Lanzas moribundas que se deshojan
sangrientas
disfrazan la villanía en su propio
ocaso,
pinceles de acero para romper los
cercos
y la astuta espera de los
cazadores,
jadeantes acudimos al rojo
torneo
y les arropamos con temible
suavidad de liana.
© Alfredo Cedeño
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