Yo pecador, confieso ante Dios Todopoderoso y ante
todos ustedes que he pecado, peco y pecaré mucho de pensamiento, palabra, obra
y omisión, con todo mi corazón, ya que no ceso de rogar para que la llama del
rencor no se me apague; hasta hacer que la justicia algún día se cumpla sobre
este territorio yermo que alguna vez fue una tierra de gracia.
Igual les manifiesto que no tengo culpas, ni las
siento, ni las pienso, puesto que me declaro incapaz de seguir siendo un
cristiano, ni un católico, ni un perro con lombrices, para dedicarme a conceder
un perdón que no merece esta cuadrilla desastrada y harapienta que manda en
Venezuela.
Ruego de manera fervorosa, persistente e impertinente,
para que la justicia divina, aunque preferiría la terrenal, se cumpla a carta
cabal en cada uno de ellos. Imploro a los vientos e invoco las calamidades que han
sido derramadas sobre nosotros, para que con similar tenor se ceben sobre
ellos.
Me niego a poner la otra mejilla, porque estos
infelices, tantos los rojos como sus opuestos, ya nos las han arrancado, hasta
dejarnos en el hueso vivo. Estamos en el punto de que al llegar a las puertas
del cielo, primero estamos nosotros que perdonar el rojo desmadre: es un tema
de mera sobrevivencia. No logro concebir el reposo hasta no haber conseguido
que sean saldadas sus culpas una por una. No me imagino conceder el sosiego de la
compasión sobre aquellos que han fabricado pecados para obligarnos a expiarlos
a su conveniencia.
También confieso mi intolerancia para con los cómplices
y beneficiarios de nuestras desgracias, las cuales han tratado de convertir en lucro
activo de sus bazares partidistas, mientras proclaman ser arcángeles vengadores
de una desgracia que ellos mismos han promovido para luego dedicarse a su goce
y disfrute.
Proclamo mi ira sin afeites, desnuda de
misericordia, que espero se fortalezca día tras día, hasta hacer que la real voluntad
de todos nosotros sea una afilada guadaña que siegue toda la apestosa hierba que
ahora nos inunda y llena de abrojos el alma.
Por todo esto y mucho más, que por el momento decido
callar, es que convoco al dolor de todos para unir nuestras tristezas y hacer
que recuperemos nuestra alegría. Y en medio de ello ruego a santa María, siempre
virgen, a los ángeles, a los santos, a los patriarcas y hasta al Anticristo,
para que interceda por todos nosotros ante Dios, Nuestro Señor y haga que la
paz no siga siendo un espejismo.
Amén.
© Alfredo Cedeño
9 comentarios:
Amén!!!!!
Adri
Maravilloso. Lástima que hagas publico el ataque a los cómplices de la oposición - contra los que coincidimos- pero solo porque, cuando tienes un enemigo poderoso, usa incluso a sus amigos para destruirle.
Iguales. Varían las coordenadas del atraco. Solo me refiero a que siempre hay que acabar con la mayor fuerza al que está de turno.
Pero el texto es maravilloso. De lo mejor que se publica.
Jaime Ballestas
Alfredo:
Te sigo, y con los ojos puestos en ti, en mí mismo y en todos nosotros también digo: ¡amén!
¡No sé cómo haces, pero cada vez escribes mejor!
Rodolfo Izaguirre
La ira justificada no se opone al perdón. Y eso está también en tu texto.
Alejandro Moreno
Has emulado el sentir de la mayoria de los venezolanos con similares intenciones y sentimientos. Esto es colectivo. Mas temprano que tarde esta fuerza entrara en sincronismo y desatara su furia sobre los delincuentes y abusadores que intencionalmente nos torturan usando las armas contra un pueblo indefenso.
Su intolerancia, agresiones, manipulaciones, engaños,desconsideracion, sometimiento, restricciones de derechos y libertades, crueldad y sarcasmo para burlarse de todo aquel que se les antoje, igualmente sera revertido hacia esta especie de cuerpo negro que invade a Venezuela.
Cuando llegue el momento de la union de este sentimiento colectivo, la furia con que hemos sido pisoteados sera doblemente desatada sobre sus cuerpos, y esto no es mas que la aplicacion natural de la justicia.
Bueno, amigo Cedeño bienvenido al Limbo
José Eduardo Espinoza D ·
Universidad del Zulia
Caramba bastante fuerte el amigo el alma cura al cuerpo el cuerpo es asunto del hombre junto con su mente el alma es asunto de Dios por eso hacemos lo que queremos con nuestra mente y cuerpo pues Dios asi lo quiso pero pasamos la efimera vida cuidando el cuerpo y mente y no dedicamos un dia a salvar nuestras almas
Mario Pacheco
Alfredo, muchos nos sentimos identificados con tu parecer. Por el sufrimiento que hemos padecido y el que nos falta por padecer, es que debemos convencernos de expoliar la plaga roja y demas bichos que pululan en la selva politica venezolana, y digo selva, por la cantidad de animales sumamente irracionales que la integran.
Roberto Arocha
amén
María S Baragaño
Universidad Santa María
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