Regreso
de tierras tachirenses las cuales recorrí gracias al patrocinio generoso de
Hilda Pérez Rondón, quien además fue una cicerone excepcional. Es justicia también confesarles que a estas
tierras las veo con particular cariño gracias a la tutela del querido gocho, y
lustrado, Humberto Márquez, quien me llevó a su Táriba natal varias décadas
atrás y me hizo ver con ojos filiales estos espacios donde el horizonte es un
quebradero de barrancos.
Doy
comienzo a esta serie de trabajos con Seboruco, población con la cual tenía una
deuda moral, ya que en oportunidades anteriores la había cruzado sin detenerme
por ir rumbo a La Grita. Tonto
que fui, porque ahora sé de lo mucho que me había perdido al no pararme a
caminar por sus calles, oír su gente y llenarme de ellos, en particular de
comer los panes y quesadillas de la panadería La Torre de Seboruco, en la calle 3, donde
Diógenes Torres y Efigenia del Carmen de Torres hacen milagros para conseguir
la materia prima en estos tiempos de tantos controles y seguir alegrándole el
paladar a la gente.
Seboruco, cuyo nombre oficial es el
que uso para titular esta nota, es llamado por sus hijos Seboruquito lindo y querido. Frase que nació, como me contó Pedro
Rafael Contreras Galvis, excelente conversador y mejor anfitrión, a mediados de
los años cuarenta del pasado siglo cuando su tío Felipe Galvis, “que ya se
había bebido su michito bajaba al pueblo, se abrazaba a un poste y decía a voz
en cuello: “Como yo soy mío Seboruquito lindo y querido...” Así que son ganas
de hablar de quienes andan por ahí endosándole esa frase al primero que se les
ocurra, porque la verdad de su origen es esta que le estoy diciendo.”
El
mencionado Felipe fue autor también de una copla que todavía recuerdan en su
lar nativo:
Si en la tierra
estamos: ¡bebamos!,
y si el cielo vemos:
¡bebemos!
En Seboruco confirmé una vez más el muy agudo
sentido del humor del cual hacen gala los tachirenses. En una comida que se
realizó en la secular casa de los Contreras Galvis, luego de la misa en honor a
Santa Rosa de Lima, patrona del pueblo, recordaban como una mañana de 6 de
enero dejaron toda la noche encaramado en un zarando (nombre que dan a una especie de tirolina usada para cruzar
ríos o precipicios) a “un toche que quería pasar de una banda a otra del río y
le trancaron la cuerda de un lado y otro, y ahí amaneció.”
Nabor Aguilar, cronista de esta
población, afirma: “De Seboruco no hay actas, porque Seboruco fue un acto. No
hay escrito legal, nada, nada. Se ha
ocurrido a la Universidad
de Los Andes, a los archivos en Bogotá, inclusive a España han ido
representantes del pueblo en comisión y no hemos logrado conseguir el nombre de
Seboruco.”
Al rastrear a Seboruco
bibliográficamente encontramos que el 5 de noviembre de 1577 el Rey Felipe II
otorga en encomienda a Baltasar de Artigas los territorios que rodeaban La Grita , y en dicha Cédula de
otorgamiento se lee: “como quiera que se llamaren, que alinda con los CIBURUCOS
y si allí no las hubiere paso a contar las dichas diez casas hacia los CIBURUCOS,…”; de ello también hace
referencia Lucas Guillermo Castillo Lara en su obra La Grita.
Se sabe que en 1825 el señor Rafael
Rojas hizo un censo en el que da una población de 312 personas a Seboruco. En
1845 se dice allí misa por primera vez. El 9 de noviembre de 1852 pasa a ser
Parroquia Civil o Municipio según revela Luis Gilberto Santander Ramírez en Historia Eclesiástica del Táchira, donde
asevera: “La población de Seboruco desde tiempo inmemorial, cuando en dicha
meseta se encontraban asentados los indios Seborucos eran atendidos por los
Padres Franciscanos del Convento de La Grita.”
Otro
autor consultado fue Marco-Aurelio Vila, quien en su Geografía del Táchira, publicada en Caracas, 1957, incluye un mapa
etnográfico prehispánico del Táchira en el cual muestra como habitantes
originarios de esta zona a los indios Kenikeas. En dicha obra Vila reproduce
dos mapas, uno originalmente publicado en Madrid, 1787, por Juan López donde no
aparece esta población; y el segundo un fragmento del mapa Carta del Departamento del Zulia que publicó en París J.M.Restrepo,
año 1827, donde tampoco aparece.
Ahora
bien, no olvidemos que en el siglo XVI estos territorios formaban parte de la Provincia de Mérida, que
a su vez terminaría formando parte integral de la Real Audiencia de
Santafé de Bogotá, por ello di un vuelo rápido por algunas obras de la llamada
hermana república. Es así como encontré en la edición del 1º de julio de 1885
del Papel Periódico Ilustrado de
Bogotá (considerado por algunos como la más grande y hermosa aventura del
periodismo colombiano y llevada a cabo por Alberto Urdaneta) un trabajo del
etnólogo Liborio Zerda donde se lee: “En un sitio denominado “Seboruco,” seis leguas
distante de la ciudad de Neiva , y sobre las orillas del Magdalena, hay una piedra
enorme con una inscripción de 120 figuras grabadas á la altura de veinte varas
sobre el nivel actual de las aguas ; en medio de ellas se encuentran cinco figuras
humanas, de las que una es de mujer, y cuatro están cogidas por las manos;”.
También lo menciona Vicente Restrepo en su obra Los Chibchas antes de la
conquista española, publicado en la Imprenta de la Luz , Bogotá, 1895: “En el sitio de Seboruco,
situado a seis leguas de Neiva y orillas del río Magdalena, hay una enorme
piedra con figuras grabadas a una altura considerable, y que se desarrollan en
una extensión de diez y seis metros.” Si
unimos a esta referencia geográfica en suelo colombiano, la existencia de
petroglifos en los alrededores del Seboruco venezolano, no luce desacertada la
tesis que vincula la procedencia de su nombre a un vocablo indígena.
Igualmente
debo señalar que unos años antes a esta última publicación, en 1889, se publicó
en la capital colombiana Un viaje a
Venezuela, de Isidoro Laverde Amaya, donde se lee: “La Grita es hoy Distrito Guzmán
Blanco, capital ó cabecera en lo civil y judicial de las parroquias Seboruco (Entrena
de), El Cobre (Vargas), Pregonero y de las aldeas Yegüines y San Simón. Es de
advertirse que de estas parroquias la más rica es la de Seboruco, por la mayor
feracidad de sus terrenos y porque tiene minas de cobre.” Otro autor que
escribió de esta localidad fue el general Pedro Sicard Briceño, quien publicó
en 1922 Geografía Militar de Colombia,
donde asentó: “Seboruco. Está situado en una mesa pequeña, pero completamente
plana; a uno de sus costados corre el río Grita, y dista tan sólo cinco leguas
de La Fría , estación
del ferrocarril del Táchira. Con 4628 habitantes, buena iglesia, dos plazas y
varios establecimientos mercantiles.”
Esta
comunidad tachirense, capital del municipio homónimo y al que el último censo
de 2011 dio una población global de 10.243 habitantes, ha sido cuna de gente
excepcional, y algunos de presencia en hechos trascendentales para nuestra
historia política y social de los últimos cien años. Son numerosos los ejemplos y les voy a citar
sólo cinco de ellos, y tengan por cierto que son una infinidad de casos
similares los que ha habido -y hay- en esta laboriosa comunidad andina, que
hasta mediados de los años 40 del siglo XX todavía tenía las calles empedradas.
En
las afueras de Seboruco, en la aldea Altos del Niño, nació Ángel Biaggini,
quien en 1945 era ministro de Agricultura de Isaías Medina Angarita, el cual
ante el desastre de la locura de Diógenes Escalante opta por proponerlo como
candidato presidencial. Esa candidatura nació con plomo en el ala, pese a que ofrecía
en su programa, entre otras cosas, el voto de la mujer y la elección de los
cuerpos deliberantes para las elecciones prontas a realizarse, así como la del
Presidente de la República
por votación universal, directa y secreta una vez que entrara en vigencia la
nueva Constitución. Lo que desató un infierno que acabó con su candidatura y
precipitó la crisis que terminó por estallar fue que en su postulación el 30 de
septiembre de 1945, un bisoño periodista de Últimas Noticias, Nelson Luis
Martínez, se le acercó y le pidió una declaración autógrafa para los lectores
de ese medio. El candidato escribió un amplio agradecimiento que fue publicado
por dicho diario en la última página de la edición del 1 de octubre de 1945:
“La confianza que me ha otorgado la máxima representación de mi Partido, en
extremo obligante a mi profunda gratitud, me comunica tal fuerza y tal entuciasmo como para poder afirmar
–enfáticamente– que no defraudaré al pueblo venezolano en su constante
aspiración de ampliar y consolidar cada día las conquistas democráticas que ha
alcanzado. Así me place exponerlo por intermedio del popular vocero Últimas
Noticias.” La diatriba armada en aquella
Venezuela pueblerina fue de tal magnitud que ese entuciasmo, escrito con c,
desembocó 17 días más tarde en el golpe de estado contra Medina Angarita.
En
la Seboruco
de comienzos del siglo XX existió un personaje del cual todavía se habla con
respeto y admiración entre su gente: la terciaria franciscana Petra Salgar de
Moncada “Mana Petra” quien fue comadrona de amplia labor en el pueblo y las
aldeas de sus alrededores.
Ya
cité en párrafos anteriores a Pedro Rafael Contreras Galvis, quien es hoy por hoy
el patriarca de la familia que formaron don Victoriano Contreras y doña
Gregoriana Galvis de Contreras a comienzos del siglo XX. Él abrazó la vida
militar y formó parte de la última promoción de cadetes de la Escuela Militar que funcionaba
en La Planicie ,
Caracas. En los años 60 siendo oficial del ejército venezolano, estaba
destacado en El Tocuyo, estado Lara, y en diciembre de 1964 le ordenaron se
trasladara al centro médico del pueblo donde habían abandonado el cadáver de un
hombre. Contreras se trasladó al lugar y procedió a tomar las huellas
dactilares del difunto y comprobó que eran los restos de Argimiro Enrique de La Santísima Trinidad
Gabaldón Márquez, el jefe guerrillero Argimiro Gabaldón también conocido como
Comandante Carache o Chimiro, quien había sido herido en las montañas larenses
en un poco claro incidente con su compañero de armas Jesús “Chucho” Betancourt.
Y
ya que hablo de los Contreras Galvis es justo nombrar a otro de esos hermanos: el
economista Pablo Andrés, quien en los años 80 del siglo pasado sostuvo en
Maracaibo, donde desempeñó diversos cargos en la administración pública, una
casa en la cual numerosos estudiantes universitarios de Seboruco fueron
acogidos sin pagar por ello ni un centavo. Narra una de las beneficiarias de
dicha residencia: “Pablo nunca pidió una puya, y él se ocupaba de pagar la
luz, el agua y una señora que nos cocinaba; nosotros todos no tenemos cómo
pagarle a él lo que hizo sin
ningún interés, y muchas veces ni las gracias le dábamos sin que eso fuera
freno para que siguiera tendiéndonos la mano.”
En la actualidad cuando alguno de los beneficiados de su labor lo
recuerda, él se limita a encogerse de hombros y decir: “¿Cómo no iba a hacerlo,
si uno sabía el esfuerzo que muchas veces estaban haciendo sus familias para
darle una buena educación a esos paisanos? Si Dios nos dio los medios para
ayudar a los demás sería bien triste no hacerlo.”
Y ahora que escribo de ayuda a los otros, dejé de último el caso de una mujer a
quien el ya desaparecido Ramón Elías Camacho en La Grita Bautizó como Santa Medardita de Seboruco. Les cuento
el caso de esta, por ahora, Sierva de Dios nombrada como tal por el papa Juan
Pablo II en su visita a México, en julio de 2002. Ella nació en la aldea
Caricuena en las afueras de La
Grita a las 8 de la noche del 13 de octubre de 1885. Al ser inscrita
ante las autoridades civiles lo hicieron como María Geralda Guerrero García,
nombre que le puso un tío a quien habían solicitado la presentara; y a él le
pareció que Medarda no era el nombre adecuado y se lo cambió, sin embargo entre
sus familiares siempre fue llamada Medardita, con el cual fue conocida por
todos. Ella era la sexta de diez hermanos.
En 1897 su padre y una hermana
mueren a causa de una epidemia de viruela que hubo en La Grita por lo que su madre
decide abandonar la población para escapar del mal y llega a Seboruco, donde
encuentran que la epidemia también hacía de las suyas. La familia Guerrero
García se refugió en su casa donde hoy es la carrera 2 de Seboruco. Una vez
superada la peste ellos se quedaron en el pueblo. A los 15 años ella se enfermó
y quedó paralítica, revela el cura Oswaldo García, quien fuera su confesor,
ante lo cual ella hace la promesa de dedicarse a cuidar a los enfermos y
desposeídos de por vida si se curaba. Se recuperó, y esta mujer que no sabía
leer ni escribir, no sólo cuidaba a los enfermos sino que era la comadrona de
Seboruco y todas las aldeas de sus alrededores, dedicándose a cumplir con su
labor de buena samaritana. Su familia
terminó migrando y ella se quedó en Seboruco trabajando como mujer de servicio
en diversas casas, hasta que a los 29 años casó con José Piñero, un nativo de
Cúa, estado Miranda, que había pagado servicio militar en el cuartel de El
Cobre y fue por lo que empezó a ser conocida como Medardita Piñero.
Los recién casados se instalaron en
una casa en la calle 5, número 54 de Seboruco y allí en la sala que medía cerca
de 9 metros cuadrados
la mujer siguió atendiendo a los enfermos. Antonio Sánchez en su obra Medarda Piñero (1885-1972) Caridad hecha
mujer, asegura que ella albergaba de 5 a 10 enfermos en dicho espacio y que “se veía
en la necesidad de albergar hasta de dos por cama”. Medardita y José tuvieron 5 hijos, y él que
había aprendido los rudimentos del oficio de carpintero, al comienzo era quien
fabricaba unos cajones de madera que ella utilizaba para enterrar a quienes
morían en su casa-hospital… Asegura Sánchez en su libro que la única ayuda que
recibía era de diez bolívares mensuales que le daba la Junta Comunal de Seboruco. Sin
embargo su confesor asegura que Juan Galeazzi, siendo gobernador de Táchira le asignó
una ayuda de 120 bolívares mensuales.
Los vecinos de Seboruco recuerdan
que veían como Medardita alimentaba, bañaba y cuidaba a los enfermos en su
ranchito. Ella sufría bocio, lo cual simulaba con un pañuelo blanco que llevaba
siempre alrededor de su cuello, de voz muy suave decía: “Por Dios, ayúdeme, una
limosnita para mis hijitos”. Era menuda creen que medía 1,44 y la acompañaba
Otilia una mujerona de 1,80 que llegó a su casa enferma y luego de curarse se quedó
ayudándola. Otiliona, como también la llamaban, portaba un canasto enorme hecho
de caña amarga que se acomodaba en la cabeza con un pretal e iba colocando allí
las donaciones. Si alguien le decía que no podía ayudarla Medardita decía: “No importa
mijito, cuando tenga me da”.
Cuentan en el pueblo que, ya viuda,
infinidad de veces se ocupó de realizar los entierros y ambas mujeres subían la
cuesta hasta el cementerio viejo de Seboruco en la parte alta de la ciudad en
un cajón de tablas que compraba al señor Casimiro Pérez, los cuales adquiría con
la colecta que hacía casa a casa por todo el pueblo. Otras veces buscaba a los
borrachitos locales donde estuvieran y les decía: “vamos que tengo que
enterrar un enfermito” Ella había recogido a los borrachitos del pueblo entre
los que recuerdan a Luis “Morocotas”, a Vitico “Maravilla”, a Pedro Duque a
quien todos conocían como Pedro “Miao” que había perdido una pierna siendo
coronel mientras peleaba al lado del general Juan Pablo Peñaloza contra Gómez, y ellos hacían de sepultureros
para ayudarla.
Escribo
emocionado, conmovido de tanto amor al prójimo. Al principio oía escéptico a
quienes me narraban todo esto que ahora les resumo, confieso que más de una vez
dudé o achaqué a exageraciones de los habitantes de Seboruco las virtudes de
esta mujer. Necesité de varios días oyendo sin variar las mismas narraciones,
los testimonios de todos los grupos sociales del pueblo, del cronista y del
biógrafo de ella, del propio obispo Mario del Valle Moronta, de la gente en la
plaza, de libros y folletos que se han ocupado de la vida de esta mujer
excepcional para que mi suspicacia se diluyera y poderles contar a ustedes de
su vida.
Tal
como he escrito en anteriores oportunidades: Venezuela es una caja infinita de
sorpresas de la que no ceso de sentirme orgulloso. ¡Qué privilegio poder decir que tenemos un pueblo
como Seboruco lleno de gente hermosa y especial! Bendita la suerte mía de ser
hijo de este país donde lo que sobra es corazón para entregarlo a quien nos
necesita…
© Alfredo Cedeño
22 comentarios:
Buenos días. Estupendo tu reportaje sobre Seboruco. Completo y de estupendas fotos. Has hecho ver extraodinariamente el sentido del color que tienen los andinos. Viví cuatro años en Táriba y lo entiendo muy bien. Como siempre, destacas en las fotos de los muros y por supuesto las personas, los niños en especial. No sabía la importancia política que tiene la ortografía. Un abrazo.
Alejandro Moreno
Que idea bella esta de traernos nuestros pueblos en imágenes.
Cristina E. Pulido-Vielma
Precioso Viaje.
Ylleny Rodríguez
Excelente reportaje fotográfico del pueblo marqués del Táchira. Sin embargo, me queda la duda, del por que le llama San Pedro de Seboruco, así solo se llama la iglesia. Pues en el Táchira tenemos a San Pedro del Río, otro pueblo turístico y este solo se le conoce como Seboruco.
Un excelente reportaje sobre mi pueblo natal del cual guardo hermosos recuerdos de mi niñez. Gracias Alfredo por tu pasión y por entregarnos este bello reportaje de nuestro pueblo.
Krenly Pérez
Me es grato felicitarlo en nombre del grupo " Estrellas Caídas " por tan bello trabajo sobre nuestro pueblo, no cabe duda que ha dejado su huella en su mente y corazón, esperamos ver mucho mas de su valioso trabajo y que podamos seguir compartiéndolo como una gran familia,felicitaciones amigo!! Atte:Juan Velasquez/Estrellas Caídas.-
Hola Alfredo, permìtame felicitarte y a la vez agradecerte por tan excelente trabajo, hecho para mi Seboruquito Lindo y querido, pues con el mismo me hace sentir màs orgullosa de mi terruño, también doy gracias a Hilda Pèrez que a su generoso patrocinio este reportaje fue posible, para que propios y extraños disfrutáramos parte de la belleza e historia de nuestro pueblo. que Dios te ilumine cada día para que sigas proyectándote en toda Venezula.
Mil gracias por dedicarle a mi pueblo hermoso Seboruco, tremendo reportaje, agradecida por Hilda qt ha patrocinado para ese trabajo especial, lágrimas brotan d mis ojas por la emoción d leer tus líneas..... y asi le felicito y continúe con todo nuestro país.... Josefa Rojas hija d Seboruco. ...
Maravilloso. Seboruco en resumen es eso, color, vida, paraíso, encanto, alegría en su tierra; en su brisa, en su gente, en sus noches y días, en fin, una maravilla y un orgullo para todos... Gracias..!!!
demasiado bueno ese reportaje....ese pueblo es hermoso no soy nativa d ay pero si vivi parte d mi vida y fueron unos d mis mejores momento ese tiempo en seboruquito lindo y querido...m enamore x primera y unica vez...m enamore d su naturaleza d la humildad d su gente bueno en fin SEBORUCO ES UNICO...PUEBLO QUERIDO...
demasiado bueno ese reportaje....ese pueblo es hermoso no soy nativa d ay pero si vivi parte d mi vida y fueron unos d mis mejores momento ese tiempo en seboruquito lindo y querido...m enamore x primera y unica vez...m enamore d su naturaleza d la humildad d su gente bueno en fin SEBORUCO ES UNICO...PUEBLO QUERIDO...
Muchas gracias por tan excelente reportaje, orgullosa de ser tachirense y nativa de ese pedacito de cielo enclavado en los andes venezolanos llamado Seboruco. De verdad mil gracias por tomarlo en cuenta para contar su historia......
Excelente resumen histórico, le felicito. Si la memoria no me traiciona el nombre "SEBORUCO" proviene de los indios CIBURUCOS que habitaban la región. Su significado es algo así como "El pueblo que ama las piedras". La Licenciada Marina Guerrero es autora de un muy buen trabajo monográfico de Seboruco.
Magnifico tu trabajo aunque no he leído completamente tu reportaje las imágenes hablan por si solas para eso es que deben usar las redes sociales
Me conmueve sobremanera este relato viniendo de alguien que aunque no siendo oriundo de este bendito pueblo se maravilla del gentilicio y el acogimiento del lugar y sus pobladores; esto para muchos hijos de aquí que lo ignoran y desprecian. Muy agradecido de mi parte.
Muy hermoso tu recorrido y la forma de compartirlo con quienes al revisar como yo, pueden sentir la frescura del paisaje y la calidez de la gente de Seboruco.
Saludos
jannin
excelente reportaje seboruco el mejor pueblito de venezuela....
me sobrecoge de manera especial y personal , imágenes tan extraordinarias de ese hermoso poblado . felicitarte y felicitar a nersa aguilera x la majestuosidad q cobra cada una de sus piezas y restauraciones q hace c sus maravillosas manos , talento hecho divino. DIOS le de larga vida para q siga recreando nuestro sentido visual c su inigualable talento . GABRIEL BUENO
Ir a mi pueblo Seboruco y caminar por las calles que recorrí mientras vivía mi infancia y adolescencia, en ellas crecí; jugando entre lluvias y veranos, me conmueve el corazón recordarlo, hace pocos días caminé por ellas y me embargó el sentir humano tantas experiencias juntas recordadas y allí vividas. De allí se desprenden los recuerdos mas preciosos de mi noviazgo con mi difunta esposa Daisiria Navarro. Amo a mi pueblo amo a su gente aunque las nuevas generaciones son distintas. te quiero Seboruco. te quiero de verdad...muchas gracias al autor de este blog.
SEBERUCO QUE BELLO PUEBLO QUE VOY A CONOCER
tu comentario podria ser exelente aunque no es del todo malo,pero alli en seboruco hay profesionales jovenes que han averiguado profundamente y seboruco si tiene historia,tenia un libro becerro que es una especie de partida de nacimiento historica,del cual no te contaron porque no les convenia y te contaron verdades a medias y tambien manipularon gran parte del resto de nuestra historia,invisivilizaron los pasajes que dieron vida a nuestro gentilicio atravez del tiempo,y lo que tu contaste tiene mas fantasia y un lejano sesgo de la realidad historica y fuerte de nuestro pueblo,bueno tambien hay qu ver que tu te entrevistaste o entrevistaste a un grupo de personas que cuentan lo que se para figurar como conocedores y tratando de aparecer como mega cronistas,pero en fin tan solo cuentan la mitad de la verdad y el resto es solo un libreto trasnochado,,,"investiga con investigadores de verdad y no con busca perfiles para aparentar ser lo que no son y lograr escanios ante la sociedad burguesa del pueblo,y evita a las personas que les encanta que los adulen y les acaricien el ego.
Gracias por ilustrar al mundo de parte de lo que es nuestro querido y amado terruño andino y aún más no siendo nativo del mismo, como es natural no te dieron toda la historia real, pero lo importante es que hay un comienzo, no sabia realmente que existía esta pagina hasta hoy y estoy empezando a leerla y me encanta todo lo que sea de mi pueblo, eso si hermano te quiero hacer una aclaratoria muy respetuosamente y que se que no tienes ninguna culpa al respecto ya que fue la información que te dieron y es que al referirte a los personajes típicos aparece mi tío "Vitico Maravilla" a quien te lo señalaron como uno de los borrachitos del pueblo, cosa totalmente falsa, ya que mi tío no bebia por ser una persona especial y sufrir de epilepsia, lo que si era un masticador empedernido de chimu y muy compañero de nuestra futura santa Medardita de Piñero.Gracias nuevamente amigo por interesarte y mostrar nuestro pueblo a tus gratas ordenes Lcdo. Gerson David Zambrano, Comisario General (J) del C.I.C.P.C.
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