Los refranes encierran mundos
de sabiduría que los comunes y corrientes han ido destilando por siglos. Ahora,
los cultos, que nunca dejan de buscarle cinco patas al gato, les llaman
paremia; pero aunque los vistan de seda siguen siendo refranes y no dejan de
entregar sin mucho perifollo lo que la práctica les ha transmitido. Es cierto que muchas veces hay algunos, y
algunas –antes de que surjan quienes gustan detectar flagrante discriminación–,
que abusan de su uso. Uno de los más
representativos de tales casos fue Sancho Panza, a quien su amo y señor, solía
recriminar por la usanza desmedida que de ellos hacía.
Tal vez el episodio que mejor
representa las amonestaciones del jinete de Rocinante es cuando, en medio de
una serie de recomendaciones que le hacía a su escudero, luego de ser nombrado
gobernador de la Ínsula Barataria, este le reconoce tener más de ellos que un
libro, lo cual despierta la cólera del ilustre caballero, quien furioso le
increpa:
— ¡Oh, maldito seas de Dios, Sancho! —dijo a esta sazón
don Quijote—. ¡Sesenta mil satanases te lleven a ti y a tus refranes! Una hora
ha que los estás ensartando y dándome con cada uno tragos de tormento. Yo te aseguro
que estos refranes te han de llevar un día a la horca; por ellos te han de
quitar el gobierno tus vasallos, o ha de haber entre ellos comunidades. Dime,
¿dónde los hallas, ignorante, o cómo los aplicas, mentecato, que para decir yo
uno y aplicarle bien, sudo y trabajo como si cavase?
Nuestro
país ha conocido y padecido a unos cuantos usuarios de tales recursos del
lenguaje. Tal vez el más pintoresco fue el robusto hijo de Acarigua Luis
Herrera Campins. Debo acotar que el comandante eterno era también asiduo
usuario de tales piruetas verbales, las cuales solía ejecutar con amarga
gracia; es necesario acotar que su heredero ha tratado de transitar dicha senda
con poca fortuna. Una de las tantas veces que la ha “embarrado”, como dicen los
campesinos de la vecina Colombia, y supuestamente su lar nativo, fue cuando
habló de la multiplicación de los penes. Episodio que hubiera sido embarazoso
para Mateo de narrar en su evangelio, porque ¿cómo hubiera redactado entonces
aquellos versículos que rezan: “Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron
lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como
cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.”?
Hago
toda esta relación luego de pensar en el llamado que, los más egregios
“líderes” opositores junto a lo más granado de la dirigencia roja rojita, han
hecho a participar en las “elecciones” para renovar la Asamblea Nacional el
próximo 6 de diciembre. Es una cerca deforme con la cual pretenden estabularnos
aún más. Una de las frases que se me
hace recurrente es aquella que reza: Dos que duermen en el mismo colchón, se
vuelven de la misma condición. Aunque, como bien oí decir a un paisano en los
páramos andinos, aquel que nace lechón seguro que muere puerco.
© Alfredo Cedeño
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