Necios arrogantes que han
despreciado la sabiduría
y con fruición se regodean en su ignorancia
infinita,
jugaron a seducir ingenuos con
gestos de serpientes
y fueron ensayo pérfido para mudar
voluntades,
nada han podido contra la sabiduría
que de la calle es
y a cada pecho pertenece hasta
hacerse permanente,
los he de ver lloriquear al pedir
el perdón y consuelo
del que se ufanaron no saber cómo
otorgarlo al débil.
© Alfredo Cedeño
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