Cada vez son más parecidos a un pobre hombre que deambula por las
calles del centro de Caracas, quien arrastra una larga hilera de latas vacías
que colecta en los diferentes locales de comida de la zona, para luego
revenderlas y obtener una mísera ganancia.
Largos meses
llevan empeñados en tratar de sumergirnos en una ola de Optimismo Estéril, que
terminará como siempre llevándonos a una desolación cada vez mayor. Ya la
mayoría ha olvidado el desastre del referéndum revocatorio, que terminó atornillando
al difunto y destruyendo un segmento valioso de la dirigencia opositora, lo cual
permitió que una serie de sargentones de medio pelo llegaran al estado mayor de
esta dirigencia que ahora padecemos. No olvido aquellas peroratas infinitas que
a diario se daban en la llamada quinta La Unidad en Chacao. Nunca se asomó
siquiera la posibilidad de una derrota posible, y ahora están apareciendo
testimonios de actores de aquellos tiempos quienes revelan que en petit comité esa
probabilidad fue conocida, sin embargo al país no se le habló claro, ni se le
preparó para lo que luego vino. A manera
de cabeza de turco surgió la muletilla con la cual nos atiborran cada vez que
nos conducen al fracaso: ¡FRAUDE! Y con esa palabra mágica arreglan todo, nunca
hemos oído a ningún “dirigente” asumir alguna cuota o error. ¡Ni de vaina! Todos
ellos dejan a Clausewitz, Rommel y el mismísimo Alejandro Magno como unos
soberanos pendejos al lado del genio estratégico de ese combo.
Ya son varios
los meses que llevamos oyendo a distintos candidatos a la Asamblea Nacional que
repiten a manera de nuevo mantra que el 7 de diciembre, al controlar el poder
legislativo, van a regular las cadenas presidenciales, se decretará la libertad
de todos los presos políticos, se regularan los viajes presidenciales. Por los
vientos que soplan hasta se restituirá la virginidad de María Guevara, las
caraotas se venderán a locha y el queso lo darán de “ñapa”. ¿Cómo no va a
crecer la indignación entre los ciudadanos de a pie que vemos con asombro la incompetencia
manifiesta de un clan de pillastres de toda laya que se empecina en poner la
torta? La única respuesta que recibimos cuando señalamos los riesgos que hay,
cuando exigimos, por el supuesto derecho que nos asiste como miembros de este babélico
rompecabezas que somos, es la descalificación, o el silencio. Ninguno dice qué van a hacer con un poder
judicial torvo, sesgado e integrado al poder ejecutivo, que será un imponente
obstáculo, al que veremos repartiendo inhabilitaciones a su real saber y
entender, y veremos los lloriqueos de siempre sobre “los atropellos
inconcebibles del régimen que amenaza el funcionamiento de las instituciones”.
Perdonen, pero: ¡No me jodan! ¿Hasta cuándo
el mismo discurso manido y lloricoso? Cierro este párrafo citando a Ramón Piñango,
quien en tuit reciente afirmó: Endulzar la realidad para crear esperanza
constituye una receta perfecta para un desastre.
Esa dirigencia
maneta y corcovada que dejó solo a Leopoldo López ahora pretende, con su habitual
estilo carroñero, apropiarse del caudal de sufragios que puede llegar a
representar su figura. Deleznable es lo menos que puedo decir de ese coro
desafinado que se llama primero justicia y donde la batuta la lleva Manolito el
de Mafalda –léase julio borges–, quien no ha vacilado en sacarle la escalera al
exalcalde en diferentes oportunidades. Al
revisar mi archivo al voleo encuentro las declaraciones que este señor le diera
a Elvia Gómez acerca de “ver en qué terminaba "La Salida".
Lamentablemente eso cayó en el museo de cosas que han fracasado.” Por eso es
que indigna leer el comunicado de prensa que dicha agrupación envió ayer. En la
mentada nota sus candidatos a la Asamblea Nacional saltan raudos a manifestar
su apoyo a Leopoldo sin ningún pudor y dejando ver la costura de buscar capitalizar
los votos que ello podría redituarles. Un poco de vergüenza siquiera no les vendría
mal.
Y han sido
partidos y hasta la misma organización matriz de ellos, como en tal se ha
querido erigir la malhadada Mesa de la Unidad Democrática, quienes le han dado
la espalda. No olvidemos que un alto representante de ella, en julio del año pasado, al ser abordado sobre el
encarcelamiento de Leopoldo y las previsiones de dicha organización para que
fuera liberado, respondió de lo más campante que ellos no tenían ningún plan
para lograr su liberación, dado que "el único que inventó el plan para
estar en la cárcel fue él mismo". ¿Se puede ser más imbécil y miope? Guste
o no, lo que tenemos es una dirigencia estuporosa sin capacidad de reacción, y
es Leopoldo desde la cárcel quien se
perfila como el dirigente necesario al seguir marcando pautas. ¿Qué van a decir ahora ante la convocatoria
que él hizo ayer para el próximo 19 de septiembre? ¿Repetirán la bufonada de
mayo? ¿O es que no recuerdan muchos ahora que cuando Lilian hizo pública su
convocatoria a marchar el 30 de mayo la célebre MUDa emitió su comunicado titulado "El Cambio es
urgente, el camino es electoral, la Unidad es obligatoria" donde anunciaban
con bombos y platillos que no apoyarían el llamado a marcha el 30 de mayo?
Disfrutamos de
una representación de dirigentes que gozan de cualidades similares al agua potable:
inodora, incolora e insípida. No puedo dejar de pensar en mi abuela paterna, la
vieja Elvira Cedeño, quien los hubiera despachado breve y certera como solía
ser en sus juicios: son como la mierda de paloma, ni huelen ni hieden. No tienen
siquiera el tino que Aureliano Babilonia, personaje con el que García Márquez
cierra su obra maestra, cuando comprende que "las estirpes condenadas a
cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra".
© Alfredo Cedeño
Buenos días. Muy antioptimista tu artículo, como debe ser y muy bien dicho y escrito. En estas tremendas circunstancias no aparece ningún líder outsider, fuera de los conocidos, que impulse la debida respuesta. Los contactos que uno tiene con los políticos actuales no dan para ningún optimismo. Anodinos, pacatos, sin ningún impulso serio de arriesgarse. Esperemos que en algún momento salte la liebre. Un abrazo.
ResponderBorrarAlejandro Moreno
Mi desconfianza es total con todos los políticos, pero creo no es bueno masificar las críticas a los de la oposición cualquiera que sean sus defectos. Es mejor trazar un camino correcto o dejarlos por ahora, lo contrario solo sirve para favorecer al infierno que gobierna.
ResponderBorrarSaludos
Jaime Ballestas
Esperanza inútil, flor de desconsuelo...
Ylleny Rodríguez
Ya estamos hechos esqueletos y siguen de pie. Los Colectivos armados dieron muestras el día de condena a Leopoldo, hay que recordar que el insepulto los armó bien y los dotó de armas, no de piedras y botellas que es lo que tenemos.
ResponderBorrarMaríu Ríos