miércoles, agosto 29, 2018

PROCESIÓN POR FUERA Y ADENTRO


                La miseria del gobierno que sufre Venezuela enajena a unos y otros, ha ido desmantelando nuestros resortes ciudadanos. Paulatinamente, el país, sobre todo sus gentes, ha ido metabolizándose en una jauría donde gentileza y buenas maneras dieron lugar a la más desparpajada brutalidad. Un impenetrable sudario de postración y desánimo sigue cayendo sobre los más inimaginables espacios. Cualquier cosa es motivo para subir o caer en la peor de las turbulencias.
                Un terremoto nos sacude y celebramos, más que justificadamente, que no haya habido una sola víctima fatal. Tal vez el sismo rojo ya había acabado con todos lo que podían ser liquidados gracias a su desidia en lo que a salud y seguridad atañe. Quizás, después de todo, Dios sí existe e interpuso su mano para que Venezuela no fuera aniquilada.
                El Orinoco se desmadra y anega medio país y los genios militares patriotas hacen suya la premisa de que lo que no se nombra no existe, y con rauda eficacia prohíben a periodistas e informadores que se hable del tema.  Entretanto, la gente se desplaza en curiaras por entre sus casas tratando de salvar las cuatro cosas que había podido mantener a salvo de la marabunta roja.
                La economía, esa fría ciencia a prueba de imbéciles endiosados por manadas embebidas de populismo, es empujada por un barranco con la fría astucia de quienes saben que son balances a los que no honrarán.  A fin de cuentas lo que nada nos cuesta hagamos la fiesta, si me van a regalar la gasolina y una bolsa de comida por tener el carné de la patria ¿pá qué me voy a mortificá? Poco importa el futuro propio, y mucho menos el de hijos y nietos.
                A la par de todo ello una traílla acezante de quienes deben ofrecer alternativas frente al desastre se limita a hacerle juego al gobierno. Es una tropa de saltimbanquis que no cesa de soñar con que el poder regresará a sus manos por obra y gracia de sus insepultas mañas.  Es una bandada de cuervos enceguecidos por el relumbre de sus propias palabras que cada vez son menos escuchadas en cualquiera sea el escenario.
                El Gólgota venezolano pareciera eternizarse, las ventanas lucen cada vez más distantes y escabrosas.  Los caminos son una sucesión de encrucijadas que se replican inagotables, y van cruzándose una y otra vez hasta convertirse en una maraña donde no hay baqueano que valga. Cada día se hace más cuesta arriba vencer la ira y la frustración. ¿Alguien sabrá dónde conseguir un poquito de  combustible para mantener viva la llama de la esperanza?

© Alfredo Cedeño

miércoles, agosto 22, 2018

ESTUPIDEZ CONTRA ASTUCIA


                La ignorancia es pariente muy cercana de la vanidad, ambas debieran ser decretadas pecados capitales, sobre todo en el ámbito político, y más aún en el venezolano. Muchos vivarachos, de esos genios que tanto pululan, con gesto adusto y voz engolada juegan a enmascarar ambas actitudes tildándolas de ingenuidad e inocencia. Ambas suelen manifestarse rabiosas a la hora de subestimar al adversario, lo cual se ha expresado de manera patente y comprobada en el tratamiento dado al chavismo-madurismo.
                No pocas miradas aviesas, por no decir de las frases recordatorias de mi difunta madre, me he ganado cuando he dicho en diversas oportunidades y escenarios que la sarna roja tiene de todo menos de bruta. No es el momento de enumerar las veces que muchos de esos avispados, genuinos o inducidos, han anunciado que "ahora sí el gobierno está contra las cuerdas", cuando no proclaman con innegable honestidad "el agua les está llegando al cuello". Mientras tanto, y sin dejar de envainar al mundo entero, ellos, los impresentables herederos del fauno de Sabaneta se atornillan más y más.
                Nuestra ilustre dirigencia se dedicó en un tiempo a proclamar lo bembón que era Chávez, cuando no era el turno de la verruga, o el pelo malo que exhibía, o lo guachamarón de su hablar. En cuanto a Nicolás  la descalificación que bate todos los registros es su condición de chofer de autobús, por supuesto que es bruto, ignaro y peor hablado. A la par de ello, y a la chita callando que llaman, ellos se han dedicado con inteligencia implacable a aherrojar a todo el país. Es el mismo fenómeno que significó a comienzos del siglo XX Juan Vicente Gómez. El Bagre, el monstruo de La Mulera, leía el periódico al revés, comía con las manos, solo le gustaban los bambucos y era el más bestia del planeta. Gracias a Dios la muerte se ocupó de él...            
                Cada vez que la plaga colorada ha resurgido se ha achacado al fraude, la deshonestidad, y la falta de participación ciudadana tales lides de resurrección. Ni de vaina asumen su incompetencia para entender y enfrentar a un enemigo que tiene de todo menos de bruto. Tratan de reducir el momento a esquemas ampliamente superados por la capacidad de planificación y preparación de una gran variedad de escenarios, que ellos, nuestros enemigos sí han sabido hacerlo y por ello siempre nos han derrotado.         
                No hay enemigo pequeño, no hay adversario incompetente; los enanos e ineptos han sido los que nos han tocado en representación, ellos creen seguir jugando guataco por las orejas en estos tiempos en los que Mario Bros ya es un fósil. No me cansaré de repetir: Quítense del medio y dejen a los muchachos jugar para que podamos ganar.

© Alfredo Cedeño

miércoles, agosto 15, 2018

GENERACIONES PERDIDA Y DESPRENDIDA

 
                A partir del año 2007 los estudiantes venezolanos han lavado la cara de la dignidad venezolana, lo han hecho sin aspavientos y con gallardía. También ha habido más de un Judas entre ellos, y de muestra basta ese impresentable llamado Ricardo Sánchez. Pero la regla ha sido una inacabable demostración de coraje que ha llenado de esperanzas y fe a Venezuela una y otra vez. Ellos, los respetados muchachos, son la levadura de una masa de líderes desprendidos que lo han dado todo por todos sin pedir nada de vuelta.
                Frente a ellos, y no precisamente en lo político, hay una gavilla de malandrines que a partir de la década de los años 90 del siglo pasado se han atornillado en la conducción de los partidos políticos venezolanos. Es una generación que desde entonces sólo ha cosechado derrotas, ha sido crisol de lo peor que tuvo la democracia: cohecho, puñaladas traperas, corrupción, zancadillas, desmanes de todo tipo y, para rematar, se proclaman una versión actualizada de Empanda, a la cual los romanos adoraban como diosa de la generosidad y de la apertura de pueblos y caminos.                 Este último grupete, ciertamente detestable, ha dado sobradas manifestaciones de incompetencia, así como un innegable sentido de la oportunidad que les ha permitido mantenerse como moscas sobre el limo. Ello les ha permitido asumir la vocería y conducción de la repulsa que desde tempranos tiempos ha sabido ganarse el chavismo-madurismo; sin embargo, esta dirigencia ha servido más bien a los intereses de la casta roja, y a los suyos propios. Las manifestaciones de deslealtad entre ellos mismos, y para con los que han interpretado mejor el sentimiento nacional, han sido públicas y manifiestas.
                Este grupo de "dirigentes" poco heredaron de la gallardía de los viejos líderes. Me confiaba el respetado Eddie Ramírez, el incansable dirigente de los ex trabajadores petroleros, que el 20 de febrero de 1961 su padre, el coronel Edito Ramírez, lideró un alzamiento militar contra Rómulo Betancourt. La intentona fue neutralizada y sus principales participantes encarcelados, incluidos padre e hijo. Ramírez recuerda con precisión: "En ese momento Luis Augusto Dubuc era el Ministro de Relaciones Interiores, y lo que eran las cosas en aquel entonces, la primera persona que llegó a visitar a mi mamá cuando caímos presos fue doña Dorila, la mamá de Luis Augusto…"
                En un momento de tanto oprobio como ha sido la detención y vejación de Juan Carlos Requesens, que más que diputado ha sido uno de "los muchachos" que no ha tenido miedo a dejar el pellejo en las calles, las declaraciones de la tropa política han dado pena ajena. Siquiera por vergüenza han debido ser más contundentes en su defensa. Ya los veremos chillar como niñas cuando les llegue el turno… Nadie está a salvo de la peste roja.

© Alfredo Cedeño
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