El paisano
no deja de andar:
lleva el
país en la espalda
y la verdad
en la ofensiva derecha,
realidad de
comida que persigue
en
zancajear ahora permanente
para
hallarla en algún rincón,
la
izquierda se le difumina
en
imaginario equilibrio
y nadie
alcanza a descifrarla.
Las calles
vacías son pasto
para
jerarcas de amplia escolta
y corto
compromiso ciudadano,
cada vez se
les ve más inflados
en su
ejercicio huero de mando
donde se
refocilan envanecidos,
son
bandadas de aves carroñeras
suspendidas
a la espera de un lance
con el cual
saciar sus miserias.
El paso es
firme y de ritmo recio
las
montañas quebradas esperan
y hacia
ellas vamos sin resignación…
© Alfredo Cedeño
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