El hijo me dice al rodar por un laberinto de perfecciones:
No quisiera tanta autopista limpia
y tanta seguridad
y tanto de todo para comprar que aquí tenemos
si no tengo mis cerros de Caracas
ni las montañas que me enseñaste a caminar en Trujillo
ni mis Tetas de María Guevara
ni mi monte que seguimos siendo,
papá no quiero dejar de pensar que volveré.
Sólo me toca simular y tratar de ocultar el llanto ante su desolación.
© Alfredo Cedeño
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