A
un costado de El Tigre, en plena Mesa de Guanipa, sur del estado Anzoátegui,
está San Tomé, que originalmente fue un campo residencial petrolero construido en
1937 por la Mene Grande Oil Company para sus trabajadores. San Tomé fue
concebido con dos áreas que fueron: Campo Norte, para ser ocupado por los
empleados de la llamada nómina quincenal, y Campo Sur destinado a los miembros
de la nómina semanal. Cuando sobreviene
la nacionalización de la industria petrolera estas instalaciones pasaron a
manos de PDVSA, y continuó la consolidación de la que ya era una ciudad con uno
de los hospitales mejor equipados de la zona. Y ahí en San Tomé, antiguo
peladero de chivos devenido en pujante comunidad, no solo se produjo el fenómeno
casi milagroso de hacer brotar allí esa población, sino también ha habido manifestaciones
de miseria humana de las que poco puede uno concebir.
Luego
del llamado paro cívico nacional, convocado inicialmente por la CTV y
FEDECAMARAS, y que de un tiempo para acá han dado en llamar paro petrolero, en
todas las zonas donde había presencia de instalaciones de la petrolera
nacional, las acciones en contra de sus trabajadores fueron absolutamente
insólitas. A esta altura quiero explicarles que desde hace dos meses estoy
trabajando en un libro sobre el desguazamiento llevado a cabo por Hugo Chávez y
Alí Rodríguez Araque del invaluable capital humano de nuestra empresa
petrolera. En dicho proyecto he estado siendo llevado de la mano de dos hombres
ejemplares, que gracias a esta labor han devenido en amigos que se han ganado
mi respeto y admiración en la medida en que oigo sus testimonios: Eddie Ramírez
y Horacio Medina.
Cuando
empecé esta nota hablando de San Tomé es porque Eddie me narraba como allí en
el año 2003 el oficial Gustavo Petit, en aquel momento con el rango de capitán, del destacamento 74 de la Guardia Nacional en esa población, le decía
a los hijos de hombres y mujeres despedidos a cajas destempladas de PDVSA: Gusanitos
escuálidos. Es revulsiva tanta indigencia espiritual. ¿Cómo podía un oficial de
nuestras fuerzas armadas dirigirse en esos términos a un grupo de niños? ¿Dónde
estaba por aquellos días el entonces diputado anzoatiguense y ahora devenido en
Defensor del Puesto Tareck William Saab, que hoy arma tanta alharaca por su
retención en México, ante semejantes atropellos a sus paisanitos? ¿En nombre de
qué basura ideológica se pudo llegar a tan baja manifestación?
Pero
no fue esa la única expresión de la miseria roja. En todo el país hubo un total
de 16.371 niños, hijos de empleados petroleros despedidos, que fueron echados de las
escuelas donde cursaban sus estudios regulares. Es un largo rosario de hechos que
estos dos hombres me han ido narrando, un auténtico río de testimonios está
llegando a mis manos de sus compañeros que están regados por todo el mundo. Un
exilio impuesto mediante un cerco implacable en lo laboral les hizo tener que
irse, y se fueron a hacer que las arenas bituminosas canadienses produjeran
petróleo, o a que Colombia consolidara su presencia en esa área de negocios,
otros andan por el Medio Oriente en las mismas, igual que en México, Estados
Unidos, y paremos de contar. Hay quienes se han dedicado a faenas de otra índole
y han obtenido reconocimientos en infinidad de otras esferas de negocios a las que
se han dedicado.
Sin
embargo, hay otro grupo, más de la mitad de esos 23 mil hombres y mujeres
injustificadamente echados de la petrolera nacional, que permanecen en el país
y para quienes la vida se les ha convertido en un infierno. Hoy me llegó uno de
los tantos casos de uno de ellos, y cuyo nombre revelaré cuando reciba su
autorización para utilizarlo, quien era gerente de una división en Anaco; este
hombre un profesional de sobrados méritos fue contratado por un diario local
como redactor de deportes y narra: “Mi primer trabajo fue cubrir un torneo de
bolas criollas. Me sentí muy mal, pero decidí "hacerlo bien", seis meses después no solo la asociación de bolas criollas me había
dado un reconocimiento, también fui nombrado jefe de redacción de ese diario...
Abandoné el diario luego de poco más de un par de años antes de ser cesanteado,
ya que fue adquirido por Maglio Ordoñez.” De ahí él pasó al diario Antorcha,
donde hizo un trabajo excelente por tres meses, al cabo de los cuales uno de
los actuales propietarios le dijo: “Te apreciamos en verdad, haz hecho un magnífico
trabajo, pero PDVSA me dijo que si sigues acá no nos darán más publicidad...y
tú entiendes”. Después de esto este
hombre hizo otras labores hasta que comenzó a trabajar en una línea de taxistas
ejecutivos en Anaco. “Estuve en eso unos 6 meses, pero fue necesario
abandonarlo ya que PDVSA cesanteó a la línea al percatarse de que habíamos
varios taxistas ex trabajadores”. Esto
lo hizo irse de Anaco para Maracay donde junto a su esposa montaron una pequeña
academia de cocina: “Nos iba regular
hasta que fuimos atracados. Nos robaron todo, incluyendo computadora y carro, y
la quiebra no tardó en suceder… hace un par de años fui contratado por un grupo
empresarial de Aragua y les administro un estacionamiento y otros bienes que
tienen en un centro comercial. Gano poco más que el mínimo y ya gozo de pensión
del IVSS. Mi hija recién se graduó de politóloga en la UCV, anda en busca de
trabajo. Mi hijo está bastante recuperado de un penoso mal y mi esposa vende
algo de pastelería”. Y cierra este ciudadano ejemplar su nota escribiendo: “Y sobre
todo, y a pesar de todo, no he dado Ni un
paso atrás”.
Una
historia es tan conmovedora como la otra, y todos, mujeres y hombres no
abandonan los valores de la cultura empresarial adquirida en su todavía adorada
PDVSA. El propio Horacio quien tuvo que ver desde la clandestinidad como su
casa y la de sus hijos eran allanadas, y pasar prácticamente solo 24 y 31 de
diciembre, salir del país, padecer un cáncer y un infarto, trabajar de taxista,
repartiendo pizzas, manejando un
montacargas, y pese a todas las vicisitudes dice: “Ya tengo diez años y
medio, pronto serán once, fuera del país físicamente pero nunca he dejado de
vivir en Venezuela”.
Es
el mismo Horacio de siempre, agudo en sus apreciaciones, perspicaz en su análisis,
asegura que asumió las responsabilidades que sus compañeros le asignaron en su momento,
las cuales dice que volvería a asumir. Por ello anda en estos días recabando
los fondos para que este proyecto cristalice, mientras no cesa de repetir que “es
mucho más fácil cambiar la historia y olvidarse de que era un paro cívico
alentado por los partidos políticos, por empresarios, por el sector sindical, y
por ciudadanos. Y después lo convirtieron en un paro petrolero, porque la
verdad es que no fue un segundo paro petrolero, fue un paro cívico que
degeneró, derivó en un paro petrolero porque los demás se apartaron del camino”.
Ambos
no quitan los ojos del país y hacen observaciones a tomar en cuenta. Eddie
asegura: “En las partes electorales siempre había problemas con los partidos
políticos a la hora de los testigos, nosotros trabajábamos bastante en la
formación de ellos, y muchas veces los
partidos decían: Ya tenemos todos los testigos, no hacen falta. Y resulta que a
la hora de la verdad los testigos no aparecían”.
No obstante, no condenan a las organizaciones políticas. Horacio afirma: “Yo soy un
hombre pro-partido, jamás voy a hablar mal de ellos, ni soy un hombre de la
antipolítica, ella nos trajo a esto. Todos los que promovieron el asunto de que
los políticos son corruptos, los
partidos no sirven, hicieron mucho daño. Los partidos sí sirven, los
políticos todos no son corruptos, lo que hay es que eliminar a los políticos
corruptos y poner a los partidos al servicio de la democracia, eso es otra
cosa, pero esa es una labor que nos corresponde a todos los ciudadanos. Yo si
hago unas serias críticas a muchos de los liderazgos políticos de hoy, como
dijera Luis Beltrán Prieto Figueroa en alguna oportunidad, que nacen viejos
porque luchan por las ideas medievales. Porque no han evolucionado, porque no
están en el siglo XXI, porque siguen pensando en el rentismo, y por eso la
visión de futuro no es una visión clara, no son capaces de ofrecerle al país
una visión distinta, de progreso, de bienestar, sino la misma situación:
Quítate tú pá ponerme yo que vamos a seguir viviendo del rentismo. Y están
tremendamente equivocados, porque el tren ya pasó y lo que tenemos que ver es
cómo nos enganchamos para que nos arrastre, porque no estamos montados en el
tren del progreso”.
© Alfredo Cedeño
Desde Turín, desde la basílica de María Auxiliadora y las habitaciones de Don Bosco te mando mi saludo y mis oraciones por la Venezuela que todos amamos.Excelente tu artículo sobre esos hombres que a veces olvidamos y que son verdaderos héroes. Un abrazo.
ResponderBorrarAlejandro Moreno
Yo soy un de los cientos que nos quedamos en el pais, he pasado por mucho, desde perder empleo por ser expdvsa hasta un infarto en 2010 y al no tener conseguir trabajo me puse a taxiar hasta el 30 de junio de 2012 que me secuestraron y me robaron el carro con el cual taxiaba,ahora estoy enfermo con varias lesiones en la columna vertebral que me produce una lumbalgia crónica y mucho dolor... testimonios muchos, unos más dramáticos que otros pero con la frente en alto, hace unos años un amigo me dijo, "hicimos historia y le dimos la vuelta al mundo, hoy solo somos historia y el mundo nos dio la vuelta"
ResponderBorrarExcelentes testimonios, Alfredo. Hay que leerte siempre, además de admirarte y quererte. Que bueno que a pesar de lo malo, la esperanza está intacta.
ResponderBorrarYlleny Rodríguez