El martes 22 de
octubre de 2002 un grupo de 14 militares llegó a la Plaza Francia de Altamira
donde se declararon en desobediencia, al manifestar su rechazo al régimen del
entonces presidente Chávez. Esos espacios se convirtieron desde ese mismo día
en La Meca de los opositores al gobierno de aquel tiempo, antecesor directo de este
que ahora padece Venezuela.
En aquellos días, uno de los líderes del alboroto
militar fue el general de división Enrique Medina Gómez, quien declaró “territorio
liberado” esa plaza. Otro participante, el vicealmirante Héctor Ramírez,
afirmó: “No somos golpistas, nosotros somos demócratas”. Por su parte el
general de brigada Néstor González aseguraba que se quedarían “indefinidamente”,
pero él condicionaba dicha permanencia: “Si el pueblo venezolano se acerca
aquí, nos acompaña, nosotros estaremos aquí”. Y la plaza se convirtió en
fervoroso centro de peregrinación para los más encendidos adversarios del
comandante presidente.
Desde esos espacios se hicieron numerosos planteamientos,
y llovieron propuestas de todo orden y concierto. Una de ellas fue colectar las
firmas necesarias para realizar un referendo revocatorio del mandato
presidencial. Y todo el mundo comenzó a firmar. La romería se intensificó y aquel
que no acudiera a estampar su rúbrica era un aliado del gobierno, un agente del
enemigo, un inconsciente sin la más mínima noción de lo que significaba la
solidaridad; en fin algo así como un pupú de perro responsable de los males y
desgracias que padecíamos en el país. El encabezado de aquellas firmas se rumoraba insistentemente había sido
redactado por las lumbreras jurídicas de Primero Justicia.
El lunes 4 de noviembre, en medio de rudos choques
con los serafines rojitos en pleno centro de Caracas, una marcha que partió
desde la ya citada plaza y encabezada por Leopoldo López y Henrique Capriles
entregaron con bombos y platillos 2 millones 200 mil firmas, y en todo momento
recalcaron que habían superado de manera amplia y evidente el monto de las requeridas
por la ley que eran 1 millón 200 mil.
In illo
tempore el máximo organismo comicial venezolano era presidido por Roberto
Ruiz, a quien acompañaban en su conducción CNE Alfredo Avella, Vicente González,
Rómulo Rangel y José Manuel Zerpa. Lo cierto fue que a los pocos días, antes de
que se comenzara el proceso de revisión cualitativa, Súmate declaró que había
rúbricas inválidas. Según publicó El Universal, 483.184 firmas daban error, de ellas
288.122 correspondían a personas no inscritas en el Registro Electoral, 104.011
no coincidían con el padrón de votantes y el remanente, 91.041, eran repetidas.
En medio de la natural barahúnda que se produjo,
ante el reconocimiento de semejantes inconsistencias, el CNE anunció que el proceso
para legitimar o rechazar la gestión del intergaláctico se llevaría a cabo el domingo
2 de febrero del 2003. Recuerdo el zipizape legal, pero sobre todo mediático,
que se produjo en aquellos días, hasta que el honorable y nunca suficientemente
mal ponderado Tribunal Supremo de Justicia prendió sus velas, se entrometió en
dicho asunto y resolvió que el Referendo Consultivo era improcedente y ordenó
al CNE "abstenerse de iniciar la organización de procesos electorales,
referendarios, u otros mecanismos de participación ciudadana en los asuntos
públicos, así como suspender los ya iniciados de ser el caso".
Fueron días en los que una verdadera montaña rusa,
que parecía guiada por un pelotón de cosacos borrachos, se adueñó de la escena política
y social venezolana. Se decretó un paro general ilimitado, se desarticuló la
fuerza laboral calificada de PDVSA en todos los niveles, nacieron las misiones.
El subestimado pero muy eficaz aparato rojo afinó todas sus triquiñuelas y puso
en uso con implacable eficacia las mañas del caso para no soltar el poder. Mientras
eso ocurría la dirigencia opositora con jactanciosa incapacidad, a veces
tildada de cómplice o de interesada por algunos, fue dejando pasar una serie de
eventos que luego demostraron ser parte de un elaborado y sofisticado tinglado.
Fue cuando oímos con asombro a un hombre como Alberto Quirós Corradi decir que
el proceso electoral para la realización del Referendo Revocatorio estaba
blindado… Por supuesto que ante tales palabras en boca de quien lo dijo desató
un verdadero carnaval de euforia triunfalista que desembocó en una gran sentada
de culo en la madrugada del lunes 16 de agosto de 2004, cuando el honorable
Francisco Carrasquero, con su característica voz de parrandero en ayunas,
anunció el triunfo del finado comandante intergaláctico.
La desesperanza y desilusión fue tan vasta que
cuando dos meses más tarde, en octubre de ese mismo año, se celebraron las
elecciones de gobernadores, apenas Morel Rodríguez y Manuel Rosales sobrevivieron
al desastre. Fue así como vimos que por
3,75% de los votos Diosdado Cabello le quitó la gobernación de Miranda a Enrique
Mendoza, para recordar uno de los tantos saldos lamentables de esa fecha.
El descalabro se acentuó el año siguiente y así
llegamos al 7 de agosto de 2005 cuando se celebraron las elecciones Municipales
y de Juntas Parroquiales; así como a las parlamentarias del 4 de diciembre de
2005 donde fueron electos 167 diputados a la Asamblea Nacional. En estas últimas
votaciones la brillantez opositora encegueció a todos cuando declararon un boicot
a ese proceso; tanta fue la ceguera que el MVR obtuvo 114 diputados, el
partiducho del ahora prócer Ismael García, entiéndase PODEMOS, logró tener una
bancada de 15 parlamentarios y los insepultos Partido Comunista de Venezuela y
Movimiento Electoral del Pueblo se adjudicaron 8 y 11 legisladores
respectivamente.
No faltó en aquel entonces quien criticara acerbamente
a la oposición por abandonar a sus dirigentes en su “incansable” e “infatigable”
lucha contra el monstruo castrochavista que amenazaba la integridad de nuestro
adorado sistema democrático. ¡Ni de vaina hubo quien asumiera su cuota de
responsabilidad ante el desastre!
Fueron largos años de luchas espontáneas de una
ciudadanía huérfana, que fue ganando espacios y soportó estoicamente las
arremetidas cargadas de sadismo del régimen rojito y todas las
instituciones. Así vimos en el 2007 a los
estudiantes lanzarse a la calle a
protestar contra el cierre de RCTV, y ello permitió sensibilizar al país entero
de tal manera que en el referéndum
constitucional celebrado en diciembre de ese año para respaldar la propuesta
del señor aquel ya fallecido, para modificar 69 artículos de la Constitución de
1999, quedó en veremos.
Hago este muy abreviado resumen de lo que han sido
estos tiempos de derrotas y traspiés, de escasos logros y muchas alharacas,
de abundantes peleas perdidas y mínimas escaramuzas triunfales, de generosas
muestras de egolatría y cortas
manifestaciones de solidaridad. El llamado “pescueceo” ha sido un trapiche
inclemente que ha ido dejando enterrados a muchos a lo largo de este durísimo sendero.
Así se ha llegado al país de estos días donde vemos un jolgorio de saturnal
ensalzar la realización del revocatorio contra el Bigote Bailarín, léase el señor
Maduro. Nuevamente veo poner todos los huevos en una sola canasta. La pregunta que no puedo dejar de
hacerme es: ¿Quién será el zoquete de turno que, tal como Quirós en el 2004,
saldrá entre pitos y chirimías a informar que las elecciones están blindadas?
© Alfredo Cedeño
ResponderBorrarBuenos días. No hay manera de blindar nada. Creo que el régimen sabrá lo que tiene que hacer para perpetuarse y lo hará. No sé si los políticos seguirán ilusionándose y engañando al pueblo con esperanzas nada seguras. La vía indudablemente es la calle hasta que el régimen caiga empujado por la movilización, como ha sucedido en regímenes de este tipo a los que no han tumbado nunca los políticos. Me parece que considerar lo del 2005 como un error y un fracaso, cosa que hacen todos lo cual es ya sospechoso, es el verdadro error. Fue el único triunfo contundente de la oposición que a regañadientes aceptó ñas presiones de la opinión pública. Por eso mismo, por haberlo aceptado a regñadientes no se aprovechó el tremendo triunfo y ese fue el error.
Alejandro Moreno
Buenos dias Alfredo. Como siempre un resumen muy claro de lo q ha acontecido en los últimos años. Con todas tus dudas razonables, falto mencionar el 6D como un punto de esperanza en el horizonte
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