Pocas disciplinas se han extendido
más en nuestros tiempos que la mitografía, pero aplicada a nuestros tiempos.
Algunos le llaman leyendas urbanas, otros fake news, y así va la cantinela
rodando. Debe decirse que en la actualidad quienes ejercen dicho oficio suelen
poseer una ignorancia dogmática. Usted le puede poner al frente todos los
elementos probatorios que desmienten sus afirmaciones y es en vano; ellos, con
gesto altivo, llenos de una dignidad patriarcal y sobrancera, que ni los reyes
católicos al recibir a Colón, se limitan a mirarle por encima de los
espejuelos, cuando los usan, o encogerse de hombros, para continuar
machacándonos con sus sartas de impertinencias.
Podemos encontrar “humoristas”,
¡Zapata ha de estarse revolcando con suma intranquilidad!, que se limitan a
soltar palabras altisonantes de todo calibre, cuando no a mentarles la madre al
primero que les provoca. Siempre tengo presente a Jaime Ballestas quien me
recordaba frecuentemente que nunca le escuchó decir una grosería al ya mencionado
Pedro León. Gestos chabacanos,
supuestas poses ingeniosas, salidas “graciosas”, no muestran otra cosa que
pereza y escasez mental. Los aplausos sobran, las gracias son morisquetas que
provocan la risa fácil, las nulidades engreídas se entronizan sobre una ovación
arenosa de las que poco quedará cuando soplen nuevos vientos.
Otros especímenes de la misma fauna
son los llamados “influencers”. ¡Hasta para eso son vagos! Se han apropiado del término sajón, en
búsqueda de cierto barniz que haga menos evidente su mediocridad. ¿Influyentes
en qué? Quizás en carencias y miopía culturales. Cada vez semejan más una
coreografía de pasos marcados por lo que el espectáculo pide y ordena. Se les
ve absolutamente incapaces de hacer brillar un ingenio del que andan más que
huérfanos. Si son mujeres las veremos despotricando peor que un chofer de
camión divirtiéndose en algún bar de mala muerte en la carretera Lara-Zulia; lo
más irónico es que sobran damas que encuentran divertida tales “actuaciones”.
¡Ay, Juana Sujo! En cuanto a los “caballeros”, invariablemente los vemos
representar a mujeres, que causan una hilaridad alcahueta e inexplicable en las
que realmente son, mientras se ponen trapos en la cabeza para simular
cabellera.
Hasta hace poco tiempo, relativamente,
los “progresistas” impusieron un culto a la pobreza que era omnímodo. Se nos
fue moldeando, principalmente por medio de las manifestaciones creativas de
cualquiera fuera su área, convirtiendo en pintoresca la miseria de los
desheredados. Los tiempos por excelencia
de esa situación fue el llamado realismo socialista. Ser pobre era el summum de
la vida, vimos a encumbrados voceros del “hombre nuevo” proclamar por la
instauración del reino del proletariado, mientras ellos mostraban, con no poco
orgullo, Rolex en sus muñecas. Y podría poner incontables ejemplos de similar
tenor.
En estos días la situación se repite,
solo que ahora es una nube de charlatanes, de cualquiera sea su identidad
sexual, que nos van coaccionando con sus rebuznos y eructos a través de las
benditas redes sociales.
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
Le agradezco a san Agustín del Norte, mi ángel preferido que seamos amigos porque veo que si te lo propones no dejas santo con cabeza.
¡Bravo!
Rodolfo Izaguirre
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