Otro informe hace saber de la
supuesta muerte de Seuxis Pausias Hernández Solarte, mejor conocido como Jesús
Santrich, ex hombre fuerte, y uno de sus más despiadados “dirigentes”, de la
guerrilla colombiana. Su cinismo se hizo
patente en octubre del año 2012, cuando se instalaron los diálogos de paz con
los irregulares colombianos en Oslo. Y en la capital de Noruega cuando los
periodistas le preguntaron si las FARC les pedirían perdón a las víctimas; se
limitó a responder: “Quizás, quizás, quizás”, mientras toda la camarilla de
cómplices le reía la “graciosa” respuesta. Supuestamente este ángel de Dios
pasó el páramo en escarpines durante un enfrentamiento contra un grupo de
excompañeros de irregularidades. Y escribo supuestamente porque quien está
informando de su muerte son fuentes del gobierno venezolano, ¿es necesario
abundar sobre la inescrupulosa eficacia de tales personajes para tergiversar,
cambiar y modificar todo a su real conveniencia y antojo?
Por otro lado siguen llegando
comentarios sobre el descalabro en España de los procónsules del chavismo en
esa tierra: Podemos, que ahora bien podría cambiar su marca por Pudimos. Junto
al roñoso Pablo Iglesias el, por los momentos, presidente del gobierno, Pedro
“fraude” Sánchez, anda dando más tumbos que una zaranda sin balance; mientras
le estalla en las manos una crisis con Marruecos en la que todo apunta a una
tunda que ni una gata ladrona.
Por supuesto que los estragos de
la peste china, o COVID 19 como gustan de matizar los maquilladores de la
satrapía pekinesa, siguen en crescendo en nuestro país, donde la ineficacia e
inoperancia roja es mayúscula. También debe mencionarse la carta de Iván
Simonovis renunciando como comisionado de Seguridad e Inteligencia del “Gobierno”
de Guaidó; mientras rueda por distintas vías un duro video en el cual el
respetado comisario cuestiona con acritud a las nuevas autoridades electorales,
así como la gula burocrática de la secta política criolla. Y es en medio de
todo esto, por solo citar algunos ejemplos, cuando veo como se trata de emplear
el conflicto israelí-palestino como la gran mampara del momento. Veo como van hilando, con habilidad
ciertamente pasmosa y digna de mejores causas, vicio y mojigatería.
Permítanme precisar. Los voceros progresistas han saltado de
manera articulada a embaucar a la opinión pública presentando a los pobres e
indefensos palestinos como las víctimas desamparadas de los feroces judíos… Se
trata de jugar con la sensibilidad de la gente, y muchos caen en la trampa de
darse golpes de pecho por los niños palestinos caídos en Gaza. Pocos se atreven
a preguntar públicamente por qué no fueron evacuados de la zona de conflicto,
nadie dice de cómo los “valerosos” guerreros palestinos se incrustan en medio
de la población civil para desde allí atacar a los civiles israelíes; y
pretenden que ellos se lleve a cabo con total impunidad. Cuando leo las
conmovidas protestas y voces solidarias con los mártires palestinos, se me
dispara la frase que Sancho le dice al Quijote cuando empiezan a adentrarse en
Sierra Morena y conversan sobre Aldonza Lorenzo, la hija de Lorenzo Corchuelo,
a la que el jinete de Rocinante bautizó Dulcinea del Toboso, y él fiel escudero
le dice: “¡Oh, hideputa, qué rejo que tiene y qué voz!”
Ante el lloriqueo extendido que
le exige paz al estado israelí, que se ha defendido ante el ataque de miles,
léase bien: miles, de cohetes, no hablamos de proyectiles lanzados con hondas
como la de David, me viene a la memoria un fragmento de La Biblia, libro Números,
capítulo 23: “Y Jehová salió al encuentro de Balaam, y puso palabra en su boca,
y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. (…) 23 Porque contra Jacob no hay
agüero, / Ni adivinación contra Israel. / Como ahora, será dicho de Jacob y de
Israel: / ¡Lo que ha hecho Dios! / He aquí el pueblo que como león se
levantará, / Y como león se erguirá; / No se echará hasta que devore la presa,
/ Y beba la sangre de los muertos.”
Por lo pronto creo que a los “sufridos” guerreros palestinos –así como al
glorioso CNE recién designado, al ladrón envalentonado de nuestra sede, a los
deudos del ciego Santrich y a los “gobiernos” venezolano y español– solo queda
decirles: Aténganse a las consecuencias.
© Alfredo Cedeño
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