Cuando
era niño, obeso y ya deslenguado a más no poder, la única de mis clases donde
no se oía: “¡Cedeño basta, cállate!”, era en las de Geografía de Venezuela. Eran
ratos que pasaba verdaderamente en Babia. Me mantenía alelado sin despegar los
ojos del mapa. Les confío que en aquellos instantes soñaba con andar aquellos
espacios que la maestra iba señalando con un puntero mientras decía lo que nunca
pude saber. Caso le hacían los demás, yo soñaba con esos lugares.
Recuerdo
con nitidez que al contemplar la mentada carta geográfica, siempre tuve
particular debilidad por estos sitios de los que escribo hoy. Me ocurría que,
al ver los confines del estado Guárico, no podía dejar de pensar en un cerdito
echado patas arriba que ya se iba a dormir en el corazón del país.
No
les voy a seguir salmodiando con aquello de que podría escribir miles de
páginas sobre este rincón de mi país. Primero porque no tengo paciencia ni
ganas de hacerlo, y segundo porque ustedes no van a soportar semejante vaina.
Así que sigamos. Lo que si haré es refrescar que el territorio venezolano está dividido en 24 regiones, de los cuales
23 corresponden a los llamados estados; de los cuales Guárico es uno de ellos, y
está ubicado en el mero centro de Venezuela.
Esta sección territorial
cuenta con una extensión de 64.986 km2, y explican quienes se dedican a labores
de mensuramiento que dicha área es el 7,1% del territorio nacional. Para darles una idea de lo que ello significa,
les cuento que Letonia entera tiene 64.589 km², Croacia: 56.594, República
Dominicana 48.670, Dinamarca 43.094, Suiza: 41.290, Bélgica 30.528, Israel 22.072… Y si le cotejamos con Luxemburgo y sus
2.586 km², o Ciudad del Vaticano con 0,44 las comparaciones adquieren visos descomunales.
Miguel Tejera
en su Venezuela PINTORESCA É ILUSTRADA,
publicada en París en 1877, revelaba que en aquel tiempo Guárico “Tiene 26,670 casas con 191,000 habitantes, de los
cuales son varones 91,778 y hembras 99,242.” Pese a las discrepancias de 20
individuos que da la sumatoria de las dos últimas cifras, Tejera refiere que
Calabozo era la capital de la dependencia, de lo cual no hay duda alguna.
Esa ciudad
tuvo varios intentos fundacionales. Primero fue en 1695 como Jesús Nazareno de
Calabozo, luego se intentaría en el siglo XVIII bajo el nombre de Nuestra
Señora de la Candelaria
de Calabozo y al poco tiempo como Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Todos los
Santos de Calabozo. No en balde es la ciudad más importante del estado, pese a
haber sido despojada de la condición capitalina local en 1935.
Oí los motivos
de semejante degradación de labios de Antonio Estévez, calaboceño de pura cepa:
“la vaina fue que un grupo de gente, ya arrecha con las barbaridades de Gómez, y
alebrestados por lo de la generación del 28 le pegaron candela a una foto suya en
plena Plaza Bolívar, y él como castigo nos quitó la capital. ¡Gran vaina! ¡Por
algo San Juan no tiene Obispo!”
Al igual que
Calabozo esta tierra ha parido una larga ristra de gente excepcional: el poeta Juan
Calzadilla en Altagracia de Orituco; al igual que Susana Paz Castillo Ramírez,
mejor conocida como la Madre
de San José; el pintor Manuel Espinoza en San José de Guaribe; y cierro para no
aturdirles con una inacabable lista con el poeta José Ramón Medina, quien nació
en San Francisco de Macaira.
Medina merece
unas líneas adicionales porque él, quien se autodefinía como poeta, y era un
excepcional vate, fue también un jurista fuera de lote que se desempeñó como
Fiscal General de la
República , pero también fundador de la Biblioteca Ayacucho ,
senador, director de El Nacional, Contralor General de la República , y con un don de gente que lo hacía un ser humano
deslumbrante. De él son estos versos:
Algo
invisible
vuela
de pronto
frente
a ti
mientras
tu mano dibuja
en el vacío
una inexistente
mañana
que no pudiste
retener
en tu memoria.
Tiznados,
Monte Oscuro, El Sombrero, Uverito, Guayabal, Camaguán, Cazorla, Santa María de
Ipire, El Socorro, Chaguaramas, Tucupido, Cabruta, Zaraza, Parmana, Paso El
Caballo, El Calvario, San José de Guaribe, Valle de la Pascua , Parapara, El
Rastro, Guardatinajas, Lezama, Ortiz, San Rafael de Laya, Tucupido, Las Mercedes del Llano, son apenas
la punta de la inmensa madeja de pueblos
que acuna Guárico.
Cada
uno de sus pueblos muestra su plaza principal, sempiternamente presidida por un
Bolívar cabizbajo que mira pasar a los lugareños. Siempre me he preguntado de
donde sacan ánimos para poderse desplazar bajo el calor canicular omnipresente que
arropa todo su territorio. Y sin embargo lo hacen, y ¡vaya manera en la cual lo
logran!
Alejandro
de Humboldt en su Viaje a las Regiones
Equinocciales del Nuevo Continente describe así su impresión inicial de estos
parajes: “Hay algo imponente, aunque triste y lúgubre, en el espectáculo
uniforme de esas estepas. Todo parece inmóvil allí. Dibújase apenas sobre la
sabana la sombra de una nubecilla que recorre a ocasiones el zenit y anuncia la
proximidad de la estación de las lluvias. No sé si no nos sorprende tanto la
primera vista de los llanos como la de la cadena de los Andes.”
Guárico
es inmensidad y una hermosa cadena de logros del hombre que ha sabido domar la
aparente mansa llanura. ¿Cómo no evocar
los versos de Alberto Arvelo Torrealba?
Sabana de secos tallos,
uno te aprendió a querer
en boca de tu mujer,
en lomo de tus caballos.
© Alfredo Cedeño
3 comentarios:
Querido amigo Alfredo,...como cda domingo sacas a relucir tus conocimientos y acendrado por la tierra que te vio nacer, lo cual habla muy bien de ti. Es notable la belleza de la región,...y muy loable la propensión al trabajo de la gente.
Párrafo aparte merece la sonrisa de la gente,...que a todas luces no es dueña de riquezas, pero en cambio conserva latente la riqueza de espíritu. Un abrazo.ELCRUZADO
Hermoso escribiste sobre la tierra que me vio nacer aunque poco se de ese estado es mi lugar de nacimiento y siempre es grato oír de él, especialmente de alguien que parece tener parte de cada estado de Venezuela en su corazón
Horysa Parada
Buenas fotos.
Saludos
Jaime Ballestas
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