Feliz el pueblo que encontró calmar
su sed al clamar justicia
y hacer que su voz se oyera sobre
las mordazas aplicadas,
pobres de aquellos infelices que
con turbas menores
no han sabido comprender su inevitable
viaje postrero,
benditas sean las intenciones que nos
llenaran de paz
ay de aquellos que no pueden
escuchar cómo llegan al final.
© Alfredo Cedeño
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