Recuerdo
de mi infancia, cuando visitaba la casa de mi tía Petra, unas pequeñas jaulas
hechas de cañas muy delgadas y alambres muy finos, me asombré mucho la primera
vez que agarré una por lo liviana que eran. Mis primos, los Jackson Cedeño,
Humberto y Reinaldo, porque Orlando siempre fue un anciano prematuro y Máximo
no tenía todavía edad para esas correrías, cuidaban sus avecillas: azulejos,
reinitas, cristofués, chirulís, hasta un turpial creo recordar. Ellos solían
irse por los cerros de La Guaira con sus jaulas llenas de pajaritos y
regresaban horas más tarde con más de los que habían llevado. Me llamaba la atención su forma algo extraña:
a cada lado de donde estaban los animalitos había cajita del mismo material con
una puerta que se abría hacia arriba. Cuando pregunté me dijo Humberto: Bueno
gordo zoquete, no ves que ahí se pone el cambur o el pan para que vengan los
otros a comer, porque el de adentro está pitando, y este resorte hace que la
tapa caiga. Así supe lo que era una trampajaula.
Encontraba aquello muy perverso,
utilizaban a los ya encerrados para también encerrar a sus similares que
acudían inocentemente ante el gorjeo de sus parientes para terminar adornando
las paredes de una vasta casa de La Guaira. Años más tarde, en Caraballeda,
aprendí que otra forma era colgar en un árbol una jaula, pero en sus
alrededores colocaban unas varas embadurnadas de una savia que formaba una
solución gomosa en la cual quedaban adheridas las aves cuando se acercaban a
ver a su par que trinaba en la bendita jaula. En otras palabras era el mismo
musiú con otro cachimbo, los animalitos terminaban encerrados.
Ahora,
cuando se habla tanto de elecciones y demás negocios conexos, no dejo de pensar
en aquellas trampajaulas de mi infancia y adolescencia. La diferencia es que
hoy en día quienes silban, pitan, trinan y corcovean convocando a “ejercer el
sagrado derecho del voto” –¿Conocen una frase más pavosa?–, son algunos
cándidos que a su vez han creído ciegamente, cual borregos, en las llamadas
fervorosas de la casta política y ahora replican el dichoso llamado. A los
paisanos candorosos uno llega a entender que han sido pescados en su inocencia,
los que no tienen excusa alguna son los “líderes” que insisten en llevar al
matadero a quienes se entregan a ellos y su quincalla verbal. Esos dirigentes
son capaces de vender a sus propias madres con tal de ejercer el poder, los
demás les interesamos muy poco y hemos llegado a un punto que ya ni siquiera se
ocupan de simularlo.
En
otras ocasiones he abordado el tema de las elecciones, que tal como he escrito
es el mantra de moda, es el ritmo que se nos impone, y al que se nos exige cual
borregos sigamos sin chistar. No se trata de oponerse a ultranza a la vía del
sufragio, aquellos que manifestamos nuestra reserva en esta ocasión, así como
en otras anteriores, es por lo que se refiere a las condiciones electorales
venezolanas actuales. Hay quienes consideran mitos la posibilidad de manipular las
máquinas de votación, y dicen que es absolutamente evitable con auditorías
antes y después de los procesos; y aseveran que los votantes fantasmas pueden
ser controlados con los testigos de mesa; y que la ausencia de estos últimos es
lo que posibilita que se lleve a cabo la triquiñuela. Me cuesta, y mucho, entender que a estas
alturas se siga blandiendo semejante argumento como escudo que blinda frente a
la tracalería roja rojita.
Los
honorables discípulos del nieto de Maisanta, plaga babilónica que en mala hora
nos tocó padecer, y cuyo heredero está consumando la destrucción de nuestro
país como nunca nadie imaginó, saben muy bien lo que tienen entre manos. Ellos han
ido afinando su maquinaria de fullerías, teatro y bufonadas para
legitimarse y seguir con su cara muy fresca sus labores de exterminio del
aparato democrático, tanto en casa como en países extraños. Quisiera que
aquellos que hablan de la invulnerabilidad del voto leyeran el informe final de
la Organización de los Estados Americanos sobre las elecciones en Bolivia del
20 de octubre de 2019.
No
voy a atormentarlos con detalles específicos, pero les transcribo algunos
fragmentos del muy extenso y sustentado documento: “Se hallaron residuales de
Bases de Datos y de la aplicación de
NEOTEC en servidores perimetrales, que no deberían haber tenido bases de datos
ni versiones de la aplicación empleada para el proceso. El responsable de la
empresa proveedora del software accedió con usuario root [es aquel que cuenta
con todos los privilegios y permisos para realizar acciones sobre un sistema
Linux] al sistema operativo en medio de la noche (por su propia decisión),
hecho que sucedió posterior al acto oficial de cereo del sistema, es decir una
vez que se pensaba que los sistemas estaban listos y que ya nadie podía acceder
a ellos.” Amén de ese pequeño detalle
esa comisión encontró que: “Se podía acceder a la Base de Datos del Cómputo
Final de manera directa, sin pasar por la aplicación.” También detectaron falta
de preservación adecuada de la evidencia sobre la elección y señalaron: “La
deficiente cadena de custodia no garantizó que el material electoral no haya
sido manipulado y/o reemplazado.” En cuanto al análisis técnico de pericia
caligráfica que realizaron encontraron: “Similares espacios intervocabulares o
letras “t” con barrado cóncavo con respecto al margen superior”. Ese equipo realizó filtro de las actas
electorales en las que el partido del honorable Evo obtuvo del 90 al 98,9% de
los votos en los departamentos de Cochabamba, Potosí, Chuquisaca, Santa Cruz y
en la ciudad de Buenos Aires Argentina y lo que sobraron fueron
irregularidades. Muy similares a las en
su momento señaladas por Mercedes Febres Cordero y Bernardo Márquez, y de las
cuales he hecho referencias en muchas oportunidades anteriores.
Los
técnicos aseguran en el mencionado documento: “Irregularidades señaladas se
repiten de manera sistemática en localidades de Potosí, Chuquisaca, Santa Cruz
y Cochabamba, con la particularidad que la mayoría de las mismas no tuvieron
fiscalización de autoridades de partidos políticos distintos al oficialismo.
(…) El equipo de auditoría no pudo profundizar completamente en este análisis y
realizar cotejos adicionales debido a que parte del material electoral de los departamentos
de Potosí, Chuquisaca y Santa Cruz fueron incendiados. Sí se pudo obtener y
analizar material original del departamento de Cochabamba. (…) Se analizó en
primera instancia el acta nº 35036. El estudio permite concluir diversas
irregularidades: primero, casos en que las firmas de los jurados en el acta
original no corresponden con las firmas que se presentan en la copia química.
Además, situaciones en que, pese que fueron firmadas por la misma persona, se
realizaron en momentos distintos, permitiendo concluir que hubo dos firmas
originales. Finalmente, firmas falsificadas en las hojas de trabajo
respectivas. La mesa 35036 solo cuenta con votos a favor del partido
político MAS.”
Perdonen
los amigos bolivianos si creen que pretendo subestimar sus capacidades
cibernéticas, pero ¿en La Paz podrían articular semejantes manipulaciones
tecnológicas y humanas? ¿O será que los iluminó el ánima de Alfredo Anzola, ex
fundador de Smartmatic y pareja de Delcy Eloina, desde sus cenizas en Catia La
Mar? ¿De verdad creen que nuestros malandrines van a permitir que se repita lo
del 2015? Si en Bolivia que había una misión observadora como la del citado
organismo jugaron las cartas que jugaron para retener el poder, ¿qué no harán
en Venezuela donde no entra sino Zapatero y los alcahuetes internacionales a
los que ellos les dan entrada? ¿Habrá
alguien que de verdad crea que la quema de los pertrechos comiciales en los
depósitos del Consejo Nacional Electoral en Fila de Mariches será el fuego
lustral que nos convertirá en modernos Aquiles? Cuídense los talones.
© Alfredo Cedeño
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