Los comunistas, o camaradas como les gusta ser llamados, pueden ser risibles en sus análisis ortodoxos. Recuerdo a un amigo de tal condición, quien, un día de larga conversación, a las que son tan afectos ellos, con gesto profundo y voz intensa, durante casi una hora, se dedicó a discurrir sobre los nexos innegables entre Venezuela y la URSS, y para cerrar su brillante disertación anunció con tono enfebrecido: ¿Acaso no ves que nuestro muy soberano cuatro criollo, padre y madre del joropo y nuestros más heroicos ancestros, es heredero de la Balalaika? Eran días en los que yo consumía bebidas alcohólicas, y al recibir eso en medio de un buche de cerveza, no pude controlarme y lo bañé con el trago no consumido. Casi termina la velada a trompadas, porque no solo lo bañé de lúpulo y cebada, sino que comencé a decirle: ¡Carajo, camarada, no entiendo cómo es que no me había percatado de que hasta el joropo viene de la polca, y la arepa del pelmeni!
Pero es que
ellos, y todos sus afines, son amigos y adictos a la manipulación. Recuerdo a
otro viejo amigo, vinculado a la llamada extrema izquierda, quien un día de
vista en la casa de una humilde familia en La Vega a la hora de almuerzo, ellos
diligentemente nos sirvieron un plato de pasta y un vaso de Coca-Cola, que sabrá
Dios cómo habían hecho para comprarla. Y aquel personaje, irguió su humanidad y
con gestos pontificales soltó: ¿Sabían que el Ché llamaba jugo de cucarachas a
esta expresión por excelencia del imperialismo? Los anfitriones, una familia
obrera bastante comprometida con “la causa”, puso gesto compungido y asumieron
la actitud de unas chiripas. Me tocó intervenir y decirle: Deja las majaderías
que eso lo dijo después que le dieron a probar la primera botella de las
producidas por los obreros revolucionarios que habían expropiado la planta de
la bebida en Cuba. Por supuesto, carraspeos y torceduras de ojos y cambio
súbito de la conversación. Por ello digo
que son expertos manipuladores o ignorantes atrevidos, no sé cuál es más
peligroso o nocivo entre ambos.
Y por aquello
de que los extremos se tocan, no es de extrañar que hasta nuestros días –en
bocas tanto de rancios sobrevivientes del gomecismo, luego devenidos en
lopezcontreristas, finalmente encarnados en medinistas; como en boca de los más
conspicuos revolucionarios– haya sobrevivido aquello de que el golpe de Estado
del 18 de octubre de 1945 había sido una aventura cuartelera, ¡contra el
gobierno más democrático que había existido en Venezuela! ¿Era democrático un
país donde no existían elecciones directas, universales y secretas; y a las
cuales el honorable general Medina se negaba a respaldar? ¿Acaso es mentira que
Medina trató hasta último minuto imponer un sucesor que iba a nombrar
presidente un Congreso absolutamente digital, ya que todos habían sido
nombrados a dedo?
Las cifras de
los diferentes organismos de la época muestran el descalabro de las finanzas
públicas. No son escasos los estudios, algunos no tan profundos como debieron
haber sido, que mostraron el surgimiento de nuevas fortunas a la sombra del
Estado, así como el reacomodo de las ya existentes para mantenerse en “la
pomada”. Lo mismo ocurrió con la
dictadura de Pérez Jiménez, y se cometieron abusos de todo orden y concierto.
Ahora se habla del teleférico y el hotel perezjimenistas como obras maestras de
la ingeniería y arquitectura nacional; nada se dice de lo que significó en
términos ambientales tales estructuras. Se habla muchísimo del inmenso logro de
la dictadura en términos hospitalarios y el gran botón de muestra fue el Hospital
Clínico Universitario. Lo que ni de vaina dicen es que luego de terminado
pasaron dos años hasta poderlo poner en funcionamiento ¡porque no había
personal para hacerlo funcionar!
Que ahora,
gracias a las bendecidas y satanizadas redes sociales, sepamos del desastre
ecológico en La Gran Sabana no es de extrañar. Del mismo modo como Pérez
Jiménez tenía en La Orchila, así como en Playa Caribe en Chuspa, sus santuarios
salaces no debe extrañarnos que Maduro, Cabello y “Rafa” terminen montando un
puticlub en la cima del Roraima. Ellos aspiran a la inmortalidad que les
terminará otorgando nuestra memoria tísica.
© Alfredo Cedeño
El ciclo vital de la Izquierda siempre será:
ResponderBorrarConsignas - Promesas - Fracasos - Excusas
Ni una sola gestión exitosa para mostrar!!