“Era un país sin
ser perfecto ni mucho menos, con grandes diferencias, grandes desigualdades, lo
sabemos; no era lo mismo la gente que vivía en las afueras de Caracas o en los ranchos que quienes lo hacían en las zonas más urbanizadas, pero la situación
actual es una situación de pobreza generalizada, salvo bolsones de nuevos ricos
que son los que están hegemonizando todas las palancas del poder. No es que
ustedes van hacia donde iba Cuba, es que ustedes están ya asumiendo lo peor de
lo que ha sido Cuba. Y para mi vergüenza personal, como cubano, yo
responsabilizo a Cuba de ese desastre.” Él se desempeña en la actualidad como
Director ejecutivo del Center for Latin American and Caribbean Initiatives del
Miami Dade College, en dicha ciudad estadounidense. De hablar pausado, que honra su rol de
catedrático, pero de inextirpables raíces antillanas que pronto afloran, no
pierde la visión de todo el escenario. “Ahora mismo, cuando se habla de sacar a
Cuba de la lista de países terroristas, al mismo tiempo sancionan por primera
vez algún personaje del gobierno de Venezuela; y no es el tema que esté
defendiendo que Cuba permanezca en la lista de países terroristas, porque esa
es una lista bastante inoperante desde muchos puntos de vista. Pero en vez de decir: Esta lista, señores, ya
no sirve por esto, por esto y por esto. En lugar de hacer eso el camino que se
ha tomado es tratar de demostrar que Cuba ha tomado el camino de la Madre Teresa
de Calcuta, y que todas sus malas prácticas anteriores han sido abandonadas y
que ahora realmente merece ser reconocida en sus nuevas buenas actitudes. Eso es
inaceptable. Es inaceptable porque para mí cada muerto en Caracas tiene una
responsabilidad cubana.”
El doctor
Blanco fue por largos años un funcionario de altísimo nivel dentro del gobierno
cubano, por ello consideré pertinente compartir con ustedes una muy larga
conversación en la que recorrimos a grandes pinceladas su vida, y entender,
desde su narración en primer plano, muchos eventos, así como la personalidad de
quien pretenden -los rojos-rojitos- se convierta ahora en nuestro nuevo Mesías.
Pero dejemos que siga hablando él: “¿Cómo
me van a decir a mí que pueden sancionar por narcotráfico, lavado de dinero, colaborar
con el terrorismo internacional, a una cantidad de funcionarios venezolanos y
que los asesores cubanos que controlan el Fuerte Tiuna, que controlan el
sistema informático, que controlan las identidades, controlan la Inmigración,
controlan los aeropuertos nunca vieron entrar y salir cocaína? ¿Nunca vieron un
avión aterrizar en un lugar no debido en un radar? ¿No sabían que esa gente
estaba metida en narcotráfico? ¿No sabían que había bases guerrilleras de las
FARC metida en el territorio venezolano cuando la denunció Uribe? ¡No hombre. No!
Por supuesto que ellos son corresponsables completos y directos de todo eso,
pero repito esta es una discusión no para decir que Cuba no salga de la lista
de países terroristas, yo creo que esa es una lista que valdría la pena, en su
totalidad, revisar su valor como instrumento de política exterior o de seguridad
nacional. Ese no es el punto, el punto es que la manera, la estrategia usada
para exceptuar a Cuba de esa lista ha sido aportar una cantidad de argumentos
francamente ridículos.”
Él
nació el 4 de octubre de 1947 en el muy habanero sector de El Vedado, casi en Marianao,
pero la casa de sus padres estaba en la punta del puente Almendares, “que está
del lado de Vedado, pero de ahí nos mudamos para un reparto que se llamaba
curiosamente La Sierra. Fui a una
escuela bilingüe, privada, propiedad de una norteamericana. Mi madre hacía
traducciones por cuenta propia para revistas como Bohemia y mi padre trabajaba
como empleado de oficina en una de las mejores, más famosas fábricas de tabacos
y cigarros cubanos que era Calixto López y compañía, donde hacían los tabacos que
fumaba Churchill, le mandaban todos los años una remesa en un gran mueble hecho
especialmente para él. La escuela para mí fue una cosa muy interesante, allí
estudiaban mucho hijo de diplomáticos americanos, en las mañanas dábamos las
clases el curso escolar tal y como estaba programado en Estados Unidos, por las
tardes tal y como dictaba el ministerio de educación en Cuba. Para los
diplomáticos americanos era una gran ventaja porque ellos podían regresar a
Estados Unidos, con sus hijos que podían ir a la escuela al día siguiente de
haber llegado e incorporarse y tomar las clases exactamente en el punto donde
las habían dejado en La Habana. Ahí había también algunas personas hijos de las
clases más pudientes cubanas. Yo, en mi caso, estaba expuesto a una doble
influencia cultural política, ideológica, porque mis padres eran comunistas.
Los dos pertenecían al llamado Partido Socialista Popular, que era el Partido
Comunista de Cuba, y mi papá además tenía doble militancia, él era gallego, se
había ido de España a los doce años, nunca había regresado, pero entró a
militar al Partido Comunista Español. Como resultado de eso, yo estudiaba en
una escuela pronorteamericana y eminentemente anticomunista, estaba rodeado de esa
influencia por parte de los alumnos y profesores, pero en la casa recibía otra
visión. Mis padres estaban involucrados,
sobre todo mi madre, en la lucha clandestina. El caso de mi padre era además
muy simpático porque al tener esta doble militancia, Batista, en un momento
determinado, cuando comienza la lucha armada contra él, declara ilegal el
Partido Comunista Cubano, pero no al Partido Comunista Español, o sea que esos militantes
podían seguirse reuniendo, porque no era considerado una actividad ilegal de
que ellos tuvieran ese tipo de militancia, lo consideraban casi como una
representación cultural de un partido foráneo. Irónicamente esto ponía a mi
padre en situaciones muy difíciles porque había veces que el Partido Comunista
Cubano decía: Piérdanse porque viene una redada; y el Partido Comunista Español
decía: No, no se escondan porque entonces vamos a dar la impresión de que no
estamos haciendo uso de nuestro derecho a ejercer la legalidad. Los dos eran
dirigentes sindicales, pero mi madre particularmente se había destacado mucho
en el Movimiento Feminista y sindical cubano.”
El
hijo de Antonio Blanco y Elena Gil de Blanco va hilvanando recuerdos y explica que ella
fue una de las cinco mujeres que formó parte del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba de Fidel, “cuando él fabrica a dedo, porque no hubo ni
Congreso, un primer partido comunista ya con ese nombre en Cuba, en el año 65, ella
entra junto con Vilma Espín, que era la mujer de Raúl Castro, con Celia
Sánchez, que era la asistenta de Fidel, Clementina Sierra y Haydee Santamaría.
Mi madre tenía una larga trayectoria como líder sindical feminista reconocida
en Cuba con los telefónicos, con la Nestlé, pero debo decir que mis padres no llegan
al comunismo intelectualmente, mis padres llegan al comunismo por la vía
emocional y por la vía de las luchas obreras, es lo que los conduce al ideal. Esa era la influencia que tenía en mi casa, y un
par de veces los puse en peligro porque sumergido en estas dos corrientes, la
anticomunista de la escuela y la comunista de mi casa, un día en una discusión con
unos amiguitos en la escuela, que decían que los comunistas eran asesinos, y no
sé qué; yo dije: Eso no es verdad porque mis padres son comunistas. ¡Eso era lo
peor que yo podía haber dicho en medio de la dictadura de Batista a unos niños
en una escuela! Entonces llamaron a buscar a mis padres y se armó un gran
rollo, no me acuerdo cómo resolvieron aquel asunto. En mi casa se daban reuniones clandestinas de
la célula del partido comunista, y mi madre, rompiendo la disciplina del
partido, apoyó La Sierra Maestra, y se lo permitió a los militantes del partido.
La línea del partido comunista hasta muy tarde, en el año 58 fue que cambiaron,
era no apoyar a La Sierra Maestra, no mandar dinero y no alzarse en armas; y mi
madre decía: Sí quieren apoyar apoyen y si quieren alzarse en armas alcense, yo
no les voy a poner disciplina de partido por eso. Ella era la jefe de célula. Mi
casa estuvo once veces invadida por la policía de Batista, de las cuales yo
estuve tres presente, la mayor parte de las veces yo estaba en la escuela. A
veces venía el Servicio de Inteligencia Militar, llamado SIM, era el más brutal
de todos, hubo otras veces que venía un servicio que había sido fabricado por
el FBI con apoyo de la embajada americana, que era mucho más intelectual que se
llamaba BRAC, Buró de Represión de Actividades Comunistas, y esa gente trabajaba con más
inteligencia, pero cuando llegaba el SIM era con una ametralladora Thompson en
la mano dándole patadas a las ventanas y a las puertas, rompiendo todo, el BRAC
era otra cosa. No te quiero decir que eran santos, pero operaban de una manera
diferente trataban de influir sobre los militantes: Usted está en una causa
perdida, por qué usted se va a meter en esto?, usted es una persona decente. Era gente de mucho más preparación, de hecho
yo creo que los americanos, en unos libros que he leído, trataron de hacer eso
para ver si creaban algún tipo de tradición policiaca en Cuba que contuviera la
salvajada de los sistemas represivos de Batista, dar un cierto profesionalismo
a los cuerpos represivos y que actuaran de otra manera, y en medio de eso nos
sorprendió la revolución, la caída de
Batista en el año 59.”
Sus
padres permanecieron en Cuba todo el tiempo, hasta morir, “murieron antes de la
Perestroika, o sea que no vieron el final de la Unión Soviética y la caída de
todo aquello… Mi padre era más crítico del capitalismo que amante ciego del
comunismo, quizás mi madre un poquito más elemental, más emotiva, una persona
de un verbo muy movilizador, y por eso era sindicalista, ¿no?, le decían La
Pasionaria Cubana porque tenía esa capacidad de enardecer a un público y de un
gran coraje. Recuerdo a mi madre enfrentada a la policía cuando llegó a la casa
que querían que le abriera la puerta, ya se habían llevado a mi padre preso y
ella dijo: No, no te voy a abrir la puerta. Pero es que tengo que llevarte
detenida. Usted no me puede llevar porque tengo a mi hijo. Bueno nos lo
llevamos también. Usted no tiene orden de arresto contra él, así que hasta que
no vuelva mi marido aquí ustedes no entran.
Después le dijeron a mi padre que estaba casado con una salvaje (se ríe
largamente). Después se lo dije: mami tú eres muy valiente. Ella me respondió:
No, yo no soy valiente eso es un disparate lo que acabo de hacer pero me salió
del alma. Yo tenía ocho años o algo así, recuerdo que ella en una ocasión, que
recogieron a mi padre primero, ella me mandó a hacer un recorrido, solo, en un
taxi al que le dio dos o tres direcciones para que me llevara, direcciones de
otros militantes del partido para que les avisara de dos cosas, una que mi papá
estaba preso y que trataran de hacer algo por sacarlo, y otra que se
escondieran también porque los iban a coger a ellos. Esa fue mi primera digamos
función como militante no registrado del partido, o sea movilizarme para ayudar
a los demás.” El tiempo y la distancia, ese par de asesores inmejorables le
permiten ver en estos días: “Mi padre, curiosamente, desde muy temprano nunca
tuvo una fe completa, ciega, en Fidel Castro, desde muy temprano decía que
Fidel tenía condiciones de demagogo y que no le gustaba toda esa demagogia de
que nuestro pueblo es el mejor y nuestro pueblo y no sé qué. El viejo era mucho
más objetivo que mi mamá en esas cosas, por supuesto ese tipo de comentarios en aquel momento era un súper
secreto de familia.”
Hijo único, considera tuvo la trayectoria natural que alguien con esas circunstancias que explica
pueda haber tenido. “Yo me incorporo también a la revolución. Me había
incorporado de cierta forma de antes, con eso de buscar gente para que se
escondiera y toda esa historia, escondiendo la propaganda del partido porque yo
era quien sabía dentro de la casa donde estaba, y recuerdo una vez que venía la
policía por la escalera, estábamos en un segundo piso, me dice mi madre: Deshácete
de eso ahora mismo. Fui, la busqué, la saqué y la tiré por el balcón que había
en la parte de atrás, eran unos panfletos que estaban amarraditos, pero en vez
de caer en el solar yermo que era donde quería, no piché bien, y cayó en el
apartamento de abajo; eso era una familia donde había uno que era soldado de
Batista, pero la señora, para que tú veas la cuestión; mi padre y mi madre eran
personas tan decentes que todo el mundo los quería, entonces la señora de la
casa después vino y le devolvió: Mira Elena yo creo que esto se les cayó a
ustedes por el balcón. Y nunca nos delató, lo que te da a ti cómo había ese
tipo de ética por encima de la política en aquel momento. Uno de los problemas
del totalitarismo es que invade todos los terrenos y hace imposible una
actuación moral de esta índole porque impone una moral, que puede darse de
bruces con la ética universal; y tú mataras si te digo que mates, tú delataras
si yo te digo que delates, y esa moral se sobrepone a toda consideración ética
universal y es una perversión completa de la conducta.”
Juan Antonio
reconoce sin ambages que “con esa experiencia vivida abracé con mucho
entusiasmo la revolución. Estaba yo para entonces en segundo año de bachillerato,
ya había terminado, me faltaba un examen por hacer nada más porque había
suspendido uno, y vino la Invasión de Bahía de Cochinos, vino la intervención
de las escuelas, y la llamada Campaña de Alfabetización donde se llamó a los
jóvenes, yo tendría 13 años, a que nos sumáramos como alfabetizadores y
fuéramos a los sectores rurales. A mí me destinaron a un sector donde había
alzados, había una guerra civil andando, había alzados en Matanzas, en la zona
de Arcos de Canasí, que era uno de los puntos, después me enteré, al cabo de
los años del peligro de eso porque era uno de los puntos de infiltración de
armas y personas por la CIA y había alzados en toda esa zona. Ciertamente, por
el día tú veías la milicia que pasaba por acá y por la noche los alzados
pasaban para el otro lado, vaya, era bastante tensa y complicada la situación.
Dormía en un bohío, una casa de unos campesinos. Nos repartieron, le
preguntaron a los campesinos si querían albergarnos, entonces ahí puse una
hamaca, yo estaba solo, con 13 años, que después pensando en esto yo digo: ¡Coño!,
esto fue otro de los maquiavelismos de Fidel Castro, porque si tú eres jefe de
Estado y en tu país hay una guerra civil lo primero que haces es decir: Vamos a
seguir con esta campaña de alfabetización pero a los menores de edad no los
manden a la zona de guerra, sáquenlo, pónganlos en las ciudades. No, no, no,
mientras más mártires mejor. Así fue que hubo un par de casos de maestros
voluntarios que fueron asesinados, no hay otra palabra para describirlo, por la
tropa de alzados, después no hubo más.
Ahora, hemos oído tantas veces la propaganda de los asesinatos de los alfabetizadores que
tal parece que hubo mil, en realidad hubo dos durante toda la guerra civil. A
este hombre no le importaba ponernos en esa situación, nos mandaba a esos
lugares y perfectamente pudimos haber sido nuevos miembros del panteón de los
mártires de la revolución y esa fue la manera en que pasé el año 61. Como seis
meses, en ese mismo lugar, en esa misma zona, alfabetizando, por supuesto la
cartilla con que dábamos clase era una provocación: F es para escribir Fidel, R
es para escribir Revolución, obviamente no era una enseñanza alfabetizadora
neutral sino que tenía una carga ideológica desde el principio y eso era una de
las cosas que también irritaba a los alzados; por ello no nos verían como
simples maestros sino comisarios ideológicos del régimen en aquel momento.”
Al regresar a la ciudad prosiguió
con su formación académica, en 1962 la llamada Crisis de los Cohetes lo agarra
como alumno del Instituto de La Habana. “Acababa de cumplir quince años y nosotros,
los varones, asumimos aquí lo más probable es que terminamos todos muertos,
porque si aquí tiran una bomba atómica nos van a matar a todos y nosotros
todavía no hemos tenido tiempo de tener relaciones sexuales, no sé qué,
entonces nos dedicamos a tratar de persuadir a todas las muchachas del
Instituto de por qué no vivir la vida los últimos momentos de la mejor manera
posible. ¡Qué va! No teníamos éxito ninguno porque estaban tan educadas todavía
en el valor de la virginidad y el matrimonio y toda esa historia que no
logramos persuadir a ninguna… los años 60 todavía no estaban en su apogeo. Después
de la crisis, ¿qué sucede?, los norteamericanos están todavía tratando de verificar que Cuba cumpla con los acuerdos a
los que habían llegado con Khrushchev, pero por su parte Fidel Castro estaba tratando
de evitar que le llevaran todo, y entonces una de las cosas que los soviéticos
dijeron fue: Bueno nosotros podemos dejarte los sistemas de cohetería anti
aérea pero tú tienes que buscar la manera que esto lo puedan manejar los
cubanos, tengo que decir que esos cohetes no los voy a retirar porque esos
cohetes ya están en manos de los cubanos. ¿Qué pasa? El Ejército Rebelde no
tenía en aquel momento personas con capacidad académica, intelectual, para
entender aquellos cohetes y su electrónica, así que hicieron un reclutamiento voluntario,
voluntario bajo gran presión pero voluntario al fin, en los centros de
enseñanza secundaria, entre ellos el mío, y las universidades, para reclutar
estudiantes que pudieran inmediatamente con un curso intensivo de los
soviéticos, que todavía estaban ahí, aprender a usar aquella cosa. Así fue que
entramos en lo que en aquel momento le llamaban pomposamente “Armas
Estratégicas”, y no eran armas estratégicas, eran cohetes antiaéreos, y a mí me
reclutan para eso, y el esposo de Yoanny Sánchez fue uno de los que fue
reclutado también. Y me fui para el Ejercito, y estuve como cuatro años en esa
historia, hasta que salí de esa matraca.”
© Alfredo Cedeño
PS: La próxima semana publicaré
la segunda parte de esta entrevista.
4 comentarios:
Excelente entrevista! Muchas gracias Alfredo Cedeño
Buenos días. Estás haciendo historia oral del presente y sus orígenes inmediatos. La Habana que presentas en las fotos, no es la Habana que yo fotografié hace dos años. ¿De cuándo son? Estaban arreglando algunas calles y algún edificio para turistas, pero era una total ruina. En tus fotos aparece arregladita. Un abrazo.
Alejandro Moreno
La historia, ese algo que casinunca sabremos si es verdad o mentira, si hasido manipulada,..si ha sido distorsionada. En este caso, puede ser ue se sepala historia real....Un compositor argentino,. Lito Nebbia, formalizó una canción que justamente habla de ello. Cito los siguientes versos
"Cuando no recordamos lo que nos pasa,
nos puede suceder la misma cosa.
Son esas mismas cosas que nos marginan,
nos matan la memoria, nos queman las ideas,
nos quitan las palabras... oh...
Si la historia la escriben los que ganan,
eso quiere decir que hay otra historia:
la verdadera historia,
quien quiera oir que oiga.
Nos queman las palabras, nos silencian,
y la voz de la gente se oirá siempre... "
Esperamos la segunda parte...Que tengas una semana ideal. Abrazo
Juan Angel Petta Argentina
Excelente trabajo , carambas nos asombras con cada personaje , Espero la parte II. Feliz dia del Padre
Publicar un comentario