Sabemos
que al morir nuestro cuerpo terminará convertido en polvo, ello luego de ser
pasto de los gusanos y atravesar un largo proceso de descomposición; también
ocurre cuando unos, tal vez urgidos por llegar al final, optan por la ahora muy
en boga incineración. También puede ocurrir que, tal como los faraones, o Lenin,
o Stalin, o Evita Perón, o Mao, se opte por ser embalsamado. Sin embargo, hay sus excepciones como es la
de aquellos fenómenos, relacionados en su mayoría a la iglesia católica, ocurridos
en los cuerpos de San Juan de la Cruz, cuyo organismo conserva, luego de cuatro
siglos, flexibilidad; también permanecen incorruptibles San Bernardino de
Siena, San Juan Bosco, Santa Catalina de Siena, San Diego de Alcalá, San
Francisco Javier, San Juan Nepomuceno Neumann, San Juan María Vianney, Santa
Rita de Casia y San Vicente de Paúl, por citar algunos.
La
incertidumbre en lo que hay después del último sueño es infinita. Hay una
enorme cantidad de suposiciones, teorías y demás cosas conexas en torno a qué
pasa con el alma, la mente, la conciencia, la energía, o como quiera usted
definir nuestro hálito vital. Una de las tantas especulaciones tiene que ver
con la religión hinduista donde existe la reencarnación, supone dicha propuesta
que luego de muerto regresamos a la vida a purgar los llamados karmas, o
cuentas pendientes que nos quedaron; cuentas que pueden ser muy abultadas
porque, según afirman sus acólitos, ellas son acumulativas hasta tanto no
saldes tus cuentas con el Universo. Atentos con lo siguiente: dicho renacer en
este mundo no implica que sea en un cuerpo humano. El ya citado karma debe ser
resuelto para lograr la liberación del ciclo de vidas en este mundo material y
alcanzar el Nirvana o Paraíso.
Hay
cualquier cantidad de ejemplos de dichas reencarnaciones y recurren a la
comparación física para respaldarlo. Por ejemplo se asegura que Anthony Hopkins
es el calco de Sócrates, Sylvester Stallone del Papa Gregorio IX y Leonardo
DiCaprio de la damisela Judy Zipper. Como pueden ver hay de todo y para todos.
En Venezuela también ha habido mucha tela para cortar, hay quienes afirman que
más que reencarnación son procesos de la madre naturaleza que no tiene límites
para manifestar su bondad y su maldad. Respecto a esta última una que recuerdo
mucho es la supuesta paternidad del sátrapa Juan Vicente Gómez del no menos
sanguinario déspota soviético Stalin. La
tesis en cuestión asevera que la madre del patizambo georgiano había sido maromera en un circo que visitó Colombia y
allí el tachirense había plantado su simiente en ella; las comparaciones, fotos
en mano, de la semejanza física entre ambos engendros producían sesudos
análisis de la huella homicida que calzaban uno y otro.
En
esta búsqueda desesperada, urgente, vital, por entender nuestro drama ya
comienzo a escarbar en los planos esotéricos y genéticos. ¿Será que Goebbels
reencarnó, por nombrar un par, en los ministros Villegas y Rodríguez? ¿O
será que sus abuelos, o abuelas, tienen ascendencia germana y no nos hemos
enterado de ello? Veo la habilidad prodigiosa del régimen y sus operadores para
manipular las emociones de manera increíble. Usted observa y ve como hacen
subir desaforadamente las expectativas, para luego sumergirlas en una sima tan
oscura como la perversidad de sus creadores y ejecutores.
La payasada de la invasión y la no
menor puesta en escena de la gasolina me lo confirman. A la par de todo ello
ocurren cosas que incrementan la velocidad de este carrusel desquiciado en que
nos mantienen estos hijos de su madre. Vemos a Franklin Durán, otrora hombre
del régimen y quien prefirió pagar tres años de prisión en una cárcel de
Estados Unidos a revelar los nexos rojos con la célebre maleta de dólares de
Antonini Wilson ser alojado en El Helicoide.
Pero como la sevicia roja es transversal vemos en Lara a la “juez” Ana
Tovar encarcelar a un muchacho, Luis
Pérez, con síndrome de Down; el cometió el horrísono delito de cacerolear a la
pesadilla roja. Por otro lado, y ya me saltarán los corifeos y plañideras de la
mal llamada oposición, la alternativa gubernamental a este infierno sigue
sumida en el misterio y la escasa claridad. ¡Ay de aquel que ose pedirles rinda
cuentas! ¿Será que estamos desahuciados
y ni la vía de la reencarnación nos otorgará consuelo?
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