miércoles, julio 04, 2018

¿TIEMPO DE ACIERTOS O DE YERROS?


 
                Suelen haber pronósticos que yerran de manera rotunda y otros que dan de pleno en el blanco. Las labores de augures no suelen ser consistentes, pese a los intentos que las ciencias sociales llevan años tratando de lograr a través de los mecanismos demoscópicos.  Hay algunas contorsiones que en un momento u otro pueden dar algunas señales que, de ser interpretadas correctamente, pueden acercarse a una interpretación bastante acertada a los resultados finales.
                Por ejemplo, era obvio que un sátrapa como Daniel Ortega repetiría al calco su aferramiento al ejercicio presidencial. ¡Cómo le gusta el poder a los zarrapastrosos! Es ahora, cuando junto a su muy celestina esposa, quien llegó al punto de callar ante los abusos sexuales contra su propia hija por parte del ex comandante, que muchos descubren el agua tibia y claman contra el dictador Ortega. ¿Recuerdan al expresidente Herrera Campins y su tarde piaste pajarito?
                Donde todos los pronósticos fallaron fue en el caso del presidente ecuatoriano, Lenin Moreno. Lenin Boltaire dejó con los crespos hechos a propios y extraños, muchos garantizaban que sería una continuación de su predecesor, el muy rojito Rafael Correa, y muchos vieron en su desafortunada condición física, secuelas de un atraco en 1998, una subordinación que él muy pronto desmintió a través de su ejercicio del gobierno.
                También  se malograron las predicciones en el caso del, ahora Nobel de la Paz, presidente de Colombia Juan Manuel Santos. Él llegó a la Casa de Nariño montado sobre los hombros de Álvaro Uribe, de quien fue su eficaz ministro de defensa. Uno de sus éxitos más pregonados en su momento fue la autorización del operativo del ejército colombiano que dio muerte al guerrillero Raúl Reyes en territorio ecuatoriano. No pocos cruces verbales hubo en sus tiempos ministeriales con Chávez y su combo. Todo hacía creer que sería una piedra en el zapato al proyecto chavista, pero –¡Oh sorpresa!–, el señor terminó de manos enlazadas con sus vecinos y fue así como en 2011, antes que entregar a la DEA estadounidense al narcotraficante Walid Makled, lo cedió al gobierno venezolano. Lo mismo hizo con el activista Lorent Saleh, a quien el pasado año el Parlamento Europeo le concedió el Premio Sájarov para la Libertad de Conciencia, que languidece en las mazmorras de la dictadura madurista.
                La lista es inmensa. Por los momentos la cierro con el reciente triunfo en tierras mexicanas del muy agitado Manuel López Obrador. Todos insisten en señalarle como émulo de Chávez-Castro-Maduro-Ortega. Ojalá sea un eco de Moreno y que todas las previsiones fallen, el pueblo de la Guadalupe y Juan Diego, de  Quetzalcóatl, de Olmecas y Toltecas, de sor Juana Inés de la Cruz y Juan Ruiz de Alarcón, de Julieta Venegas y Maná, de Carlos Fuentes y Octavio Paz lo merecen. Ya no caben más penas en nuestro continente.

© Alfredo Cedeño

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