Los rasgos
propios del venezolano eran de generosidad tan amplia como sus sabanas y aún
más alta que la de sus montañas, cristalina como agua de manantial y, a veces,
más arrolladora que la de los vientos de sus costas. A Venezuela acudieron siempre los extraños,
sabían que encontrarían techo, comida, amor, paz y mucho más. El renacimiento inmobiliario de zonas de
España, Italia y Portugal, por nombrar los más conspicuos, son buena muestra de
lo que escribo.
Nuestro país era
la antítesis de lo que es hoy. No sólo Europa se volcó en nuestras casas,
también lo hizo el continente entero en nuestras calles y pueblos. Colombia,
República Dominicana, Chile, Uruguay, Perú, Argentina, Haití, nos enviaron a
sus hijos y fueron vestidos, alimentados y cobijados. Alguna vez algún
"politiquito" quiso usarlos tratando de avivar una xenofobia y un
patrioterismo barato que nunca llegaban a parte alguna. La generosidad criolla
era a prueba de mezquindades.
Hoy, gracias a la
plaga roja, nos toca a los venezolanos salir a tentar suerte en otros lares. Y
de nuevo la generosidad humana, que no es exclusividad de Venezuela, se
manifiesta en todo su esplendor. Colombia, Chile, Argentina, España, Perú,
Estados Unidos, entre muchísimos otros, abren sus brazos para darnos lo que nuestro
país debiera entregarnos. Los mismos "politiquitos" con diferentes
nacionalidades tratan de avivar llamas chauvinistas, de nuevo se quedan con los
crespos hechos.
Cada vez que me
preguntan sobre la situación nacional, abren diciéndome: ¿Cómo es posible que
un hombre tan bruto sea el que los tiene como los tiene? Siempre respondo:
¿Bruto, y está donde está? Y agrego: El problema de cierto sector de la
oposición venezolana y de muchísimos otros en el mundo entero es que subestiman
a la peste roja, no han aprendido la muy básica lección de que al contrincante
hay que encararlo con decisión pero sin soberbia, no hay escenario más proclive
a la derrota para el que entra a pelear que hacerlo con arrogancia o con
algunos acuerdos tras bastidores.
La dirigencia
roja sabe que sólo puede hacer que su bodrio tenga efecto si destruye lo que
somos, si acaba con nuestras generosidad, gallardía, autoestima y orgulloso don
de venezolanos. Por eso juegan a crear sus propios mitos, y uno de los tantos
ejemplos y quizás el más patético fue el que intentaron en el estado Trujillo
erigiendo la heroína independentista Dolores Dionisia Santos. ¡Hasta un cuadro fabricaron! De no ser por lo
trágico del crimen cultural e histórico que ello representa, sería risible la
imagen con cuerpo de Páez y cara de caminadora trasnochada.
Ellos no cejarán
en su empeño de destruirnos para construir su "proyecto", no lo han
pregonado en vano, no se les puede seguir viendo como los renacuajos que no
son. Mientras tanto, y contra todo pronóstico, seguiremos recibiendo de los
amigos la ayuda que tanta falta nos hace. No hay revolución que pueda con la solidaridad,
hija preferida del amor.
© Alfredo Cedeño
2 comentarios:
Alfredo, como es usual en ti escribes muy bien, tanto que logras en todas tus palabras dar comprensión y veracidad... permiten creer en lo que dices. No existe oscuridad sino una transparencia asombrosa porque son palabras limpias, esclarecedoras. No todos saben escribir con tan compleja sencillez.
Tu texto de este jueves me obligó a buscar a Dionisia porque no conocía su historia con Maduro, pero creo que tendrás que escribir una nueva crónica explicando a tus numerosos lectores quien fue esta mujer.Estoy seguro que las peripecias de Dionisia compondrán una crónica bien sabrosa.
Rodolfo Izaguirre
De nuevo, felicitaciones por tu artículo. Algunos no quieren darle importancia al verdadero fondo de su proyecto. Piensan que sólo es arribismo y malandreo. Hay mucho de eso pero sobre todo lo más dañino e importante es la verdadera empresa de desnacionalización. Un fuerte abrazo.
Alejandro Moreno
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