Cierro
con esta entrega mi serie sobre el estado Táchira, dejé para este final
momentáneo, puesto que seguiré recorriendo estos espacios apenas pueda hacerlo, este pueblo que paradójicamente es uno de los más recientes de este estado
pero uno de los que más mantiene ese aire que hasta hace relativamente poco
tiempo tenían todas las poblaciones tachirenses.
Apenas en 1957 Marco Aurelio Vila en
su Geografía del Táchira afirmaba que
San Pedro del Río tenía como actividades económicas primordiales la producción
de caña de azúcar y bananos, así como de miel y papelón. Aseguraba Vila en su
obra que fue fundado en 1852 “y se halla a orillas del río Lobaterita a 765m.
sobre el nivel del mar.”
Un
hijo de este pueblo, el urólogo Pedro Granados Ruiz, ha dicho de su lar nativo:
“Es el pueblo que se negó a morir”. Presume uno que la lapidaria frase de
Granados surgió en los años 70 cuando San Pedro del Río estaba literalmente
desaparecido, ya que la mayoría de sus habitantes habían migrado a las zonas
petroleras. Sin embargo en 1977 comenzó la remodelación de la población
tratando de que la misma conservara ciertos aires coloniales. Lo cierto fue que
el 30 de noviembre de 1.978 se reinauguró el pueblo con las características que
ahora podemos ver cuando entramos a sus calles empedradas.
Tulio Febres Cordero aseguró que
estos parajes ya aparecen en la historia a partir del siglo XVII, cuando en 1634 a Rodrigo Sánchez de
Prada, Regidor Perpetuo de San Cristóbal, hijo y nieto de conquistadores de
dicha ciudad, y quien era representado en Mérida por Fernando de Arce, le
otorgan en un repartimiento de tierras, “cuatro estancias de ganado mayor en El
Valle de la Chirirí
que iban desde las angosturas de Lobatera a las angosturas de la sabana de San
Juan –hoy conocido como San Juan de Colón– de una y otra banda del río
Lobaterita”.
Lo cierto es que antes de 1830 se
tiene conocimiento de un caserío Río Arriba en la zona, así como se conocen
menciones a “Río Abajo”, para luego empezar a ser conocido el sitio como aldea
“Río de las Casas”. Se sabe que en 1840 José María Vivas, Gregorio Casanova,
Ramón Herrera, Policarpo Morales y Ricardo Casanova se instalan y comienzan a
sentar las bases de la actual población. El primero de ellos junto a María Mercedes
Morales, procedentes de Lobatera, tuvo cuatro hijas, una de ellas, Franciscana
Vivas Morales nacida en 1848, se convertiría en la protectora del caserío.
El 26 de febrero de 1849 se produjo
un sismo devastador que destruyó a Lobatera, por lo que una parte de sus
habitantes de trasladan hasta “La
Sabana ”, donde fundaron Michelena, de lo cual hablé en
semanas pasadas, pero, hay quienes afirman que hubo otro grupo que se trasladó hasta la
“Aldea Río de las Casas”
El 23 de mayo de 1905, haciendo
honor a la inveterada manía nacional de halagar y lisonjear al mandante de
turno, se convirtió a estos espacios en Municipio Castro en honor al general
Cipriano Castro. Resulta que el 11 de
agosto de 1886, el retaco Castro había entablado una batalla con las tropas que
comandaba Espíritu Santos Morales. El choque tuvo lugar en las márgenes de la Quebrada la Chirirí en el
sitio llamado Callejón Blanco; el capachero Castro gana la pelea y Morales
tiene que salir con el rabo entre las piernas y se refugia en casa de Eusebia
Vivas, otra de las hijas de José María y María Mercedes, los oriundos de Lobatera de los cuales hablé
líneas atrás. Más tarde Espíritu Santo huirá hacia Colombia por el llamado camino
de Ricaurte.
Luego de caído en desgracia, y por supuesto
del poder, Castro, le ponen el nombre que en la actualidad lleva nuestro
reseñado pueblito: San Pedro por el primer apóstol y Del Río por el Lobaterita.
Así comenzó a fraguarse lo que hoy se ha convertido en punto de referencia
dentro y fuera del estado Táchira. En todo el estado y zonas colindantes tiene
fama la “quema de pólvora” que llevan a cabo sus pobladores cada 28 de
diciembre, así como la del llamado Toro Candela, tradición que también en la Grita se conserva, así como
en otros poblados andinos.
Lejos ya el tiempo de aquel trabajo
de campo de Vila en que reseñaba caña, cambur, miel y papelón como sus
productos emblemáticos. Ahora son las ventas de artesanías y restaurantes de
todo tipo en todas sus calles. La comida y atención en cualquiera de los tantos
locales es muy buena. Todos los espacios tienen un cierto aire bucólico, rayano
en la melancolía, que les otorga un ambiente muy característico y
agradable. Caso contrario el de las
llamadas ventas de artesanías, donde son muy pocas las que realmente se
producen allí.
Al igual que los negocios de
comidas, los de ventas de recuerdos de todo tipo se encuentran por todas partes
y de diferentes dimensiones, desde kioscos mínimos hasta amplios locales donde
lo que sobra son cachivaches de distintos tamaños y precios para comprar. Al
azar me paré en la calle principal del pueblo, en El Chorote, negocio que atienden Rosa Inés y José Adel, a quien
pocos conocen por su nombre pues todo San Pedro lo llama Pata e´Plancha. Ellos venden artesanías de toda clase que, al
igual que todos los otros locales,
compran en Quibor, Barquisimeto y Capacho. “Es poco lo que realmente se
hace aquí, antes traíamos muchísimas cosas de Colombia, pero ahora con esto de
la subida de los precios, mire eso no hay quien lo pueda comprar, todo está de
más de caro…”.
José Adel y Rosa Inés se han hecho
nombre con la venta de licores artesanales, ella narra con su típico acento
cantarino de las montañas que los más solicitados son el Pata é res y la leche
é burra, “pero mire también se llevan el de mora, el de limón, el de toronja,
no hay del que no saquemos que no se lleven.”
Como
ellos hay infinidad de otros que se dedican a mantener vivo el espíritu de una
comunidad con plena consciencia de que la unidad de criterios es lo que les da
vigor, y hace sentir ante el visitante una actuación común. Las calles están
pintadas en cada sector de un mismo color, decisión que toman los propios vecinos y que es
acatada disciplinadamente por todos. La limpieza de sus calles es otro anzuelo
que engancha la mirada de quien lo recorre. Detalles y más detalles que sólo se
me ocurre, para cerrar esta nota, recurrir a Pedro Pablo Paredes, quien
en Pueblos del Táchira escribió: “San
Pedro del Río, en cuanto que pueblo, es una maravilla. Las palabras nos
resultan insuficientes para decirlo.
(…) Por el valle en que aparece
engastado, San Pedro del Río, es una joya de la naturaleza”.
© Alfredo Cedeño
7 comentarios:
Te felicito Alfredo. Un trabajo hermoso y con mucha calidad...
Gracias por esta entrega. De verdad tenía tiempo que no visitaba a San Pedro del Rio, en esta oportunidad lo encotre más hermoso. Me encanta su limpieza, el orden, la atención y amabilidad de su gente, ejemplo a seguir.
Felicitaciones Alfredo porque a traves de Ti mucha gente se deleita con la Historia y las hermosas fotos que nos muestras. Gracias por compartir.
excelentes fotos!
Hola como estas, Ese pueblo es eun espectaculo, desde que lo escuhe nombrar y lo vi en una tarjeta telefonica CANTV me enemore de el .mas nunca he ido ,esa imagenes que envias son bellas , provoca irse para allá para vivir en silencio y calma , no se que cantidad de habitantes pued tener ,pero se ve tan bello ,limpio donde parece que nadie hace un graffiti en las paredes .me sigue encantado , En algun momento ire . Gracias por este regalo dentro de toda esta locuta que se vive .
El pueblito colonial de táchira, realmente apacible, pero no se queden solo ahí, si van en carro recorran el trayecto entre san pedro y lobatera, por ahí hay muchos balnearios, cascadas, rios y pozos, el mas famoso está a menos de 20 minutos de san pedro del río (se los puse en un link, para que se ubiquen.). Pero aparte de ese, hay muchos mas. Saludos.
Gocho en Caracas.
Hermoso pueblo el cual pude visitar de pasada en mi ruta ciclística este 27/12/20. Sin lugar a dudas volveré en otra oportunidad.
Buenas noches..
Tuve la oportunidad de visitarlo realmente es un pueblo hermoso !recuerdo que en ese momento estaban filmando capítulos de una novela .
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