Con una cruz entrampada en el borde de las montañas
la ciudad se estira preñada de miserias en burbujas,
caminos agónicos para regresar sin alarmas diurnas
o con atajos para derribar grises desesperanzas,
bostezo infinito con desventuradas fauces lluviosas
y una escarpadura sin finales donde refugiar a desolados.
© Alfredo Cedeño
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