En la Edad Media cuando alguien decidía adoptar a un
niño se estableció como acto simbólico que durante esa ceremonia, y para
simbolizar los problemas que ello acarreaba por decisión propia, el padre debía
meter al niño por la manga de una inmensa camisa fabricada para la ocasión. Después
debía sacarlo por el cuello de dicha prenda y darle un fuerte beso en la frente
como prueba de asumir la paternidad. Por
lo grande de dicha vestimenta surgió el término: meterse en camisa de once
varas, como sinónimo de meterse en problemas innecesariamente. Tal vez es lo
que estoy haciendo hoy.
Por razones que no vienen ahora al caso ahondar,
hubo una época en la cual tuve una cercana relación con José Ignacio Cabrujas,
quien eventualmente se dedicaba a evocar cosas o hablar de ciertas “mañas” del
oficio de escribir telenovelas. Una de ellas que más y mejor recuerdo fue
cuando le oí comentar en una de esas veces con su característica voz bronca: “Es
que si se cae el bendito rating de nuestros tormentos no hay nada mejor que
enfermar a alguien, no era de gratis que la señora Delia Fiallo lo usaba con
maestría en sus culebrones; y si no que lo diga el señor Manolo Muñoz Rico”, y
soltó su típica risa contenida de cuando cometía o decía una picardía.
Junto a Salvador Garmendia, él había sabido darle
un vuelco a nuestras telenovelas y de eso ya bastante se ha escrito. Muchas
veces desbarrando, otras elucubrando, pocas acertando. Porque fundamentalmente
ellos lo hicieron con genio y diversión, la única manera en que se puede
abordar el acto creativo en cualquiera que sea su manifestación; lo abordaban
con humor, rasgo indeleble del acto inteligente. Poco se preocupaban de establecer significados
y significancias, se limitaban a vivir y poner en sus personajes la
interpretación de la vida que gozaban y sufrían. Sin dejar de lado, por
supuesto, las pericias que sus antecesores habían demostrado funcionaban con
eficacia.
El duro y devastador oficio de escritor de
telenovelas tiene sus orígenes en el no menos extenuante oficio de los autores
de radionovelas, de los cuales era heredero directo Salvador Garmendia. Me
confiaba el muy querido Rodolfo Izaguirre, quien fue muy amigo de él, y cuya
confidencia ahora comparto con ustedes, esperando no ofenderlo: “Religiosamente
iba todas las tarde a las cinco a buscarlo en Radio Continente donde trabajaba
escribiendo radionovelas. Escribía directamente sobre el sténcil:
MAMÁ: ¿Llegaste, Francisco?
FRANCISCO. (ruido de puerta que se cierra). Si, mamá, ya llegué!
Y así escribía treinta capítulos en una sola jornada. Una tarde lo
encontré tan abrumado que le pregunté: ¿Te puedo ayudar en algo? Y me contestó,
mirándome a los ojos: ¡No! ¡No puedes! ¡Escribir mal es muy difícil!”
Ambos fueron
herederos de esa manifestación cultural latinoamericana que comenzara en las fábricas
de tabaco cubanas, donde una persona, para evitar en los artesanos el bochorno propio
de la monótona tarea de enrollar los habanos, se ocupaba de leer alguna obra
que los entretuviera. Dumás era uno de
los autores preferidos. De allí pasó a las emisoras de radio y fueron
necesarios varios años para que Félix Benjamín Caignet Salomón, quien creció escuchando
las historias de los viejos cuenteros de las calles de Santiago de Cuba,
escribiera en 1948 El Derecho de Nacer
que se convirtió en eso que ahora llaman un fenómeno viral que se expandió por
todo el continente de manera insólita.
En Caracas, según contó Osvaldo Yepes a Sonia Z. Pereira Jaimez, esta
radionovela tuvo tal sintonía que en el teatro Ayacucho, al lado del Congreso Nacional,
durante la función de 5 a 7:30, a las seis y media el operador paraba la
película, se prendían las luces y ponía el radio para que la gente viera El Derecho de Nacer y después era cuando
terminaban la proyección de la película.
Escribo de una
ciudad ingenua, de una sociedad inocente si se quiere, que como tal ha
conservado mucho de ello en sus raíces, por eso no deja de ser indignante el “manejo”
que algunos mal llamados dirigentes pretenden seguir llevando a cabo de la
colectividad. Y ahora, para hacer honor a la estructura de las radio-tele-novelas,
o tal vez por puro novelero que llaman, aquí quiero hacer un corte y contar algunos
episodios de la formación de la especie de franquicia esa llamada Primero Justicia que en recientes tiempos tanto protagonismo ha
adquirido.
Al comienzo fue
una Asociación Civil de similar nombre, creada en 1992 con la ayuda del Dr.
Alirio Abreu Burelli, ex magistrado de la antigua Corte Suprema de Justicia y de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para promover reformas al sistema
de justicia en Venezuela. Luego veríamos a Borges devenido en un burdo y cejudo
juez, cual Albertico Limonta de las leyes, conduciendo en las pantallas de RCTV
el programa de igual denominación.
Lo cierto es que aquel grupo inicial se fue consolidando
y comenzaron a reunirse cada miércoles a las siete de la noche en la oficina de
uno de ellos en los alrededores de la avenida Lecuna. Más tarde, ante el número
de asistentes las reuniones se trasladaron a una amplia sala de reuniones de
una conocida fundación cuya sede está en la Avenida Andrés Bello. Me cuenta un
testigo de excepción lo que fueron esos días iniciales: “Hablábamos de la
manera de hacer política, de lo que necesitaba el país. Eran debates
interesantes. Recuerdo mucho a cuatro personajes de esas reuniones: a Borges le
molestaba ser la sombra de Leopoldo, mucho. Trataba demasiado de destacar
tomando la palabra siempre, siempre, de ser el que tuviera lo último que decir.
Leopoldo, por el contrario, era lo que yo llamo un "escuchador",
escuchaba y preguntaba, nunca hacía conclusiones, sino que trataba de escuchar.
Ocariz era extraordinariamente inteligente pero un poco bocón. Caprilito
completamente callado, ni cuando le preguntaban su opinión decía algo
interesante. Se paraba, daba vueltas callado, con la cabeza baja. Era como un
fantasma, nunca hizo ninguna contribución, era un cero a la izquierda. Tanto,
que me sorprendió inmensamente cuando salió al público. Quizás lo pusieron allí
porque pensaron que podían manejarlo, tenían que prepararle las cosas y no voy
a negar que debió poner de su parte porque ha mejorado, creo.”
Me pregunto ¿realmente ha mejorado? ¿Cómo entender
que el pasado 22 de marzo a las 3: 17 de la tarde el ilustre gobernador de
Miranda emitiera un mensaje desde su cuenta de Twitter con las siguientes
palabras: “Estimados amigos, en horas de la noche de hoy informaré sobre un
tema de salud personal, siempre con la verdad por delante!”; para aparecer
horas más tarde con la cara embadurnada de crema diciendo que era que no tenía
cáncer? ¿Qué vaina es esta? ¿Qué mamadera de gallo es en la que estos tarambanas
se empeñan en sumergir el quehacer político venezolano?
Una de las mentes más lúcidas que conozco y
respeto, por su franqueza, profundidad y humildad a la hora de opinar se limitó
a comentarme: “Ese tipo no sabe qué hacer para llamar la atención. Se le
acabaron las neuronas y los asesores se le fueron. Lo conozco desde el
principio, no de cuando fue diputado, y sé que no tiene nada en la cabeza y no
es capaz de articular ideas. Lo sé, lo vi, nadie me lo contó. Lo endiosaron
mucho y es un pobre tonto. Las circunstancias actuaron a su favor. Me da pena.”
Por eso no es de extrañar que haga cretinadas como
esa que trató de hacer presentándose en el más rancio estilo telenovelesco como
una especie de Tamakún que resucita de las fauces del mal. Lo que me luce más
triste es cómo se creó una verdadera ordalía alrededor del patiquín este deseándole
mejoría, y algunos otros saltar espada en mano tremolando su ira contra
aquellos que osáramos criticar o burlarnos del ataque de acné del Bobo de la
Yuca. ¿Es que nadie le va a decir a este ser: Mira muchacho zoquete, anda a
buscar oficio y date a respetar?
Verdaderamente que cada día da más tristeza la
indigencia mental de nuestra casta política.
© Alfredo Cedeño
6 comentarios:
Buen día. ¿No eres demasiado duro con el pobre Capriles? Es verdad que no parece dar para mucho, pero los políticos de la oposición es lo único que tenemos en estos momentos de horror. Un abrazo.
Alejandro Moreno
Todo esta dicho....que tristeza Alfredo
Maria Gracias Mina
Todo esta dicho....que tristeza Alfredo
Maria Gracias Mina
Buen día. ¿No eres demasiado duro con el pobre Capriles? Es verdad que no parece dar para mucho, pero los políticos de la oposición es lo único que tenemos en estos momentos de horror. Un abrazo.
Alejandro Moreno
Afredo:
Gracias por la mención junto a Salvador. ¡Eres capaz de regocijarnos en la memoria de hombres como él o como José Ignacio. ¡Te admiramos por eso y nos sentimos orgullosos de ti por lo bien que escribes!
Rodolfo
La verdad, no me había detenido en el detalle, pero comparto contigo la alarma en relación a lo que los políticos están haciendo para mantenerse "ahí". Yo incluiría, junto a esta, la fantochada del "sacrificio heroico" de Leopoldo, creándose un remake de El Conde de Montecristo, que ojalá fuera escrito por un dúo como Cabrujas-Isaguirre... No bajaría el rating jamás!!!
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