miércoles, mayo 19, 2021

BENDITO ISRAEL


                En medio de la actual feroz tormenta de noticias las informaciones que llegan de Tierra Santa son enervantes. Pero no son las únicas, son boletines que parecen no tener fin los que nos azoran con acontecimientos de todo tipo. Mientras tanto en el patio tenemos a ese bojote mal amarrado, que ni pantalones tuvo para encabezar la pandilla de hampones que armas en mano se apropió de nuestra sede días atrás, que no se cansa de lloriquear por su honra vilipendiada.  ¿De verdad él cree que hay quien crea en su virginidad de crápula monaguense?

                Otro informe hace saber de la supuesta muerte de Seuxis Pausias Hernández Solarte, mejor conocido como Jesús Santrich, ex hombre fuerte, y uno de sus más despiadados “dirigentes”, de la guerrilla colombiana.  Su cinismo se hizo patente en octubre del año 2012, cuando se instalaron los diálogos de paz con los irregulares colombianos en Oslo. Y en la capital de Noruega cuando los periodistas le preguntaron si las FARC les pedirían perdón a las víctimas; se limitó a responder: “Quizás, quizás, quizás”, mientras toda la camarilla de cómplices le reía la “graciosa” respuesta. Supuestamente este ángel de Dios pasó el páramo en escarpines durante un enfrentamiento contra un grupo de excompañeros de irregularidades. Y escribo supuestamente porque quien está informando de su muerte son fuentes del gobierno venezolano, ¿es necesario abundar sobre la inescrupulosa eficacia de tales personajes para tergiversar, cambiar y modificar todo a su real conveniencia y antojo?

                Por otro lado siguen llegando comentarios sobre el descalabro en España de los procónsules del chavismo en esa tierra: Podemos, que ahora bien podría cambiar su marca por Pudimos. Junto al roñoso Pablo Iglesias el, por los momentos, presidente del gobierno, Pedro “fraude” Sánchez, anda dando más tumbos que una zaranda sin balance; mientras le estalla en las manos una crisis con Marruecos en la que todo apunta a una tunda que ni una gata ladrona.

                Por supuesto que los estragos de la peste china, o COVID 19 como gustan de matizar los maquilladores de la satrapía pekinesa, siguen en crescendo en nuestro país, donde la ineficacia e inoperancia roja es mayúscula. También debe mencionarse la carta de Iván Simonovis renunciando como comisionado de Seguridad e Inteligencia del “Gobierno” de Guaidó; mientras rueda por distintas vías un duro video en el cual el respetado comisario cuestiona con acritud a las nuevas autoridades electorales, así como la gula burocrática de la secta política criolla. Y es en medio de todo esto, por solo citar algunos ejemplos, cuando veo como se trata de emplear el conflicto israelí-palestino como la gran mampara del momento.  Veo como van hilando, con habilidad ciertamente pasmosa y digna de mejores causas, vicio y mojigatería.

                Permítanme precisar.  Los voceros progresistas han saltado de manera articulada a embaucar a la opinión pública presentando a los pobres e indefensos palestinos como las víctimas desamparadas de los feroces judíos… Se trata de jugar con la sensibilidad de la gente, y muchos caen en la trampa de darse golpes de pecho por los niños palestinos caídos en Gaza. Pocos se atreven a preguntar públicamente por qué no fueron evacuados de la zona de conflicto, nadie dice de cómo los “valerosos” guerreros palestinos se incrustan en medio de la población civil para desde allí atacar a los civiles israelíes; y pretenden que ellos se lleve a cabo con total impunidad. Cuando leo las conmovidas protestas y voces solidarias con los mártires palestinos, se me dispara la frase que Sancho le dice al Quijote cuando empiezan a adentrarse en Sierra Morena y conversan sobre Aldonza Lorenzo, la hija de Lorenzo Corchuelo, a la que el jinete de Rocinante bautizó Dulcinea del Toboso, y él fiel escudero le dice: “¡Oh, hideputa, qué rejo que tiene y qué voz!”

                Ante el lloriqueo extendido que le exige paz al estado israelí, que se ha defendido ante el ataque de miles, léase bien: miles, de cohetes, no hablamos de proyectiles lanzados con hondas como la de David, me viene a la memoria un fragmento de La Biblia, libro Números, capítulo 23: “Y Jehová salió al encuentro de Balaam, y puso palabra en su boca, y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. (…) 23 Porque contra Jacob no hay agüero, / Ni adivinación contra Israel. / Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: / ¡Lo que ha hecho Dios! / He aquí el pueblo que como león se levantará, / Y como león se erguirá; / No se echará hasta que devore la presa, / Y beba la sangre de los muertos.” 

Por lo pronto creo que a los “sufridos” guerreros palestinos –así como al glorioso CNE recién designado, al ladrón envalentonado de nuestra sede, a los deudos del ciego Santrich y a los “gobiernos” venezolano y español– solo queda decirles: Aténganse a las consecuencias.

 

© Alfredo Cedeño 

miércoles, mayo 12, 2021

¡ALELUYA!


                De mi crianza en La Guaira guardo los mejores recuerdos. Allí descubrí el poder de la narración, la magia de la oralidad. De las manos de mi papá y su mamá, mi abuela paterna, anduve las maravillosas andanzas de Tío Tigre y Tío Conejo; por eso detesté sin medias tintas a quienes trataron de emparentarlos con el trickster, que Claude Lévi-Strauss categorizó en su Antropología estructural como héroe cultural mediador. Sigo considerando un despropósito tratar de encerrar en especulaciones y juegos académicos las expresiones creativas, por más que dichos estudios digan que explican nuestro devenir en cuanto especie. Pero volvamos a lo de hoy.

                En ese puerto de azules diarios, cielo y mar me cubrían la mirada a toda hora, crecí escuchando no solo las creaciones colectivas, o las versiones que papá y mi abuela me creaban a diario, también oía los cuentos de diversos personajes de nuestro entorno cotidiano. Por ejemplo, había un señor cuyo apellido no menciono porque nunca tuve evidencias posteriores de sus supuestos embrollos financieros y legales. De este caballero, al que recuerdo de gesto adusto y porte ceremonial, oí comentar en mi casa que todo el pueblo sabía de dónde había “sacado el entierro” con el cual justificaba su súbito caudal. Es pertinente explicar a unos cuantos lectores que hasta casi finales del siglo XX era común oír la expresión “sacar un entierro”, para explicar el hallazgo de un recipiente de barro, o un pequeño baúl, lleno de monedas de oro, morocotas como eran llamadas, que habían sido enterradas en la época colonial para salvaguardarlas de los desmanes de la cruenta guerra civil que vivió Venezuela. Este señor, tal como dije líneas antes, había cambiado su modus vivendi de manera sorpresiva y sus familiares aseguraban que era producto de un hallazgo como el descrito. Mi padre, de lengua perspicaz y ácida: “No sabía que en el puerto se podían sacar entierros tan buenos como el de fulano”.   El señor en cuestión era trabajador de una de las tantas compañías de gestiones aduanales que existían allá, y tal parece que el  tal entierro no era más que su habilidad para sacar de los almacenes portuarios ciertos bienes que luego se vendían en algunos comercios, tanto guaireños como capitalinos.

                Otra historia que también oí y de la cual ya adulto obtuve evidencias fue sobre el señor Salcedo. Este caballero que trabajaba en un modesto cargo en los servicios portuarios un día, a comienzos de los años 60, lo señalaron como responsable de la pérdida de 800 lavadoras de los patios de almacenamiento del puerto. Y como en Fuenteovejuna todos sabían del comendador, solo que era desde Los Caracas hasta Carayaca que todos sabían dónde estaban los enseres misteriosamente desaparecidos; tal fue la fuerza de los comentarios que una comisión policial junto a un juez acudieron a la humilde casa que estaba en la parte trasera del cementerio de La Guaira, el barrio Guanape por más señas, pero alguna voz avisó al honorable trabajador. Los cuentos de cómo fueron pasadas a las casas vecinas los ocho centenares de aparatos eran de todo tipo; y al llegar la comisión se levantó un acta mediante la cual se dejaba constancia que en tan honrada morada no se había encontrado ningún objeto de dudosa procedencia. Recuerdo en mi casa a una visitante decir: “Si el culo no le pesara tanto al juez y se hubiera siquiera empinado un poquito habría visto las rumas de lavadoras en todos los patios de las otras casas.”

                Otro relato de este barrigudo señor, quien vociferaba por todos lados sus íntimos nexos con las más altas instancias del partido Acción Democrática, fue el caso del camión de whisky. Como bien pueden suponer luego de la línea blanca, hubo otros episodios y él se mudó del modesto barrio a una de las urbanizaciones del este del litoral central. Igualmente era comentario general de los alijos de bebidas y ropas que introducía de contrabando por la llamada zona La Costa. Un día un camión cargado de cajas de escocés, que se estaba desplazando de Todasana hacia Los Caracas, se quedó accidentado en una de las subidas de aquella carretera de tierra; el conductor que iba solo, trancó debidamente la cabina y echó a caminar hacia la alcabala de la Guardia Nacional en la ciudad vacacional; cuando llegaron de vuelta al vehículo… ¡Sólo quedaba la lona con las que habían estado cubiertas las cajas!  Esa noche y la semana siguiente los tambores repicaron en Quebrada Seca, Osma, Oritapo, Todasana, Urama, La Sabana, Caruao, Chuspa y Guayabal, acompañados de gracias y alabanzas al que les había dejado de regalo aquella carga tan sabrosa.

                Los cuentos de este honorable personaje son inacabables, como pasó con el intento de apropiarse de la hacienda Santa Clara en las afueras de La Sabana, y de lo cual no abundó más para no aburrirlos. Hago este recuento mientras leo y oigo los mil comentarios del reciente nombramiento del muy equilibrado Consejo Nacional Electoral de Venezuela. Y las glorias, aleluyas, hosannas y loas a la designación de sus cinco rectores han sido de una apoteosis que ni a Moisés cuando recibió las tablas; la batahola ha sido antológica. Nadie dice nada de, por ejemplo, los nexos no tan lejanos del honorable rector Picón Herrera con PDVSA a través de su empresa CONSEIN. Y hablo de PDVSA porque es de la que hay evidencias, sin embargo me aseguran que la relación con rojas instancias ha sido muy nutritiva para este descendiente de tan ilustre familia merideña. Del otro rector, Márquez por apellido él, lo recuerdo en 2006 como pretor del entonces candidato Manuel Rosales, era la alcabala que debía superarse para llegar a su paisano. Y así se multiplican los cuentos de este par de muy ilustres miembros de nuestra dirigencia, la misma en la que no cesan de pescuecearse unos a otros por un cargo así sea de jefe civil en Guardatinajas.

                ¿Por casualidad ustedes saben quién fue Charles Dunbar Burgess King? Y permítanme una digresión final, el fue presidente de Liberia, en el África Occidental desde 1920 a 1930. No los voy a aturullar con datos de esa nación, sólo quiero darles a conocer que en 1927, en las elecciones generales que celebraron en dicho país, el señor Burgess obtuvo el triunfo con un total de 243.000 votos.  Pero… daba la inusual circunstancia de que sólo había 15.000 votantes registrados en el padrón electoral.  No les extrañe que unos resultados similares sean acreditados por estos distinguidos funcionarios, para los que la cofradía de alcahuetas de siempre anda exigiendo un cheque en blanco de solidaridad.

 

 © Alfredo Cedeño  




miércoles, mayo 05, 2021

LO QUE QUEDA


                 Venezuela se ha terminado por convertir en una sombra de lo que alguna vez fue. No es necesario enumerar lo que ha ocurrido en el plano académico, económico, sanitario, político, militar, científico, sindical, para hacerse una idea del desastre que ha significado para nosotros, los hijos de una tierra que alguna vez fue envidia de muchas otras. La trillada frase de no saber si reír o llorar aquí cabe de manera más que indicada, al escuchar a cualquiera de los badulaques rojos hablar de la integridad de la patria.

                Nuestro país ha ido perdiendo territorio a lo largo de su historia. El caso del menoscabo ante Colombia ha sido sostenido. Lo ocurrido con el Esequibo ha sido documentado de manera extensa. La sustracción territorial no fue mayor gracias a hombres como “el indio” Daniel de Barandiarán, quien dedicó su vida entera a estudiar y hacer respetar nuestros espacios. Se debe asentar que mientras hombres y mujeres como Daniel se dedicaron a preservar nuestro suelo, nuestros hombres de armas se dedicaron a mangonear a cuanto mortal pudieran en las alcabalas a su cargo. Y ello no ha cambiado.

                La merma de nuestras tierras se ha potenciado en estos veinte años de peste roja. Veamos. El borde occidental del estado Zulia es zona controlada por la guerrilla colombiana desde hace largo rato; al seguir recorriendo la frontera encontramos lo mismo en Táchira, y el rosario no para allí. Barinas y Apure son ahora territorio en manos de la bendita guerrilla colombiana, donde los “heroicos generales” demuestran su capacidad bélica enviando al matadero a bisoños oficiales y no menos experimentados soldaditos. ¿Ante lo ocurrido en La Victoria pueden dormir tranquilo esos hijos de su madre? Amazonas tiene largo rato en manos de los irregulares, y las noticias que llegan desde el borde sur del estado Bolívar dejan saber que es una situación calcada de los sitios antes nombrados.

                La “revolución bonita” no solo ha desintegrado nuestra estructura social, sino que también ha hecho migajas nuestro país. Las dentelladas entre ellos son de todo tipo y calibre. Recientemente ha corrido las noticias de la detención del coronel José Gregorio Gauna Quintero, ex comandante de la Guardia Nacional en Cabimas, estado Zulia, por supuestamente violar y cometer abuso contra varios menores de edad de su grupo familiar.  Aquí quiero decir un par de cosas: Sus compañeros de fuerzas lo consideran un excelente profesional, y la otra es que este caballero es un “revolucionario” furibundo.  Diversas fuentes me aseguran que toda la situación es producto de una tramoya urdida por sus  cuñados para dejarlo por fuera en el reparto de una herencia, y para ello se valieron de un funcionario del CICPC, adscrito a Falcón, para el montaje de toda esta trapisonda.

                Por lo visto con Gauna Quintero pasa lo que ocurre con ciertas especies que son capaces de comerse a sus retoños. No puedo decir que son como Saturno que se comía a sus propios hijos recién nacidos por temor a ser destronado por uno de ellos; para mí más bien son como las ratas, o los hamsters, que suelen devorar a sus crías. Mientras tanto, y sin que le duela a nadie, Venezuela es un barco desmantelado al que todo aquel que se antoja le arranca las tablas que necesita, o le provoca. Es un naufragio del que pareciera no se podrá escapar. 

 © Alfredo Cedeño  




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