En Venezuela la
iglesia católica lleva siglos dando peleas, muchas de ellas silenciosas, al
lado de los más necesitados. Han sido látigo para fustigar sin contemplaciones
a los más fuertes. Prueba temprana de eso lo describe acertadamente el
respetado cura Alejandro Moreno en su libro Pastor
celestial, rebaño terrenal, lobo infernal.
En la citada obra
el clérigo nos narra, documentos mediante, el juicio que en 1765 entabló un
tribunal eclesiástico contra uno de los hombres más poderosos de la provincia
de Venezuela en aquellos días: Juan Vicente de Bolívar. Los desastres sexuales del progenitor de don
Simón en un descampado como entonces era La Victoria, estado Aragua, llevaron a
que la Iglesia le elaborara un expediente por “su mala amistad con varias
mujeres”. Debo decir que antes de ejemplos como este, ya la mencionada
institución había hecho innumerables demostraciones de plantarse al lado del
débil y necesitado. Los testimonios de su defensa de los indígenas en tempranas
fechas de nuestra historia son profusos.
Serían necesarias
miles de páginas para poder enumerar las labores de curas y monjas en Venezuela
en todos los ámbitos. Fe y Alegría es uno de los más notorios. Pero también han
habido muchísimos otros de igual trascendencia, de los que poco alardes han
hecho. Sin duda que mantuvieron siempre en mente los versículos del evangelio
de San Mateo: "Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al
son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles
para que la gente les rinda homenaje".
Es esa misma
institución que en este amargo trance, que llevamos padeciendo los venezolanos
desde hace 18 años, no se ha callado. El domingo, con motivo de la misa en
homenaje a La Divina Pastora en Barquisimeto, monseñor Víctor Hugo Basabe,
obispo de San Felipe, alertó en su homilía: "No escojamos el camino de la
maldición en el que se han empeñado quienes niegan que en Venezuela hay hambre
y desnutrición. Quienes le cierran las puertas a quienes en el mundo quieren
venir a nuestra ayuda".
Al día siguiente
el "primer mandatario" ordenó a sus perros de presa de la Fiscalía
General que investigarán a Basabe y al obispo de Barquisimeto, monseñor Antonio
López Castillo, por incitar el odio. El obispo no rehúye el cuerpo y en su
página de facebook respondió: Mi único delito parece ser el servir a la verdad
que es lo único que hace libre a los verdaderos hombres. El Sr. Maduro ha
puesto en mi boca palabras que no he pronunciado. Que triste que un
"magistrado nacional" mienta tan escandalosamente delante de todo un
país en el día del maestro. (…) Allá por aquellos a quienes ni su conciencia ni
la historia les perdonará".
¿Acaso en su
torpeza el combo rojo pretenderá apartar esta piedra milenaria con un
lanzacohetes como el que utilizaron para callar a Oscar Pérez? La ineptitud
suele vestir trajes desmañados.
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
Gracias, Alfredo por este artículo muy bueno como todos los tuyos. Cae de perlas. Un fuerte abrazo.
Alejandro Moreno
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