martes, junio 11, 2013

APÉNDICES

Sus antenas de averiguación perpetua
escarban el fango y navegan los suelos
mientras un inexplicable halo de ternura
mana del rayado mascarón de su concha
y deja una plácida huella de indiferencia.


© Alfredo Cedeño

1 comentario:

José Valle Valdés dijo...

Me resultan muy bien, amigo.

Abrazos

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