Cuando
uno habla o escribe del color verde suele ocurrir que quien te escucha o lee de
inmediato se conecta con el primer verso del Romance Sonámbulo que Federico García Lorca en agosto de 1924
dedicara a Gloria Giner y a Fernando de los Ríos:
Verde que te quiero verde. Y que luego prosigue:
Verde
viento. Verdes ramas.
El barco
sobre la mar
y el
caballo en la montaña.
Con la
sombra en la cintura
ella sueña
en su baranda,
verde
carne, pelo verde,
con ojos de
fría plata.
Verde que
te quiero verde.
Bajo la
luna gitana,
las cosas
le están mirando
y ella no
puede mirarlas.
Verde
era el color de la piel de los marcianos cuando fui niño, y el de la esperanza
de los desanimados quienes decían que un burro se las había comido, también era
en mi niñez el color de un grupo que siempre perdía en las elecciones y cuyo
candidato eterno era el engominado y ya difunto Rafael Caldera. Ahora bien,
como se trata es de acercarse al tema
escogido para hoy, y que usamos para titular esta nota, recurro al Diccionario Akal del color, de Rosa Gallego
y Juan Carlos Sanz, donde se puede leer: “El verde es el color que se percibe
ante la fotorecepción de una luz cuya longitud de onda dominante mide entre 529
y 497 nm. Se asemeja a la coloración de las hojas de hierba o de la esmeralda.”
Por
su parte el Diccionario de la Real Academia Española
revela que la palabra verde proviene del vocablo latín virĭdis y enumera 19 acepciones para ella. En el Breve diccionario etimológico de la lengua
castellana, Joan Corominas asegura que el uso de dicho término en nuestro
idioma arrancó en el año 1019. Diversas publicaciones abundan al respecto y
debe reseñarse que largo tiempo atrás se le consideró uno de los cuatro colores
primarios, junto al rojo, amarillo y azul; supongo que lo sacaron de dicho lote
al recordar que la mezcla de los dos últimos termina produciendo la tonalidad
de las hojas.
Ahora bien, como de empastelar la
cosa se trata, para así honrar las enseñanzas del gocho y lustrado José
Humberto Márquez, quien solía repetirme: “¿Negro, para qué hacer sencillo lo
que se puede poner como pelota de estopa?”, debo decir que en el llamado sistema
aditivo de síntesis de color, donde los colores se obtienen mezclando luz de
color en lugar de pigmentos, el verde es un color primario, junto al rojo y el
azul. No es de olvidar que a nuestro color de este domingo 10 de agosto se le considera
un color frío, junto con el azul y el violeta. Como se ve que, quien ello afirma, nunca sudó en medio de una verde ladera arando al mediodía...
El
maestro Octavio Paz, quien sabe si colocado en un disparadero como este en que
ahora ando, redactó Escrito con tinta
verde, que comienza así:
La tinta
verde crea jardines, selvas, prados,
follajes
donde cantan las letras,
palabras
que son árboles,
frases que
son verdes constelaciones.
Paz afortunadamente no era deuteranómalo,
nombre que dan a las personas con dificultades para distinguir el color verde.
Explico: la deuteranomalía depende de la condición de los conos M del individuo
con tal defecto visual, dichas células de la retina son las encargadas de percibir
las longitudes de onda lumínicas medias; si son imperfectas, producen ceguera
parcial al verde, y si faltan del todo producen ceguera total a él, que es
cuando ocurre la deuteranopía. Este tipo de daltonismo afectaba a John Dalton,
quien fue el primero en señalar su existencia e investigarlo a finales del
siglo XVIII.
El verde es hoy reconocido
mundialmente como el que representa al islamismo, así como a las llamadas
organizaciones políticas ecologistas. No
se puede dejar de mencionar que entre los colores litúrgicos este color
simboliza una de las virtudes teologales: la esperanza; y se usa durante el denominado
Tiempo Ordinario, que va después de Navidad hasta Cuaresma, y después del
Tiempo de Pascua hasta el Adviento, en los domingos y en aquellos días que no
exigen otro color. Explican los textos religiosos: “Es tiempo de esperanza por
la venida del Mesías y por la
Resurrección salvadora respectivamente.” Debe haberse
inspirado en ello Sor Juana Inés de la
Cruz para escribir:
A la
esperanza, escrito en uno de sus retratos
Verde
embeleso de la vida humana,
loca
esperanza, frenesí dorado,
sueño de
los despiertos intrincado,
como de
sueños, de tesoros vana
Sigamos en lo nuestro. Los
cloroplastos de las células vegetales contienen clorofila, que da color verde a
las plantas. Los antiguos egipcios representaban a Osiris con piel verde, ya
que ello significaba el renacer de la vegetación. Si queremos saber de las
implicaciones en el campo sicológico podemos ver qué dice la chilena Michelle
Vial Kauak: “Es un color de gran equilibrio, porque esta compuesto por colores
de la emoción (amarillo = cálido) y del juicio (azul = frío) y por su situación
transicional en el espectro. Se lo asocia con las personas superficialmente
inteligentes y sociales que gustan de la vanidad de la oratoria y simboliza la
primavera y la caridad. Incita al desequilibrio y es el favorito de los
psiconeuróticos porque produce reposo en el ansia y calma, también porque
sugiere amor y paz y por ser al mismo tiempo el color de los celos, de la
degradación moral y de la locura. Significa realidad, esperanza, razón, lógica
y juventud.”
En todo caso creo que mejor lo
define Juan Ramón Jiménez en su poema Verde
Verderol:
Verde
verderol
¡endulza la
puesta del sol!
Palacio de
encanto,
el pinar
tardío
arrulla con
llanto
la huida
del río.
Allí el
nido umbrío
tiene el
verderol.
Color de escritores que como los
dioses escribían. Verde era la tinta que usaban Pablo Neruda, Ramón Gómez de la Serna , José Lezama Lima y
Juan Rulfo. El primero de ellos Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, en 1935 fundó en
Madrid su revista Caballo Verde para la Poesía. Este matiz no cesa de inspirar a los creadores, como es el caso de la gaditana Carmen Gil, quien en El sapo
verde dice:
Ese sapo
verde
se esconde
y se pierde;
así no lo
besa
ninguna
princesa.
Porque con
un beso
él se hará
princeso
o príncipe
guapo;
¡y quiere
ser sapo!
Y
ya que de verde poesía escribo no puedo dejar por fuera a ese boricua
excepcional que es Antonio Cabán Vale, El Topo. Suya es la canción Verde Luz, considerada el segundo himno
de Puerto Rico:
Verde luz
de monte y mar,
isla virgen
del coral,
si me
ausento de tus playas rumorosas,
si me ausento
de tus palmas silenciosas,
quiero
volver, quiero volver.
A sentir la
tibia arena
a dormir en
tus riberas,
isla mía,
flor cautiva,
para ti quiero
tener.
Libre tu suelo,
sola tu
estrella
isla
doncella, quiero tener,
verde luz
de monte y mar.
Aquí les dejo el link a la versión que hace de ella Mayda Belen: https://www.youtube.com/watch?v=9MuNS9j0_w4
Verde
que relampaguea en las alas de una mariposa herida que puede enfrentarse a
jinetes enloquecidos de un orden sin brújula. Tonalidad que de cuarta en el
arcoíris se desprende a revolotear sobre el mundo y deja un respiro a las ilusiones.
Verde de vida y eterna resurrección.
© Alfredo Cedeño
5 comentarios:
Buen día. Qué buen desayuno con el verde de tus textos y fotos después de un cafecito venezolano tempranero y recién hecho Me recuerda la primera visión de Venezuela en mis ojos, bueno, la segunda porque la primera fue el negro ardiente de la pista de Maiquetía entonces, un 19 de septiembre de 1950. Todo era verde en mi nueva patria; Verde y calor, luego supe que el calor era sobre todo humano. Venezuela es verde; en mi tierra el verde es un milagro que se produce fugazmente en primavera, por eso lo quería tanto García Lorca. Gracias. Un abrazo.
Alejandro Moreno
El desayuno de hoy fue acompañado con tu texto refrescante que me lleno de esperanza pasa seguir adelante , tus fotos hermosas llenas de luz , gracias por brindarme éste ingrediente dominguero .Besosss
Verdaderamente Espectacular.
Ylleny Rodríguez
Qué texto tan bello, Señor, tan ricoen su interior, inventiva y belleza de contenido, como en sus referentes literarios y hasta científicos, realmente inspirado y coincidencialmente, tan rico así, que me ha hecho recordar ese libro de otro venezolano, "Nuestra Lengua en ambos mundos", de Angel Rosemblat, a propósito de la enorme riqueza de la lengua española. Un saludo desde Cuenca, en el Ecuador.
Angel Vera
mi querido Alfredo, extrañaba ya deleitarme con sus publicaciones. Matices de tan cálido color verde, el verde de la vida, de la sencillez, del amor también.
¿Ha visto un amor verde?, es el amor de los jóvenes, el amor puro y sin intereses más que el de puro y solo amar y sentirse amado.
Palabra, imagen, tertulia con la vida y con lo que ella connota en sus más delicados momentos, usted lo sabe expresar en sus hermosos textos.
¡Gracias por alegrarnos la semana!
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