De un tiempo a
esta parte y gracias a las, por lo visto bipolares, redes sociales hemos podido
enterarnos de más cosas de lo que muchos quisieran. Hablo del trastorno de las herramientas cibernéticas
porque son amadas u odiadas con voluble ímpetu, lo mismo las acusan de
embusteras que de reencarnación de Veritas, diosa romana de la verdad, no de
Las Veritas de Maracaibo ni el de Barquisimeto. Tampoco se trata de mezclar
churros con merinas, para decirlo en argot madrileño, y así no usar lo que por
acá se acostumbra de no confundir ciertos apéndices pilosos con las pestañas.
Lo cierto es que,
ensalzadas y vituperadas, han sido bastante útiles para encontrar a una
verdadera pléyade de querubines que ahora son la reencarnación de Carlos Andrés
Pérez enfrentándose al comandante galáctico y al bailador de bigote abundante.
Así vemos a una cocinera actriz, que hace nada se hacía lenguas del proceso,
descubriendo su amor parvulario y platónico por el otrora alcalde y gobernador
de predios mirandinos. También es generosa la aparición de muchísimos que
fueron eficaces verdugos, a la hora de reprimir o coaccionar a quienes pudieran
someter con sus poderes que juraban eternos, pidiendo clemencia en otros países
de los que denigraron hasta que casi se les cayó la lengua. Oficiales, jueces,
fiscales, directores generales, sargentos, cualquier alimaña de semejante
pelaje y tenor ahora son "perseguidos por la tenebrosa tiranía roja…"
Ni hablar de
aquellos que gozaron de la espléndida ubre roja, la cual ordeñaron a conciencia
y sin consideraciones algunas. Jamás de los jamases se aprovecharon de modo
alguno para disponer de los fondos públicos a su real antojo y según su perra
gana. Lo mismo pasa con ciertos traficantes de alimentos que ¡en su vida! le
vendieron siquiera una manzana partida por la mitad, o un cuarto de pernil, al
desmadre chavista. Ellos nunca suscribieron contratos algunos con los godos
rojos. ¡Ave María Purísima! Y se santiguan al revés mientras se golpean el
pecho con entusiasmo de fervorosa meapilas.
La gente que es
envidiosa y le gusta murmurar hace uso de los satánicos teclados para, por
ejemplo, levantar falsas calumnias al ahora Mr. Universo consorte. El que fuera
un zar de la alimentación ahora es un serafín, y su señora esposa nunca tuvo
tratos con la diablera roja. Ella fue gobernadora de Nueva Esparta lanzada por
el movimiento subversivo Ñeros de Paraguachí que la hicieron su soberana.
Tal parece que,
cual versión tropical y muy subdesarrollada de Fuenteovejuna, ninguno lanzó una
sola pedrada, y más bien todos pretenden ser el Comendador Mayor de Calatrava,
don Hernán Pérez de Guzmán, pero ajusticiados por el malandraje que desgobierna
nuestro país. Y todos ellos son
inocentes víctimas a los que vilipendian los murmuradores. Cosas veredes…
© Alfredo
Cedeño