En 1905 la
Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, de Madrid publicó
uno de los libros más preciosos de Rubén Darío: Cantos de vida y esperanza. Casi a la mitad de ese libro hay uno de
sus poemas que debe ser de los más citados del poeta nicaragüense, me refiero a
Canción de Otoño en Primavera, al
cual pertenecen los muy manidos versos
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no
lloro...
y a veces lloro sin querer...
La mortificación
por su pérdida es un tema recurrente a lo largo de la historia humana. Antes de Darío ya Herodoto de Halicarnaso unos
cuantos siglos previos a Cristo en el tercer libro de su Historias habló de una fuente que existía en Etiopía y se menciona en
una entrevista entre el rey de Etiopía y los embajadores del rey persa Cambises.
Las historias tejidas alrededor de dicha
fuente son infinitas, van desde el descubrimiento de lo que hoy es Florida, al
sur de Estados Unidos, por parte de Juan Ponce de León quien buscando la
dichosa fuente llegó a tales territorios; y siguen por la tan celebrada canción
Caballo Viejo de Simón Díaz, sin
olvidar los avances de la llamada medicina antienvejecimiento, así como el uso
de los muy alabados mosqueteros sexuales masculinos tadalafil, sildenafil, y
vardenafil, más conocidos como Cialis,
Viagra, y Levitra, que han hecho renacer con vigor y turgencia una ola de galanes
otoñales quienes a menudo no saben entender su decadencia. Ni hablar del uso,
gozo y disfrute de las prótesis mamarias y estiramientos dérmicos entre las
damas.
Sin embargo, es
cierto que la sabiduría que otorgan los años ha sido fundamental para algunos,
como en el caso de Colón que a los 46 descubrió América. Otro ejemplo donde la senectud
no ha sido obstáculo es el caso de Leonardo Da Vinci que a los 51 años comenzó
a pintar La Gioconda; también puedo mencionar a Miguel Ángel quien vivió 89
años pero que a los 37 años había pintado la Capilla Sixtina. Otro de larga
vida fue Goethe quien aguantó 82 años, pero que en 1773 (¡tenía 24 años!) ya había
escrito Fausto, obra que siguió
retocando hasta 1790. También fueron sexagenarios Miguel de Cervantes, 69 años,
y Aristóteles, que alcanzó los 62. Dante Alighieri apenas vivió 56 años, pero a
los 39 comenzó la Divina Comedia y
dejo para último ejemplo en esta oportunidad a Shakespeare que solo cumplió 52
años.
Es necesario decir
que como ellos hubo muchos otros, pero por lo general fueron jóvenes quienes
legaron gestas a la humanidad. Alejandro Magno tenía 20 cuando tomó las riendas
del poder en Macedonia y al morir a los 32 años de edad había unificado el
mundo conocido, en sólo 12 años sentó
las bases para lo que es la humanidad hoy.
Martín Luther King tenía 26 cuando Rosa Parks fue arrestada por violar
las leyes segregacionistas de Montgomery, Alabama, Estados Unidos, y ese desconocido
pastor fue la cabeza de un poderoso movimiento civil que cambió el escenario
sociopolítico estadounidense.
Si nos venimos a
nuestro patio encontramos que a los 45 años Rómulo Gallegos publicó Doña Bárbara, a los 38 años Antonio Estévez
estrenó La Cantata Criolla, a los 25
Arturo Uslar Pietri se ganó su espacio con Lanzas
Coloradas, y Leoncio Martínez (Leo) a los 20 era un consagrado
caricaturista que a los 35 fundó Fantoches,
honroso bastión de lucha aguda contra Gómez. Y ya que entro al mentidero político criollo
es necesario mencionar a tres andinos excepcionales. Leonardo Ruiz Pineda, de
Rubio, estado Táchira, quien sólo tenía 36 años cuando era secretario general
de Acción Democrática y la Seguridad Nacional lo asesinó en San Agustín del Sur.
Alberto Carnevali, otro
gocho, de Mérida por más señas, fue otra leyenda del partido blanco. Cuando tumban a Gallegos era su secretario general
y se puso al frente de la clandestinidad. Tanta vaina echó que puso de cabeza
al gobierno, lo buscaron bajo cielo y tierra hasta que el 8 de mayo del 51 lo
ponen preso y dos meses más tarde cuando lo trasladan para un chequeo en el Puesto
de Socorro que estaba en la esquina de Salas, pleno centro de Caracas, se les
escapa. Esa fuga lo convirtió en un héroe y le subió al millón por ciento la
moral a todo el mundo y significó un carajazo bien fuerte a la dictadura. Sus logros organizativos contra las elecciones
del 52 fueron memorables. En enero del 53 lo atrapan y lo mandan a la
penitenciaría de San Juan de Los Morros. Allá se agrava de tal modo que lo
tienen que operar del estómago el 6 de abril y el 20 de mayo murió. Tenía 38
años.
Otro que tampoco alcanzaría los cuarentas fue Antonio
Pinto Salinas, también cayó a los 38 años. Había sido diputado por Mérida
cuando la Constituyente del 46 y bien vale la pena contar de él que era
bisnieto de Manuel Rojas, el venezolano que estuvo al frente del Grito de
Lares, en septiembre de 1868, por la libertad de Puerto Rico. Cuando tumban a Gallegos, Pinto Salinas pasa
a la resistencia y su casa se la llegaron a allanar hasta tres veces en una
noche. Tan al tanto estaba Pinto Salinas de lo que le
esperaba que cuando muere Carnevali le dice a quienes en ese momento eran sus
compañeros de escondite, Simón Alberto Consalvi y Rigoberto Henríquez Vera, que
él era el próximo en caer. Se organizó
su escape hacia Trinidad por Güiria, pero dando un rodeo por los llanos. Salieron la noche del martes 9 de junio del
53. No bien salieron un tal Mascareño, que llevaba dos años infiltrado, revela
a la Seguridad Nacional la ruta, placa del carro, nombre de los acompañantes… Cuando llegan el miércoles 10, al mediodía, a
Pariaguán, los paran en una alcabala y los llevan a la sede de La Seguridad
Nacional en El Tigre. Allá llega una comisión que mandaron desde Caracas y
apenas entran salen de vuelta, por la misma vía del llano. Salen en dos camionetas, Pinto Salinas iba en
la de adelante, y cuando llegaron a Valle de La Pascua se pararon dizque a
descansar hasta que les llegó la noche.
A eso de las diez siguieron camino.
Hasta que ya siendo jueves, 11 de junio del 53, para ser exactos,
llegando al sitio que llaman Cueva del Tigre, Braulio Barreto, célebre esbirro
de esos días, manda a parar el carro, se voltea y le dice que le había llegado
su hora y lo manda a bajar. Antonio iba vestido de camisa caqui y pantalón de
casimir a rayas, gris.
Los sarcasmos, o
sabrá Dios qué carajo son, de la vida es que cuando murió Carnevali, la propia SN había hecho una fosa para
enterrarlo, pero como la familia logró llevárselo a enterrar en Mérida, veinte
días más tarde, cuando matan a Pinto Salinas donde lo entierran es ahí. Y para completar con los signos de la vida,
que será el diablo quien los entiende, Leonardo y Carnevali habían nacido los
dos un 28 de septiembre, Ruiz Pineda en Rubio, Táchira, en 1916 y Alberto en
Mucurubá, Mérida, en el 1914.
Voy leyendo mis notas para
escribir estas líneas y no puedo evitar establecer los paralelismos del caso
con nuestro actual escenario. Y reviso
las edades de las joyas rojas para encontrarme que uno de los más pichones es
esa suerte de Mefistófeles criollo llamado Jorge Rodríguez con 50 años; luego
veo que Tibisay Lucena tiene 57; la primera combatiente, doña Cilia tía
de los narcos, 63; Herman Escarrá 64;
Aristóbulo 69 y el insepultable José Vicente 87 años. En ese limbo de quienes
fueron y ya no son vemos a Ismael García con 62 y la palma se la lleva el ahora
prócer Luis Miquilena con 97. Si damos
un vistazo somero al campo opositor encontramos al señor de las Cejas de Oro,
julio borges, con 46; Henri Falcón 55; Chúo Torrealba 58; Ramos Allup 72 y
Teodoro 84.
Y al pensar en
todo esto no controlo las náuseas que me provoca el secuestro del país por
parte de la casta política que además se excita y enfurece cuando se le hace
ver sus desbarres. La jauría rabiosa de plañideras y corifeos se enardece
cuando se habla de los vínculos familiares entre un vocero de la oposición y el
presidente de un partido político, o se mencionan los vínculos entre cierto
aspirante presidencial y su cuñado y suegro con el sector eléctrico y las pingües
ganancias logradas en contratos con los gobiernos rojitos. Me imagino que en
breve también bramarán contra quienes hablan de los vínculos de la pareja presidencial
con los sobrinos detenidos en Haití. ¿O de ellos sí se puede? ¿Es que se
mantiene el doble rasero para medir?
La voluntad
nacional está secuestrada por una cofradía de canallas, de ambas aceras, que se
han dedicado sistemática y consecuentemente a hacer lo que les da la gana y no
hay santo que pueda hablar, so pena de ser estigmatizado de manera inmediata.
La bendita “dirigencia” opositora, hábil como mono de prestidigitador, se ha
robado una y mil veces los logros de la colectividad. Lo hicieron el 11 de
abril del 2002, lo hicieron luego con el paro cívico de diciembre de ese año, y
luego sacrificaron de manera bastarda a los empleados, trabajadores y propia
empresa petrolera. Más adelante escurrieron el bulto y no fueron capaces de
salir a ganarse los votos para las elecciones legislativas del 2005 y le
entregaron en bandeja de plata la Asamblea Nacional a Chávez. Más tarde, en mayo
de 2007 fueron los estudiantes, ¡Juventud divino tesoro!, quienes sacudieron
las calles ante el cierre de RCTV y se permitió el triunfo en diciembre de ese
mismo año. Triunfo que de inmediato los simios mañosos de los partidos se
apropiaron, para en poco tiempo sacar de juego al más talentoso de ese grupo de
dirigentes universitarios, Yon Goicochea, en beneficio de Alfonso Marquina,
mientras entronizaban a Ricardo Sánchez quien luego apareció al lado del chavismo.
Es la misma “dirigencia”
que ha ido acaparando todas las iniciativas exitosas que ellos son incapaces de
formular, para luego exigir una obsecuencia oficiosa a sus imbecilidades. Son
los mismos que luego de querer hacer ver que la iniciativa de Capriles,
inmediatamente apoyada desde la cárcel por Leopoldo, del 1 de septiembre fue de
ellos, para luego quedar en evidencia de su mísera capacidad de convocatoria
con la posterior jornada de supuesta tomas de las sedes del CNE. Es muy larga
la lista de despropósitos cometidos por ese cascarón sin rumbo en que ha
devenido la MUDa. Y pretenden que el silencio sea la respuesta a todos ellos,
exigen una solidaridad absoluta bajo el ya asqueante argumento de que no
podemos señalar estas barbaridades porque es hacerle el juego al gobierno,
mientras sus perritos falderos repiten cual cacatúas: guerreros del teclado,
oposición mayamera. Es el nuevo denigrar acuñado para tratar de hacernos callar
a los pocos disidentes que no vamos a dejar de apuntar tanta imbecilidad de
estos renacuajos.
En la ya citada
obra de Rubén Darío leo y entono de su antepenúltimo poema, Letanía de nuestro señor don Quijote:
De rudos malsines,
falsos paladines,
y espíritus finos y blandos y
ruines,
del hampa que sacia
su canallocracia
con burlar la gloria, la vida,
el honor,
del puñal con gracia,
¡líbranos, señor!
© Alfredo
Cedeño