Luis Alberto Ruiz tiene 56 años y es chófer de gandolas, pero además de eso es arpista… Y de los buenos!
Antes de seguir, debo confesar que siempre he poseído una manifiesta animadversión hacia la llamada música criolla de “arpa, cuatro y maraca”, por la pobreza y monotonía que suele acompañar la ejecución que de ella realizan.
Días atrás, esos anfitriones inigualables de Valera, Trujillo, que son Gladys y Gerardo Lozada, me sacaron a rastras para su casa y allí estaba el maestro Ruiz. Mis reservas se fueron al carajo apenas él, con manos de celajes, pulsó las cuerdas de su arpa veterana de mil toques, y tocó las primeras notas de unos acordes que fabricaron arpegios de pureza poco común.
Este “gocho”, valerano por más señas, una vez cumplido con el servicio militar se quedó en Maracay, estado Aragua, donde se hizo amigo de un llanero de El Sombrero, estado Guárico, quien le terminó regalando su primera arpa. “Era como la mitad de esta, una arpita pues, y a mi me gustaba como sonaba, yo me embobaba viéndolo a él tocar. Así que cuando me la dio yo empecé a rasguñarla y así fue cómo aprendí. Al tiempo me regresé para acá, a mi casa en Carvajal, pero no me la traje, la dejé con otro amigo allá en Aragua, le dije que me la cuidara bien; y como a los dos años volví a buscarla. Ahí tenía como unos 28 años. Entonces si empecé a tocarla de verdad y al poco de eso me compré esta que es con la que si aprendí, y sigo aprendiendo”.
Luis Alberto maneja una gandola transportando productos de vidrio desde Valera hasta distintas partes del país. “Antes iba mucho a Barcelona, en Anzoátegui, a llevar carga, y cuando venía de vuelta me regresaba por el llano, cuando llegaba a Paso Real, que siempre hay joropo ahí, me paraba y terminaba montándome a tocar. Cuando me preguntaban que de donde era y decía que de aquí me decían: “Eso es mentira. ¿Gocho tocando arpa? Deje los embustes camarita que debes ser del Cajón del Apure por lo mínimo!” Y así he seguido aprendiendo, lo que me pasa ahora es que no siempre tengo tiempo, por eso de los viajes, a ponerme a practicar, pero cada vez que puedo me pongo una o dos horas a darle y darle hasta que voy encontrando otra forma de hacerla sonar…”
Este país… este país… Ah malhaya pudiera hacerles oír cómo toca el maestro arpista Luis Alberto Ruíz. Él hace honor a los versos del llanero por excelencia que fue Alberto Arvelo Torrealba:
“Yo aprendí en tierra abismada
lección que no tuvo tregua:
ir engañando a las leguas
con el silbo y la tonada.”
© Alfredo Cedeño
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