Desde 1923,
cuando George M. Stratton, publicó su trabajo El color rojo y la ira del ganado, hubo la convicción de que los
toros de lidia no eran sensibles al color rojo, y que las embestidas de ellos a
los capotes se debían a la pericia con que los agitaban frente a sus morros. El
autor sostenía que el brillo y el movimiento de la capa eran los causantes de
la furia de los astados.
Esta suerte de
dogma se mantuvo invariable hasta que en 1989 J. A. Riol, J. M. Sánchez, V. G.
Eguren, V. R. Gaudioso, del Departamento de Producción Animal de la Universidad
de León, España, publicaron Percepción
del color en el ganado de lidia. Ellos estudiaron la respuesta de un grupo
de toros bravos ante los colores violeta, azul, verde, verde amarillento,
amarillo, naranja y rojo, así como siete muestras de color gris con exactamente
el mismo brillo que cada color. La conclusión fue que estos animales ven
perfectamente verde amarillento, amarillo, naranja y rojo.
Es decir, los
toros sí saben lo que embisten y no es lo mismo un capote rojo que uno azul.
Así que no solo se trata de la habilidad de los matadores para hurtarle el
cuerpo a las embestidas de los animales enfurecidos mientras agitan el trapo en
sus narices. Tal vez en los astados ocurre lo mismo que Goethe señalara a
comienzos del siglo XIX sobre el rojo: "Es el color de la sangre y el
fuego, el color de Marte, símbolo de la violencia".
De la tauromaquia
a la vida diaria pasó el agitar un trapo rojo como símil de incitación a la
violencia. En esos menesteres han sido particularmente expertos aquellos que se
dedican a la vida pública, es una habilidad de la cual suelen hacer
demostraciones palmarias. Y es agua que corre en todos los molinos,
desarrollados o subdesarrollados.
Por ejemplo el
señor Trump en medio de una crisis donde afloran críticas de todo tenor y
calibre, que van desde la reciente aparición del libro de Michael Wolff: Furia y fuego, hasta las poco claras
conversaciones de su entorno con voceros rusos. Su respuesta es dar por
terminado el programa humanitario Estatus de Protección Temporal (TPS, por su
sigla en inglés) para los salvadoreños, que podían vivir y trabajar legalmente
en Estados Unidos. Como es de suponer
ahora el foco informativo se traslada hacia el drama humanitario que esta
medida puede significar.
En lo que toca a
los países menos avanzados, y para no andar mucho, en Venezuela vemos una
verdadera cadena de trapos rojos que ondulan por doquier. Se cuestiona
acerbamente, por su poca transparencia, las conversaciones en Santo Domingo, se
nombra a Omar Barboza al frente de la Asamblea. Se habla de una inflación que
cerró el año en 2.616%, se ordena la toma de las cadenas de ventas de alimentos
que aún sobreviven. Y así se nos va la vida, de trapo rojo en trapo rojo, hasta
que en algún momento nos entierran el estoque, y no sabemos cuándo ni cómo nos
llega la muerte.
© Alfredo Cedeño
4 comentarios:
Gacias, Alfredo.
Esperamos que se sepa distinguir en el rojo del color lo que es un engaño y lo que es proyecto y futuro sangriento. Si no lo distinguimos, estaremos con el estoque bien clavado.
Alejandro Moreno
Trapo rojo el de hoy Florido declarando que al regimen no le interesa el sufrimiento en el pais, sino seguir en el poder. Qué cree Florido,que los venezolanos no estamos claros en eso? Carajo, ya es hora de los coñazos, muevanse declaren la salida de maduro, nombren un gobierno provisional y llamen a una furza multinacional ya. La espada ya casi nos mata , solo falta el estoque que sera este año si ganan fraudulentamente las elecciones !!!
Eunis Esther ·
Liceo Udon Perez, Maracaibo
Muy bueno, Alfredo!
Alfredo:
Me cautivan los artículos políticos cuando la perspectiva para verlos y analizarlos se establece desde ángulos, situaciones o elementos imprevistos como el de los trapos rojos y la tauromaquia. Es una manera absolutamente novedosa y original de plantear los desaciertos y hechos de la política. Revelan, además, ingenio, inteligencia, mordacidad, ironía. ¡Tengo, a juro, que felicitarte!
Rodolfo Izaguirre, tu apasionado lector
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