domingo, marzo 23, 2025

MISOGINIA EN ACCIÓN




          1975 fue una montaña rusa de emociones y experiencias. En febrero murió la vieja Elvira, mi abuela, mi consentidora sin condiciones, la que montaba en cólera si mi madre se atrevía frente a ella a castigarme. Sus atenciones y mimos todavía me hacen falta. Hay amores con los que mueres, aunque no lo creas.

          Empezando abril escapé por los pelos de ser detenido por una comisión de la entonces recién estrenada Dirección de Inteligencia Militar, aunque muchos seguían llamándole SIFA. Ellos habían capturado al poeta Jorge Chirinos Mondolfi, a la sazón director del Ateneo de El Tigre en aquellos días, lo encerraron en un calabozo de la policía local y salieron a buscarme. Yo estaba con los integrantes del grupo teatral Ultimátum, que habíamos creado Jorge y yo, ensayando nuestro próximo montaje. Allá llegaron a avisarme, y me fui a la comandancia policial. El oficial a cargo me dijo que no lo podía ver porque solo los miembros de la comisión de inteligencia militar estaban en capacidad de permitirlo. “Si quieres espera ahí” 

          Salí y me senté en un borde del edificio. A los pocos minutos pasaron unos muchachos que se nos habían estado acercando de manera persistente, “vamos a ver qué podemos hacer juntos”. Jorge siempre les respondía: “Si Claro, en cualquier momento”

Él después me explicaba que ellos eran de los Comités de Luchas Populares. “Esa es la gente de Bandera Roja, y yo no tengo ganas de meterme en más vainas. Además, que ellos son como los mormones, se toman todo demasiado en serio…”

Esta vez, ellos iban en un viejo Volskwagen, al verme frenaron en seco, retrocedieron y me llamaron. Al acercarme me agarraron por el cuello, me metieron al carro por la ventana y arrancaron.  Lo primero que escuché fue: “¿Tú estás loco carajito? ¿Qué haces ahí? Están allanando medio Tigre buscándote y tú te vienes a la boca del lobo. O tienes las bolas cuadradas o eres un soberano pendejo.” Por supuesto, lo segundo.

          Empezaron a explicarme lo que pasaba, y por qué el DIM había detenido al poeta y me estaba buscando. Resulta que a ciertos “godos” del pueblo, encabezados por José González, boticario del poblado, y presidente de la directiva del ente cultural, le disgustaba cómo nos habíamos dedicado a manejar las actividades de este centro. Por ello movió ciertas teclas, y ya que Jorge no quería renunciar al cargo, en el que apenas llevaba 3 meses, pues que nos sacaran presos.  

          Uno de esos muchachos trabajaba en la recepción de un hotel de El Luchador, fuimos allá y me escondieron en el cuarto de la ropa sucia: “No salgas por nada, métete debajo de aquel cerro de sabanas sucias, y sales solo si yo te llamo. Si oyes abrir ni respires.” Y cerraron la puerta.

Me fui al montón de lienzos, sabrá Dios impregnados de qué fluidos. Busqué algunos que no hedieran mucho, me cubrí y me dediqué a esperar. A las tres horas abrieron la puerta y pude ver un haz de luz recorriendo toda la habitación. “Aquí no hay nada, ese carajo sabrá Dios dónde se habrá metido, pero deja que lo encuentre.” Y cerraron. Horas más tarde escuché abrir y mi amigo: “Alfredo, apúrate.” Y nuevamente me trasladaron.

En tres días esta gente me había ayudado y estaba en Caracas, y gracias a Luis Britto García y Salvador Garmendia, en contacto con José Ramón Medina, entonces Fiscal General de la República, quien de inmediato se comunicó con la fiscalía del estado Anzoátegui, ordenó fueran corregidos todos los vicios legales del caso.

          Meses más tarde estaba en La Vega, Caracas, tentado por la posibilidad de incorporarme al trabajo de alfabetización que realizaba allá un grupo de amigos. La mayoría vinculado con la Compañía de Jesús. Fui acogido por Rafael e Ivonne un matrimonio muy joven que vivía por la parte trasera del autocine. Las labores educativas, en realidad más de activismo político, fueron mutando a una velocidad de vértigo. Y un día un grupo de damnificados de esa parroquia se declaró en huelga de hambre, exigían que el Estado le diera un trato digno a su condición. Con ellos estaban dos jesuitas: José Ignacio Angós y Cornelio Quast, lo cual le dio cariz noticioso a la humilde protesta.

          Angós había sido plomero en las construcciones del Parque Central en Caracas, así como en Sidor, Ciudad Guayana. Era gobernador capitalino Diego Arria, quien se había ocupado de evitar todo aquello que pudiera empañar la imagen del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. Con gran torpeza política ordenó a la Policía Metropolitana allanar el local donde Angós, Quast y creo recordar también a Santiago Arconada, yacían junto a un grupo de damnificados. Al cura lo trasladaron al Hospital Vargas donde le mantuvieron incomunicado varios días.

          Si la memoria no me falla dos semanas después del desenlace de todo esto se hizo una reunión evaluativa de lo ocurrido. Allí estaba Cornelio y Chabela Torres, quien luego sería su esposa; también Julio, un español de Ruptura, cara legal del grupo de Douglas Bravo, que leía a toda hora, incluso mientras comía, y quien dio la sensación de tratar de pescar en río revuelto, pero que la gente de los CLP junto a Santiago Arconada terminó orillándolos. Deben haber estado, aunque no logró afinar mis recuerdos, algunas de las monjas de la congregación Santo Ángel de la Guarda, tal vez Tania Díaz o Isabelita Sánchez.

          Otro que recuerdo en esa reunión es a “Pataruco”, de quien nadie sabía su nombre real. Sería en el año 2004 cuando me enteraría que se llamaba Rafael Venegas, y llegaría a ser secretario general de Bandera Roja. Algunos de nosotros, conmigo a la cabeza, por supuesto, hacíamos befa de la seriedad con la que él abordaba todas las discusiones. No había concesiones, todo lo explicaba con aire clerical; lo cual contrastaba con la actitud muy maracucha del entonces aspirante a jesuita Cornelio Quast, cuyas intervenciones rebosaban de humor, no exentas de profundidad.  

          En esa ocasión me encargaron que llevara el acta de la tertulia. En varias hojas fui tomando minuciosamente nota de cada una de las intervenciones. A eso de las dos de la tarde se dio por concluida y todos salieron por su cuenta. Yo tenía previsto ir a la casa de mis padres en Caraballeda para pasar en limpio en mi vieja máquina Underwood todo lo apuntado.

Al salir de la casa de Rafael vi bajar por una escalera a un hombre revólver en mano que traía a otros dos por delante: “Mira tú, dame tu cédula.” Fue cuando detallé que, al lado de la corbata grasienta y la camisa desteñida, portaba una credencial de la PTJ. Todavía no sé cómo pude controlar mis esfínteres. Me recuperé, caminamos hasta una vieja patrulla de ese cuerpo policial, uno de esos mastodónticos Fairlane 500, y nos apretujaron junto a otros detenidos en la parte trasera.

          Mi angustia era que cargaba todas las notas de la reunión que se acababa de celebrar. Y en medio de aquella barahúnda de cuerpos comencé a comerme los papeles. El vehículo llegó hasta un autobús de la policía judicial, donde nos empezaron a trasladar. En el último momento, agarré las hojas sobrantes, unas cuantas todavía, y las embutí entre los cojines traseros de los asientos.

          En ese tiempo un gran amigo, Alberto Berroterán, siempre de muy bajo perfil, y miembro de un grupo que en 1976 se convirtió en la Liga Socialista, venía haciendo conmigo una discreta labor de reclutamiento. Creo que terminó por entender que no soy de amos ni ideologías y me dejó a mi aire. 

Lo menciono porque ese día se dirigía a visitarme; lo vi por la ventana, lo grité y le pasé un papel con un número telefónico que todavía recuerdo: 424001. “Llama ahí, pregunta por el cura Martínez Terrero y dile que me detuvieron y vamos a la comisaría de El Cementerio.”  Se fue como una saeta, y cuando finalmente arrancó el colectivo iba como si de una lata de sardinas se tratara.

          Uno de los momentos más emocionantes y tranquilizadores de mi vida fue al llegar a la sede policial. En la puerta estaba el Volskwagen del cura Chepe Martínez Terrero…  Al distinguirme, no sé cómo, en la ventanilla, se bajó y fue a hablar con el detective de la puerta. Atiné a escuchar: “Padre, ya se lo dije, no puedo hacer nada, porque ya está aquí y tengo que realizar el chequeo de antecedentes, pero le prometo que serán los primeros datos que haré comprobar.” Mi paz se mantuvo imperturbable. Fueron varias horas y casi a medianoche oí mi nombre, salí a la puerta del corralón donde nos tenían, me entregaron mi cédula, me dieron un cogotazo y me dijeron: “¡Deja de meterte en vaina zángano!”

          Recuerdo el abrazo que le di a Chepe. Nos montamos en su carrito y me preguntó a donde quería ir. “Será a La Vega, pero a la comunidad, porque Rafael e Ivonne deben estar rendidos.”  Y a la casa de los curas, en la parte alta del barrio fuimos a tener. 

          Todos estos recuerdos se me alborotan cuando leo de los ataques reiterados del hijo ilustre de Monagas, ese que le encanta apropiarse de los periódicos y hasta de las cantinas en su época de cadete, contra esa muchacha de acero que se llama Sairam Rivas, y militante de Bandera Roja. Leo las publicaciones de ella y me parece oír de nuevo a “Pataruco”, esa verticalidad que roza la ingenuidad, que proclama una pureza que pensaba ya extinta.

El hombre fuerte, al que acusan de esfínteres débiles cuando de situaciones críticas se tratan, usa su show arrabalero, ese que llaman Con el Mazo Dando, para amenazarla con la Operación Tun Tun.

          La falta de hidalguía, la absoluta ausencia de caballerosidad, la inexistencia de pundonor, son cosas que todavía no logro entender. ¿Cuándo se abandonó el respeto a la dignidad del adversario? En qué momento nuestro país pasó a ser una réplica de aquella república que Boves y sus bandoleros soñaron, siempre será un incógnita a despejar…

 

© Alfredo Cedeño 


domingo, marzo 16, 2025

CASTA SECTA





          He sido, y soy, un crítico feroz de los políticos, en particular de los venezolanos. Creo que seguiré siéndolo, sus actuaciones no dejan otra opción. Son una secta que se ha convertido en una casta al amparo del trabajo de la nación. El tiempo, ese implacable juez que termina condenando a todos, suele poner a cada uno en el lugar que le toca.

          Una particularidad que caracteriza a esa fauna es su cara imperturbable ante cualquiera sea la situación. Son expertos jugadores de póker que mantienen un gesto adusto e inmutable.  Sea cual sea la barbaridad que digan o cometan, lo podemos ver en breve afirmando justo lo contrario. Cuando los sorprenden en el embuste, contradicción le llaman los catedráticos, la primera salida es acusar a los periodistas de haber manipulado lo que trató de manifestar. Al demostrarse que no es así aseguran con gesto de vestal ofendida: “Las condiciones han cambiado, y solo un estúpido no modifica su pensamiento”.

Y así se nos ha ido la vida. Los podemos ver llevando una existencia feliz. Comen, viajan, gastan, compran, joden, todo a costilla del quehacer político. Ninguno, léase bien; NINGUNO, vive de otra cosa que no sea de los negocios a expensas del erario. Ellos pasean felices y al paisano de a pie solo le queda estirar una mano mendigando.

Podrían llenarse miles de hojas con las jugarretas de esta gente que, invariablemente se ha dedicado a atiborrar sus faltriqueras, y la de toda la corte de lambiscones de los que suelen rodearse.   

Y siempre, siempre, siempre, entonando el mantra de su sacrificio por el bien de la nación.  No olvidemos que junto a ello exigen un absoluto vasallaje de la ciudadanía a cada uno de sus desbarres. Cuando alguien los emplaza suelen ofenderse. Ante cualquier desastre achacan al electorado de su mala elección.

Mientras tanto ellos siguen en su cuchipanda desenfrenada, son de apetito pantagruélico. No son extraños los casos como los de Juan Carlos Caldera, quien siendo diputado de Primero Justicia y representante de esa tolda ante el CNE, apareció en un video recibiendo fajos de billetes. Luego de su respectiva cuarentena, y silencio de rigor, por ahí sigue buscando una teta que ordeñar.

Debe decirse que él no es un extraterrestre, para nada, él es la manifestación por excelencia de nuestra secta política. En las elecciones legislativas del 1998, cuando todavía existían dos cámaras en el Congreso de la República, los principales partidos obtuvieron 33 senadores de 54 que constituían la del Senado. El partido de Chávez 8. En Diputados, lograron 114 de 207 y Chávez 35.  Pese a ello, e invocando el espíritu “político” A las fuerzas de la barbarie se le otorgó la presidencia del Senado, y al señor Capriles Radonski la de Diputado.

          En diferentes conversaciones privadas era común escuchar, palabras más o frases menos, algo así: “Eso no es nada, la institucionalidad no podrá ser atropellada por ese patán. Además, ¿quién sabe a la hora de las chiquitas cómo se maneja el aparato estatal? Está en nuestras manos, le guste o no.”

          Y así vimos el miércoles 16 de diciembre de 1998 a Raúl Pinto Peña, Enrique Ochoa Antich y Viviana Castro, integrantes de la Junta Directiva de la Fundación para los Derechos Humanos, introducir ante la otrora Corte Suprema de Justicia un escrito en el que asentaban: “...ha sido propósito nacional, recurrentemente propuesto producir una profunda reforma de nuestra Constitución.”  

Fue como dieron piso legal a la bendita Asamblea Constituyente del nunca bien denostado comandante intergaláctico.  En un gesto de clara alcahuetería Cecilia Sosa Gómez el martes 19 de enero de 1999 firmó la sentencia que daba luz verde a la Asamblea Constituyente chavista.

          Al poco tiempo surgieron voces como las de Jorge Olavarría, que el lunes 5 de julio de 1999, en su discurso como orador de orden en el aniquilado Congreso Nacional, al conmemorarse los 188 años de la Independencia de Venezuela, afirmó: “Estas no son las amenazas de un reformador que se niega tercamente a ser reformado. Son los anuncios de un destructor”.

Y la casta de nuevo reaccionó. La ya citada Sosa, por aquellos tiempos todavía presidenta del máximo tribunal venezolano, abandonó tempestuosamente, en medio del discurso del orador de orden, el hemiciclo mientras manifestaba su indignación ante el irrespeto a un acto solemne…

Otro que se rasgó las vestiduras fue Henrique Capriles, quien al finalizar el acto rechazó el discurso y se opuso a la solicitud de Olavarría en su propuesta de enjuiciar al jefe del Estado.  Además de ello lamentó mucho que se hubiera utilizado la tribuna del Congreso de la República para un discurso que no era cónsono con la fecha que se celebraba y “pidió disculpas a la población venezolana”.

Son, como decía mi padre, el mismo negro con diferente cachimbo; son todos esos ahora proclaman que es deber patriótico acudir a unas elecciones regionales. No sé qué es más indignante si la acción en sí, o el tono de esta parranda de mequetrefes que andan haciendo encendidos llamados. Todos aseguran que la vía es participar en la payasada del próximo 25 de mayo. 

No es votar, es botar del poder y sus circuitos sucedáneos a la casta completa, chavista y opositora, que solo está velando por sus bolsillos.  Y no es con unas elecciones preñadas de fraudes que lo podremos hacer.

 

© Alfredo Cedeño  

viernes, diciembre 02, 2022

¿QUÉ FUE, ESTA NIÑA?

 

En esa Caracas que nací y crecí si algo tenía sabroso era el tono cantarino y casi gutural de sus mujeres, el admirado, pero no por eso menos mal hablado, de Francisco Herrera Luque, que en paz descanse, decía con gesto pícaro y carcajada postrera que las caraqueñas hablaban como si lo tuvieran adentro. Mi abuela, la vieja Elvira, no era la excepción. Ella, con ese tono al que hice referencia, tenía una frase con la que ponía en su sitio o zanjaba las discusiones con alguna de las “muchachas” de la familia, o gente amiga, soltaba: ¿Qué fue, esta niña?  Y en esas cuatro palabras se encerraba todo un mundo de significados que iban desde el desconcierto hasta el desdén.

Esa expresión es la que me viene a la mente cuando veo el zafarrancho de la heredera del comandante intergaláctico con Raimundo y Segismundo. Comenzó con el ser ese que dice gobernar en Carabobo, a raíz de su última mamarrachada en la que en un “comic” aparece junto al padre de la ya citada hija del piache de Sabaneta, y el bigote salsero.

Ella escribió en su cuenta en la plataforma del pajarraco azul: Simple: “La mejor manera de honrar al comandante Chávez, es siguiendo su ejemplo de vida, de humildad y entrega. NUNCA haciendo un grotesco video de unos tontos superhéroes. Es una falta de respeto a la memoria de mi padre!! CHAVEZ VIVE EN EL ALMA DE SU PUEBLO!!” No había pasado mucho rato cuando el prófugo Rafael Ramírez, aquel de voz ceceante y atiplada que  en octubre del 2006 se inmortalizó al decir en uno de sus vacuos y somnolientos discursos que PDVSA era “doja, dojita de adiba abajo”, saltó cual poseso a desmelenarse y anunciar en la misma plataforma social: “Cuenta con todo mi apoyo @Maby80 en la defensa de la memoria y obra del Comandante Chávez, a nosotros nos han perseguido y exiliado por hacerlo, pero él vive en su ejemplo y obra revolucionaria siempre al lado del pueblo. No pueden convertir su imagen en una grotesca mercancía.”

No había pasado mucho cuando la hija del gañán ripostó: “No quiero ni necesito el apoyo de un delincuente como usted. De mi opinión como hija no se guinde para sus proyectos personales. Defender la memoria de Chávez, USTED? Jajaja por favor!!!” Gracias a los acuciosos, o entrépitos, como solían decir los viejos en mi casa, se ha salvado las palabras del ilustre señor Damidez, porque ahora cuando usted busca en las redes el mencionado trino solo se encuentra: “Lo sentimos, ese tweet ha sido eliminado.”

Han surgido sesudos análisis de los que ven en esta pelea de lavanderas, y pido perdón a estas esforzadas –y muchísimo más honradas– trabajadoras, el fin de la unidad chavista. Aseguran los mas pontificales que este resquebrajamiento “bien puede costarles el poder”, y siguen a la deriva en unos razonamientos que permiten entender por qué la peste roja se mantiene con las pezuñas más que afincadas, diría atornilladas, en el ejercicio del gobierno. Buenas intenciones y pésimos resultados.

A la final, todo esto ha quedado en una versión de mal gusto, como todo lo de ellos, de aquella canción de la Sonora Matancera en la que Songo le dio a Borondongo, y este a Bernabé, quien luego le dio a Muchilanga, quien la remato dándole a Burundanga porque se le hinchan los pies.

 

© Alfredo Cedeño  



viernes, noviembre 25, 2022

ABERRACIONES A LA CARTA


El Diccionario de la lengua española, hijo predilecto de la Real Academia Española, es bien preciso al definir lo que es una distopía, y se los copio a continuación: distopía: “Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.”  ¿Se le ocurre a usted alguna palabra que represente mejor en lo que se ha convertido nuestro país? Tal vez sea hora de proponerle a la RAE que agregue un colofón a tal definición. Bien podría ser algo así como: “Se pueden ver ejemplos de dicha situación en Venezuela, así como en Cuba, lugar de origen de tales situaciones.”

La red de supercherías y tracalerías de todo orden y concierto a la que nos ha acostumbrado las élites criollas es digna de cualquier mente enfebrecida generando una novela negra surrealista. Es así como vemos la inauguración de tiendas fastuosas, concesionarios de autos de altísima gama –sólo falta que la muy flemática y británica Rolls Royce anuncie que volverá a abrir su tienda en Chacaíto–, fiestas de un tronío que ya hubiera querido un maharajá de la India. Pero de todas ellas la que se ha lucido de manera impecable es la que aglutina a la dirigencia política venezolana.

Llevamos años oyendo la cantaleta del diálogo con una persistencia digna de mejores causas. Han sobrado los defensores, por no decir alcahuetas, a los que creo sería más apropiado tildar de cabrones, de tales diligencias. En público y en privado he visto desmelenarse a más de uno clamando por la necesidad de negociar, una de las frases más manidas ha sido algo así como: O nos sentamos o nos matamos.

Mientras tanto la gavilla gobernante, que se sabe dueña de la ubre petrolera, sigue asesinando a todo aquel que se convierte en una amenaza seria a su reinado. Saben que con su bestialidad crean temor en la ciudadanía, amén de advertir así a cualquier díscolo que pretenda exigir unas reglas de juego distintas a las que ellos nos imponen. En cuanto a los organismos internacionales saben muy bien, Cuba, su experimentada tutora, le ha enseñado que son grupos de inútiles que hablan demasiado y hacen muy poco, así que cortar cabezas o matar a uno que otro alborotador no va a pasar más que de una eventual reconvención sin consecuencias. De supuestas intervenciones militares nada que hablar, ya el gallinero mundial está pre-alborotado   ante cualquier intento de la bestia imperialista.

Por todo esto es que no resulta nada extraño que Jorge “sonrisita” Rodríguez haya anunciado que a la mesa de dialogo gobierno oposición se incorporará en su lugar la muy sabrosa Camila Fabri, esposa de Alex Saab. ¿Qué vaina es esa? ¿Una extranjera, mujer de un extranjero, como cabeza de la misión del gobierno venezolano en las negociaciones sobre Venezuela? Y para corolario anuncia el Maquiavelo criollo que eso será mientras el barranquillero se incorpora a la mesa de negociación. Lo cual nos hace inferir que es cuestión de días que el ilustre embajador sea liberado para irse a México a representar al gobierno venezolano.

Me imagino que Saab habrá incluido entre sus exigencias que sea alojado, a costas del presupuesto venezolano, como tiene que ser, en el Moon Palace Cancún, al lado de playa Delfines. Es lo menos, ¿no creen ustedes?, que merece este mártir de la revolución que tan vilmente ha sido atropellado por los nefastos poderes que se oponen al triunfo de la revolución bolivariana.

Lo más pervertido de toda esta maroma es que la llamada delegación opositora soporta con gesto amable, y mansedumbre absoluta, semejante despropósito. Ya lo he dicho en otras ocasiones, pero no puedo dejar de repetirlo: ¿En manos de quién estamos?

 © Alfredo Cedeño  



viernes, noviembre 18, 2022

ALEGRÍA DE TÍSICOS

De no ser tan inmensa la tragedia que vive Venezuela, sería para reír hasta despatarrarse las declaraciones que todavía dan algunos “opositores” a la visita que hizo semanas atrás al super bigotes el presidente colombiano Gustavo Petro. El alboroto, que raya en el alborozo, es digno de un retiro de las Hijas de María donde apareciera la virgen de Lourdes. Las interpretaciones son variopintas y una más sesuda que la otra, hay una competencia feroz por ver quien realiza el análisis más profundo de la importancia de la visita del pisapasito paisano de Maduro. Hay hasta alguno que vaticina que este si es el comienzo del fin de la tiranía. ¿Se dan cuenta que casi dan risa?

Para que no se diga que son especulaciones mías, quiero tomar algunas citas, solo dos de ellas, de lo dicho por el economista, y otrora hombre fuerte de la guerrilla que desangró por largos años a su país mientras traficaba con cocaína por el mundo entero, y así poder valorarlas sin alharacas de legitimación que, a la larga, solo fortalecen al marido de Cilia.

“Queremos invitar a Chile, Bolivia, Ecuador y Perú a que acepten el reintegro de Venezuela a la Comunidad Andina”. La ovación a la frase del jerarca con aires de sacristán camandulero fue larga y sonora. Los más brillantes empezaron a gritar: Ajá, a ver qué hacen ahora Maduro y Diosdado con las riendas bien cortas.  Sin embargo, el vitoreo fue mayor cuando soltó aquello de: “Hemos solicitado el que Venezuela pueda reintegrarse al sistema interamericano de Derechos Humanos”. Y aquí la aclamación al hijo de Ciénaga de Oro fue digna de la recibida por Julio César al derrotar a Pompeyo en la batalla de Farsalia.

¿Es ignorancia o mala fe? No puede dejar de causarme estupor la euforia con que reciben los líderes egregios las frases sibilinas de este señor; la miopía es manifiesta. Parecieran no poder ver el osario preñado de carámbanos en que está convertido nuestro país, menos entender que el reclamo de don Gustavo tiene que ver con la nueva composición del escenario latinoamericano que, desde México hasta Argentina, es ahora aforado por gobiernos rojitos; salvo las honrosas excepciones de Ecuador, Paraguay, Uruguay, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Guatemala. ¿Acaso creen que ese coro de zarrapastrosos que gobiernan el resto de las naciones va a condenar alguno de los abusos de Nicolás?

Bien me decía mi padre, con gesto áspero y voz severa: hágame el favor, hijo, métase en la cabeza una cosa, con pendejos no vaya ni a recoger mangos, porque esos van derechitos a recoger los que están piches.

 

© Alfredo Cedeño 

viernes, noviembre 11, 2022

ENTRE MITÓGRAFOS E “INFLUENCERS”

 

Pocas disciplinas se han extendido más en nuestros tiempos que la mitografía, pero aplicada a nuestros tiempos. Algunos le llaman leyendas urbanas, otros fake news, y así va la cantinela rodando. Debe decirse que en la actualidad quienes ejercen dicho oficio suelen poseer una ignorancia dogmática. Usted le puede poner al frente todos los elementos probatorios que desmienten sus afirmaciones y es en vano; ellos, con gesto altivo, llenos de una dignidad patriarcal y sobrancera, que ni los reyes católicos al recibir a Colón, se limitan a mirarle por encima de los espejuelos, cuando los usan, o encogerse de hombros, para continuar machacándonos con sus sartas de impertinencias.

Podemos encontrar “humoristas”, ¡Zapata ha de estarse revolcando con suma intranquilidad!, que se limitan a soltar palabras altisonantes de todo calibre, cuando no a mentarles la madre al primero que les provoca. Siempre tengo presente a Jaime Ballestas quien me recordaba frecuentemente que nunca le escuchó decir una grosería al ya mencionado Pedro León.    Gestos chabacanos, supuestas poses ingeniosas, salidas “graciosas”, no muestran otra cosa que pereza y escasez mental. Los aplausos sobran, las gracias son morisquetas que provocan la risa fácil, las nulidades engreídas se entronizan sobre una ovación arenosa de las que poco quedará cuando soplen nuevos vientos.

Otros especímenes de la misma fauna son los llamados “influencers”. ¡Hasta para eso son vagos!  Se han apropiado del término sajón, en búsqueda de cierto barniz que haga menos evidente su mediocridad. ¿Influyentes en qué? Quizás en carencias y miopía culturales. Cada vez semejan más una coreografía de pasos marcados por lo que el espectáculo pide y ordena. Se les ve absolutamente incapaces de hacer brillar un ingenio del que andan más que huérfanos. Si son mujeres las veremos despotricando peor que un chofer de camión divirtiéndose en algún bar de mala muerte en la carretera Lara-Zulia; lo más irónico es que sobran damas que encuentran divertida tales “actuaciones”. ¡Ay, Juana Sujo! En cuanto a los “caballeros”, invariablemente los vemos representar a mujeres, que causan una hilaridad alcahueta e inexplicable en las que realmente son, mientras se ponen trapos en la cabeza para simular cabellera.

Hasta hace poco tiempo, relativamente, los “progresistas” impusieron un culto a la pobreza que era omnímodo. Se nos fue moldeando, principalmente por medio de las manifestaciones creativas de cualquiera fuera su área, convirtiendo en pintoresca la miseria de los desheredados.  Los tiempos por excelencia de esa situación fue el llamado realismo socialista. Ser pobre era el summum de la vida, vimos a encumbrados voceros del “hombre nuevo” proclamar por la instauración del reino del proletariado, mientras ellos mostraban, con no poco orgullo, Rolex en sus muñecas. Y podría poner incontables ejemplos de similar tenor.

En estos días la situación se repite, solo que ahora es una nube de charlatanes, de cualquiera sea su identidad sexual, que nos van coaccionando con sus rebuznos y eructos a través de las benditas redes sociales. 

 © Alfredo Cedeño  

viernes, noviembre 04, 2022

¿SEGUIR CREYENDO?

Mi niñez es un aluvión de recuerdos sin orden ni concierto donde mis padres y mi abuela Elvira son todo. La vieja Elvira fue mi primera guarimba contra el rigor materno, siempre me amparaba contra cualquier acto disciplinario que Mercedes quería imponerme. Nunca pude haber tenido una consentidora más alcahueta que ella. Su olor era de recién bañada, no importaba la hora que fuera ella olía a limpio y a jabón Camay o Palmolive; con un genio de mil diablos que tenía fama entre la familia, pero que hacía un dulce de lechosa como nunca más he podido comer. Además de cuidarme y malcriarme me enseñó a leer, escribir y rezar.

Cierro los ojos y me veo en un velocípedo dando vueltas alrededor de ella, sentada en un mecedora de paletas en el centro de la sala, con una tabla, en la que estaban pintadas las letras y los números, y una larga vara de madera en su regazo. Ella me llamaba: Alfredo ven y dime que letra es esta. Y yo, que no iba en un triciclo sino en un dragón, continuaba girando a su alrededor hasta que ella me llamaba por tercera vez mientras alzaba la vara, de inmediato iba donde ella y su dedo algo encorvado me señalaba unas letras, se las decía y volvía a mis delirios aventureros.  En las noches, antes de dormirnos, confieso que dormí con ella hasta los cinco años, me hacía repetir una larga retahíla de oraciones y me enseñó a persignarme correctamente. Con ella fui por primera vez a misa en la iglesia San Pedro Apóstol en La Guaira, y aprendí a profesar una fe que aún conservo.

Al cumplir los nueve años llegué a vivir en Caraballeda, donde la, varias veces centenaria, iglesia de la Candelaria acogió mis manifestaciones creyentes.

Fue así como aprendí a creer en la comunión de los santos y en la santa iglesia católica, a pesar de los pesares. No es grato encontrarme ahora, en la recta final de la vida, poniendo en duda que valga la pena creer en la santa iglesia católica. A fin de cuentas, ¿qué es ella hoy en día?

Con no escasa desazón leo las noticias que llegan de Nigeria, casi de manera clandestina, donde los radicales islámicos están llevando a cabo un auténtico genocidio contra la población cristiana de ese país.

Esta nación africana el año pasado presenció el asesinato de 4.650 cristianos, cifra en crecimiento frente a los 3.530 del año 2020, tal como muestra el informe anual de la ONG Puertas Abiertas. Esa organización también revela que en dicho país en el 2021 hubo más de 2.500 cristianos secuestrados; superando ampliamente los 990 del año anterior. La mencionada organización reveló que Nigeria es el séptimo país del mundo donde los cristianos afrontan una persecución más dura por razón de su fe. Le superan: Afganistán, Corea del Norte, Somalia, Libia, Yemen y Eritrea.

          Las masacres de cristianos son pan de cada día en esos territorios. La semana pasada en la aldea de Gbeji, condado de Ukum, estado de Benue, al sur del país, fue el último escenario de uno de tales eventos. Allí una horda de milicianos fulani, una etnia de mayoría musulmana, asesinó a 70 cristianos.  ¿Y qué hacen las autoridades católicas? ¿Ha leído usted algún pronunciamiento del Pontífice progresista? El argentino ilustre, en junio pasado, envió un telegrama de condolencias a los familiares de las víctimas de un evento similar, cuando unos hombres armados entraron disparando a la iglesia San Francisco Javier de Owo, estado de Ondo, a la feligresía que celebraba Pentecostés. Tal vez el pronunciamiento papal se debió al impacto que tuvo en los noticieros mundiales esa información, porque en esta ocasión no ha dicho ni esta boca es mía.

¿Es esa la iglesia en la que crecí creyendo? No, por supuesto que no. Al menos uno esperaría la misma diligencia con la que el cura Francisco ha orado por los musulmanes en Irak, o cualquier otra de sus tantas plegarias que tanto gusta elevar por la justicia, no este silencio oprobioso, por decir lo menos. De las agencias de noticias, no era de extrañar su silencio, a ellas solo les interesa vender todo aquello que sea políticamente correcto. ¿En qué creer?


© Alfredo Cedeño  



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