miércoles, diciembre 25, 2019

DÍAS DE FIESTA


La presión a los medios y sus trabajadores ha sido tenaz y despiadada. Muchas veces han sobrado quienes manifiestan su desconcierto o han atribuido tales desmanes a “espontáneos” que quieren ser más chavistas que el difunto, o más maduristas que el bigote bailarín. Nadie ha querido entender, o no han querido hacerlo, y recordemos aquello de que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Todo ha sido, al igual que el acoso a la ciudadanía por medio de la delincuencia desatada, fruto de una   habilidosa política de estado para controlarnos de manera férrea.
                No solo se han ocupado de copar, anular y clausurar cualquier forma de transmisión de conocimiento y hechos, sino que han estructurado de manera impecable, porque hay que reconocerle sus logros a esta manada de chacales, su red comunicacional.  No se han andado con pequeñeces en tales menesteres, han ido desde las llamadas radio comunitarias hasta un bodrio, de gigantesca alforja y despreciables habilidades de manipulación, como Telesur.  Esta parafernalia deformativa de hechos y noticias les permite hacer creer lo que no es y cumplen a cabalidad aquella frase atribuida a Göbbels: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Este político alemán que comenzó su labor al frente del aparato de propaganda del Partido Nazi, y luego del Tercer Reich, fue uno de los pilares en los que se asentó la popularidad del nacionalsocialismo al comienzo, y que luego les permitiera hacer toda clase de desmanes contra los judíos y atentar contra toda Europa y la paz mundial.
                 Los intentos de cambiar la percepción de la realidad en quienes son espectadores son de larga data y se ha manifestado en todos los ámbitos y por largo tiempo.  Ejemplos hay de sobra, se citan ejemplos desde Alejandro Magno hasta la célebre invasión de los marcianos a la tierra que narrara Orson Welles a las 9 de la noche del domingo 30 de octubre de 1938. Esta última experiencia es un ejemplo clásico de los alcances de la ignorancia y el uso de los medios, ese día el actor estadounidense interpretó por la radio una adaptación de la novela "La guerra de los mundos" de Herbert George Wells, escrita en 1898, y se  desató un verdadero pandemónium.
                Es muchísima la tela que hay que cortar al respecto de la manipulación, reinterpretación y demás epítetos conexos. Cada cual suele arrimar los tizones a sus sardinas según sus intereses hasta crear un ambiente de absoluta opacidad. Todo termina siendo lo que le interesa al titiritero de turno, convirtiendo la percepción de la realidad en un sórdido, y muchas veces nauseabundo, teatro de polichinelas.  
                Hay cosas que se adquieren para siempre y que sobreviven en uno pese a todo. En estos días de fiestas y celebraciones, a pesar de los pesares, de la esperanza de los aguinaldos, de la Natividad, de las cosas buenas que la peste roja se ha encargado de tratar de acabarnos, pido por la transparencia y porque realmente nos podamos librar de los yugos que desde la izquierda tiránica y la derecha “democratizadora” tratan de imponernos al costo de nuestras propias vidas y esencias de gente libre.

© Alfredo Cedeño

miércoles, diciembre 18, 2019

ENTRE BESOS, NOVELAS Y PELÍCULAS


                La tarde de los domingos era una fiesta para mí, era tarde de películas en el Cine América, un galpón destartalado que estaba en la parte alta de La Guaira, en diagonal a la llamada Plazoleta de El Guamacho, donde en una pantalla maltrecha y llena de cagadas de palomas se proyectaban películas tartamudas, decía mi padre, porque cada cinco minutos se reventaba el carrete y el operador remendaba el celuloide, y seguía hasta la próxima ruptura. Allí me sumergí en el universo del cine con un fervor que ni de lejos se asemejaba  al que sentía cuando iba a misa las mañanas dominicales con mi abuela, ya hubiera querido el cura Arteta…
                Recuerdo mi primera película con solo cerrar los ojos, yo tenía 4 años, y era de un caballo negro llamado Furia. No me pregunten más porque a esa edad los recuerdos que sobreviven son las emociones de ese entonces. También vi Pulgarcito, La Cenicienta, Jasón y los argonautas, Espartaco, El Álamo, 101 dálmatas, Los cañones de Navarone, y muchísimas otras más. Siempre recordé con particular obsesión de mocoso obsesionado por unas buenas piernas, en una época cuando una mirada impertinente podía hacerte ganar una lluvia de coscorrones y el consabido castigo complementario, una película española llamada El balcón de la Luna donde Lola Flores, Carmen Sevilla y Paquita Rico cantaban a garganta suelta. El impacto que me ocasionó esa cinta duró hasta los años ochenta cuando llegué al punto de comprar un cassette de betamax con ella. ¡Qué delicia!
                De esa película una canción que se me convirtió en obsesión fue El beso, que cantaba la Rico. ¡Qué ricura de interpretación la de esa muchachota emperifollada con aquel vestido blanco! Recuerdo que con aquel ropaje parecía una versión estilizada de La Burriquita, porque aquella armazón era como de cinco metros de diámetro, amén de una cola que era de traje de novia. Pero lo que me dejó absolutamente babeante fueron los gestos pícaros y a la vez modosos de ella. Por supuesto que su letra se me grabó de manera indeleble. Pero hay de ella una copla que en estos días se me hace de una recurrencia insoportable: “Un beso fingir no se puede, porque duele en el corazón…”.
                Las insistentes palabras se alborotan aun mas cuando veo a la fauna política nacional repartiendo besos como si de caramelos desde una carroza se tratara. Para ellos fingir besos, amapuches y sentires es pan comido. Y bien podrían parodiar a doña Paquita y entonar: “Un beso fingir si se puede, porque se goza con el corazón…”  Quién sabe si en la otra acera tarareen: “Un pernil darlo se puede, porque ya les robamos a ustedes su valor…”.
                Esta producción sadoporno, con ribetes tragicómicos, de clara factura criolla-antillana se ha convertido en una película devenida en serie. Cilia aparece con gestos de María Elena, Diosdado a veces juega a Rafael Del Junco, Nicolás y Juan se sienten Albertico Limonta. Mientras tanto, y así como si no quisieran, todos ellos exigen que el país se comporte con la paciencia y abnegación de mamá Dolores.
     

© Alfredo Cedeño

miércoles, diciembre 04, 2019

TODA COINCIDENCIA NO ES CASUALIDAD



                A mediados del siglo XIX París vio nacer los folletines, modalidad que algunos estudiosos consideran en realidad nacido a comienzos de ese siglo cuando Bonaparte llegó al poder, y para burlar la censura los periódicos crearon los suplementos culturales. Quiero dejar en claro que varias décadas más tarde fueron los periódicos La Presse y Siècle los primeros en dedicarse a publicar por entregas obras de escritores ya consagrados o que se consagraron gracias a estas publicaciones. El primer gran éxito le correspondió a Los misterios de París, de Eugène Sue; quien luego fue aclamado por El judío erranteLa Presse publicó entre 1837 y 1847 las novelas de Balzac a razón de una por año, así como otras de Eugenio Sue. Siècle publicó las de Alejandro Dumas, entre las que sobresalió la infaltable Los tres mosqueteros. Dumas siguió su saga de entregas con El Conde de Montecristo publicado por Journal des Débats.
                Ante la ventura del género surgieron revistas especializadas en dichas publicaciones por entregas como fueron los casos de Revue des deux mondes y Revue de Paris. En ellas publicaron autores de la talla de Balzac.  Víctor Hugo publicó a esta guisa Los miserables; y Gustave Flaubert, su Madame Bovary en Revue de Paris desde octubre de 1856; también Alejandro Dumas hijo publicó así La dama de las camelias, luego inmortalizada en el mundo operístico como La traviata, de Giuseppe Verdi, para citar solo algunos de los más conspicuos autores galos.  Pero este no fue un fenómeno editorial circunscrito al territorio francés, en Inglaterra Robert Louis Stevenson, publicó en 17 entregas en el periódico Young Folks su novela La flecha negra; lo mismo hicieron Charles Dickens, Arthur Conan Doyle y William Wilkie Collins.  En Italia dicha forma fue empleada por Emilio Salgari, quien  publicó sus piezas sobre Sandokán, y Carlo Collodi, con Las aventuras de Pinocho. Más al este, en Rusia, Crimen y castigo, Los hermanos Karamázov, así como Guerra y paz fueron publicadas en El Mensajero Ruso.
                Las peripecias de tal modalidad no se limitaron a los medios impresos y es manida la historia de cómo en 1865 comenzaron a leerse diversas obras literarias a las operadoras de las fábricas de habanos en La Habana, Cuba.  De ahí pasaron a la radio, y surgieron las radionovelas, hasta que mucho después dieron origen a los culebrones con la aparición de las telenovelas.  En Venezuela ambas disciplinas, radial y televisiva, fueron cultivadas por Salvador Garmendia, Boris Izaguirre y José Ignacio Cabrujas, para citar a los mejores, quienes revistieron de dignidad un oficio que era visto con no poco desdén por ciertas élites “ilustradas”.   Cabrujas se reía socarrón cuando oía, o leía, algunas reflexiones y solía decir: “Es que somos una novela en pleno desarrollo, mi estimado jenízaro”.
                Recuerdo mucho a nuestro dramaturgo cuando veo la puesta en escena más reciente de ese elenco de malandrines, matachines y pícaros, que conforman la casta política venezolana. He sido muy duro con dicha cofradía, y debo confesar que alguna vez me he autoflagelado porque al revisar lo publicado llegué a pensar que se me había pasado la mano. Ante las escenas de los últimos días entiendo que me había quedado corto.  Es que son peores…
                Hoy estamos ante los capítulos de la consagración de San Humberto de Boconó para unos, o la aparición de la versión andina del Anticristo para otros. Vemos que Guaidó virgen y mártir es un profeta capaz de desatar pasiones que ni Gardel cuando llegó a Caño Amarillo.  El coro de arcángeles de la Comisión de Contraloría de la muy honorable Asamblea Nacional es un puñado de heroicos guardianes del orden que fueron a Europa a derrotar a los bellacos villanos que nos oprimen, en Cúcuta los actos de corrupción nunca existieron y todo ha sido obra de los ocultos mensajeros de Maduro.  Todo esto recibiendo los ensalzamientos de rigor por parte de celestinos de académico plumaje.
                Ya la entrega de nuestro folletín está llegando al punto en que algunos actores, actrices tampoco faltan, con gestos y maneras entre altaneros y guapachosos proclaman su inocencia y  exigen sumisión ciudadana.  Estamos casi en el momento cuando, en magistral contrapunto, han de clamar: “A mí no me señalen”, “Exijo mi derecho a réplica”, “Yo no fui, ni sé nada de eso porque había salido a comprar una locha de kerosen”, “Qué asco, ¡fuchi!”. En todo caso los capítulos de hoy se revelan en algunos diarios y medios digitales como ArmandoInfo y PanamPost. La diferencia es que esta no es una tragedia de ficción,  es nuestro país día a día y sin héroes a la vista.  Tal parece que terminaremos siendo, parafraseando a Dumas hijo, conocidos con el nombre de algo así como Las aventuras de cuatro necios y un loco.

© Alfredo Cedeño

domingo, diciembre 01, 2019

CORO DE ÁNGELES (final)



¡Yo lo sabía! Le debo una y mil a mi teniente Diosdado, que es el hombre que de verdad manda en esta vaina. Esos muertos ya no hablan más nunca, así me lo dijo una vez mi general Rodríguez en el ministerio cuando empezaron los estudiantes a joder y hubo que tumbar a unos varios. ¿No se iban a aplacar? Lo que pasa es que esos periodistas vende patria empezaron a joder y los políticos, que son todos unos becerros, se pegaron de esa teta a darle también para que los sacaran en todos lados. Pero están jodidos todos, aquí los militares mandamos y la ley dice lo que nosotros digamos. ¡Y punto!


Párrafo final de mi novela CORO DE ÁNGELES.
Para comprarla: https://www.amazon.com/-/es/dp/1709338849/ref=sr_1_1?__mk_es_US=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&keywords=spanish+books+cedeno+alfredo&qid=1574348445&sr=8-1

miércoles, noviembre 27, 2019

COMO EL FRIJOL


         Mi padre tiene más de 40 años de muerto y sigo recordándolo cada día. Él era dueño de un sentido del humor muy corrosivo y preciso, también tenía el don de poner las cosas en su lugar con una frase, lo cual no solía generarle simpatías precisamente. Cuando se ganaba un gesto avinagrado, o el recordatorio a sus antepasados, solía voltearse hacia mí, cuando estaba alrededor, y me decía: Alfredito, no haga como el frijol; no se meta en vainas para que en vainas no aparezca.
         Esas palabras las he tenido en cuenta muchísimas veces en mi vida, otras que no, como me ocurre hoy.  ¿Cómo se queda uno callado ante el despropósito generalizado que vive mi país? A veces tengo la sensación de estar en medio de una pesadilla en la que el único que la sufre soy yo. Es cierto que los sueños son individuales y por ello me pregunto si lo que es un infierno para mí es una ensoñación para los demás. Sin embargo, ¿es individual la situación o es un infierno lo que vive toda Venezuela?
         La voracidad se ha enseñoreado de una manera inaudita. Se habla de la dolarización de la economía nacional con una naturalidad que ya hasta el bigote bailarín la asume, y se entiende que esa es una medida a través de la cual la economía busca mantener a flote los costos operativos. Ahora bien, la famosa “viveza criolla” no cesa de manifestarse. Con estupor y rabia leo el correo de un querido amigo que necesita intervenirse oftalmológicamente por cataratas y hace dos semanas acudió a una reputada clínica de Santa Paula, en Caracas, donde le cotizaron la intervención y demás detalles conexos en mil dólares. Dos días después cuando fue a confirmar el procedimiento le anunciaron que el costo era de MIL DOSCIENTOS dólares…  Doscientos dólares de aumento en dos días. Cuando el paciente reclamó, les copio el fragmento: “y traté de argumentar que no puede existir tal inflación en dólares, la respuesta que me dieron fue: son nuestras prácticas administrativas”.
         Por lo visto la Venezuela en que nací, crecí, viví, desapareció. Estamos ante un país de caníbales donde el sálvese quien pueda es el lema. La indefensión ante un estado criminal y arrogante no puede ser mayor, pero es entendible. Ahora cuando esa postración se nos convierte en una condición que debemos acatar compulsivamente, porque la propia ciudadanía olvida los más elementales principios de solidaridad y amor al prójimo, es imposible no desanimarse.
         Creo que es hora de felicitar al chavismo-madurismo-clientelismo por haber sido tan exitosos en volver cisco lo que éramos. Han logrado acabar con los venezolanos y hacer que nazca el hombre nuevo. Hosanna en la tierra a los rojos de mala voluntad.

© Alfredo Cedeño

viernes, noviembre 22, 2019

CORO DE ÁNGELES (primer capítulo)



Yo soy lo que fui y seré. Una maroma del destino me puso a bailar en el centro de una tijera que nunca supe la mano de quien manejaba. Ayer estuve en Caracas, hoy ando por Brickell, en la más cubana de las ciudades de Estados Unidos, ¡qué Guanabacoa un carajo! Miami es la Celia Cruz del Atlántico, aquí se ponen tacones, pelucas y se abomban las nalgas como negras para perseguir la quimera de Jenifer López, mientras se inyectan las bembas hasta con naftalina para tener la boca más deseada de la Quimbamba.  Aunque eso será por poco tiempo más, en breve esta será la sucursal de la sucursal del cielo, aquí ya debe haber casi tantos caraqueños como en la propia Caracas. Un día de estos van a hacer una plaza Bolívar con bancos y edecanes, pero sin catedral y sin los vagos atorrantes de la esquina caliente dedicados a joderle la paciencia a la humanidad entera en su esquina noreste. Por lo pronto aquí ya hasta tuvimos un alcalde, ¡dígalo ahí Luigi Boria!
Somos un ejército de gimnastas que podemos hacer decir no cuando es sí, y al revés también. Es una maravilla de estos tiempos en que deshonestidad y oscuridad son nuestras primeras necesidades, y que se vaya al carajo Bolívar con toda su parafernalia, a fin de cuentas él no es quien para predicar la moral en calzoncillos. ¿Acaso Miranda no fue el cambalache que el Libertador hizo por su pasaporte para irse a seguir bajándole las pantaletas a cuanta culisabrosa se le atravesara en el camino? Pero como somos hijos del territorio de la parejería y la altisonancia, ahora somos más Bolívar que el propio Simón José Antonio de la Santísima Trinidad.
¿De dónde venimos? ¿De dónde vinimos? Una sola cuna y origen nos tiñe de pies a cabeza, cuando veo en la “Madre Patria”, dicho con acento castizo y entonando con aires de patiquín madrileño, la pelea de pollinos en celo de los ilustres dirigentes de Podemos, y Errejón pone cara de niño recién destetado para decirle al mal vestido y peor peinado de Pablo Iglesias: “Eso nos deja un espacio que si hacemos las cosas bien nos puede permitir representar la esperanza de mucha gente que se va a sentir decepcionada”; ahí mismo es cuando me pregunto: ¿Y por qué me voy a poner con esas menudencias de culpas o preocupaciones por ganarme lo que me gano de la manera que lo hago? Este es el reino de lo imposible hecho posible gracias a mis posibilidades de bailar al son que me interesa que me toquen. La moral es una zorrita maloliente a la que ya nadie se quiere llevar a la cama, y no voy a ser yo precisamente quien se la va a merendar ahora.
Yo sé que estoy en una cuerda muy floja, y también sé que ellos me pueden echar la vaina de mi vida en cualquier momento, pero esa es la ventaja de hacerte pasar por tonto: los demás se terminan creyendo que lo eres y como tal te tratan, lo que no saben es que más cretino es el que cree que el otro lo es y así lo trata. No deja de tener su riesgo, pero bien vale la pena después de todo. Al final del día si sabes mover bien los hilos de las marionetas puedes hacer que todo suene para que a ti te convenga.
Todo empezó el día que me encontré en Sabana Grande a Heraclio, y nos sentamos a tomar unas cervezas en El Gran Café. Nosotros estudiamos desde segundo año hasta que nos graduamos de bachilleres. Nos habíamos visto en alguna cursilería de esas de reencuentros de ex alumnos y demás babosadas de similar tenor. Pero esa tarde de martes me hizo cambiar las teclas.
–No te creas que es nada del otro mundo, me imagino que eso es lo mismo que le pasa a las prostitutas con su primera vez, pero cuando tienen los billetes en la mano ni de vaina los devuelven, después o le agarran el gusto o entienden que es un trabajo y ya está listo. ¿Qué es lo que tienes que hacer? Registrar una empresa, que eso lo haces con menos de diez mil bolívares, y yo te meto en el registro de proveedores, te aviso cuando haya una licitación, te digo cuánto vas a poner, y te ganas el contrato, la tercera parte es tuya y las otras dos terceras partes las vas a repartir entre la presidenta del instituto, el licenciado Ortiz, la secretaria del jefe de Finanzas, este galán que está aquí y una partecita que es como un diezmo que dicen, y eso es porque hay que salpicar a todos; cuando comen todos, todos están contentos, no importa que uno coma más que el otro, a fin de cuentas todas las barrigas no son iguales, a todas no les cabe lo mismo. ¡Ojo! No es que vas a partir a partes iguales, ni de vaina chico, a la secretaria no le puede tocar lo mismo que a la presidenta, o al licenciado, o a mí, o al de la limosnita, ya te diré cuánto es para cada uno. Eso es todo, nada del otro mundo, déjate de esos pruritos morales que con eso no puedes ir al supermercado, si no llevas tu tarjeta no te llevas nada. ¿O es que tú vas, llenas el carrito y en la caja le dices a la muchacha: es que yo soy un hombre honesto y ella se sonríe y te felicita y te manda a que sigas adelante? ¡Llama al de seguridad y con lo menos que te vas es con una patada por ese culo! Hazme caso y déjate de pensar tanto que tú no eres Aristóteles, vete mañana mismo donde un abogado, si no tienes uno yo tengo en Los Teques un pana que te hace esos papeles y no te cobra de una, y espera a que te salga el primer contrato para que le pagues. ¿Qué más quieres, torta con chicha? Mire que el billete está en la calle y el que se pone las pilas lo mete en su cartera.

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miércoles, noviembre 20, 2019

BURROS COMELONES


         Mi abuela Elvira tenía muchas amigas, era para mí una fiesta acompañarla en las visitas que salía a hacerles algunas tardes allá en La Guaira. En la calle que subía de La Caja de Agua al Puente Jesús, vivía una de ellas, que no logro recordar su nombre.  Era una doña campechana, menuda y retaca, con un sentido del humor muy característico y el hablar propio de la gente nacida a la orilla del mar. Solía soltar unos dichos que muchas veces no entendía de un todo, y luego largaba una carcajada que muchas veces acompañaba de alguna palabra altisonante. Había algunos de esos refranes que empleaba repetidamente y esos terminé por grabarlos. Uno de ellos era: Mis esperanzas eran verde y se las comió un burro, pero el dueño ni de vaina me las va a pagar. Por lo general la risa era común, la de mi abuela junto a la de ella, y se largaba zaguán afuera a campanear por las calles del pueblo.
         Esa frase me ha estado aguijoneando en estos días que tanto se habla de esperanzas. Se para el presidente de la Feria del Chigüire en Achaguas a dar sus palabras de bienvenida a tan magno evento y se explaya a hablar sobre la esperanza. Se dan inicio a las Primeras Jornadas del Pensamiento Liberador de los Mapurites en invierno, y el decano de Ciencias Ocultas de la Universidad Negra Matea da una clase magistral sobre la esperanza. Comienzan las sesiones del Congreso de Inútiles, Pusilánimes y Afines del Distrito Capital y el Estado Miranda, y su vicepresidente diserta de manera brillante, y por demás deslumbrante, sobre la esperanza que debemos mantener viva en estos momentos tan trascendentales que vive la patria.
         Mientras tanto, tal abundancia de gamelote de jugoso verdor es tragado de manera insaciable por la manada de burros rojos que han hecho de Venezuela su potrero. Por cierto, es necesario alertar a los cándidos que no pueden lanzarse alertas sobre el desguace hecho por la reata asnal, se supone que para ello solo están habilitados ciertos cabreros ungidos por la gracia divina. Es por ello que no debe extrañarnos oír a muchos de esos desinteresados pastores tronar contra la apatía ciudadana. “Es que no hay duda de que el desinterés es el caldo de cultivo ideal para que los menos aptos se terminen haciendo con el poder”. Y cierran dicho capítulo comparando lo que nos ocurre con las célebres juntas de condominio, donde cinco vivianes se intercambian votos para luego de autoelegirse y designarse mutuamente terminan por apropiarse con el, por lo general buchón y bien provisto, fondo de reserva. 
         Tras cornudo, apaleado;  le oí decir a la amiga de mi abuela alguna vez, y es lo que nos está pasando. Nuestra fauna política, en ambos lados de la calle, demócratas y revolucionarios, se han esmerado de manera inequívoca en hacernos perder la credulidad. Sin embargo, ellos ahora pretenden hacernos sentir a nosotros, los ciudadanos comunes y silvestres, como los culpables de estos vientos de desasosiego que ahora nos mantiene ateridos. Por eso engolan sus voces, se yerguen con poses de próceres triunfantes, y sueltan una perorata que duerme hasta a los desvelados; mientras un jenízaro como Anderson Arellano en San Tomé se dedica a torturar a un niño por jugar con los animales del nacimiento navideño de la escuela de formación de la Guardia Nacional en esa población. Seguramente el honorable hombre de armas se ofendió porque los niños jugaban con los burros que rodeaban el pesebre.  Tampoco podemos exigir impasibilidad cuando vemos a cualquiera, por muy  niño que sea, manoseando las representaciones de nuestros seres queridos. Por algo Arellano y sus compinches se han dedicado a comerse nuestras esperanzas a todo lo que le dan sus quijadas.


© Alfredo Cedeño


miércoles, noviembre 13, 2019

SOLIDARIDAD INÚTIL


                Se abunda mucho en torno a la instintiva solidaridad humana frente a las injusticias, y sobran los pontificadores al respecto, es una homilía repetida hasta el hartazgo. Las figuras empleadas para tocar el punto son por demás variopintas. Se habla del síndrome de David y Goliat, de la invencible capacidad del débil para derrotar al poderoso, del romanticismo implícito en la simpatía despertada ante el derrotado.  Y por esa ancha avenida, empedrada de magníficas intenciones, ha paseado infinitas veces la carreta de las minorías asesinadas, de los pueblos aniquilados a mansalva, de los tiranos envalentonados ante el silencio –temeroso o alcahueta– del altisonante “coro de voces mundiales”.
                Los ejemplos son incontables, justo ahora se cumplen 61 años del bautizo de la barbarie nazi, llevada a cabo en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, bautizada como La Noche de los Cristales Rotos. Larga noche para los alemanes y austríacos que profesaban la fe judía.  Fueron miles de tiendas, casi dos millares de sinagogas destruidas, decenas y decenas de asesinados, ancianos, mujeres y niños apaleados y vejados a mansalva en esas horas endemoniadas.  Una letanía de horrores que comenzó a entonarse esa noche ante una respuesta casi nula del mundo.  El saldo final fue de seis millones de personas inermes asesinadas por obra y gracia del delirio del señor Hitler.
                    Necesito escribir que ya en ese tiempo había habido variadas experiencias de aniquilaciones genocidas, ante las cuales el mundo también había hecho mutis. Me refiero a la molienda de vidas que llevó a cabo Stalin en la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y de la cual poco se habla, o de nula conmemoración en modo alguno.  Según el historiador Víktor Zemskov, la cifra de presos en los llamados Gulag entre 1938 y 1945 fue de 13.045.450 personas; y según la Fundación de Aleksandr Yákovlev, el número total de presos muertos en dichos campos de prisioneros en esos años fue de 1.126.947 personas. Las cifras del monto total de víctimas del glorioso gobierno del proletariado bajo la férrea mano de “Koba” son variadas, pero las que parecen ser menos apasionadas fueron las de Robert Conquest, situó la cifra de muertos por la represión política y la gran hambruna rusa, entre trece y quince millones de muertos.
                    Ambas tragedias pudieron ser detenidas, y no fue así. Solo una de ellas, la de los creyentes judíos, fue atajada. La otra se trata de mantener al margen de la memoria de la vergüenza humana.  Algo similar viene ocurriendo desde hace más de medio siglo con Corea del Norte y Cuba, y desde hace dos décadas en los predios del esperpento histórico llamado chavismo. Y el mundo sigue igual de callado, permanece mirando los toros desde la barrera, mientras los hinchas del pensamiento liberal, esos que gustan ser llamados progresistas, jalean a los sádicos sociales de turno. No se necesita otra cosa más que entonar un canto lastimero de dignidad de los pueblos, del derecho a la autodeterminación, de valentía frente al monstruo imperial, para ser elevado al panteón de los próceres planetarios.
                    Mientras tanto, y sin consuelo a la vista, los venezolanos seguimos sumergidos en la apestosa letrina en que ha sido convertida nuestra tierra. Las voces de solidaridad son infinitas, pero siguen siendo de una inutilidad aún más extensa. ¡Cuánto cuesta evitar que el desconsuelo se imponga!

© Alfredo Cedeño

miércoles, noviembre 06, 2019

ESTACIONES Y COSECHAS


         Nada más traicionero y volátil en sus afectos que el tiempo. Hoy eres un ídolo y mañana eres un canalla insepulto digno del mayor de los desprecios, ayer fuiste el peor de los villanos y hoy te encuentras vitoreado hasta el paroxismo, mañana serás Lázaro y ayer no tenías la más peregrina idea de cuan cerca estabas de la resurrección.  Por lo general ayer, hoy y mañana suelen armar unos batiburrillos que ni Clodomiro, el del burro adivino, puede explicar de manera más o menos clara algo que pueda ser entendido ni aun por los calculistas de la NASA.
         Debe decirse que junto al tiempo van las acciones, suelen ir de manitas enlazadas, y así van generando gestas o tragedias. Sin embargo, no siempre el tiempo se manifiesta cuando debería, o creemos que así ha de ser, y termina llevando a cabo unas jugarretas que no siempre se logran entender. Lo mismo ocurre con las acciones; bien haces esto, o aquello, y todo concluye en un escenario enteramente diferente al que suponías debías llegar. La ambigüedad y amplitud de ambos vocablos hace infinitas las variaciones a las que podemos tener acceso al combinarlos.
         ¿Cómo se hace para acertar en el momento cuando el gesto es hecho? ¿Quién sabe moverse al compás exacto que permite dar en el blanco? ¿Dónde debemos apuntar para que la acción ejecutada no se convierta en un desplante, o una morisqueta de indescifrables consecuencias? ¿Qué hace que un líder combine de la manera adecuada sus –muy naturales, por demás– cálculos como individuo, con los intereses de la colectividad que pretende representar?  ¿Cuál es el instante en el cual las acciones, realizadas o convocadas, consagran o desgracian el rol de un dirigente? 
         Adjudican a Antonio José Ramón de La Trinidad y María Guzmán Blanco, decimoctavo presidente de esta tierra ahora “revolucionaria”, la frase de que nuestro país es como un cuero seco: lo pisan por un lado y se levanta por el otro. Tal vez la falta de concordancia entre lo dicho, lo hecho y el tiempo sean la clave para entender las cosechas tempestuosas a las que estamos casi acostumbrados. Escribo casi, porque pese a todo este súmmum de vendavales donde solemos permanecer se conserva un hálito de esperanzas en el que nuestro instinto de supervivencia nos mantiene precariamente a salvo. 
         Se han sembrado vientos de manera pródiga, nos han sobrado los émulos de Eolo, y ahora que la cosecha de tempestades es copiosa, pretenden, cara de asombro de por medio, simular un desconcierto de ninfas maltratadas. Hasta de decoro son huérfanos, y así pretenden ser los baquianos de esta pésima hora que nos toca padecer.
                                                                            
© Alfredo Cedeño

miércoles, octubre 30, 2019

DIRIGIR DESDE LA CULPA, MAL NEGOCIO

         
          Pocas cosas son más terribles para el ser humano que la exclusión, es la negación magnificada de nuestro instinto gregario. Cuando te marginan te aíslan, te arrinconan, te excomulgan, te convierten en un paria con el que nadie quiere estar en contacto. Hasta el agua te niegan ante el brutal acto social que significa volverte la espalda. Pocas cosas te hacen sentir tan insignificante, ha sido un instrumento de dominación implementado a lo largo de los siglos por los diferentes modelos societarios que la historia ha documentado.  La Iglesia ha sido una verdadera cátedra del  uso de ello como gran agente de control individual, y por ende social.    
         Los herederos por excelencia de la manipulación del sentir a través de lo religioso han sido los cacareados partidos políticos; y sus cabezas han copiado, a conciencia y sin rubor, las habilidades depuradas por shamanes, rabinos, clérigos, imanes, monjes y demás personajes de similares tablados.  Si algo demostró lo metafísico es que no había una herramienta más poderosa entre toda su panoplia retórica que la culpa. Si te culpabilizo, de lo que sea que se me venga a mi arrebatada cabeza, y no te sometes a mis caprichos te someto al escarnio colectivo. Así surgieron vergüenzas humanas como el hérem, la inquisición, la excomunión, el takfirismo, todas expresiones de un necio absolutismo incontrolado.
         Fue así como se ha terminado entonando un rosario de mentiras históricas repetidas hasta el cansancio. Es una larga ristra de embustes que terminan por generar emociones que, a la vez, se emplean para reforzar dichas mentiras.  Es una retorcida serpiente que no cesa de morderse su cola, es una perversa manifestación de retroalimentación.  Por eso no es de extrañar ver a excelsos dirigentes sociales que nos sermonean sobre los maleficios efluvios de la riqueza y juegan a reforzar las bondades de la pobreza; también los vemos predicar sobre los daños emocionales que producen los vicios de “la sociedad de consumo”, pero no cesan de pavonear sus relojes, camisas y zapatos de los más exquisitos diseñadores. La lista de ejemplos del uso del miedo como látigo social puede ser infinita. A la larga son artífices de la culpa adosada a los demás para que, ante el miedo a la segregación, sean dúctiles feligreses a mi servicio. 
         Si uno critica aquello que considera errado, o se hace vocero de aquellos que así lo piensan, eres extrañado de manera fulminante.  Si alguien osa hacer una propuesta distinta a la que se considera debe ser el mantra del momento, es lanzado al circo más feroz de las burlas y los escarnios. En caso tal de que a algún iluso se le ocurra pedir claridad, se le impondrá el más abyecto de los vacíos.  Manifestaciones de tal petulancia supina superan a la verdolaga, nacen en cualquier rastrojo y se nos pretenden imponer en medio de la mayor de las negruras.  Se empeñan en dirigirnos preñados de torpeza, no atinan a entender que así lo único que pueden parir es a sus propios demonios.

© Alfredo Cedeño

miércoles, octubre 23, 2019

ENGAÑO, LUEGO MANDO



         El poder es engaño, es el uso desapasionado, frío, cruento la mayoría de las veces, del prójimo en función del bien propio enmascarado con la manida frase de la búsqueda del bienestar común. En su búsqueda, logro y ejercicio confluyen las peores condiciones humanas. Y se patenta en cualquiera sea su nivel. Se llega a una oficina, sea cual sea su función, y desde el portero, pasando por esa representación por excelencia de la descortesía a la que han dado en llamar “seguridad”, hasta la secretaria de la cabeza de dicha dependencia, nos exigen ir dispuesto a sumergirnos en un ejercicio abyecto de sumisión, no basta con la genuflexión, necesitará humillarse. Basta que al portero se le antoje que no puedes pasar para que todos los trámites a realizar se vengan abajo. Ni hablar de la cabeza del organismo, si usted no le cae en gracia, puede estarle presentando el adelanto molecular más avanzando de la galaxia, si a él –o ella, que también entre las faldas abundan–, no le dan sus santas ganas olvídese de alquilar el traje, a ese baile no va.
         He visto brillantes y solidarios intelectuales, de esos que enuncian sólidos argumentos a favor del proletariado, saltar raudos a sacar de una botella de refresco el pitillo recién colocado por un humilde trabajador y batirlo contra el suelo, mientras mascullaba: ¿Es que no le viste las manos? A más de un sensible vate, devenido en profesor, lo vi humillar a algún discípulo por no darle la respuesta que él esperaba: ¿Bachiller, está seguro de que esto es lo suyo? Fueron varios los defensores de los cacareados derechos humanos a quienes vi limpiarse, y desechar sus costosos pañuelos de lino, luego de estrechar las manos de humildes mujeres que clamaban por justicia. José Vicente Rangel fue uno de ellos en su “gloriosa” época de diputado.
          Ha habido un largo trecho desde los primigenios guerreros, que se imponían a mandobles y coscorrones sobre sus vecinos, hasta hoy. En nuestros días la alevosía es la horma por la que se rigen todos aquellos que pretenden liderar así sea la junta de las fiestas patronales de Achaguas.  Todo se ha reducido a un torneo de ofrecimientos, aquel que más ofrece más cuotas alcanza. El lema que rige es aquel de: Jurar, jurar y jurar hasta llegar a ganar; una vez que has ganado olvidar lo jurado. La vocación de servicio que se supone hay tras el ejercicio del liderazgo social se ha pervertido a niveles que ni el propio Macchiavelli pudo suponer. Los famosos senadores romanos y sus trapisondas han  resultado niños de pecho al lado de nuestra casta política contemporánea, tanto la criolla como la exógena. Lo vemos a lo largo y ancho del mundo. Todo se ha reducido a los números y beneficios que cada quien puede obtener. Te pongo estos aranceles si no me dejas vender esto, te veto las operaciones en  tal localidad si me niegas esto otro, te apoyo en aquella alcaldía si me votas en esta diputación…
         Y así se nos va la vida en manos de una gavilla de descerebrados que juegan a ser Nerón o Hitler, les importa muy poco nuestros destinos con tal de reafirmar su primer puesto en la foto. Venezuela ha padecido un largo rosario de dicha fauna, el saldo final es la destrucción de un país que pudo ser modelo de logros. Chávez y su combo arrasaron con todo, lo peor es que en la riña de bar arrabalero por nuestros pecios los llamados demócratas lucen aún peores. Solo quieren poder; poco, muy poco, les importa la ciudadanía.

© Alfredo Cedeño

miércoles, octubre 16, 2019

SINIESTRA NACIONAL


         A la izquierda criolla no se le puede negar su histórico pragmatismo, siempre ha sabido sobrevivir a cualesquiera sea la situación que le toque afrontar, hay quienes le comparan con los ornitorrincos, y llaman en respaldo a su tesis que tienen trompa de pato, rabo de castor y patas de perro de agua. Ciertamente que en lo que ha devenido la otrora belicosa antiderecha venezolana, de manos agarradas con el comandante nunca bien sepulto y don Nicolás Gofiote, es de antología. Muy atrás quedaron los tiempos de Víctor García Maldonado, Rodolfo Quintero, José Antonio Mayobre, Juan Bautista Fuenmayor, Kotepa Delgado, Miguel Acosta Saignes, Miguel Otero Silva, Eduardo Gallegos Mancera, Pedro Ortega Díaz, Alberto Lovera, Pompeyo Márquez, Jesús Farías, Cruz Villegas, Carmen Clemente Travieso, Argelia Laya y Olga Luzardo, entre muchísimos otros.
         Los antes revolucionarios ahora gustan de mostrar sus logros sociopolíticos y se pueden ver a sus más conspicuos representantes luciendo anillos Cartier, relojes Patek Phillipe, zapatos Louboutin o corbatas Louis Vuitton. Todos hacen gala de una envidiable autoestima, puesto que les importa muy poco parecer loros caminando sobre una plancha de zinc o la puerca de Juan Bobo camino  a la feria dominical del pueblo. 
         Es profundamente lamentable que la gesta de hombres y  mujeres, como los señalados en el primer párrafo,  se haya convertido en la manada de mamarrachos que se jactan de ser los amos y señores del pensamiento de “avanzada”.  Lo cierto es que la llamada izquierda venezolana aniquiló todas las estructuras sociales reivindicativas, comenzando por las organizaciones sindicales. Buen empeño puso Chávez, al comienzo de su gobiernucho, en tratar de neutralizar  a los obreros petroleros; más tarde, empleando en su momento como monigote a Aristóbulo Istúriz, trató de aniquilar a la Confederación de Trabajadores de Venezuela –CTV-. Y fueron esos conglomerados de obreros quienes le dieron las primeras derrotas políticas al hasta entonces imbatible comandante sabanetero. Todo esto bajo la mirada alcahueta y poco solidaria de los eternos defensores del proletariado.
         Junto a ellos le tocó a la labor social que por decenios había venido desarrollando la Iglesia entre los más humildes y necesitados. Es innecesario hablar del trabajo ciclópeo llevado a cabo por “Fe y Alegría” o el trabajo entre el cinturón de miseria y dignidad que rodea a la Universidad Católica Andrés Bello –UCAB- en nuestra maltratada Caracas. Es un largo rosario de atentados contra todo intento organizativo para revestir de dignidad al venezolano. Las comunidades indígenas han visto usurpadas, como nunca en su historia, sus tierras ancestrales por una horda de canallas respaldados por el gobierno.
         No ha habido estrato de nuestra sociedad que no haya sido vejado a conciencia por esta plaga bíblica que por veinte años nos ha asolado, y lo más insólito gozando de una aclamación internacional a la que muy poco le importa nuestra suerte. Total, la cabeza que se juega en medio de las fauces de las fieras no es la de ellos.  De un tiempo a esta parte es que algunas voces se han comenzado a levantar, unas por elementales razones de caridad, otras porque ya empiezan a vivir de cerca las consecuencias de un poder inclemente que no duda en arrojar de casa a sus propios paisanos. Sin embargo todavía no son escasas las voces que saltan a defender la legitimidad de los gloriosos líderes que se ocupan de hacer cumplir la “autodeterminación del pueblo venezolano”. Imbéciles es poco para lo que merecen ser llamados.
          La gloria de la izquierda venezolana no ha podido ser más aciaga. Ha sido una siniestra resolución para suicidarse, y ahora pone al país en bandeja de plata a cualquier aventura diestra. Nunca mejor aplicado nuestro refrán: Cachicamo trabajando pá lapa.  Es así como no debe extrañarnos que veamos a Raúl Baduel, el mismo que tan denodados esfuerzos hizo para imponer entre las fuerzas armadas el Patria, Socialismo o  Muerte, como ministro de la defensa. O tampoco a la sicaria judicial Luisa Ortega Díaz como presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, o el Pollo Carvajal regresando triunfal a dirigir los órganos represivos del estado, y quién sabe si veamos a Rodríguez Torres de ministro de cualquier pantomima de similar clase. Y todo esto al compás del batir de palmas de la izquierda criolla, apalancados en sus colegas internacionales, que es vanguardia de nuestro pensamiento.  ¡Y cuidado se nos ocurre criticar!

© Alfredo Cedeño

miércoles, octubre 09, 2019

PARADOJAS REVOLUCIONARIAS



                No hay nada que le guste más a un revolucionario que despotricar del “Imperio”. Miento, porque a la par, y cuidado si no más, lo hacen de su expresión por excelencia: el dólar.  Sin embargo, y muy pese al embargo, cuando visité La Habana no lograba entender la fascinación de todos los habitantes de la ruinosa –pero muy revolucionaria, digna y resistente– capital antillana para con la satanizada moneda.  ¡Ni de vaina te cobraban en el bendito peso convertible cubano! Cosas de la elasticidad moral insurrecta, para la pava no es lo mismo que para el pavo, hasta ahí no llega la igualdad de género y demás fruslerías de igual tenor.
                Lo mismo ocurre en nuestra Venezuela roja rojita, usted va a Morrocoy saca cien dolaretes y lo pasean por todos lados, si quiere unos tostones saca otros cinco, y así usted se siente en Disney sin haber pasado por las maléficas aduanas gringas.  Si es en Caracas que está y quiere comerse un arroz con su respectivo pimentón, no tiene más que salir a la calle donde por tres billeticos verdes le venden su kilo rojo, ¡más no rojito!, de la mentada solanácea. Por supuesto que la pregunta de las sesenta mil lochas es: ¿Y de dónde está saliendo tanto dólar?
                Las respuestas a la interrogante han sido múltiples, pero las que han tomado posiciones de punta han sido por un lado las remesas que desde el exterior envían los expatriados, y por el otro que todo es  obra del lavado informal que están llevando a cabo los jerarcas del narcotráfico.  Ambas variables podrían ser descartadas o confirmadas si nuestro país contara con instituciones operativas, es decir que funcionen a cabalidad, y transparentes. No creo que sea necesario abundar sobre la opacidad característica de todo lo que se mueve en el área política venezolana.
                Pese a lo anterior creo que vale la pena hacer un par de ejercicios comparativos. En cuanto al volumen de las remesas desde el exterior se me ocurre que el caso mexicano es un buen punto de cotejo.  El Banco de México ha informado que ese país recibe alrededor de 3.300 millones de dólares mensuales desde Estados Unidos remitidos por ciudadanos mexicanos que viven allá. Se ha logrado determinar que el promedio de dichas remesas es de 330 dólares, en pocas palabras son unas 10 millones de operaciones de envíos de divisas las que se realizan cada mes. Es oportuno recordar que se calculan 35 millones de mexicanos viviendo en Estados Unidos, es decir que un  28,5% de ellos transfieren dinero a sus paisanos.
Si obviamos una serie de consideraciones y generalizamos que los venezolanos en el extranjero se preocupan en proporciones similares a los mexicanos en USA por sus familiares, podemos pensar que el 28,5% de los venezolanos hacen lo mismo. Sabemos por las cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, publicadas aquí en El Nacional, que hay alrededor de 3,5  millones de venezolanos en el exterior. De ellos 75% están en Latinoamérica (principalmente Colombia y Perú), 15% están en Europa (fundamentalmente en España) y 10% en Estados Unidos.  Si empleamos los ingresos per cápita en dichas regiones US$ 6.150, 31.000 y 62.500, respectivamente, se podría calcular al voleo que el ingreso de los venezolanos en el exterior es de US$ 15.700 por año. Es decir los venezolanos en el extranjero tienen una capacidad de envío de remesas del 25% de la de los mexicanos, por lo que podría especularse que la remesa promedio debe rondar los US$ 80, el 25% de 330. Si seguimos el juego especulativo y calculamos que 1 millón de venezolanos le manda a los suyos una “segunda”, eso significa unos ingresos mensuales por remesas de 80 millones de dólares, hablo de casi 1.000 millones de dólares anuales por dicho rubro.
Si prosigo el juego de las suposiciones y escribo de lo que podría tener que ver con la dolarización de nuestra economía, y ahora abordo lo relativo al narcotráfico, las cifras son como sigue.  El precio de la cocaína en Colombia ronda US$ 1.500 el kilo, mientras que en la frontera norte de México ronda los US$ 12.000, la diferencia entre uno y otro precio es el beneficio que obtiene aquel que actúa como mediador y transportista; de ese monto US$ 4.500 corresponden a quien funge de distribuidor. A esto quiero añadirle un reporte de una década atrás, elaborado por el Congreso estadounidense, según el cual la distribución de la cocaína colombiana al mundo desde Venezuela pasó de 60 toneladas en el 2004 a 260 toneladas en el 2007, y que “el Estado bolivariano ha sustituido parcialmente a Colombia como centro de distribución”. Ejemplos de ello son los sobrinos presidenciales hoy en día alojados en una cárcel estadounidense, sin olvidar la participación en dicho tinglado del Cartel de los soles, la Corporación Siria y otros miembros del gobierno y la Asamblea Constituyente. Todos solicitados por la Interpol y la DEA. Tanto ha sido el impacto de estos grupetes que ya no se habla de narco guerrilla o narco terrorismo sino de narcos gobernantes.
Sigo jugando a actualizar cifras y reviso el diario colombiano El Espectador, donde  encuentro que en 2017 la producción de cocaína fue de 1.980 toneladas, se estima de forma conservadora en 2.000 toneladas para el 2019. Ahora bien, si la cocaína colombiana distribuida con apoyo gubernamental desde Venezuela llega a 500 toneladas, siendo cauto en la estimación, podemos estar hablando de unos ingresos de 2.250 millones de dólares, que sumados a los mil de las remesas nos dan 3.250 millones de monedas americanas.
Esos ingresos anuales, en lo que respecta a las remesas, solo servirán para satisfacer algunas de las necesidades básicas de las familias que reciban la ayuda de sus parientes desde el exterior, que además deben hacer maromas para hacérselas llegar. Pero, en lo que corresponde a los beneficiarios del otro rubro veremos incrementar el poder económico de los gobernantes y los grupos económicos asociados a ellos. ¿Creen ustedes que esta cofradía soltará semejante ubre? Advierto que en estas cifras no se han podido incluir las que tienen que ver con la explotación ilegal minera en Guayana y Amazonas.  Insisto, ¿es con esta pandilla de hampones con las que se pretende dialogar? ¿Adónde se puede llegar con semejantes interlocutores? Ellos por lo pronto siguen haciendo gala de su impoluta moral revolucionaria, la cual les permite arracimar dólares mientras vierten sapos y culebras contra el malvado Imperio.  La revolución da para eso y mucho más, ni una goma de calzoncillo puede ser tan elástica. Mientras tanto el dólar, no el rublo o el yen o el peso convertible, es el amo y señor de esta comarca tan contestataria. 


© Alfredo Cedeño

miércoles, octubre 02, 2019

IGLESIAS CONTEMPORÁNEAS


                Ante la necesidad de entender lo inexplicable, lo desconocido, lo ignorado, el ser humano se dedicó a elaborar procesos que, desde la incertidumbre, le permitieran establecer códigos para  tratar de encontrar cierta tranquilidad. Tal vez todo comenzó con una explicación de un abuelo a un nieto preguntón que indagaba por qué había muerto la abuela, a lo mejor surgió de la angustia incontrolable de los compañeros de un cazador herido mientras perseguían un mamut y la certeza de que ninguno en situaciones similares había podido sobrevivir, quizás el jefe de una tribu preocupado por las normas de convivencia de sus paisanos. Los orígenes de las normas sociales deben haber ido desde lo más sublime a lo más terreno.
                El hedonismo inherente al ser humano, junto a la necesidad también innata de entender lo que nos rodea, así como el muy mentado instinto de sobrevivencia, fueron mezclándose en un cóctel que en primera instancia dio origen a los ídolos. Era necesario proyectar en un objeto determinado, bien labrado en dura madera con la ayuda de artefactos de obsidiana o moldeado en arcilla, los anhelos más preciados.  Se pedía por una buena caza, por una recolección copiosa, por una lluvia redentora, por una cosecha muy buena.  Cuando las figurillas no eran suficiente se invocaba a la naturaleza misma, y así se desarrolló el culto al sol, a la lluvia, a la luna, a los ríos. Fue un deambular del espíritu del hombre que terminó en las estructuras religiosas como crisol de esperanzas. 
Era de esperarse que el brío de la credulidad fuera manipulado primero por los chamanes, luego por vestales, sacerdotes y cuanta versión podamos imaginar de los curanderos. Se manipuló la fe para convertirla en fanatismo, haciendo ver que se interpretaban los anhelos a nuestra imagen y semejanza. La llamada Iglesia se convirtió en un símbolo y organismo de control social al servicio del poder. Fernando el Católico es una expresión por excelencia de ella. Él hizo de la fe una política de estado por medio de la cual hizo realidad su sueño imperial de convertir un puñado de feudos, ruinosos y arruinados por su lucha contra los moros, en el reino de España. Poco le importo a él y a su reina Isabel, y a los representantes de Cristo en la tierra, que para ello debiera apelarse al espanto de la Inquisición, y demás horrores medievales. Iglesia, Justicia y Estado eran una y trina, la propiedad de la tierra justificaba cualquier barbarie.
La tiranía real-eclesial se prolongó de manera que aparentaba ser eterna, hasta que el pensamiento fue ganando sus propios espacios e hizo que la oscurana menguara. Poesía, pintura, música, danza, la belleza en fin, hicieron que las almas resurgieran con mayor fuerza. Pero también hubo entre los representantes religiosos nuevas maneras de abordar su ministerio, se empeñaron, hasta incluso pagar dolorosos costos, en una búsqueda de lo religioso que no se convirtiese en opio para la feligresía.
Y fue así como surgieron las iglesias de nuestro tiempo: los partidos políticos. Ellos, al igual que la “Iglesia”, se erigieron en los mecanismos de control social por excelencia. Los otrora reinos, ahora naciones, han convertido sus esclerosadas cortes en las parcelas de poder actuales. Duques, marqueses, obispos, cardenales y reyes; ahora son presidentes, diputados, ministros, y jueces. Poca es la diferencia entre aquellos y estos, los primeros controlaron con mano de hierro a sus súbditos, mientras que los de ahora en empeñan en controlarnos con rigidez feudal y para ello se amparan en sus medievales interpretaciones de lo políticamente correcto. Vivimos días de tragedias originadas en las redenciones prometidas, y por supuesto incumplidas. Por lo visto los días de redención lucen lejanos. Sin embargo, la esperanza, esa luminosa condición humana, siempre encuentra formas de retoñar. En ella creo. 

© Alfredo Cedeño

miércoles, septiembre 25, 2019

HABLEMOS DE REALISMO ITALOCRIOLLO


                Italia es un bálsamo para el alma. Cada vez que la he recorrido he sucumbido ante sus museos, iglesias, comida, gente y paisajes. Sin embargo, siempre me ha inquietado su tolerancia moral, rayana en la mentalidad de lenocinio.  Tal vez su mejor manifestación es la permisividad individual, social e institucional ante la delincuencia organizada, ese ente amorfo llamado mafia, que en realidad es una bestia donde conviven, o se enfrentan, la Mafia siciliana,  la Camorra napolitana,  la 'Ndranghetta calabresa, la Sacra Corona de Apulia y la veneciana Mala del Brenta, entre muchas otras organizaciones delictivas itálicas.
          En ese país el malandraje articulado existía cuando la nación surgió en la segunda mitad del siglo XIX. El hamponato se había convertido en la institución de un Estado que no existía, y la supuesta defensa de los derechos de los desposeídos les permitió erigirse en dueños y señores de vidas y bienes. No puedo explicar de manera extensa en estas breves líneas lo que significó y significa en la vida italiana el poder delictivo. Gracias a su sinergia social y su presencia transversal en todos los ámbitos, y donde la respetada estructura vaticana aparece cada dos escarbadas, se puede hasta hablar de una escuela política italiana como epítome de modelos corruptos. Los ejemplos abundan como fue el caso de Benedetto "Bettino" Craxi, uno de los máximos exponentes del Partido Socialista Italiano; y quien murió el 19 de enero de 2000 en Túnez, donde se encontraba fugitivo de la justicia por la pudrición descubierta en la Operación Manos Limpias.
                Pero este “prócer”, no fue el pionero. Él fue antecedido por otra perla de similar brillo: Giulio Andreotti,  periodista y uno de los máximos exponentes del partido Demócrata Cristiano. Este par de ángeles han sido indagados hasta la saciedad por innumerables autores quienes han mostrado evidencias de la red entre banca, iglesia, políticos y delincuentes, siendo todas las puntas del espectro artífices del surgimiento de “fenómenos” económicos y electorales como Silvio Berlusconi. En otras palabras se cumple a cabalidad la ya mítica frase de Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su novela El Gatopardo, cuando pone en boca de Tancredi Falconeri la frase que larga a su tío Fabrizio: “Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi” (Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie).
          Venezuela fue puerto de acogida para los italianos desde el mismo inicio del arribo europeo a nuestro territorio. Colón desembarcó en Macuro en 1498, Américo Vespucio recorrió nuestros espacios en 1499 y en 1500 el genovés Giacomo Castiglione, castellanizado como Santiago Castellón,  fundó Nueva Cádiz en la Isla de Cubagua.  De ahí hasta nuestros días los vínculos de ambos  pueblos han sido extensos y estrechos.  La participación de los italianos en Venezuela ha sido de todo orden y concierto. Por lo visto la permisividad en el mundo político también se ha terminado incorporando a nuestros patrones en dicha esfera, y vemos como una banda de delincuentes convertida en “ilustres dirigentes” ha terminado por tomar las riendas de nuestro país.
          Las expresiones son múltiples e inconfundibles, una de las más representativas de ello fue el sainete del pasado lunes 16 de septiembre en la Casa Amarilla. Todos vimos el lamentable espectáculo escenificado por los hermanos Rodríguez y secundados por Felipe Mujica, Aristóbulo Istúriz, Claudio Fermín, el yernísimo Jorge Arreaza, y muchos otros bicharracos de parecido pelaje. 
          La catadura moral de este combo la desnudó el ilustre Mujica dos días más tarde, el 18 de septiembre, cuando apareció en La Noche, programa periodístico de opinión colombiano, que dirige Claudia Gurisatti y modera Jefferson Beltrán, trasmitido por los canales RCN y NTN24. Ese día el citado ser con gesto adusto, ceño fruncido y tono de caporal enrabietado, aseguró: “Cuando el fin de semana pasado Maduro por una parte y Guaidó por la otra anunciaron que quedaban cerradas las negociaciones que se venían realizando a instancia de los noruegos…”, y por ahí siguió una perorata de lugares comunes que no sé si él mismo se las creía. Minutos más tarde el moderador introdujo a la discusión a Gustavo Tovar Arroyo quien con gesto calmado y trato respetuoso, hizo varias precisiones conceptuales que lo hicieron perder los estribos, y trató de responder zahiriéndolo. Provocó a Tovar con el muy estúpido recurso de “el señor Tovar debería estar en Venezuela y no en Miami”.
          ¿A este asno con pretensiones caballerescas es necesario recordarle las labores desarrolladas desde el exilio por Rómulo Betancourt o Jóvito Villalba cuando Pérez Jiménez?  Por supuesto que su interlocutor, quien ha padecido diversas arremetidas de la dictadura cayó en la provocación y respondió airadamente, haciendo que el “dirigente” empezara a repetir frases hasta desembocar repitiendo en cinco oportunidades de manera destemplada: Tú eres un homosexual.  Ni siquiera tuvo la gallardía de emplear el muy castizo marico, sino que trató de aparentar una civilidad que le luce muy lejana.
          No voy a abundar en lo expresado por tan “elevado tribuno” en el resto del programa. Él mismo se retrató de cuerpo entero. Bien le enrostró Tovar que no tiene argumentos y es un pobre diablo, a la par que le exige el uso de argumentos, mientras lo conmina a que diga si es o no una dictadura la que padece Venezuela.
          El estilo del representante del MAS siempre ha pretendido ser maquiavélico. Él fue factor determinante para el apoyo electoral de su partido a Chávez en las elecciones de 1998, y al poco tiempo, cuando se dio cuenta de que el tutelaje que su organización pretendía del comandante eterno era imposible, comenzó a distanciarse. Al poco tiempo de comenzado el primer periodo del difunto se realizaron una serie de reuniones en el Lincoln Suites de Sabana Grande, en unos espacios facilitados por un ministro de aquellos tiempos que no viene al caso nombrar, y en dichos paliques Mujica se refería al barinés como “La Bestia”. Resulta que tales encuentros   fueron grabados por la DISIP, policía política que entonces regía Jesús Urdaneta Hernández. Me han asegurado varias voces que en una de sus visitas al palacio presidencial, donde acudía con gesto complaciente y relamido, Hugo Rafael le puso una de las cintas en que se refería a él con el despectivo mote. Por supuesto la ruptura fue fulminante.
          Reitero, pareciera que el modelo italiano llegó para quedarse. Lamentablemente han calcado de manera burda la simbiosis políticos-ladrones-riqueza, no han tenido talento ni siquiera para hacer una copia decente. Han montado bodrios que pretenden hacer ver como óperas bufas. ¿Cómo pueden estos ignaros tratar de siquiera emular a Pergolesi, Rossini o Verdi? Si acaso se acercan es a las producciones de Giorgio Simonelli con su saga de películas de Franco y Ciccio, de las que rodaba hasta 5 en un año.
          Esta mafia tropical y contrahecha se ha apoderado con arrestos de caudillos decimonónicos de nuestro siglo, lo peor es que sobran quienes les celebran sus astracanadas.  Es una nueva manifestación de la perversión que significa, por ejemplo, ver a los gays empleando como emblema la figura del Ché, quien se dedicó a perseguir y exterminar a los homosexuales cubanos en el apogeo de la revolución castrista… Tal como leo en Romancero del Cid: Cosas tenedes, el Cid, que farán fablar las piedras,


© Alfredo Cedeño

miércoles, septiembre 18, 2019

¡AL ABORDAJE AUNQUE SE HUNDA!


                He sido un crítico acerbo de nuestra casta política, lo cual he hecho casi con desagrado, pueden decirlo quienes me conocen que no es mi naturaleza prodigar fuetazos. El gesto amable, los buenos modales, la camaradería, la solidaridad, son siempre mejores instrumentos para el logro que los aspavientos destemplados. Pero es que esos seres que se han autodefinido como “políticos” en nuestro país no dejan espacio para tratarlos más que como bestias malamañosas.
                Ellos han usado el término en cuestión para contrabandear sus intereses propios como individuos, ni siquiera como trinchera ideológica. Más mezquinos imposible, y así lo han demostrado de manera contundente ambas esquinas. “Derechistas” robaron desde el ejercicio central y regional del poder; “izquierdistas” lo hicieron desde las famosas colectas de recursos por medio de atracos, donaciones, parcelas municipales y académicas,  y demás formas informales de financiamiento. Es así como hemos visto a célebres caudillos y egregios dirigentes sindicales viviendo en fastuosas, y de muy mal gusto, viviendas, sin olvidar los no menos ostentosos vehículos; diputados viviendo como potentados, y así hasta el horizonte. Los Juan José Delpino y Carlos Ortega, son unos especímenes tan raros en dicho terreno que ya ni nombrarlos quieren.
                Nunca faltan viudas y dolientes de esa pandilla de hampones cuando alguno de quienes, preocupados por el país, alertamos sobre sus despropósitos.  Desde aquellos que bajo la figura de “asesor” cobran de los grandes partidos, que lo diga Primero Justicia, o los espontáneos que se rasgan las vestiduras en plena plaza Bolívar por la probidad inmaculada de Guaidó, Fermín, Falcón y demás bicharracos.  Las descalificaciones son variopintas y de todo calibre. Guerreros del teclado, antipolíticos, recaderos de Maduro, sin olvidar los recordatorios de rigor a nuestras progenitoras y toda la ascendencia, son algunas de las flores que solemos recibir en tales ocasiones.  El aguante es de parte y parte, ellos de mentarnos la madre, nosotros de poner el foco en sus disparates.
                Hemos dicho y seguiremos haciéndolo que no hay diálogo posible con la dictadura. Ellos han demostrado hasta la saciedad que son unos artistas en ganar tiempo para luego hacer exactamente lo que les da la gana. ¿Acaso ya olvidan la imagen del comandante eterno crucifijo en mano luego del 11 de abril? Sin embargo, la santa cofradía de los intereses propios, se ha empeñado en la impostergabilidad de sentarse a negociar. El incansable Eddie Ramírez, revela en su artículo más reciente que en agosto la producción petrolera de Venezuela fue de 712.000 barriles diarios; mientras que en el 2001 era 3.267.000. En otras palabras nuestra producción mermó 2.555.000 barriles diarios. Con esos tarados, que acabaron con Venezuela es que se nos impone conversar…
Todo esto no hace más que patentar, aún más, el nudo en el que la imaginación de nuestros políticos está maniatada. Vemos ahora al ala “guaidocista” brincar como burro aguijoneado de tábano por el sainete de la Casa Amarilla donde Fermín, Zambrano, Fernández, Puchi y muchos más se retratan risueños al lado del loquero Rodríguez. ¿No van a saltar? El gobierno paga y los monos bailan al son de Maduro, y los que protestan lo hacen porque temen quedar fuera del festín de filibusteros en que se ha convertido la tragedia venezolana.
Un éxodo de millones que no cesa de incrementarse, y al que cada vez se le hacen más angostas las vías de escape; un exterminio sangriento de toda disensión al régimen; un cerco comunicacional inaudito para estos tiempos de transmisión instantánea de conocimientos y hechos; son apenas pálidas muestras del infierno que es Venezuela. Insistimos, y cada  vez somos más, insistiremos en la necesidad de una limpieza a fondo. No nos callaremos ante ese bozal imbécil de que no es el momento de exigir, y que es mandatoria una unidad funambulesca atrás de un carro cargado de bueyes desrrengados. Es tiempo de que la calle, esa gente que utilizan como instrumento de legitimación, sea escuchada. Es momento de tirar por la borda a esta horda de bucaneros que no están más que por su botín propio, aun cuando terminen de hacernos naufragar.

© Alfredo Cedeño

miércoles, septiembre 11, 2019

AMOR DE IGNORANTES


            “Que amor no te quite conocimiento”, fue una frase que le oí a mi padre en diversas ocasiones. El viejo Alfredo era estricto y duro al juzgar, empezando por él mismo. Recuerdo una oportunidad en que lo vi encarar a un vendedor de papas, en la parte superior del mercado de Punta Mulatos, en La Guaira, en lo que queda del estado Vargas, que atendía a una señora y le daba el cambio incompleto. La señora reclamó y el verdulero le decía que ella le había dado un billete de diez, y ella insistía en que había sido de veinte. Los gritos subían de tono de lado y lado, ya la gente comenzaba a aglomerarse, y papá en un escaso silencio  que hubo dijo: “Deja la vaina y dale el vuelto completo que ella te dio veinte, yo lo vi”. La mudez se alargó y recuerdo desde mi estatura de nueve años los cruces de miradas y la mano extendida del comerciante dándole el monto correcto a la doña.
            Rato más tarde, cuando salíamos de esas instalaciones, pregunté: Papá, ¿y tú conocías a la señora de las papas? Me respondió: No. ¿Entonces por qué te metiste en ese zaperoco ajeno? Porque aunque tengo en mi haber más de una cosa de la que arrepentirme trato de no agregar más, y me gusta acostarme y dormir tranquilo; si uno ve algo que no está bien y se calla está contribuyendo a que lo malo se quede. Acuérdese hijo –y me repitió aquello de–: que amor no le quite  conocimiento.
            Debo reconocer que más de una vez se me ha pasado la mano en mis apreciaciones. Sin embargo, en aras de una posición cristiana ante la vida he tratado de tener presente siempre lo de: quien esté libre de pecados…, pero siempre tratando de ser justo.  Mi país, mis paisanos, todos, hemos sido muchas veces peligrosamente solidarios, el síndrome de defensor de los pobres se ha afincado entre nosotros de manera férrea; al punto que la solidaridad automática se ha convertido en alcahuetería incondicional. No obstante, debo apuntar que muchas veces la supuesta solidaridad no es más que una manera burda de simular la defensa de intereses propios de ciertos actores.
            Los conflictos éticos más de una vez se han callado porque “no  es el mejor momento” o “¿no te parece que esté no es el tiempo más indicado?”, o cualquier otra expresión de igual tesitura. Mientras tanto los bandoleros de turno siguieron, y siguen, haciendo de las suyas. ¿Nunca va a llegar el mejor momento, o el tiempo indicado?
Las cofradías exultantes de un bando y del otro claman por la canonización de sus adorados, los que señalamos algún defectillo, o descarada incompetencia, somos lapidados cuando no incinerados de manera fulminante y expedita. Un llamado de atención sobre algún punto en particular, o alguna actuación poco clara de algún hijo o un hermano, más bien es un toque a rebato para que las hordas vocingleras se conviertan en Salomé que piden la cabeza de quien ose decir algo.  Vivimos tiempos de amor quitando conocimiento, o en palabras de mi padre: Nos jodimos, ahora los conejos persiguen a las escopetas.

© Alfredo Cedeño

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