miércoles, abril 10, 2019

YO SI SOY PITIYANQUI


                Hay quienes aseguran que fue en la década de 1940, otros que en la de 1950 cuando el poeta puertorriqueño Luis Lloréns Torres acuñó el término pitiyanqui. La palabra en cuestión era la fusión del termino francés petit (pequeño) y yankee (estadounidense).  Lo cierto es que en Venezuela empezó a ser utilizada por el trujillano Mario Briceño Iragorry. Desde entonces el vocablo se ha empleado copiosa y despectivamente para ridiculizar a quienes asumimos el modelo de vida norteamericano como uno de los más idóneos; tanto que por momentos ha superado el no menos manido reaccionario. 
                Por cierto que en lo que toca a quienes manifiestan su arrobo por cubanos, chinos, rusos, embatolados y demás especímenes de similar ralea no se les coloca ningún epíteto. Es así como vemos a la omnímoda prensa boba desgañitarse contra la intervención estadounidense en Venezuela, mientras el grupo de Lima les hace el coro.  Pero, qué bien saben callar cuando los ya mencionados rusos, chinos, cubanos y demás sabandijas de análogo pelaje entran a tambor batiente en nuestro país.  La hipocresía es un oficio que no requiere talento, sólo un buen espinazo que permita inclinarse ante los que tocan el son que se quiere oír.
                Se es pitiyanqui por pretender vivir al amparo de las leyes, también por aspirar a una vida mejor, por querer libertad, por poder andar por donde se me antoje sin estar dando explicaciones más que las que me exige mi propio entorno para poder estar en paz. Se escribe rápido y se lee al voleo, pero cuan arduo es. Son las condiciones que nuestra atormentada Venezuela tenía y de la cual disfruté a rabiar.
                Ahora Gofiote y su combo de malvivientes agitan el trapo del "intervencionismo" y paralizan a propios y extraños. Nadie quiere ser señalado de apoyar al monstruo imperialista. ¡Pero como les gusta retratarse con Mickey Mouse! Recuerdo mi época de estar en la Asamblea Nacional como reportero gráfico y ver a más de un rojito uña en el rabo bramar porque le habían negado la visa de entrada a Estados Unidos. Les gusta echar vainas en casa ajena pero que no los echen de la fiesta…
                Apátrida me dirán los que tienen un léxico más amplio, traidor a la patria los más básicos y furibundos, pero ambos pedirán mi cabeza en una pica a la entrada del aeropuerto de Maiquetía. No me cansaré de repetir el ejemplo de la mujer maltratada por su cónyuge y por la que nadie hace nada. Maduro y su gavilla de delincuentes acaban con el país de manera ostentosa y sin siquiera guardar las apariencias, pero si los estadounidenses intervienen a poner las cosas en su lugar son intervencionistas. Ante tanta imbecilidad no puedo hacerme cómplice de este gobiernito y exigirle a Guaidó que deje el miedo y termine de apoyar la intervención que nos permita recuperar los sueños y salir de esta maldita pesadilla. Es hora de que despertemos.

              
© Alfredo Cedeño

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí es hora de que despertemos. Estos tipos saben extender y hacer valer el vocabulario que se inventan para dominar el lenguaje y así las mentes. Pedir la intervención humanitaria no es traición sino verdadero patriotismo. Espero que Guaidó no se eche para atrás. Un fuerte abrazo.

Alejandro Moreno

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